Con
motivo de la remodelación de su edificio, el Museo Berggruen de Berlín organiza
una serie de exposiciones internacionales en Japón, China, Australia y en
Europa para mostrar lo más destacado en su colección. En el caso del MUSEO
NACIONLTHYSSEN-BORNEMISZA, se propone un diálogo visual e internacional entre
estos dos artistas, los favoritos del coleccionista: Pablo Picasso y Paul Klee.
Comisariada
por Paloma Alarcón, jefe de Pintura Moderna del Museo Thyssen, y Gabriel Montua,
director del Museo Berggruen, la exposición rinde homenaje al legado de Heinz
Berggruen, uno de los marchantes y coleccionistas más relevantes del siglo XX,
a través de más de 60 obras, la mayoría de ellas pertenecientes al museo
alemán. Cuenta, además. Con la colaboración de la Comunidad de Madrid.
Comenzamos
a caminar entre las obras de PICASSO y KLEE:
Picasso,
más terrenal, excesivo, meridional y sensual, y Klee, más introspectivo,
nórdico, espiritual e intelectual, poseían personalidades muy opuestas. A pesar
de ello, mostraron interés el uno por el otro y tanto sus procesos creativos
como sus obras guardan semejanzas en muchos aspectos. Les une el espíritu de la
experimentación, la facilidad para el dibujo, el interés por los mismos géneros
y temas, la inclinación por la sátira y el sarcasmo como medio de transgresión
y la deformación de las formas y el cuerpo humano. A través de un lenguaje
plástico cargado de radicalidad, contribuyeron a transformar la manera de mirar
y acercarse al mundo, dejando una profunda impronta en el desarrollo del arte
contemporáneo.
Estas
similitudes se reflejan en la exposición a lo largo de cuatro secciones
dedicadas a temas y géneros que compartieron:
Retratos
y máscaras
Los
estudios de Desnudo con paños de Picasso, junto a Cabeza de mujer (1906-1907) y
Desnudo femenino (Estudio para Las señoritas de Aviñón, 1907), muestra la
influencia de las máscaras de culturas no occidentales ejercieron sobre este
artista malagueño, quien no las concebía solo como un recurso formal, sino que
reconocía en ellas una dimensión mágica y transformadora. Asimismo, su
habilidad para la caricatura queda reflejada en sus retratos cubistas como
Hombre con clarinete (1911-1912), y en los que realizó de Dora Maar, para los
que recurre a la deformación y al desmembramiento del cuerpo humano.
Klee también experimentó con recursos de reducción y distorsión y con el ocultamiento de las máscaras, influido por la fascinación que le provocaban las piezas del museo etnográfico de Múnich y las caretas de los teatros de marionetas. Esto se aprecia en obras como La señora R. viajando por el sur (1924) donde la figura adquiere un aire fantasmal, y en Dama con lacre (1930), la retratada destaca por la palidez de su piel y unos labios rojos.
Lugares
El
paisaje fue un tema fundamental en los comienzos de Picasso y Klee. Para el
artista español, fue clave en el desarrollo de numerosas experimentaciones,
especialmente en la gestión del cubismo. Sus panorámicas de Horta de Ebro, con
sus múltiples puntos de vista y sus superficies fragmentadas, fueron
consideradas por Gertrude Stein como sus primeras obras de este estilo. En la
exposición queda reflejado en Naturaleza muerta delante de una ventana,
Saint-Raphaël (1919)
Sin
embargo, no lo cultivó con la misma intensidad que Klee, quien concedió a este género
un lugar central en su trayectoria. Su viaje a Túnez en 1914 repercutió en su
estilo, comenzando a alejarse de la mimesis y a dialogar con la naturaleza.
Cuando Klee descubre algunas pinturas de Picasso en la primera exposición de El
Jinete Azul en Múnich el lenguaje cubista influiría de forma notable en su
trabajo, como puede comprobarse en obra como Ciudad de ensueño y Casa giratoria,
amabas de 1921.
Cosas
En el
siglo XX, la atención se desplazó hacía la exploración formal, poniendo al
objeto en el centro de la creación artística. Picasso y Klee compartieron el
deseo de comprender la esencia de las cosas y hallaron en este género un
terreno en el que jugar, descomponiendo y reconstruyendo la realidad. Picasso
experimentó con la naturaleza muestra de forma constante a lo largo de su
carrera. A partir de 1912, dio otro paso más introduciendo
objetos como periódicos, serrín o naipes como en Naturaleza muerta con racimo
de uvas (1914).
La
aproximación de Klee al cubismo se evidencia en el abandono de la perspectiva.
Sin embargo, en el lugar de construir los cuerpos, crea arquitecturas oníricas
a través de la unión de elementos más pequeños y dejando flotar las formas en
un espacio indefinido. En su ensayo Wege des Naturstudiums Caminos de estudio
de la naturaleza). Lo que le llevo a investigar la estructura interna de seres
vivos e inanimados con el fin de incluir en sus obras formas dinámicas que
evolucionaran como las de la naturaleza, como en Porcelana china (1923) y Flor
y Fruta (1927).
Arlequines
y desnudos
En
esta sección se evidencia este interés en dos líneas temáticas: el desnudo, que
puede verse en Dos bañistas (1921), Bañista reclinado (1920) y Silenos con
danzantes (1933), y el mundo circense como Arlequín sentado (1905), circo
(1968-1969) o Arlequín con espejo (1923) obra que en el pasado perteneció a
Heinz Berggruen y que actualmente forma parte de la colección permanente del
Museo Thyssen.
Klee
también se inspiró en el circo y lo pintó en diversas ocasiones, aunque abordó
el cuerpo de forma diferente a Picasso, concibiéndolo como una extensión de la
arquitectura en la que se ubica. Esta idea se manifiesta en Arlequín en el
puente (1920), donde tanto la estructura del puente como la figura comparten
patrones geométricos y una paleta cromática que lo funde en un único conjunto.
Mariví
Otero
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente:
Picasso y Klee en la colección Heinz Berggruen. Obras del Museum Berggruen,
Neue Nationalgalerie de Berlín. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Se puede
visitar hasta el 1 de febrero 2026. Documentación y fotografía: Oficina de
Prensa del Museo Thyssen-Bornemisza.













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