En el
Museo Nacional Reina Sofía nos paseamos por diez salas que muestran las
diferentes facetas que cultivó el artista y que recoge cerca de 200 obras:
pinturas de estilos diversos, murales, arquitectura, escenografías teatrales de
autores como Manuel de Falla o la Argentina. Libros, cuadernos, revistas,
posters, postales y fotografías que se exponen en varias vitrinas.
Néstor
Martín-Fernández de la Torre nació en las Palmas de Gran Canaria, 1887, pero
pronto se desplazó a la península, primero a Madrid, donde inició su periodo de
formación y después a Barcelona, donde vivió de 1907 a 1913, frecuentando los
círculos modernistas. Bien recibido en la ciudad condal, expuso su obra en sala
Parés, con grandes críticas de Eugenio D’Ors entre otros. En 1913 se trasladó
de nuevo a Madrid donde conoció a Valle-Inclán, Lorca y a un joven Dalí que
quedó prendado por la audacia proto surrealista de su obra. Viajó también a
Londres, París y Bruselas y asumió los rasgos y preceptos prerrafaelistas, como
Gustave Moreau o Franz Von Stuck.
Vivió
en la capital francesa junto a su pareja el compositor Gustavo Durán, durante
una década. Su traslado a esta ciudad cosmopolita propició su despegue
internacional, especialmente tras su exposición en la Galería Charpentier en
1930.
En
1934 regresó a las Palmas tras su ruptura sentimental y a causa también de los
problemas económicos derivados de la crisis mundial de 1929. Murió
inesperadamente en 1938 a consecuencia de una neumonía. Tras su muerte fue
cayendo en el olvido y se fue perdiendo su huella en el arte español debido,
según el comisario de la muestra, Juan Vicente Aliaga, “a que el régimen
franquista se apropió de su obra y la convirtió en un mero exponente del
folklore canario”, y a causa también del declive que experimentó el simbolismo
que el artista canario practicó en gran parte de su obra.
Asistimos al encuentro entre Juan Vicente Aliaga, comisario de la muestra, y Manuel Segade, director del Museo. Ambos nos descubrieron un artista realmente perdido, aunque una de las obras expuestas en la muestra, estuvo en una muestra colectiva realizada por mí hace años.
Nuestro
recorrido por la espléndida exposición: Néstor reencontrado. La gran antológica
que recupera la figura del artista canario Néstor Martín-Fernández de la Torre.
En
busca de su identidad como artista.
En
esta primera fase de formación, retrata a su hermano su madre, así mismo y en
el marco de una exposición colectiva organizada en el Círculo de Bellas Artes,
tiene ocasión de presentar su obra Adagio (1903), donde comienza a indagar en
el mundo simbolista. En esta obra aborda el mito de Leda y el cisne, con un
claro componente sexual, donde Leda, tumbada desnuda junto a un estanque,
acaricia el cuello del animal que encarnaba a Zeus. También se asoma el
impresionismo con Calle Mayor de Madrid (1904).
Los
años de Barcelona (1907-1913).
En
estos años, se va perfilando su personal concepción de arte, marcado por un
desbordante cromatismo, como en La hermana de las rosas (1908) y el Retrato de
Enrique Granados (1909-1910) de ecos modernistas.
En
esta sala también encontramos el polémico Epitalamio o las bodas del príncipe
Néstor (1909), que se exhibió en Bruselas en 1910. Este lienzo de grandes
dimensiones (210 x 231 cm) presenta dos figuras cogidas de la mano, a la
izquierda un retrato del propio Néstor, y a la derecha, su propia versión
travestida y feminizada.
En
círculo decadente.
Néstor
se mantiene alejado del naturalismo y el realismo, muy en boga en aquellos años,
y ahonda en personajes ambiguos y refinados, seres etéreos y sensuales que se
escapan de los cánones binarios de la época. En general, es un artista
reconocido. Su arte se nutría de constantes guiños literarios e imaginarios,
así como de una serie de figuras de físico andrógino como Estampa romántica
(1910 -1913). Probablemente su mayor audacia en este campo fue la composición
Los siete vicios (1913), de trasfondo homoerótico, que acompañaba un poema de
Rubén Darío.
Poemas
de los Elementos.
En
1913 inicia su más ambicioso proyecto, que desarrollo a lo largo de toda su
vida sin llegar a concluir, debido a su inesperado fallecimiento en 1938.
Obedece a un deseo quimérico: la construcción de una suerte de capilla, en el
Palacio de los Elementos, donde presentar cuatro grandes murales dedicados a
las cuatro estaciones y cuatro momentos del día: aurora, mediodía, crepúsculo y
noche. Es una obra que se nutre del simbolismo cercano al proto surrealismo,
los principios de la masonería, un erotismo exuberante y mayormente homoerótico
y una exaltación de lo canario, centrado en la flora y lo marítimo.
