jueves, 27 de octubre de 2022

Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura

Pablo Picasso. El hombre del cordero, París, marzo de 1943. Bronce, fundición a la cera perdida C. Valsuani, 202 × 78 × 78 cm. Musée national Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979. MP331
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022
Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean

En la Fundación Mapfre, Madrid nos encontramos en una de las primeras exposiciones organizadas que se inscribe dentro de la celebración de Picasso 1973-2023, cincuentenario de la muerte de Pablo Picasso y que se realiza en colaboración con el Museo National Picasso-París y la González Administration. Presenta más de ciento sesenta obras entre pintura, escultura, dibujo y grabado. Para su realización ha sido fundamental la colaboración, junto a determinadas colecciones particulares, de importantes instituciones entre las que destacan, además de las dos antes mencionadas, el Centro Pompidou (París), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), el Museo Picasso (Barcelona), el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Madrid), el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM, Valencia), la Tate Gallery (Londres), el Hirshhors Museum and Sculpture Garden (Washington D.C.) o el Philadelphia Museum of Art.

Hay además una circunstancia excepcional que convierte esta exposición en un sentido homenaje: Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura es el último gran proyecto de Tomás Llorens, uno de los más lúcidos y emblemáticos historiadores del arte de nuestro país, fallecido el 10 de junio de 2021. Comisariada junto a su hijo Boye Llorens, esta muestra culmina una línea de investigación a la que el historiador dedicó una parte central de su trabajo a lo largo de su trayectoria.

El discurso expositivo, que nos permite rastrear el trabajo conjunto de estos dos grandes artistas del siglo XX y su transcendencia para la escultura moderna, se articula en ocho secciones y comienza con un capítulo que también es un homenaje.

Pablo Picasso. Pintor con paleta y caballete, [París], 1928. Óleo sobre lienzo, 130 × 97 cm. Musée national Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979. MP104
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022
Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean

Picasso 1942: Homenaje a Julio González

Julio González falleció repentinamente en su casa de Arcueil el 27 de marzo de 1942. Los únicos artistas que acudieron a su entierro fueron Pablo Picasso y Luis Fernández en un contexto insólito: la capital francesa estaba ocupada por las tropas alemanas y la vida artística había prácticamente desaparecido. Apenas una semana después de la muerte de González, Picasso realizó una serie de naturalezas muertas que, en palabras del propio artista, representaban -la muerte de González-, es el caso de la Cabeza de toro con la que se abre la exposición. Se trata de una vanitas y un homenaje póstumo al amigo y a su obra. No hay más que contemplar la pureza estructural del cráneo pintado, que remite a las esculturas de González.

Pablo Picasso. Cabeza de toro, 1942. Óleo sobre lienzo, 116 × 89 cm. Pinacoteca di Brera, Milán. Donación de Emilio y Maria Jesi, 1984. 5465
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022. Foto © Pinacoteca di Brera, Milano

A finales del siglo XIX se produjeron varios debates en la Barcelona modernista que tuvieron un fuerte impacto en la obra de artistas como Isidre Nonell, Joaquín Mir, Pablo Gargallo, Ricardo Canals o Carlos Mani -colaborador de Gaudí por aquellos años-, así como los jóvenes Pablo Picasso y Julio González entre otros.

Isidre Nonell. Dos gitanas, 1906
Óleo sobre lienzo, 46,5 × 54 cm. Colección El Conventet, Barcelona

Picasso y González, que se habían conocido a finales del siglo XIX en el entorno del café-cabaré Els Quatre Gats y fueron dos de los protagonistas de ese tardomodernismo barcelonés, se enemistaron en 1908. Para entonces, los dos ya se habían instalado en París y estos años fueron de un fulgurante ascenso para el primero. González, por el contrario, no consiguió ser reconocido hasta después de la Primera Guerra Mundial, aunque el verdadero reconocimiento a su obra no llegará sino póstumamente.

Julio González. Campesina con cabra, 1906. Óleo sobre lienzo, 54 × 38 cm. Centre Pompidou. Musée National d’Art Moderne / Centre de Création Industrielle, París. Donación de Mme.. Roberta González, 1964. AM 4233 P
Foto © Centre Pompidou, MNAM-CCI, Dist. RMN-Grand Palais / Georges Meguerditchian

La desmaterialización en la tradición cubista (París, c.1924-1930)

Desde Gaudí a le Corbusier, una de las mayores preocupaciones de la arquitectura durante las primeras décadas del siglo pasado fue la necesidad de lo que Tomás Llorens denominó “transparencia”, término que se asocia indiscutiblemente con los de vacío e ingravidez. Este asunto, el de la transparencia, pronto afectó también a la escultura, y fueron numerosos los autores que antes que Picasso y González se ocuparon de él. Pablo Gargallo, el primer Giacometti o Jacques Lipchitez pasaron del cubismo de bulto redondo a este tipo de piezas desmaterializadas. Ya en la escultura cubista por antonomasia, la Guitarra de Picasso, realizada en 1924 -por las mismas fechas en las que se le encargaba el monumento a Apollinaire-, se observa esa tendencia a la desmaterialización de los volúmenes. También la encontramos en El arlequín (c.1930) de González, la más cubista de las esculturas del artista catalán, donde no hay ni masas ni volúmenes cerrados.

Julio González. El arlequín / Pierrot o Colombine, c. 1930. Bronce fundido, 43 × 30 × 30 cm
IVAM Institut Valencià d’Art Modern, Generalitat. Donación C. Martínez y V. Grimminger, París
1993.038.049. Foto © Juan García Rosell, IVAM

La colaboración de González con Picasso (París, 1928-1932)

La colaboración entre González y Picasso parece que comenzó en septiembre de 1928 y dio lugar a un conjunto de esculturas metálicas en la que la fuerza creativa del malagueño tomaba forma gracias al dominio de la técnica de González. En primer lugar, abordaron una obra que hoy conocemos como Cabeza (1928), de la que hicieron tres ejemplares; se trata de una especie de cabeza femenina que se asemeja a un ave o de dos cabezas que se funden en un beso. Más tarde, decidieron realizar esa esfinge de cuerpo entero, una pieza titulada Figura: proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire. Básicamente, se trata de una jaula estrecha y alta realizada con alambres cortados, como si fueran barrotes en miniatura, en la que la figura de la esfinge ha desaparecido casi por completo. A pesar de que al comité que la había encargado no pareció entusiasmarle, Picasso continuó con el proyecto.

Pablo Picasso. Figura: proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire, París, otoño de 1928. Alambre y chapa, 59,5 × 13 × 32 cm. Musée national Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979
MP265. © Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022. Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean

En 1929, Picasso y González se pusieron a trabajar en Mujer en el jardín una de las esculturas más importantes del arte del siglo XX (espléndida). En ella, como fundamento, se retomaba la idea de la esfinge, pero en este caso de gran tamaño, como un solo ojo y una cabellera flotando al viento. Nacida a partir de la idea de collage cubista, una vez finalizada, a finales de los años treinta, Picasso la pinta de blanco. Esta escultura es lo más parecido a lo que el artista malagueño había ideado para el monumento dedicado a Apollinaire; nunca se colocó en el lugar al que estaba destinada, y el artista la conservó en su castillo de Boisgeloup junto a otra que pidió a González, en este caso realizada en bronce forjado.

Pablo Picasso. Mujer en el jardín, París, primavera de 1930. Hierro soldado y pintado de blanco, 206 × 117 × 85 cm. Musée national Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979. MP267
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022. Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Adrien Didierjean / Mathieu Rabeau

Mientras desarrollaban conjuntamente Mujer en el jardín, tanto González como Picasso continuaron trabajando de manera independiente y con una evolución distinta; no hay más que contemplar El beso del primero, muy alejado de la Cabeza que, con el mismo motivo, hiciera Picasso en 1928.

Tras su trabajo conjunto, González no abandonó la investigación en torno a la desmaterialización de la escultura, pero tampoco se dirigió solamente hacia la abstracción, como ha querido ver la historiografía del arte. Por el contrario, durante los años treinta combinó en su investigación cierto realismo y primitivismo que ya había practicado durante el periodo del tardomodernismo catalán, con sus campesinas y su posterior evolución hacia La Monserrat -tal y como podemos contemplar, por ejemplo, en sus máscaras de hierro-, junto con lo aprendido del cubismo tardío y con cierta tendencia hacia lo onírico y fantástico.

Julio González. El beso I, 1930. Hierro forjado y soldado, y pizarra, 26,8 × 28,7 × 8,2 cm
Staatsgalerie Stuttgart, préstamo de los Amigos de la Staatsgalerie Stuttgart, 1991 e.V. GVLP 1702. Foto © 2022, Photo Sacala, Florence/bpk, Bildagentur fuer Kunst, Kultur und Geschichte, Berlin

Picasso: El taller del escultor (Boisgelouop, 1930-1932)

Esta sección se asoma al trabajo independiente de Picasso durante los años de colaboración con González. Es entonces cuando el malagueño instala su taller de esculturas en Boisgeloup y abandona la problemática de la desmaterialización en obras en las que el volumen, la rotundidad de las formas y la materia cobran todo el protagonismo.

