jueves, 29 de mayo de 2025

Néstor reencontrado.

 

En el Museo Nacional Reina Sofía nos paseamos por diez salas que muestran las diferentes facetas que cultivó el artista y que recoge cerca de 200 obras: pinturas de estilos diversos, murales, arquitectura, escenografías teatrales de autores como Manuel de Falla o la Argentina. Libros, cuadernos, revistas, posters, postales y fotografías que se exponen en varias vitrinas.

Néstor Martín-Fernández de la Torre nació en las Palmas de Gran Canaria, 1887, pero pronto se desplazó a la península, primero a Madrid, donde inició su periodo de formación y después a Barcelona, donde vivió de 1907 a 1913, frecuentando los círculos modernistas. Bien recibido en la ciudad condal, expuso su obra en sala Parés, con grandes críticas de Eugenio D’Ors entre otros. En 1913 se trasladó de nuevo a Madrid donde conoció a Valle-Inclán, Lorca y a un joven Dalí que quedó prendado por la audacia proto surrealista de su obra. Viajó también a Londres, París y Bruselas y asumió los rasgos y preceptos prerrafaelistas, como Gustave Moreau o Franz Von Stuck.

Vivió en la capital francesa junto a su pareja el compositor Gustavo Durán, durante una década. Su traslado a esta ciudad cosmopolita propició su despegue internacional, especialmente tras su exposición en la Galería Charpentier en 1930.

Pintura retrato de Gustavo Durán 1931-34. Galería de retratos, Museo Néstor. Las Palmas De Gran Canaria.

Berceuse (a la manera de M. Ravel) para dormir a Federico cuando se vuelva pequeño: 27 de noviembre de 1925.
Isabel Villanueva, viola - Samuel Diz, guitarra.
Fonogramas cortesía de Poliédrica® y herederos de Gustavo Durán.

Seguidillas de la noche de San Juan: Playa de las Canteras, Isla de Gran Canaria, octubre de 1926. Texto de Lope de Vega.
Jonatan Alvarado, tenor - Samuel Diz, guitarra
Fonogramas cortesía de Poliédrica® y herederos de Gustavo Durán.

El fandango de Candil (bolero): 1927.
Antonia Mercé "La Argentina" palillos con acompañamiento de Orquesta (Odeón, 1935).
Digitalización de fonograma cortesía de Fundación Juan March.

En 1934 regresó a las Palmas tras su ruptura sentimental y a causa también de los problemas económicos derivados de la crisis mundial de 1929. Murió inesperadamente en 1938 a consecuencia de una neumonía. Tras su muerte fue cayendo en el olvido y se fue perdiendo su huella en el arte español debido, según el comisario de la muestra, Juan Vicente Aliaga, “a que el régimen franquista se apropió de su obra y la convirtió en un mero exponente del folklore canario”, y a causa también del declive que experimentó el simbolismo que el artista canario practicó en gran parte de su obra.

Asistimos al encuentro entre Juan Vicente Aliaga, comisario de la muestra, y Manuel Segade, director del Museo. Ambos nos descubrieron un artista realmente perdido, aunque una de las obras expuestas en la muestra, estuvo en una muestra colectiva realizada por mí hace años.

Manuel Segade, director museo. Juan Vicente Aliaga, comisario de la exposición.

Nuestro recorrido por la espléndida exposición: Néstor reencontrado. La gran antológica que recupera la figura del artista canario Néstor Martín-Fernández de la Torre.

En busca de su identidad como artista.

En esta primera fase de formación, retrata a su hermano su madre, así mismo y en el marco de una exposición colectiva organizada en el Círculo de Bellas Artes, tiene ocasión de presentar su obra Adagio (1903), donde comienza a indagar en el mundo simbolista. En esta obra aborda el mito de Leda y el cisne, con un claro componente sexual, donde Leda, tumbada desnuda junto a un estanque, acaricia el cuello del animal que encarnaba a Zeus. También se asoma el impresionismo con Calle Mayor de Madrid (1904).

Los años de Barcelona (1907-1913).

En estos años, se va perfilando su personal concepción de arte, marcado por un desbordante cromatismo, como en La hermana de las rosas (1908) y el Retrato de Enrique Granados (1909-1910) de ecos modernistas.

En esta sala también encontramos el polémico Epitalamio o las bodas del príncipe Néstor (1909), que se exhibió en Bruselas en 1910. Este lienzo de grandes dimensiones (210 x 231 cm) presenta dos figuras cogidas de la mano, a la izquierda un retrato del propio Néstor, y a la derecha, su propia versión travestida y feminizada.

En círculo decadente.

Néstor se mantiene alejado del naturalismo y el realismo, muy en boga en aquellos años, y ahonda en personajes ambiguos y refinados, seres etéreos y sensuales que se escapan de los cánones binarios de la época. En general, es un artista reconocido. Su arte se nutría de constantes guiños literarios e imaginarios, así como de una serie de figuras de físico andrógino como Estampa romántica (1910 -1913). Probablemente su mayor audacia en este campo fue la composición Los siete vicios (1913), de trasfondo homoerótico, que acompañaba un poema de Rubén Darío.

