viernes, 21 de julio de 2017

SONIA DELAUNAY. Color y abstracción.

Con el arte abstracto empezamos a liberarnos de las viejas formulas pictóricas.  Pero la verdadera pintura nacerá cuando se entienda que el color tiene una vida propia, que las infinitas combinaciones del color tienen su poesía y su lenguaje poético, que son mucho más expresivas que lo que se hacía con los medios antiguos.
Sonia Delaunay 1949

Sonia Delaunay. Arte, diseño, moda. En el Museo Thyssen-Bornemisza, primera exposición en solitario en España de esta artista, en la que se  destaca  no sólo su importante papel como pintora de vanguardia, sino también, la exitosa aplicación de su ideario artístico a la vida cotidiana.

Nacida en Ucrania en una modesta familia judía, Sonia Delaunay (1885-1979) fue acogida por sus tíos maternos en San Petersburgo cuando era tan solo una niña, de quienes recibió una educación cosmopolita. Su formación artística comenzó en 1904 en Karlsruhe (Alemania), dos años después la continuó en París. Para no abandonar Francia, contrajo matrimonio de conveniencia con el marchante alemán Wilhelm Uhde, en cuya galería expuso por primera vez en 1908. Gracias a él conoció a artistas de vanguardia como Picasso, Braque y al propio Robert Delaunay, con quien se casó en 1910, tras su divorcio de Uhde.

A partir de entonces, el intercambio artístico entre ambos sería constante, aunque, ya desde los comienzos de su relación, pero Sonia se diferencia de su marido por compaginar los pinceles con las agujas de bordar, la decoración de interiores o el diseño de moda, convirtiéndose en una artista multidisciplinar, interesada en plasmar el lenguaje vanguardista sobre los más variados soportes, con vivos colores y técnicas diversas que recuerdan su orígenes rusos.

Me atrae el color puro. Colores de mi infancia, colores de Ucrania. Recuerdos de las bodas campesinas de mi país en los que los vestidos rojos o verdes, con muchas cintas que los adornaban, volaban en los bailes.
Sonia Delaunay 1978

París era, para ellos, la ciudad simultánea por excelencia y se convirtió en su fuente de inspiración, en el lugar en el que empezaron a analizar el impacto de la luz sobre los colores. Pero fue en Madrid, en 1917, donde sus experimentos por trasladar el ideario del simultaneísmo a la vida cotidiana dieron paso definitivo a la escena pública. En la capital española, Sonia no solo comenzó sus colaboraciones con las artes escénicas, sino que inauguró una boutique en la que vendía sus creaciones de moda y de interiores. Esta etapa madrileña, de la que se cumplen ahora 100 años, supuso para ella un momento de gran experimentación y libertad que marcaría todo su desarrollo artístico posterior, a partir de la década de 1920 y ya de regreso a París.


La exposición reivindica esos años de Madrid como hito fundamental en su carrera, por lo que este periodo ocupa el capítulo central de la muestra, el recorrido está organizado en cuatro apartados cronológicos que incluyen también las etapas inmediatamente anterior y posterior  a su estancia en España. Comisaria: Marta Ruiz del Árbol, conservadora de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza.

Primeros años de París

A comienzos de la década de 1910, sus primeras creaciones revelan la búsqueda de un arte total e ilustran su voluntad de conseguir que la estética llegue a la cultura popular. El piso de los Delaunay, donde se reúnen  los domingos artistas e intelectuales, es el primer espacio donde se exhiben estas creaciones simultáneas, como si fuera una galería de arte. Sonia se reafirma en su intención de abordar sin distinción todos los soportes, considerando equiparables  y dignas de ser expuestas todas las expresiones artísticas. Así lo hizo, por ejemplo, en el famoso Salón de Otoño de Berlín de 1913, donde expuso pinturas, proyectos de carteles encuadernaciones y objetos domesticos junto a obras de Robert Delaunay, Marc Chagall, Max Ernest, Lyonel Feninger, Franz Marc o Paul Klee, entre otros.

Los de la Delaunay se visten con sus creaciones y convierten salones de baile, como el parisino Bal Bullier, en laboratorios en los que experimentar con el simultaneísmo, en un primer intento de renovar la estética  urbana a través del color. Con su provocadora asociación del color y mezcla de tejidos, causan sensación y se convierten en “reformadores de la manera de vestir”, según Apollinaire.

Primera estancia en Madrid y Portugal

La Primera Guerra Mundial estalla mientras la familia Delaunay se encuentran de vacaciones en España por lo que, a finales de 1914, deciden instalarse en Madrid. Les fascina la luz de la ciudad, que les lleva a alcanzar un momento clave en sus investigaciones en torno al color. Aislados de la vanguardia, buscan inspiración entre los maestros clásicos y Sonia se inscribe en 1915 como copista en el Museo del Prado. Sus lienzos y vestidos simultáneos para el Bal Bullier dan paso a un interés por el arte popular, los cantantes y bailaores de flamenco, donde se puede reconocer un cierto retorno a la figuración. En el verano de de ese año, son invitados por un grupo de artistas futuristas instalándose en Vila do Conde, un pequeño pueblo en el norte de Portugal, y deciden trasladarse allí durante un tiempo. Aun así, Sonia sigue inspirándose con frecuencia en España, como puede apreciarse en las obras como “Gran flamenco, 1915-1916” y “Pequeño flamenco, 1916” expuestas en las salas junto a varios dibujos, acuarelas y diseños realizados en esa época.

