viernes, 27 de abril de 2018

BEATRIZ GONZÁLEZ. El arte cuenta lo que la historia no puede contar.


El Palacio de Velázquez, Parque del Retiro acoge la primera monográfica que se ha organizado en Europa sobre Beatriz González (Bucaramanga, Colombia, 1938) pionera del arte pop y considerada como una de las artistas más importantes e influyentes del arte colombiano.

Cerca de 160 obras, pinturas, dibujos, láminas, esculturas e instalaciones, realizadas entre 1965 y 2017, y gran cantidad de archivos prestados por distintos museos y colecciones particulares de todo el mundo, conforman la muestra. Beatriz González ha sido pionera en su país en materia de educación y mediación especialmente con la introducción del concepto de museo como “plataforma de conocimientos” en el Museo de Arte de Moderno de Bogotá durante los años sesenta, donde fue directora del departamento de educación. En paralelo a su larga carrera como artista, Beatriz González ha desarrollado también una amplia labor como crítico de arte y comisaria de exposiciones.


La obra de Beatriz González ocupa un lugar único dentro de la historia del arte latinoamericano, como un trabajo inspirado en los medios de masas en el que inserta un dialogo entre las narrativas populares y la pintura formal. González  transforma obras de arte de carácter universal teniendo en cuenta el gusto popular y se apropia del trabajo fotográfico de las imágenes reproducidas en prensa a través del dibujo, la pintura, la gráfica y la escultura. La muestra revela la naturaleza radical y moderna de su obra: muebles, sus versiones multimedia de retratos sacados de las noticias que conectan el arte pop y la política y, por último, sus monumentales cortinas impresas con iconos universales, que son también una subversión de la historiografía artística clásica.

González siempre ha permanecido al margen de los gustos y modos de hacer el arte en las corrientes de las grandes ciudades, un posicionamiento a la vez estético y político y vital que queda sintetizado en su reivindicativa autodescripción  de “pintura de provincias”. Partiendo de la premisa de que el “arte cuenta lo que la historia no puede contar, cita anónima que, como explica la propia artista en una entrevista que se publico en el catálogo, suele utilizar muy a menudo, la obra de González se articula en torno a la cuestión de la memoria como una coartada nostálgica, todo lo contrario, su trabajo está estrechamente ligado al presente. Hay en sus series gráficas y pictóricas, especialmente desde finales de la década de los 70, un deseo de dar testimonio de su tiempo, de confrontarse y confrontarnos  a él. Y lo hace sin eludir, aunque también sin subrayar, la posición que enfrente a esta realidad ella –como historiadora, como comisaria, como ciudadana- ha decido recuperar.


Cuando se analiza el  trabajo de Beatriz González hay un elemento de carácter metodológico que ilustra la relación que la artista ha mantenido con ciertas manifestaciones expresivas ligadas a la cultura popular y con nociones claves en la historia de las ideas estéticas: a la hora de llevar a cabo sus series gráficas y pictóricas, González siempre parte de imágenes preexistentes que ha ido recopilando en un archivo que, además, ocupa un lugar destacado en la exposición.

Este ejercicio de reformulación crítica de estrategias iconográficas ligadas a la cultura popular se ensambla y complementa con su interés por lo doméstico, y aunque su presencia será constante en toda su trayectoria, quizás donde resulta más apreciable es en aquellas obras en las que, como soporte y/o marco de sus representaciones pictórica, Beatriz González utiliza muebles y otros objetos de uso cotidiano.

Una interesante ramificación de esta vertiente de producción con las piezas que lleva acabo con telones y cortinas de plástico, en los que a menudo imprimirá sus variaciones y copias de obras maestras de la pintura universal. Copias elaboradas no a partir de las obras originales, sino de reproducciones que González encuentra durante sus interminables paseos por el centro y mercadillos populares de Bogotá.

Un ejemplo paradigmático de esto sería Telón de la móvil y cambiante naturaleza (1973) en la que pinta sobre un telón de siete por doce metros una copia del cuadro Le déjeuner sur l’herbe (Almuerzo sobre la hierba, 1863) de Édouard  Manet, que hizo a partir de una desvaída reproducción del mismo que encontró en la portada de una revista. Esta obra, con la que profundiza en su reflexión en torno a cómo las producciones artísticas y culturales occidentales son transformadas y recodificadas cuando llegan a un país del “tercer mundo”, fue la que Beatriz González presentó en la XXVIII Bienal de Venecia de 1978, año en el que Julio César Turbay llegó al poder en Colombia. Controvertido personaje, protagonizará una serie de dibujos y pinturas que suponen otro importante punto de inflexión en su trayectoria, pues a partir de ellos su trabajo comienza a tener una carga más política.


Beatriz González ha expuesto en los principales museos del mundo, desde la Tate Modern de Londres hasta el MoMA de Nueva York; pasando por el Museu de Arte Moderno de Rio de Janeiro o el Museo de arte Moderno de Medellín; además de haber participado en la reciente edición de la Documenta 14, (2017).

La muestra ha sido organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía junto con el CAPC Musée d’art Contemporain de Bordeaux, donde se pudo ver del 23 de noviembre de 2017 al 25 de febrero de 2018,  y KW Institute for Contemporary Art de Berlín, donde viajará tras su estancia aquí en Madrid.

Comisaria de esta espléndida exposición: María Inés Rodríguez.


© Mariví Otero 2018
Asistente: Manuel Otero Rodríguez  

Fuente: Beatriz González. Palacio de Velázquez, Parque del Retiro. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid. Del 22 de marzo de 2018 al 2 de septiembre de 2018. Gabinete de Prensa. Museo Reina Sofía.

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