Poemas de los Elementos.

En 1913 inicia su más ambicioso proyecto, que desarrollo a lo largo de toda su vida sin llegar a concluir, debido a su inesperado fallecimiento en 1938. Obedece a un deseo quimérico: la construcción de una suerte de capilla, en el Palacio de los Elementos, donde presentar cuatro grandes murales dedicados a las cuatro estaciones y cuatro momentos del día: aurora, mediodía, crepúsculo y noche. Es una obra que se nutre del simbolismo cercano al proto surrealismo, los principios de la masonería, un erotismo exuberante y mayormente homoerótico y una exaltación de lo canario, centrado en la flora y lo marítimo.

Mar en Reposo, es el lienzo que cierra El poema del mar, muestra dos cuerpos masculinos desnudos, uno de los cuales, el de cabellos dorados es Gustavo Durán, un jovencísimo músico que fue pareja del artista durante una década, como una de las muestras más estacadas del amor entre dos hombres.

En el Poema de tierra, destacan tanto el simbolismo masónico como la representación de la sexualidad en cuerpos que concilian el género femenino y masculino.

Feminidades: entre la españolidad y el cosmopolitismo.

En obras como Mantillas (1915) o El Garrotín (1928) se pueden ver mujeres musculadas con una fuerza de carácter alejada de pasividad. En otras obras, en cambio, respeta el gusto hegemónico. Las distintas feminidades que Néstor plasmó en sus obras derivan de diversas aproximaciones estéticas: Señorita Acebal (1914) sigue la estela simbolista, Marquesa de Casa Maury (1931) esta próxima al art decó cosmopolita, mientras que Requiebro (1930) se identifica plenamente con el folklorismo español.

Néstor sorteó las corrientes de la época -impresionismo, realismo, naturalismo- para elegir un estilo propio, pero también era consciente de que necesitaba producir las obras producir las obras que el mercado demandaba para satisfacer sus necesidades económicas.

Mitologías sexualizadas: la serie de los sátiros.

Para un admirador del arte clásico como Néstor, la elección del sátiro de origen griego no es casual. Esta divinidad campestre, caracterizada por su cornamenta, patas de macho cabrío y cuerpo masculino, está asociada a deidades como Dionisos, Pan y Príapo.

Néstor llevó a cabo sus sátiros en distintas etapas de su trayectoria y sus representaciones abarcan desde la juventud hasta la madurez. Por otra parte, el sátiro de Néstor sigue mostrando interés por la simbología masónica.

El talento escenográfico.

El talento escenográfico de Néstor radicó en la fusión de vanguardia y tradición. La eficacia de esta combinación vuelve a repetirse en la producción Triana de los Ballets españoles de Antonio Mercé y música de Isaac Albéniz que en 1929 se presentó en la Ópera-Comique de París.

En julio de 1936, poco antes del estallido de la guerra civil, Alejando Casanova llevó a escena La sirena varada, una obra con un decorado enormemente innovador en la que Néstor incorporó elementos próximos al repertorio surrealista como son el ojo, la oreja, los labios o las alas.

Néstor muralista.

Entre 1925 y 1928, alcanzó uno de sus mayores logros con los murales del Teatro Pérez Galdós en Las Palmas, donde plasmó escenas barrocas con figuras clásicas como Apolo y las musas.

Néstor polifacético.

Durante su estancia en París (1925-1934), Néstor vivió una etapa especialmente activa, desempeñándose, entre otras cosas, como diseñador de telas para una tienda de Nueva York. Sus diseños fusionaban motivos abstractos, influenciados por el estilo de Sonia Delaunay, con elementos figurativos de inspiración surrealista.

En el ámbito arquitectónico destacan los dibujos realizados para el Albergue de la Cruz de Tejada y el Pueblo Canario que vieron la luz gracias a los proyectos de su hermano, Miguel Martín-Fernández de la Torre.

En torno de la canariedad: la promoción de la cultura popular.

Llegamos la última sala de la exposición, se centra en uno de los elementos más significativos de la obra de Néstor, su canariedad. Las islas están presentes desde su etapa de juventud y atraviesan como un eje su proyecto más ambicioso.

Néstor empezó a desplegar un gran número de actividades -escritos, conferencias, discursos, actos festivos, diseño de ropa- con las que promovió el conocimiento del canto y las danzas propias, la arquitectura popular, el deporte autóctono o las ropas y diseños vernáculos, sin caer en el folklorismo, movido a menudo por una concepción idealista y ensoñadora que también se refleja en sus Visiones de Gran Canaria (1928-1934).

Comisariada por el historiador Juan Vicente Aliaga, en estrecha colaboración con el Museo Néstor de Las Palmas de Gran Canaria y TEA Espacio de las Artes.

Mariví Otero

Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Néstor reencontrado. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 14 de mayo al 8 de septiembre de 2025. Edificio Sabatini, 1ª planta. Zona A. Documentación y fotografía: Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía. Samuel Diz, gracias por tu aportación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario