miércoles, 6 de abril de 2022

De Posada a Isotype, de Kollwitz a Catlett

Esta gran exposición centra su investigación en la evolución del arte gráfico y su papel como herramienta de reivindicación social durante la primera mitad del siglo XX en Alemania y México. La muestra organizada por el Museo Reina Sofía ocupa nueve salas divididas en cuatro grandes secciones. Se inicia con las dos grandes figuras del grabado de finales del siglo XIX y principios del XX que se convirtieron en referentes ineludibles en el desarrollo posterior del arte gráfico: el mexicano José Guadalupe Posada y la alemana Kätha Kollwitz.

Se trata de una técnica que, sin haber gozado de una gran preeminencia en la historiografía tradicional y contraviniendo su carácter anacrónico y antitecnológico, sirvió en esa época como una potente herramienta política para un amplio número de movimientos artísticos internacionales. Como indican los comisarios Benjamin H.D. Buchloh y Michelle Herewood, una de las claves fue que “la imagen gráfica se convirtió en un lenguaje universal” en diferentes contextos.

Posada y Kollwitz, los grandes precursores

La exposición comienza con una sala en la que confronta el trabajo de José Guadalupe Posada (México, 1852-1913, México) y de Käthe Kollwitz (Alemania, 1867-1945. Alemania), quienes ejercieron una enorme influencia en las generaciones posteriores de artistas gráficos políticos de México, Estados Unidos, la Unión Soviética y China. Situados en extremos artísticos, Posada realizaba mordaces caricaturas políticas, anuncios y viñetas en el contexto de la Revolución mexicana, mientras que la obra de Kollwitz adoptaba un cariz socialista y feminista para denunciar los dramas de la Alemania de la época.

Posada, produjo miles de imágenes y en muchas de ellas partía de uno de los iconos más comunes de México, el esqueleto y la calavera, como puede observarse en sus obras expuestas, entre ellas los grabados Calavera las bicicletas (ca. 1900) o La Calavera Oaxaqueña (1903).

Las infinitas variaciones de Posada sobre las luchas existenciales y sociales de las calaveras hicieron que su imaginario fuera muy popular a nivel local y que despertara a nivel internacional la atención de críticos expresionistas como los alemanes Ernst Toller y Paul Westheim, y otras figuras como Sergei Eisenstein y André Bretón. Además, se convirtió en la figura fundacional para los artistas mexicanos que, como Diego Rivera, reclamaban una auténtica genealogía del arte mexicano.

Por su parte, Käthe Kollwitz, criada en una familia de fuertes convicciones socialdemócratas, trató de continuar la tradición realista más depurada de las artes gráficas para representar la vida social de las mujeres y la clase trabajadora de Berlín de principios del siglo XX. Tras una serie de autorretratos, la exposición muestra sus conjuntos de grabados La revuelta de los tejedores (1893-1897) y La guerra de los campesinos (1908), un porfolio que fue considerado como uno de los ciclos gráficos más destacados del siglo XX por su reivindicación de la justicia social. La muerte de su hijo menor a principios de la Primera Guerra Mundial motivó su tercera gran obra, Guerra (1918-1923) donde remplazó la agitación política por la oposición feminista y el duelo, convirtiéndose en una ardiente pacifista y en una gran crítica de las condiciones de vida y las funciones sociales de las madres proletarias.

El expresionismo alemán

La segunda sala de la muestra está dedicada a la producción gráfica alemana después de la Primera Guerra Mundial y, de forma específica. a la obra realizada por artistas como Max Beckmann (1884-1950), Otto Dix (1891-1969) y George Grosz (1893-1959), tres de los pintores postexpresionistas más destacados de Alemania.

Entre 1919 y 1924 estos autores realizaron diferentes grabados donde reflejaron, cada uno con su impronta particular, los traumas de la primera Guerra Mundial en Alemania y su oposición al resurgimiento militarista y al revanchismo de la derecha.

Así, la carpeta de once litografías tradicionales Die Hölle (Infierno, 1919) de Beckmann retrata de forma caustica la decadencia de la vida y el arte del orden burgués, como puede apreciarse en las litografías Los ideólogos, El hambre o La noche.

El Taller de Gráfica Popular

La tercera y más extensa sección de la exposición, desplegada en seis salas, se centra en este TGP de México, un país que, tras el proceso revolucionario iniciado en 1910, también participó en el debate acerca de las ventajas del medio gráfico como herramienta de comunicación y educación de las clases trabajadoras y rurales.

La primera de estas salas muestra el trabajo de los fundadores de este colectivo -uno de los gremios más representativos y exitosos de la historia universal del arte gráfico-, creado en 1937: Raúl Anguiano (1913-2006), Luis Arenal (1908-1985), Leopoldo Méndez (1902-1969), Pablo O’Higgins (1904- EE. UU. -1983 México), Ángel Bracho (1910-2005) y Alfredo Zalce (1908-2003).

La constitución del taller se llevó a cabo en el seno de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y entre sus objetivos figuraba el fomento de la producción gráfica “en beneficio de los intereses del pueblo de México” a través de un sistema de trabajo colectivo. La producción de una gran cantidad de folletos, carteles, panfletos y grabados por parte de este gremio no solo contribuyó al fortalecimiento de formaciones políticas progresistas que respaldaban causas como la nacionalización de los recursos mineros y petroleros o los derechos a la tierra de las poblaciones indígenas, sino también la lucha contra el fascismo. En la siguiente sala se detiene con más detalle de la obra de Leopoldo Méndez miembro destacado del Taller.

El siguiente espacio de esta sección se ocupa de la aportación realizada al TGP por exiliados procedentes de Europa que huían del ascenso del fascismo. en 1938, Heinrich Gutman, que había ocupado cargos directivos en la LEAR como redactor responsable de la revista Frente a Frente, funda la Liga Pro Cultura Alemana que organizó en 1939 una serie de conferencias sobre el nazismo y el fascismo que se anunciaron mediante carteles realizados por los artistas más activos del TGP. Algunos ejemplos los podemos ver aquí son los trabajos de Leopoldo Méndez y Luis Arenal, que representaron el aparato propagandístico del fascismo alemán; o Isidoro Ocampo (1910-1983), que contribuyó con sendas imágenes sobre el antisemitismo, el fascismo en Japón y con un tercer cártel sobre el fascismo en España con un llamativo retrato de Franco en compañía de una calavera monstruosa. Por su parte, los carteles de Pablo O’Higgins y Guillermo Monroy versan sobre el papel de los hombres o la juventud en la sociedad fascista.

En la cuarta sala, debido a los a los vínculos del TGP con el movimiento sindicalista de los Estados Unidos y de México, entre 1945 y 1947 varios artistas estadounidenses, entre ellos Elizabeth Catlett (EE. UU.,1915-2012, México), se sumaron al TGP. Catlett creo su primer porfolio de quince linóleos, I am the Black Woman, una obra que puede verse -en parte- en la quinta sala dedicada al TGP y que está basada en grabados populares y fotografías de heroínas afroamericanas. Aunque Käthe Kollwitz ya era una referencia para ella, la cultura gráfica del TGP hizo que se replanteara sus concepciones iniciales y terminara fusionando la mexicanidad con las versiones europea o estadounidense del realismo social. Junto a ella, en este mismo espacio, se pueden ver obras de otros artistas también afroamericanos como Margaret Taylos Burroughs (1915-2010), John Woodrow Wilson (1922-2015) y Charles White (1918-1979), muy comprometidos política y socialmente y que se refugiaron en México durante la represión política y racial de la era McCarthy.

Acabamos el recorrido de la exposición con una sección que presenta extensa documentación gráfica del proyecto Isotype que empezó tras la primera Guerra Mundial y que supuso un giro en la aplicación de las técnicas de impresión para la acción política.  Tras el realismo social de Kollwitz o la caricatura política del expresionismo alemán, las figuraciones de los alemanes Franz Wilhelm Seiwert (1894-1833) y Gerd Arntz (1900-1988), identificadas al principio como “constructivismo figurativo”, contribuyeron a la evolución del proyecto Isotype.

Concebido por Otto Neurath (1882-1945), Marie Reidemeister-Neurath (1898-1986) y el propio Gerd Arntz, este proyecto fue desarrollado en diversas fases y sedes (Düsseldorf, Viena, Moscú, La Haya y Londres) y adquirió reconocimiento internacional rápidamente como medio ideal para formular un lenguaje de signos verdaderamente internacional, funcional y universalmente legible.

Espléndida exposición que necesita varias visitas reúne más de 450 obras realizadas con distintas técnicas (xilografía, punta seca, linóleo, litografía, entre otras), muchas de ellas procedentes de importantes colecciones privadas e instituciones como The Metropolitan Museum of Art y el MoMA, de Nueva York; The Art Institute de Chicago; La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en Washington; el Centro Pompidou, de París, o el Kunstmuseum de la Haya.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: De Posada a Isotype, de Kollwitz a Catlett. Museo Nacional Reina Sofía. Del 22 de marzo – 29 de agosto 2022. Gabinete de Prensa del Museo: Documentación y fotografías.

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