En la Fundación MAPFRE, Madrid. Visitamos la exposición del escultor, pionero de la Escultura Moderna MEDARDO ROSSO (Turín,1858 - Milán,1928). Profundamente incomprendido en su época, aunque apreciado por aquellos que estaban a la vanguardia del arte, la obra de Rosso se nos presenta hoy en día sumamente renovadora y adelantada a su tiempo. El artista que prefirió abandonar Italia y huir del academicismo en busca de un horizonte cosmopolita en Francia, fue un visionario que, con su trabajo de carácter más experimental, justamente en el que se centra la muestra.
Exposición
organizada en colaboración con el Museo Medardo Rosso, Incluye cerca de
trescientas obras, entre esculturas, fotografías y dibujos. El recorrido no
sigue una secuencia cronológica, sino que se centra en los grupos escultóricos
más emblemáticos que el artista realizó a lo largo de su trayectoria y hace
hincapié en la idea que el propio Rosso tenía de su obra; esto es, que se
trataba de una práctica en la que debía retomar una y otra vez el trabajo sobre
las mismas piezas, otorgándoles un sentido distinto a cada una. Cosaria de la
misma: Gloria Moure.
Instalado
en París desde 1889, mantuvo un estrecho contacto con intelectuales y artistas
como Auguste Rodin, Amadeo Modigliani o Edgar Degas; se aproximó estrechamente
a la fotografía, a través de las investigaciones de Nadar y Eadweard Muybridge,
y llegó a incorporarla como una práctica más en su forma de trabajar. Su
trayectoria en la capital francesa se desarrolló, sin embargo, ensombrecida por
la poderosa influencia de Rodin. Hasta el punto de que, a la muerte de este,
Guillaume Apollinaire escribía: “Rosso es ahora, sin lugar a duda, el más
grande escultor vivo. La injusticia de la que este prodigioso escultor siempre
ha sido víctima no está siendo reparada”
La producción más experimental de Rosso adelanta muchas de las preocupaciones de artistas posteriores a él tales como Constantin Brancusi, Alberto Giacometti, Lucio Fontana o el más contemporáneo Thomas Schütte. Frente a una escultura concebida como expresión de lo inmutable, basada principalmente en la masa y el volumen. Rosso desmaterializa sus piezas y se ocupa de ellas partiendo de la impresión que el recuerdo de lo contemplado le ha producido.
De
este modo se aleja del método de representación tradicional y propone un nuevo
modo de contemplación totalmente subjetivo y basado en la emoción.
En la
obra de Rosso, escultura, fotografía y pintura se unen en un mismo proceso
creativo de forma transversal, sin que ninguna de las disciplinas sea más
importante que el resto, un modo de trabajar que, como ya hemos señalado, será
característico de muchos de los artistas que estaban por venir.
Los
grupos escultóricos:
A
partir de un cierto punto de su trayectoria, Rosso trabaja durante cerca de
veinte años en versiones de un mismo tema en cera, en bronce y en veinte años
en variaciones y repeticiones de una misma obra, ya sea escultura o fotografía.
Hace distintas versiones de un mismo tema en cera, en bronce y en yeso. Cada
una de ellas es distinta a la precedente, aunque nazcan de una primera
impresión. Se convierte en un continuum especial como proceso creativo
que el artista deja abierto a los ojos del visitante.
Aetas
Aurea (1885) [la edad de oro]
El 7
de noviembre de 1885 nace en Milán Francesco, el único hijo de Medardo Rosso y
Giuditta Pozzi. La deteriorada relación del matrimonio y el traslado de Rosso a
París en 1889 tienen como consecuencia el alejamiento de padre e hijo durante
mucho tiempo. Esta situación, sin duda, cala en Rosso, que, a lo largo de su
trayectoria, realizó múltiples esculturas con niños como protagonistas.
Ecce
Puer (1906) [He aquí el niño]
Ecce
Puer
es el retrato del niño Alfred William, nieto del Industrial y coleccionistas
inglés Ludwig Mond que encarga la obra a Rosso en Londres, en 1908. El
resultado parece no haber sido del agrado de Mond, que rechaza, y Rosso la
titula como Ecce Puer. Se trata también del último tema original que
realiza el italiano, que a partir de entonces solo reelabora versiones
sucesivas de trabajos previos.
El
trabajo fotográfico desarrollado alrededor del Ecce Puer, enfatiza los
intereses de Rosso: la importancia del punto de vista para recrear la cualidad
lumínica de la percepción, la búsqueda de la desmaterialización y la
constatación de que todo está relacionado con el espacio.
Esta
pieza se ha convertido con el paso del tiempo en una de las obras más
celebradas de Rosso y una de las que más interés ha suscitado entre los
artistas contemporáneos, como es el caso de Thomas Schütte, Juan Muñoz o
Giovanni Anselmo, que describió como “una escultura que se niega y se
cancela a sí misma”.
Al poco de llegar a París, Rosso conoce al ingeniero y coleccionista de arte Henri Rouart, que se convierte en un importante benefactor. No se sabe si el retrato es fruto de un encargo. La obra está dominada por la marcada desproporción entre la cabeza y el cuerpo, que se expande para ocupar el espacio circundante. Este desequilibrio apunta hacia algunos de los retratos de Albero Giacometti, de cabezas excesivamente pequeñas y torso agrandados y plano, pero también el trabajo de Lucio Fontana y su investigación de espacio en función del entorno.
A
través de Rouart conoce, entre otros, a Edgar Degas que, como Rosso, estaba más
interesado por la experimentación en torno a la fotografía.
En su
contemporaneidad, Rosso creó piezas casi abstractas, profundamente novedosas,
que mostraban en su fragilidad la del mundo en el que vivía -en el que
vivimos-, convirtiéndose así en uno de los pioneros de la escultura moderna.
Fuente: Medardo Rosso. Fundación Mapfre, Madrid. Del 22 de septiembre 2023 al 7 de enero de 2024. Documentación y material fotográfico: Prensa Fundación. Alejandra Fernández.
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