Mar en
Reposo, es el lienzo que cierra El poema del mar, muestra dos cuerpos
masculinos desnudos, uno de los cuales, el de cabellos dorados es Gustavo
Durán, un jovencísimo músico que fue pareja del artista durante una década,
como una de las muestras más estacadas del amor entre dos hombres.
En el
Poema de tierra, destacan tanto el simbolismo masónico como la representación
de la sexualidad en cuerpos que concilian el género femenino y masculino.
Feminidades:
entre la españolidad y el cosmopolitismo.
En
obras como Mantillas (1915) o El Garrotín (1928) se pueden ver mujeres
musculadas con una fuerza de carácter alejada de pasividad. En otras obras, en
cambio, respeta el gusto hegemónico. Las distintas feminidades que Néstor
plasmó en sus obras derivan de diversas aproximaciones estéticas: Señorita
Acebal (1914) sigue la estela simbolista, Marquesa de Casa Maury (1931) esta
próxima al art decó cosmopolita, mientras que Requiebro (1930) se identifica
plenamente con el folklorismo español.
Néstor
sorteó las corrientes de la época -impresionismo, realismo, naturalismo- para
elegir un estilo propio, pero también era consciente de que necesitaba producir
las obras producir las obras que el mercado demandaba para satisfacer sus
necesidades económicas.
Mitologías
sexualizadas: la serie de los sátiros.
Para
un admirador del arte clásico como Néstor, la elección del sátiro de origen
griego no es casual. Esta divinidad campestre, caracterizada por su cornamenta,
patas de macho cabrío y cuerpo masculino, está asociada a deidades como
Dionisos, Pan y Príapo.
Néstor
llevó a cabo sus sátiros en distintas etapas de su trayectoria y sus
representaciones abarcan desde la juventud hasta la madurez. Por otra parte, el
sátiro de Néstor sigue mostrando interés por la simbología masónica.
El
talento escenográfico.
El
talento escenográfico de Néstor radicó en la fusión de vanguardia y tradición.
La eficacia de esta combinación vuelve a repetirse en la producción Triana de
los Ballets españoles de Antonio Mercé y música de Isaac Albéniz que en 1929 se
presentó en la Ópera-Comique de París.
En
julio de 1936, poco antes del estallido de la guerra civil, Alejando Casanova
llevó a escena La sirena varada, una obra con un decorado enormemente innovador
en la que Néstor incorporó elementos próximos al repertorio surrealista como
son el ojo, la oreja, los labios o las alas.
Néstor
muralista.
Entre
1925 y 1928, alcanzó uno de sus mayores logros con los murales del Teatro Pérez
Galdós en Las Palmas, donde plasmó escenas barrocas con figuras clásicas como
Apolo y las musas.
Néstor
polifacético.
Durante
su estancia en París (1925-1934), Néstor vivió una etapa especialmente activa,
desempeñándose, entre otras cosas, como diseñador de telas para una tienda de
Nueva York. Sus diseños fusionaban motivos abstractos, influenciados por el
estilo de Sonia Delaunay, con elementos figurativos de inspiración surrealista.
En el
ámbito arquitectónico destacan los dibujos realizados para el Albergue de la
Cruz de Tejada y el Pueblo Canario que vieron la luz gracias a los proyectos de
su hermano, Miguel Martín-Fernández de la Torre.
En
torno de la canariedad: la promoción de la cultura popular.
Llegamos
la última sala de la exposición, se centra en uno de los elementos más
significativos de la obra de Néstor, su canariedad. Las islas están presentes
desde su etapa de juventud y atraviesan como un eje su proyecto más ambicioso.
Néstor
empezó a desplegar un gran número de actividades -escritos, conferencias,
discursos, actos festivos, diseño de ropa- con las que promovió el conocimiento
del canto y las danzas propias, la arquitectura popular, el deporte autóctono o
las ropas y diseños vernáculos, sin caer en el folklorismo, movido a menudo por
una concepción idealista y ensoñadora que también se refleja en sus Visiones de
Gran Canaria (1928-1934).
Comisariada
por el historiador Juan Vicente Aliaga, en estrecha colaboración con el
Museo Néstor de Las Palmas de Gran Canaria y TEA Espacio de las Artes.
Mariví
Otero
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Néstor reencontrado. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 14 de mayo al 8 de septiembre de 2025. Edificio Sabatini, 1ª planta. Zona A. Documentación y fotografía: Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía. Samuel Diz, gracias por tu aportación.