martes, 4 de noviembre de 2025

MARUJA MALLO: Máscara y compás

 

Caminamos por el Museo Reina Sofía, al encuentro de la mayor retrospectiva realizada hasta la fecha de una de las artistas más innovadoras de la vanguardia española e internacional: MARUJA MALLO (Vivero, Lugo 1902-Madrid, 1995), figura destacada de la Generación del 27 que promovió por primera vez, una cosmovisión femenina desde un punto de vista novedoso, el de la mujer moderna, libre e independiente.

He conocido a Maruja Mallo tardíamente, pero era de admirar su agilidad mental, su prodigiosa memoria -sobre todo de los años gloriosos-, su energía, la fluidez de su palabra y la soltura que aún quedaba en su cuerpecillo menudo. Maruja prefería decir que es celta en vez de gallega, pues no quería poner límites a la tierra en que nació (me lo repetía como gallega que soy, y de la provincia de Lugo).

En la familia Mallo no faltaban artistas, Cristino Mallo (Tuy, 1905- Madrid, 1989) su hermano, era un gran escultor, al que conocí antes que a Maruja. Frente al Museo del Prado se encuentra el monumento a Eugenio D’Ors, entre otras obras que tenemos por Madrid. Cristino Mallo era discreto asiduo también al Café Gijón, muy creativos los dos, pero diferentes.

La exposición Maruja Mallo: Máscaras y compás, ha sido organizada por el Museo Reina Sofía y la Fundación Botín, esta comisariada por la historiadora del arte Patricia Molins. Cuenta con un centenar de pinturas, de ellas 13 forman parte de la colección del Museo, unos 70 dibujos, además de otro centenar de fotografías y documentos de la artista, algunos inéditos, muchos de ellos adquiridos recientemente por el Museo Reina Sofía como parte del legado del Archivo Lafuente. Con el título Máscaras y compás se alude a dos elementos característicos de la obra de Mallo, el compás como instrumento rector del trazado geométrico del que parte su pintura, y la máscara como referencia a la tensión que existe en su obra entre lo animada o lo inanimado, entre naturaleza, efímera, y su representación plástica, intemporal.

Maruja Mallo pasó por diversas etapas. Su trabajo se fue plasmando en series que obedecen a diferentes momentos de su vida. En su primera, etapa, Maruja Mallo apuesta por el arte popular a través del realismo mágico que combina vanguardia y tradición. En la primavera de 1928 celebra en la “Revista de Occidente” su primera exposición individual. Los cuadros más importantes allí expuestos constituyen la serie de “Fiestas populares”, más conocidas como las Verbenas de ellas diría García Lorca: “sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad.” Posteriormente evoluciona hacía el surrealismo, destacando su relación con la Escuela de Vallecas y el Grupo de Arte Constructivo de Torres García. Y finalmente emprende un nuevo camino con los dibujos geométricos de los que trata de conciliar la visión del macrocosmo y el microcosmos.

Comprometida con los valores de progreso y renovación de la Segunda República, se vio obligada a exiliarse al continente americano, donde descubrió una exuberante naturaleza y diversidad cultural y religiosa.

Es en este exilio donde Maruja Mallo inicia un viaje personal hacia la cosmografía y el universo. Ella decía que había pasado de la geografía en España a la cosmografía en Argentina.

La artista gallega trabajaba también con el rostro, la representación y la identidad, convirtiéndolo en uno de los ejes centrales de su obra.

Su interés por el teatro y por lo que denomina “plástica escenográfica”. Se refleja en una serie de fotografías de ella misma en diversos escenarios desde los que propone una revisión transgresora de la identidad de género, clase, artística y política.

Comenzamos nuestro paseo por la exposición a través de 12 salas:

Sala 1. Verbenas

En la primera sala podemos ver reunidas sus cinco verbenas, las obras que la dieron a conocer y por las que aún hoy se la identifica, incluido El Mago/ Pim Pan Pum (1926), del Art Institute of Chicago, y Kermesse (1928), del MNAM Centre Georges Pompidou. La serie Las verbenas (1927-28) se encuadra dentro del realismo mágico y una tradición y arte popular con vanguardia.

Sala 2. Estampas

En ellas, Mallo contrapone la figura de la mujer deportista y vital en la naturaleza con las imágenes cosificadas de los maniquíes o estatuas, sobre el fondo dinámico de la ciudad. Ángeles y gagos con sus redomas para encantamientos sobrevuelan las escenas. Si en las verbenas los elementos se yuxtaponen a modo de escenas teatrales, las estampas se componen mediante superposiciones, un concepto inspirado en el montaje flamenco.

