Louis Mayer tomó el pseudónimo de
Vauxcells tras sus estudios en la escuela del Louvre y en la Sorbona, cuando se
lanzó al periodismo. Su pluma es acerada y no tarda en forjarse una reputación.
No porque su juicio sea particularmente penetrante, perspicaz o subversivo. Muy
al contrario, está cerrado al arte moderno. Pero es un hombre de desbordante
actividad, que multiplica las conferencias, los prefacios en los catálogos y,
sobre todo los artículos en periódicos y revistas. Es el crítico de arte más
activo de París, un auténtico gramófono, verdadera ganga para los jefes de
redacción escasos en originales.
Kahnweiler que en 1907 abrió su primera
galería en la rue Vignon. Ya ha tenido ocasión
de leer sus crónicas. Pero aquel 14 de noviembre de 1908 tiene una razón
muy especial para buscar su firma en las columnas del Gil Blas: critica la
exposición de Braque en la calle Vignon. En efecto. Al volver una página, el
marchante lee:
[…] construye sus monigotes metálicos y
deformados, que son de una terrible simplificación. Desprecia la forma, lo
reduce todo, parejas, figuras y casas, a esquemas geométricos y a cubos. No nos
burlaremos de él porque lo hace de buena fe. Y esperemos.
Cubos… Es la primera vez que se emplea la fórmula
para designar esta pintura. Aun cuando, por lo que cuenta el rumor, un miembro
del jurado del Salón de Otoño dijo: “Braque pinta pequeños cubos”, es la
primera vez que la palabra se imprime en este sentido. Buena o mala, adecuada o
inoportuna, está lanzada. Nadie podrá ya retirarla. El cubismo ha sido
bautizado por alguien a quien no le gustaba. La palabra quería ser, sencillamente,
maligna y burlona, de uso limitado y, en cualquier caso, puntual. Pero entrara
en la historia.
Decididamente,
Vauxcelles parece predispuesto a este tipo de situaciones paradójicas pues él
fue quien, apenas tres años atrás, y ya en un el artículo del Gil Blas, quiso
burlarse de los Matisse, Vlaminck, Derain y Rouault expuestos en el Salón de
Otoño. Advirtiendo entre sus telas una escultura muy “italiana” de aspecto,
había escrito: “el candor de ese busto sorprende la orgía de colores puros:
Donatello entre fieras (fauves, en francés)”.
Evolución y derivas de la experiencia
cubista
Las obras que se han
reunido en la exposición, bajo el titulo Cubismo (s) y experiencias de la modernidad
son una selección de unas setenta, datadas
en los años centrales de este movimiento como de experiencias de décadas posteriores (1912 - 1933). Procedentes de los
fondos cubistas de las colecciones de la Fundación
Telefónica y del Museo Reina Sofía. Que permiten profundizar en el
nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales,
cuando Pablo Ruiz Picasso y Georges Braque trabajaron de forma
conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cezaniano y cuando
desarrollaron el cubismo como “lenguaje” planteando invenciones iconográficas y
técnicas.
Se recuperan también a figuras como Albert
Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste
Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el
tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo
basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y
figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la
relación “unánime” entre sujeto y mundo.
Otros artistas presentes en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo
supo dar origen a otros itmos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su
impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay.
Como espacio de reunión de estos cubismos diversos encontramos a Juan Gris, en su obra se pueden
observar dos momentos decisivos de los años fundacionales del cubismo. Uno es
el Gris de 1913 que trabaja mediante
la acumulación de materiales creando trampantojos de objetos y texturas. Y otro
es el Gris que redefine la noción de
collage mediante la introducción de elementos icónicos y recursos formales
destinados a favorecer las sensaciones de espacio y tiempo. Pero la
transcendencia de Gris, considerado
por muchos especialistas el refundador del cubismo y sin duda el representante
de una nueva definición del movimiento, puede verse en otras obras más tardías,
que llegaron a influir en figuras como Salvador
Dalí.
Están presentes creadores latinoamericanos que hicieron del cubismo un
referente imprescindible en sus respectivas trayectorias. Xul Soler lo incorporó pronto entendiéndolo como iniciación a lo
moderno. Diego Rivera extendió el
cubismo hacia lo heterogéneo y lo identitario, y Emilio Pettoruti, finalmente, lo situó como fundamento de su propia
identidad como artista, prolongando en el tiempo la herencia cubista en la
geografía americana.
Pasada la Primera Guerra Mundial, el primer medio artístico cubista se
disolvió. No obstante, poco después, como se refleja en las salas, la mayor
parte de los implicados en la experiencia cubista comenzaron un momento de
transición en sus obras. Algunos artistas, como Albert Gleizes, propiciaron un regreso a las fuentes del cubismo y creadores como Juan Gris y María Blanchard,
tras el uso del collage plantearon un retorno a la pintura pero asimilando el
cambio de paradigma que el collage había supuesto.
Jaques Lipchitz propuso una nueva
concepción constructiva y arquitectónica de la escultura cubista mientas Jean Metzinger fue determinante para
una renovada tentativa cubista en la que, desde diversos ángulos estuvieron
implicados otros artistas con André
Lhote. Es en esta época también cuando Vicente
Huidobro eligió la poética creacionista, cuya influencia en Juan Gris fue notoria.
La
muestra nos lleva a la más lejana transformación de la experiencia cubista con
el universalismo constructivo de Joaquín
Torres-García en el cruce de las décadas de 1920 y 1930, artista uruguayo
que reconoció su deuda con Juan Gris.
Según el comisario de la
exposición Eugenio Carmona, “la reunión de la Colección Cubista de
Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta a favor
de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente,
la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de
Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues
contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.
© Mariví Otero 2017
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuentes:
Cubismo(s)
y experiencias de la modernidad. Colección Telefónica. Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. Gabinete de Prensa. Museo Reina Sofía.
Assouline, P. “En el
nombre del Arte”. Biografía de D.H.Kahnweiler. Éditions Balland, 1988.
Ediciones B, S.A. España 1990. Barcelona.
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