viernes, 15 de diciembre de 2017

Cubismo(s) y experiencias de la modernidad. Colección Telefónica, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.


Louis Mayer tomó el pseudónimo de Vauxcells tras sus estudios en la escuela del Louvre y en la Sorbona, cuando se lanzó al periodismo. Su pluma es acerada y no tarda en forjarse una reputación. No porque su juicio sea particularmente penetrante, perspicaz o subversivo. Muy al contrario, está cerrado al arte moderno. Pero es un hombre de desbordante actividad, que multiplica las conferencias, los prefacios en los catálogos y, sobre todo los artículos en periódicos y revistas. Es el crítico de arte más activo de París, un auténtico gramófono, verdadera ganga para los jefes de redacción escasos en originales.

Kahnweiler que en 1907 abrió su primera galería en la rue Vignon. Ya ha tenido ocasión  de leer sus crónicas. Pero aquel 14 de noviembre de 1908 tiene una razón muy especial para buscar su firma en las columnas del Gil Blas: critica la exposición de Braque en la calle Vignon. En efecto. Al volver una página, el marchante lee:

[…] construye sus monigotes metálicos y deformados, que son de una terrible simplificación. Desprecia la forma, lo reduce todo, parejas, figuras y casas, a esquemas geométricos y a cubos. No nos burlaremos de él porque lo hace de buena fe. Y esperemos.


Cubos… Es la primera vez que se emplea la fórmula para designar esta pintura. Aun cuando, por lo que cuenta el rumor, un miembro del jurado del Salón de Otoño dijo: “Braque pinta pequeños cubos”, es la primera vez que la palabra se imprime en este sentido. Buena o mala, adecuada o inoportuna, está lanzada. Nadie podrá ya retirarla. El cubismo ha sido bautizado por alguien a quien no le gustaba. La palabra quería ser, sencillamente, maligna y burlona, de uso limitado y, en cualquier caso, puntual. Pero entrara en la historia.

Decididamente, Vauxcelles parece predispuesto a este tipo de situaciones paradójicas pues él fue quien, apenas tres años atrás, y ya en un el artículo del Gil Blas, quiso burlarse de los Matisse, Vlaminck, Derain y Rouault expuestos en el Salón de Otoño. Advirtiendo entre sus telas una escultura muy “italiana” de aspecto, había escrito: “el candor de ese busto sorprende la orgía de colores puros: Donatello entre fieras (fauves, en francés)”.


Evolución y derivas de la experiencia cubista

Las obras que se han reunido en la exposición, bajo el titulo Cubismo (s) y experiencias de la modernidad son una selección de unas setenta,  datadas en los años centrales de este movimiento como de experiencias de décadas  posteriores (1912 - 1933). Procedentes de los fondos cubistas de las colecciones de la Fundación Telefónica y del Museo Reina Sofía. Que permiten profundizar en el nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales, cuando Pablo Ruiz Picasso y Georges Braque trabajaron de forma conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cezaniano y cuando desarrollaron el cubismo como “lenguaje” planteando invenciones iconográficas y técnicas.


Se recuperan también a figuras como Albert Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la relación “unánime” entre sujeto y mundo.


Otros artistas presentes en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo supo dar origen a otros itmos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay.

Como espacio de reunión de estos cubismos diversos encontramos a Juan Gris, en su obra se pueden observar dos momentos decisivos de los años fundacionales del cubismo. Uno es el Gris de 1913 que trabaja mediante la acumulación de materiales creando trampantojos de objetos y texturas. Y otro es el Gris que redefine la noción de collage mediante la introducción de elementos icónicos y recursos formales destinados a favorecer las sensaciones de espacio y tiempo. Pero la transcendencia de Gris, considerado por muchos especialistas el refundador del cubismo y sin duda el representante de una nueva definición del movimiento, puede verse en otras obras más tardías, que llegaron a influir en figuras como Salvador Dalí.


Están presentes creadores latinoamericanos que hicieron del cubismo un referente imprescindible en sus respectivas trayectorias. Xul Soler lo incorporó pronto entendiéndolo como iniciación a lo moderno. Diego Rivera extendió el cubismo hacia lo heterogéneo y lo identitario, y Emilio Pettoruti, finalmente, lo situó como fundamento de su propia identidad como artista, prolongando en el tiempo la herencia cubista en la geografía americana.


Pasada la Primera Guerra Mundial, el primer medio artístico cubista se disolvió. No obstante, poco después, como se refleja en las salas, la mayor parte de los implicados en la experiencia cubista comenzaron un momento de transición en sus obras. Algunos artistas, como Albert Gleizes, propiciaron un regreso a las fuentes del cubismo  y creadores como Juan Gris y María Blanchard, tras el uso del collage plantearon un retorno a la pintura pero asimilando el cambio de paradigma que el collage había supuesto.


Jaques Lipchitz propuso una nueva concepción constructiva y arquitectónica de la escultura cubista mientas Jean Metzinger fue determinante para una renovada tentativa cubista en la que, desde diversos ángulos estuvieron implicados otros artistas con André Lhote. Es en esta época también cuando Vicente Huidobro eligió la poética creacionista, cuya influencia en Juan Gris fue notoria.


La muestra nos lleva a la más lejana transformación de la experiencia cubista con el universalismo constructivo de Joaquín Torres-García en el cruce de las décadas de 1920 y 1930, artista uruguayo que reconoció su deuda con Juan Gris.

Según el comisario de la exposición Eugenio Carmona, “la reunión de la Colección Cubista de Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta a favor de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente, la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.


© Mariví Otero 2017
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

Fuentes: Cubismo(s) y experiencias de la modernidad. Colección Telefónica. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. Gabinete de Prensa. Museo Reina Sofía.

Assouline, P. “En el nombre del Arte”. Biografía de D.H.Kahnweiler. Éditions Balland, 1988. Ediciones B, S.A. España 1990. Barcelona.

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