“Nosotros hemos abandonado el
Futurismo, y nosotros, los más valientes entre los valientes hemos escupido en
el altar de su arte” Kazimir Malévich
1915.
A
pesar de que se ha solido mantener el término “futurista” para referirse a la
primera vanguardia rusa y aunque la mayoría de los relatos canónicos sitúan la
irrupción del Dadá en distintas ciudades occidentales (Zürich, París, Berlín o
Nueva York), el discurso de esta muestra se orienta a dar mayor atención al
contexto artístico de la Rusia pre y posrevolucionaria y a reivindicar su protagonismo
dentro del radicalismo estético del Dadá.
Es
una exposición organizada por el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en cuya organización ha contado con la
colaboración de la Comunidad de Madrid,
hace hincapié en el carácter multimedia
del arte ruso de la época –abarcando pinturas, dibujos, material
impreso, cine, obras musicales y recitales de poesía – y en sus implicaciones
políticas durante la primera guerra mundial, las dos revoluciones rusas y el
cambio de liderazgo de Lenin a Stalin.
Tras
una ardua investigación y recuperación de abundante material inédito, se
muestran casi 500 obras entre las que se encuentran unas 250 pinturas, collages
y dibujos, 73 fotografías, 150 documentos y publicaciones, así como 22
películas y audios.
Todos estos trabajos se
produjeron durante el máximo apogeo del Dadá, entre la Primera Guerra Mundial y
la muerte de Lenin en 1924, y su autoría pertenece a cerca de 90 artistas rusos
y de otros países europeos como Natan
Altman, Iván Kluin, Gustav Klutsis, El Lisitzki, Kazimir Malévich, Vladimir
Mayakovski, Iván Puni, Aleksandr Ródchenko, Olga Rózanova, Varvara Stepánova,
Vladimir Tatlin, Iliá Zdanévich. Natalia Goncharova o Francis Picabia, Kutr
Schwiters, Man Ray y Tristan Tzara, entre otros.
La
exposición está dividida en tres secciones, siendo el recorrido cronológico que
arranca en 1914, al comienzo de la Primera Guerra Mundial y en los años previos
a la revolución rusa, mostrando las primeras manifestaciones protodadá y otras
obras que reflejan el impacto del conflicto bélico europeo.
Protodadá y Primera Guerra Mundial
Los
artistas rusos de la época renegaron abiertamente del futurismo y pese a que
incluso Marinetti, su fundador, les tachó en 1914 de “falsos futuristas”,
tradicionalmente se ha asociado la vanguardia rusa con el movimiento italiano.
La comisaria de la
exposición Margarita Tupitsyn, en el
catálogo de la exposición recupera la siguiente cita del libro de Hans Richter Dadá. Arte y Anti-arte: “Curiosamente,
parece ser que las tendencias dadá hicieron su primera aparición en Rusia,
donde la influencia futurista seguía siendo muy fuerte”. También señala Tupitsyn que el crítico Nikolái Jardzhiev,
contemporáneo de Malévich, coincidía en sus últimos escritos con la idea
de Richter al identificar característica
y acciones protodadaístas en la
influyente opera Victoria sobre el sol
(1913).
La
primera parte de la exposición se cetra en la abstracción alógica desarrollada a partir de la concepción del ready-made o el collage y presenta diversos trabajos relacionados con Victoria sobre el sol, una de las
primeras óperas del absurdo en Lenguaje
zaum (transracionalismo) de Aleksei Kruchónij y Velimir Jlébnikov (libreto),
Kazimir Malévich (diseño) y Mijail Matiushin (música).
Así,
como obras que reflejan los nuevos tipos de composición moderna que
emprendieron los artistas rusos, cuatro
cuadros (1915), de Malévich; o dibujo con línea
y compás 1915, de Ródchenko una de las piezas formalistas en blanco y
negro trazadas con regla que no aspiraban a ser un objeto para la percepción ininterrumpida, sino un concepto.
Al igual que los
dadaístas europeos, los vanguardistas rusos detestaron y sufrieron la Primera
Guerra Mundial, cuyo estadillo, en 1914, intensificó la conciencia de la
importancia política de su revuelta cultural. Alekséi Kruchónij, Kazimir Malévich, Vladimir Mayakovski y Olga
Rózanova promovieron campañas contra la guerra, creando carteles y collages
que denunciaban el militarismo y la brutalidad alemana como se puede ver en la
sala final de esta primera sección.
Triunfo de la Revolución
El
crítico formalista Roman Jakobson y el historiador del arte Abram Efros
establecieron un vínculo entre la estética radical de Dadá y la Revolución de
Octubre. La actitud nihilista de los vanguardistas en relación con las normas
establecidas les hacía receptivos a la nueva realidad política que implicaba la
Revolución.
