Fundación
MAPFRE ha presentado la primera retrospectiva que se realiza en España sobre BILL
BRANDT (Hamburgo, 1904-1983, Londres) considerado uno de los fotógrafos
británicos más influyente del siglo XX.
La
muestra reúne 186 fotografías positivadas por el propio Bill Brandt, que
a lo largo de casi cinco décadas abordó los principales géneros de la
disciplina fotográfica: reportaje social, retrato y paisaje, tal como señala Paul
Delany en Bill Brandt. A Life (2004).
Comenzamos
el recorrido a través de seis secciones, trata de mostrar cómo todos estos
aspectos -en los que la identidad y el concepto de lo siniestro se convierten
en protagonistas- confluyen en la obra de este ecléctico artista que fue
considerado, ante todo, un flâneur, un paseante en términos similares a
los que lo fue su admirado Eugène Atget (Francia, 1857-1927, Francia) a quien
siempre consideró uno de sus maestros. Las fotografías se complementan con
escritos, algunas cámaras de fotos y distinta documentación, entre la que
destaca una entrevista que ofreció al final de su vida al canal de televisión
británico BBC, en 1983, así como publicaciones ilustradas de la época. Todo
ello gracias a la cortesía del Bill Brandt Archive de Londres y la Edwynn
Gallery de Nueva York.
Primeras
fotografías
Bill Brandt marchó a París para entrar como ayudante, durante un corto período de tiempo, en el estudio de Man Ray, lo que le impulsó a mezclarse con el ambiente surrealista de la capital francesa, que impregnará toda su obra a partir de entonces. Algunas de las imágenes, como Globo sobrevolando las afueras del norte de París (1929), se relacionan con las teorías psicoanalistas de Freud, para quien este objeto resultaba, en los sueños, un símbolo de lo masculino. Pero las fotografías de estos años se relacionan también con las de sus admirado Eugène Atget, y Brandt, igual que su antecesor, retrata escenas callejeras y las noches parisina – que proceden a su obra posterior y por las que es más conocido-.
Junto con su pareja y futura esposa Eva Boros -estudiante de Man Ray y anteriormente discípula de André Kertész-, realizó viajes a la estepa húngara, a su Hamburgo natal y a España, donde visitaron Madrid y Barcelona, entre otras ciudades, con intención de pasar las vacaciones en Mallorca antes de trasladarse a Londres en 1934.
Bill Brandt. Joven del East End bailando «The Lambeth Walk», marzo de 1939. East End girl dancing the ‘Lambeth Walk’. 22,86 x 19,68 cm. Private collection, Courtesy Bill Brandt Archive and Edwynn Houk Gallery. © Bill Brandt / Bill Brandt Archive Ltd.
Arriba
y abajo
Así da comienzo la biografía de Bill Brandt escrita por Paul Delany, quien afirma que Brandt no solo quiso vivir en Inglaterra. sino volverse inglés, algo comprensible debido a la creciente antipatía que la Alemania nazi despertaba entre los británicos y a los acontecimientos que seguirían al ascenso de Adolf Hitler al poder y al inicio de la Segunda Guerra Mundial. Era habitual, en el ámbito artístico londinense, que los emigrantes que llegaban desde Alemania cambiaran de nombre, Entre quienes lo hicieron destaca Stefan Lorant, un húngaro que había sido editor de la Münchner Illustrierte Presse, junto con dos de sus fotógrafos, Hans Baumann y Kurt Hübschmann, que anglicanizaron sus nombres a Felix Man y Kurt Hutton, de igual manera que Brandt hizo con du nombre: Bill.
Con el
inicio de la Segunda Guerra Mundial, Brandt empezó a trabajar para el
Ministerio de Información y realizo dos de sus series más celebre: por un lado,
la formada por las fotografías de centenares de londinenses durmiendo en
estaciones de metro convertidas en improvisados refugios; por otro, la superficie
de la ciudad, un Londres fantasmal sin otra iluminación que la luz de la luna
como medida de protección contra los bombardeos.
Retratos
Con el
tiempo, los retratos de Bill Brandt fueron evolucionando. algunos de
ellos supusieron una ruptura con la tradición, como los que aparecieron en
Lilliput en 1941 acompañando el artículo Young Poets of Democracy que
incluía algunos de los rostros más representativos de los escritores y poetas de
la Generación Auden. Más adelante comenzó a distorsionar el espacio, como se
puede observar en el retrato de Francis Bacon en Primrose Hill, Londres
(1963), y creó una nueva serie de retratos de ojos de artistas de clara
inspiración surrealistas: entre otros, los ojos de Henry Moore, Georges Braque
(se pueden ver en la exposición).
Paisajes descritos
Tras
profundizar en el retrato -que nunca dejó de practicar-, Bill Brandt
introdujo el paisaje en su repertorio. Completaba así la temática clásica de lo
que convencionalmente se considera los géneros armisticitos tradicionales. En
ellos buscó introducir una atmósfera -término que para Brandt parece
contener toda una serie de referencias estéticas que remiten tanto a la
tradición pictórica como literaria- que interpelase al espectador y le
suscitara una respuesta emocional ante lo contemplado. En este sentido daría la
sensación de que el artista no quiere simplemente representar un lugar sino
captar su espíritu en una sola imagen. Tal es el caso Halifax; Hail Hell
& Halifax (1937) o el Río Cuckmere (1963). Cuando en estos
paisajes comienzan a aparecer arquitecturas de piedra, como tumbas y cruceros, Brandt
cree haber conseguido su objetivo: captar la atmósfera.
Desnudos
En la
década de 1950 visitó las playas del Canal de la Mancha para hacer una serie de
retratos del pintor Georges Braque. La visión de esas playas pedregosas le hizo
cambiar de dirección y comenzar a fotografiar piedras y partes del cuerpo
femenino como si de esas mismas piedras se tratase. Unió carne y roca, color y
frio, dureza y morbidez en un mismo discurso formal. A menudo las distorsiones
son tales que los fragmentos de cuerpo han perdido toda referencia y, sin
embargo, generan sensaciones más poéticas o profundas. Estos “fragmentos” de cuerpo
en comparación o comunión con las formas de la naturaleza parecen encarnar
formas primordiales a través de las cuales se puede percibir “la totalidad del
mundo” como sucede con las urformen enunciadas por la Escuela de la
Gestalt y su teoría de la percepción.
Elogio
de la imperfección
En su
introducción a Camera in London, el libro sobre la capital británica
publicado en 1948, Bill Brandt señalaba: “Considero esencial que el
fotógrafo haga sus propias copias y ampliaciones. El efecto final de la imagen
depende en gran medida de esas operaciones, y solo el fotógrafo sabe lo que
pretende”. Para el artista resultaba imprescindible el trabajo en el
laboratorio, en el que podía pasarse horas para poder tener el control de la
imagen final, que en la mayoría de los casos no era sino la etapa previa al
proceso de impronta antes de ser publicada en un libro o una revista. Brandt
aprendió, en los comienzos de su carrera, toda una gama de técnicas
artesanales: del aumento a la ampliación, el uso de pinceles, raspadores u
otros utensilios. En muchas de ellas se aprecian con detalle las pinceladas de
aguada negra sobre la superficie.
Fuente: BILL BRANDT. Fundación Mapfre Sala Recoletos, Madrid. 3 de junio al 29 de agosto de 2021. Documentación y fotografías: Alejandra Fernández Martínez, Comunicación Fundación Mapfre.
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