Son los años en los que realiza esas esculturas de bulto redondo y cierto aire que retrotrae al neolítico inspiradas en Maria-Thérèse Walter.

Pablo Picasso. Cabeza de mujer, Boisgeloup, 1931-1932. Bronce, 128,5 × 54,5 × 62,5 cm. 
Musée National Picasso-Paris. Dación Pablo Picasso, 1979
MP302. © Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022. Foto © RMN-Grand Palais (Musée national Picasso-Paris) / Mathieu Rabeau

Picasso y González: testimonios de Guerra (París, 1937-1944)

La Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial no pudo menos que suponer un punto de reflexión en la obra de buena parte de los artistas europeos incluidos la de dos creadores que nos ocupan y cuyo arte siempre tuvo ese carácter de compromiso. Es el periodo de Guernica y de las “mujeres llorando” para Picasso, como también de El hombre del cordero, la gran escultura realizada bajo la ocupación alemana en París. Son los años de La Montserrat y de los Hombres Cactus para González. El diálogo entre las poéticas personales de los artistas se hace, si cabe, más evidente. Tanto “El hombre del cordero” como “La Montserrat tienen rasgos primitivos y monumentales a la par que humanos y heroicos, y sobre todo, amas obras mantienen un carácter fuertemente mediterráneo. La mujer llorando de Guernica, es, al igual que La Montserrat, trasunto de la Piedad y de las Dolorosas de la tradición cristiana. En esta sección se plantean estas obras como núcleo central, pues reflejan un cierto espíritu de época en el que el arte debía de comportar algún tipo de respuesta a la barbarie.

Pablo Picasso. Madre con niño muerto (II). Proscripto de «Guernica», 1937. Óleo sobre lienzo, 130 × 195 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. DE00104. 
© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP, Madrid, 2022

Es una amplia exposición, que aconsejamos visitar varias veces, el visitante siempre va a descubrir algo nuevo de los grandes Maestros, o de los momentos vividos por ambos.

La Celebración Picasso 1973-2023 gira en torno a unas cincuenta exposiciones y eventos que se celebrarán en instituciones culturales de renombre de Europa y América del Norte que, juntas, abordan un análisis historiográfico de su obra. La conmemoración, acompañada de celebraciones oficiales en Francia y España, permitirá hacer un balance de las investigaciones e interpretaciones sobre la obra de PICASSO, especialmente durante el importante simposio internacional en otoño de 2023 que, además, coincide con la apertura del Centro d’Estude Picasso en París.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Julio González, Pablo Picasso y la desmaterialización de la escultura. Comisarios: Tomás Llorens Serra () y Boye Llorens Peters. Fundación Mapfre, Sala Recoletos. 23 septiembre 2022 al 8 de enero 2023. Documentación y fotografía departamento de la Fundación Mapfre: Alejandra Fernández Martínez.

viernes, 7 de octubre de 2022

MANOLO GIL (1957) … en la estela de Oteiza

Manolo Gil

La Galería José de la Mano presenta 40 abras, realizadas en el transcurso de un año por el artista Manolo Gil, son pequeños collages geométricos desarrollados tras conocer a Jorge Oteiza. El maestro vasco lo “adopta” y el valenciano, por él abandona la figuración. Durante la investigación, también ha salido a la luz correspondencia inédita entre los artistas que encontramos en la exposición.

Manolo Gil

El recorrido por la muestra lo hacemos a través de la investigación del comisario de la muestra: Jon Echevarría Plazaola.

A principios de 1956 el artista valenciano Manolo Gil (Valencia,1925-1957, Valencia) conoce al escultor vasco Jorge Oteiza (Orio,1908-2003, San Sebastián). Con él entabla una intensa amistad y, juntos, llagan a firmar un manifiesto artístico. Esta relación con Oteiza supone un giro radical en la producción de Gil, a partir del cual abandona completamente la representación figurativa y comienza a indagar en torno a la descomposición serial de figuras geométricas.

Manolo Gil

La muestra reúne obras que corresponden a sus series Estudios de formas y Cartillas de figuras regulares. En ambos casos, se trata de collages de pequeño formato con un marcado carácter experimental, donde estudia las relaciones plásticas y especiales de diferentes elementos formales sobre el plano. Para ello, se basa en la economía de medios, empleando papel de distintos tipos y usos (cartulinas, papeles, estampados, papeles reciclados de otros usos…), donde lo que prima es la operatividad, la rapidez, la sencillez y la casi instantaneidad de los resultados. En la misma época. Oteiza realiza numerosos collages de similares características, donde explora la especialidad del color. Su objetivo es, según cuenta “llegar a resolver el más complejo problema especial con más sencillez que recortar una pajarita de papel”. Explicación que sirve, perfectamente para los collages de Manolo Gil.