Sala 3. Cloacas y campanarios

En esta serie, poblada de esqueletos, sotanas y trajes vacíos en un paisaje desolado de tierra seca y edificios desiertos. Mallo se acerca al surrealismo para presentar una visión necrológica e inquietante de la naturaleza, con pinturas como Tierra y excrementos (1932), del Museo Reina Sofía, o El espantapájaros (1930), de una colección particular.

Sala 4. Arquitecturas

Descubrimos en esta sala las Arquitecturas minerales y vegetales (1933), donde Maruja reduce a líneas o secciones anatómicas las figuras, en un intento de romper la dicotomía entre figura y fondo, y dar protagonismo a ambas.

Sala 5. Teatro

En 1932 Maruja Malo estudio escenografía y teatro en París. Allí conoció a Picasso y a Miró, y comenzó a interesarse por el espacio como soporte tridimensional de la obra en lugar del plano pictórico. Su colaboración teatral más importante fue la escenografía de Clavileño (1936) un ballet de Rodolfo Halffter que no llegó a presentarse en la Residencia de Estudiantes por el inicio de la Guerra Civil.

Sala 6. Fotografías

Desde sus primeras obras, Mallo presenta la figura de la mujer moderna, que surge en esos años, como un ser activo, independiente y profesional. Ella misma fue un modelo de su figura.

Mallo, que concibe sus fotografías como actos performativos y teatrales, eligió este medio para autorretratarse. En 1929 lo hizo utilizando un vagón y una vía de tren abandonada.

Fotografía expuesta en la exposición: MARUJA MALLO: Máscaras y compás.

Sala 7. La religión del trabajo

En la última etapa de la II República se produce un ambiente político e intelectual en España de gran radicalismo. Maruja Mallo se encuentra en ese momento en Galicia de vacaciones y dibuja el entorno pesquero o rural.

Como la propia Mallo expreso, la serie surge de su “fe materialista en el triunfo de los peces en el reino de la espiga” como refleja en la obra “Canto de las espigas” (1939), del Museo Reina Sofía.

Sala 8. Naturalezas vivas

Tras estallar la Guerra Civil, Maruja Mallo huyó a Portugal y luego a Argentina, donde inicia su exilio.  En los años cuarenta desarrolla las series Las Naturalezas vivas (1941-1943), que muestran una sugerencia clara que figuras femeninas, sensuales y coloristas, a través de composiciones con conchas y flores que representan el reino animal y el vegetal, como metáfora del cuerpo humano, y que parecen flotar sobre superficies terrestres y marinas lejanas.

Sala 9 y 10. Cabezas y máscaras

Durante el exilio en Buenos Aires y en sus viajes, a partir de 1937, por el Pacífico, Uruguay y, sobre todo, Brasil, Maruja Mallo queda fascinada por los paisajes y las personas que descubre, por su diversidad física y mezcla de culturas y razas. Desde ese momento Mallo busca crear un método para representar una nueva humanidad. Realiza primero unas cabezas estáticas en las que ensaya la fusión entre razas, como la obra Joven negra (1948) recientemente adquirida por el Museo Reina Sofía.

Sala 11. Moradores de vacío. Viajero del éter

En 1965, tras años de exilio en América Latina, la artista gallega se instala definitivamente en España y cierra su prolífica trayectoria con dos series impactantes: Moradores de vacío (1968-1080) y Viajeros del éter (1982). Con ellas, la pintora entra en su etapa más esotérica, inspirada por lo que ella llamó “experiencias levitarías” vividas al cruzar los Andes y navegar por el Pacífico.

La exposición incluye obras de colecciones como el Propio Museo Reina Sofía; el Art Institute of Chicago; el MNAM Centro Georges Pompidou en París; el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, en Uruguay; el Museo Benito Quinquela Martín y el Museo de Arte Latinoamericano, ambos en Buenos Aires; el Museo Provincial de bellas Artes Rosa Galisteo, Santa Fe (Argentina); la Asociación colección Arte Contemporáneo, Museo Patio Herreriano, en Valladolid; el Museo provincial de Lugo así como de otras importantes colecciones particulares -Europeas y americanas- que han permitido un completo análisis de la trayectoria de la artistas.


Portada de la Revista de Occidente, dedicado a Mariví Otero: 
"A mi amiga republicana, Mariví Otero, cordialmente. Maruja Mallo. 20 del Verdugo de 1981"

© Mariví Otero 2025
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Maruja Mallo: Máscara y compás. Museo Reina Sofía. Del 8 de octubre 2025 al 16 de marzo de 2026. Documentación y fotografía: Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía.


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