viernes, 5 de octubre de 2018

CRISTINO DE VERA. Al silencio


Cristino de Vera. Al silencio ofrece la posibilidad de descubrir una visión del pintor canario, siempre a partir de su lenguaje personal, caracterizado por un marcado acento espiritual y místico. Nacido en 1931 en Santa Cruz de Tenerife, el conjunto de su universo artístico le ha hecho merecedor de notables reconocimientos, como el Premio Nacional de Bellas Artes, la Medalla de Oro de Canarias, así como la medalla de Oro a las Bellas Artes, reconocimientos que han permitido a Cristino de Vera presentar su trabajo creativo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1996), o en la sala especial románica de la Abadía de Silos (2002).

Cristino de Vera, ausente por voluntad del panorama expositivo en su última etapa creativa, no ha mostrado su obra en público desde su última muestra, celebrada hace cerca ya de quince años. Para su presentación en CaixaForum Madrid, ha decidido denominar esta muestra Al silencio, como síntesis de toda una vida de trabajo, ajena a influencias, forjada en el tiempo.


La selección se ha centrado en los trabajos de los últimos años, con 28 pinturas realizadas entre 1905 y 2013, así como 18 magníficos dibujos a tinta china en los que ha trabajado hasta fechas más recientes, datándose en 2014 los últimos trabajos incluidos en la selección final. Se puede ver una vitrina  donde se muestran algunas de las publicaciones (para mí no las más relevantes) en relación a la obra del artista.


El visitante puede contemplar a lo largo del recorrido de la exposición de Al silencio, toda su producción  posee un sello de identidad tan propio y definido, cuya espiritualidad, y visión en cierto modo mística, personaliza unas composiciones sencillas, brillantes, luminosas, que nos muestran a un pintor puro, cuya esencia es, sin duda, la luz.

Esa espiritualidad que inunda su creación en toda su temática se aprecia en diferentes obras de esta exposición, tanto en aquellas figuras femeninas que plasma de forma afligida y solitaria, como los callados paisajes que se pueden ver a través de una ventana en cruz, sus elementales naturaleza muertas, con cestos, copas, tazas de luz, o sus grande velones; en todo ellos  se percibe la depuración en su obra y la permanencia en esas soledades, tan solo, de la luz callada, Y, especialmente, es posible rastrear sus recuerdos en la imagen del Teide que surge ahora más que nunca, en pinturas y dibujos, como una sombra permanente que se alza en homenaje a su tierra de origen.


Ángel espantado. A Cristino de Vera /Fernando G. Delgado 1983

Este leve aroma irrenunciable
-muerte rosa, pétalo olvidado-
no es pertenencia de la vida,
su reino fue la muerte originada.
este barrido aliento como nube, ráfaga  de ceniza,
hará montañas firmes. O posado en ciprés
será un barniz del aire, quién sabe si cristal,
brizna de hielo, granizo inoportuno
sobre el mármol que abriga, no hiela
mis amados despojos;
una osamenta límpida de la cual fue arrasado todo revestimento
y en vaga luz refulge como eterna.
Y en torno a sí reclama objetos familiares:
Cálices donde apurar vino celeste
o inocentes espinas que rechazan la dureza del hueso,
esa recia materia que proclama la insuficiente eternidad.
Mas otra rosa hay:
           y es polen que dibuja todo el silencio intenso que se aviva
con sugerente aportación del aire;
florecilla que al lienzo
conduce su rosa incomprendido,
amarillo que llega silbando con el viento,
borrado de las dunas donde el sol se apagara,
y buscando una estrella acaba en la retina
de un ángel espantado.

Bello poema de Fernando Delgado, que transmite el sentir del pintor en su silencio vivencial que puede resumirse en un reposo del espíritu.

Es esta una muestra íntima, acorde con su actual trabajo, pero sobre todo con su estado anímico, sensible y exquisito, con resabios de una cierta angustia existencial. Se trata de obras que ofrecen una nueva visión.


Cristino de Vera. Al silencio se complementa con la proyección de un documental, obra del cineasta Miguel G. Morales, que muestra la obsesión del artista por la luz, el tiempo, la invisibilidad, la belleza y la muerte, y que define magistralmente al artista a partir de su título: Un ser de otro tiempo. Un buscador del silencio.


En 1985, fui comisaria en mi Galería de Arte Bertaud-Otero, de la exposición: “Vázquez Díaz y sus discípulos: Caneja, José Caballero, Canogar y Cristino de Vera”. Un espléndido trabajo, ya que conté con la colaboración de estos grandes artistas, da fe de ello esta fotografía, que en 1989 incluyó también Cristino de Vera en el catálogo de la exposición en el Centro Cultural Caja Canarias (pg. 172).

Galería Bertaud-Otero. Vázquez Díaz y sus discípulos: Caneja, Caballero, Canogar y Cristino de Vera. 1985.
De derecha a izquierda: Mariví Otero, Caneja, Isabel de Caneja, Alberti, Teresa Alberti, Aurora Ciriza, Carola Torres, Rafael Canogar, Cristino de Vera, 
José María Iglesias, Luis Caruncho, María Fernanda, José Caballero y Laura Vázquez Díaz.

El sonido musical tiene acceso directo al alma. Inmediatamente encuentra en ella una resonancia porque el hombre “lleva la música  en sí mismo” (Goethe).


© Mariví Otero 2018
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Cristino de Vera. Al silencio. Fundación Caja Canarias y Obra Social “La Caixa”. Comisaria: María José Salazar. Departamento de Prensa CaixaForum Madrid. Del 2 de octubre de 2018 al 5 de Enero de 2019.

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