Manolo Gil

“La mayor parte de esta investigación queda en papel y no trasciende al lienzo y es lo que aquí presentamos.  Por su temprana muerte, estos trabajos con un inmejorable testimonio de la gran potencialidad de este artista de no haber fallecido”, apunta Alberto Manrique (codirector de la galería). Las propias palabras del pintor, escritas en su diario, refrendan el frenético proceso de investigación que llevó a cabo: “[…] sólo sé que un cuadro me lleva a otro, y éste a otro. No sé si voy mejor o peor, no me importa”.

Manolo Gil

El Trabajo de Gil a mediados de la década de los cincuenta es figurativo. Su “pintura mística” está entre los pintores del Quattrocento y el homenaje a la pintura precolombina que podrían abanderar Maruja Mallo o Joaquín Torres-García. A partir del encuentro con Oteiza busca otro lenguaje, busca la “pintura absoluta”. En el mural que realiza para Wagons-Lits en Barcelona encontramos ese debate entre la pintura figurativa y la no figurativa. A finales de 1956 y a principios de 1957, investiga mediante collages y ceras sobre papel. Son series Cartillas de figuras, Estudios de formas o Formas dinámicas. Algunos de estos trabajos pasarán al lienzo. En ellos encontramos a Malévich y, por supuesto, los juegos especiales de Oteiza. Pese a la admiración al guipuzcoano, ésta no es incondicional a diferencia de otros artistas de la época. “Gil estaba influenciado por Oteiza, pero no le admiraba ciegamente”, escribe Joan Echeverria (comisario), y nos remite a algunos pasajes de sus Escritos sobre arte: “Lastima que no sea tan buen maestro como escultor. Él cree estar preparado para un trabajo en equipo, tal vez esto sea en realidad, pero a mí me parece que trabajar en equipo con él sería únicamente ayudarle en el sentido material, es decir, hacer de picapedreros de Oteiza”. Aunque en la misma página podemos encontrar fascinación. “en realidad, lo formidable de Oteiza es que hace y deshace al mismo tiempo y consigue unos monolitos de carácter fantástico y altamente mágicos y misteriosos, precisamente por su frialdad y dureza” escribe Gil. En esa época Oteiza afirma, sobre su relación con Manolo Gil, que se concretó “en un propósito experimental en el que yo me encontraba y que Manolo rechazó en un principio. Yo le pedí su colaboración y fue muy importante lo que, juntos, fuimos redactando sobre el control especial de las formas”.

Manolo Gil

El taller de Manolo Gil se donó al instituto Valenciano de Arte Moderno, IVAN. La institución (dirigida por Juan Manuel Bonet) realizó una exposición individual en homenaje al artista en 1995. José de la Mano ha conseguido reunir una importante selección de trabajos de los últimos meses de vida del valenciano, que han ido apareciendo en el mercado procedentes de la familia.

Manolo Gil

Sin el fallecimiento repentino de Gil el 31 de agosto de 1957, estos collages que ahora ha reunido la Galería José de la Mano por primera vez, adelantan lo que podría haber sido una carrera, aún más prometedora, de un pintor figurativo en busca de la abstracción. “Ahora necesito pintar y salvarme, Jorge. La teoría me ha servido para crearme un estado de angustia que ha de realizar (…). La teoría es mi vómito, de momento. Tal vez con esto, me cure algo”, escribe Gil a Oteiza en las Navidades de 1956, en pleno proceso de estudio sobre la abstracción. Joan Echeverria (comisario) “la obra figurativa de Manolo Gil constituye una pequeña parte de su producción y está datada entre finales de 1956 y agosto de 1957. Es de un interés innegable”

Manolo Gil

Nunca sabremos a dónde le hubieran llevado estas experimentaciones. Como tributo, Oteiza renombra una de sus esculturas premiadas en Sao Paulo presentada con el título “Homenaje a Malévich”, que pasa a llamarse “Homenaje al pintor Manolo Gil”.

Manolo Gil en su estudio.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Manolo Gil [1957]…en la estela de Oteiza. Galería José de la Mano. Comisario: Joan Echeverria Plazaola. Del 8 de septiembre al 16 de octubre 2022. Documentación y fotografías: Alberto Manrique.