Segunda estancia en Madrid y el arte total

Con el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, en 1917, Sonia dejó de recibir las rentas familiares que la habían  permitido una estabilidad económica hasta entonces y decide llevar a la esfera pública sus creaciones.

De vuelta Madrid, el matrimonio Delaunay coincide con Serguéi Diághilev, refugiado también en España, y Sonia empezó a colaborar en el diseño de escenografías  y vestuario para los Ballets Rusos, una relación que marcaría el inicio de la estrecha vinculación con el mundo de las artes escénicas a lo largo de su carrera. En las salas se pueden algunos figurines y diseños de decorados para la representación del ballet ruso Cleopatra (1918), que creó en Sitges y se estrenó en Londres, así como fotos de la reforma completa que realizó para la conversión del antiguo Teatro Benavente de Madrid en un novedoso teatro-concert, y que se inauguró como Petit Casino en 1919.



“Abro una Casa Sonia de decoración de interiores” –recordaba la artista en sus memorias- “En las casas ricas, en los palacios históricos, mando los alambicados pastelones, los tonos lúgubres, las mortuorias cursilerías”. La inauguración de este negocio, que también dedicó al diseño de complementos y de moda, supone un hito en la carrera de la artista, es un importante precedente de su intensa dedicación al diseño de interiores, tejidos y prendas de vestir de la década de 1920.

Recortes de periódicos y fotografías de la época permiten  reconstruir este periodo, a la vez se acompañan de una selección de bocetos de moda y una chaqueta de lino (1928), pintada y bordada, que evoca el espíritu de lo que la prensa madrileña dio a conocer como “el estilo Sonia”

En estos años en Madrid se relacionaron también con poetas vanguardistas, como Ramón Gómez de la Serna o Guillermo de la Torre. Regresan a París en 1921, París, estaba imbuida por el espíritu  dadaísta, Sonia decidió  decorar las paredes de su casa con poemas de sus amigos poetas, como el mural, “abanico-poema” de Gómez de la Serna (1922). En su deseo de rebasar los límites de las artes, también diseñó “vestidos-poema”, de los que se pueden ver dos bocetos en la exposición.


Regreso a París

Este apartado está dedicado a su polifacética y versátil manera de enfocar el proceso artístico, ya fuera en lienzos, tejidos, tapices, litografías, escenografías o incluso en encargos murales. Se presentan una chaqueta (1924), dos vestidos (1926) que nunca antes se han mostrado en una exposición, un traje de baño y un conjunto de sombrilla y bolso de playa (1928) junto a varios de sus diseños previos, y el óleo “Vestidos simultáneos” (1925), en el que la vestimenta de la figura central es similar al abrigo creado para la actriz Gloria Swanson ese mismo año y que se puede ver en la sala, con fotografías  de moda que hizo la propia artista y un vídeo coloreado realizado también por ella para promocionar sus diseños de 1925. Además se puede ver un amplio apartado dedicado a sus diseños textiles para ver como era el proceso creativo de las piezas, desde el dibujo sobre papel o cartulina al producto final, como  la correspondencia que mantenía con los almacenes Metz & Co, a los que enviaba muestras de tela para la producción de sus creaciones.

En 1937 participará, junto a Robert Delaunay, en la decoración de dos grandes pabellones de la Exposición Universal de París, se presentan tres de estos bocetos. La artista evocará en el Pabellón del Ferrocarril su viaje a la península ibérica, demostrando, una vez más, la significativa huella que esta época dejo en ella.

Después de fallecer su marido en 1941, Sonia Delaunay continuó trabajando, y colaborando en la promoción del arte abstracto. En 1964, tras la donación de un centenar de obras suyas y de Robert, se convirtió en la primera mujer a la que se le hizo una exposición en el Museo del Louvre.

La muestra se cierra con tres espléndidas composiciones abstractas, de su etapa final, “Ritmo Coloreado nº694”, “Ritmo color” y “Mosaico horizontal”


La exposición reúne  más de 210 piezas procedentes de Instituciones públicas como el Centro Pompidou, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de la Moda de París o el Museo Reina Sofía, y de colecciones privadas.


© Mariví Otero 2017
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

Fuentes: Sonia Delanuay. Arte, diseño y moda. Hasta el 15 de octubre de 2017. Madrid. Información e imágenes, Museo Thyssen- Bornemisza -  Oficina de Prensa.  

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