Esta
sección está dedicada a esta época comienza con la película El asalto al Palacio de Invierno (1920) de
Nikolái Yevreinov, y con la portada
original del álbum conmemorativo del
levantamiento Octubre 1917-1918. Los héroes
y víctimas de la revolución, con texto de Vladímir Mayakovski, con
algunas de las ilustraciones que aparecen en él –dos de ellas originales
también- de Kseniya Boguslávskaia, Iván
Puni, Vladímir Kozlinski y Serguéi Makletsov. Entre su contenido tenemos el
primer intento de “agitpoesá” de Mayakovski y escenas de cambios sociales
brutales que yuxtaponen a representantes de las clases derrocadas y a quienes
los derrocaban. La burla de los primeros se quiebra con los actos y la miseria
de los segundos tanto en imágenes como en palabras.
Los
artistas y poetas de este período se dedicaron a prácticas paralelas basadas en
la razón y la anti razón, el sentido y el sinsentido, el diseño racional y los
collages aleatorios, el teatro del absurdo y el político, el cine paródico y el
propagandístico, todo ello con el objetivo de construir un mundo nuevo,
desarrollando una nueva visión de la ciudad y del hombre como puede apreciarse
en los fotomontajes de El Lisitzki, Ródchenko
o Gustav Klutsis en esta parte de la muestra.
Se cierra esta sección
con la muerte de Lenin y la obra Insurrección
de Kliment Redkó, pero antes vuelve a recuperar el lenguaje zaum a través de los nadistas, una de
las ramas del Dadaísmo ruso que se autoproclamaba “el Dadá de Occidente”. La
asociación nadista, que incluía a Borís Zimenkov, Susanna Mar, Yelena
Kikolaeva, Riúrick Rok, Serguéi Sadikov y Oleg Erberg, solamente se mantuvo de
1920 a 1922.
Dada Brigde
El
final de la Primera Guerra Mundial reconcilio a la comunidad artística
internacional y dio fin a la separación Oeste-Este. Fue en ese momento cuando
se tomó conciencia de que las tendencias dadaístas habían cristalizado para dar
lugar a un proyecto común.
La
exposición tiende un largo puente entre dadaístas y los artistas rusos que
visitaron París, Berlín y Nueva York a principios de los años veinte o vivieron
en esas ciudades. Iliá Ehrenburg y Viktor
Shoklovski, otros destacados vanguardistas rusos se mudaron a Europa o pasaron algún tiempo allí. Todos
ellos tuvieron contacto inmediato con los dadaístas y en distinto grado
contribuyeron a la expansión de la reserva conceptual dadaísta.
Natalia
Goncharova, El Lisitzki, Mijail Lariónov, Iván Puni, Serguéi Sharshun y Iliá
Zdanévich, de ellos hay obras de aquella época en este apartado, se alistaron
en distintas facciones dadaístas, expusieron en la galería berlinesa Der Sturm
(firme promotora del Dadá) y organizaron actos fundamentales del dadaísmo
como Velada del Corazón Barbudo (1923).
Mayakovski despeño un papel
especialmente amalgamador entre el entorno ruso y el europeo. En 1922 se marchó
a Berlín coincidiendo con la inauguración, el 15 de octubre, de la Primera Exposición de Arte Ruso en esa
ciudad, en la muestra se incluyeron obras de todos los principales no
objetivistas, lo que incluyó en los parámetros formales del dadaísmo y en el
creciente interés de este movimiento por el modelo politizado del arte no
objetivo. Durante su estancia en el país germano trabajó con Kurt Schwitters -de quien se muestran algunas litografías- Hans
Arp, Raul Hausmann y Tristán Tzara, representado en la sala en un lienzo de
Robert Delaunay.
El Monumento a la
Tercera Internacional de Tatlin se convirtió en el paradigma del antiarte para
los dadaístas y, gracias los viajes europeos de Mayakovski y del crítico Ósip
Brik, circularon por Rusia publicaciones dadá y reproducciones de obras
fundamentales. Mientras, en Estados Unidos, Katherine
S.Dreier, legendaria coleccionista entregada a la promoción del Dadá en
Nueva York, considera a la vanguardia soviética relevante e influyente para sus
planes. El iconoclasta David Burliuk,
que llegó a Nueva York en 1921 tras escapar a la purga de los anarquistas, se
sumó a Dreier y sus artistas, y al poco tiempo sus cuadros se exponían en el piso de la coleccionista junto a los de
Marcel Duchamp.
Las
obras proceden de numerosos museos y colecciones particulares de Rusia del resto de Europa como el Museo Stedelijk
de Ámsterdam, el Centre Pompidou de París, el Museo de Mayakovski de Moscú, el
Museo Estatal de Bellas Artes Pushkin, la Galería Tretyakov, el Archivo Estatal
Ruso de Literatura y Arte, Museo Literario Estatal Ruso Vladímir Dahl o el
Archivo Lafuente, entre otros.
En 2005 pude disfrutar
de la espléndida exposición DADA,
comisariada por: Laurent Le Bon, en el Centre National D’Art et de Culture
Georges-Pompidou. De la que tengo el catálogo, que recoge la documentación y
obras del movimiento DADA.
Dadá ruso 1914-1924. Es una gran
exposición.
Mariví
Otero
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuente: Dada
ruso 1914-1924. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Del 6 de
junio de 2018 al 22 de octubre de 2018. Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía.
Madrid.
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