Lee Friedlander. Baltimore, 1968. Imagen de plata en gelatina. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco . © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Una
gran muestra del fotógrafo más influyentes de nuestro tiempo se puede visitar
en la Sala Recoletos de Fundación Mapfre de Madrid. LEE FRIEDLANDER (Aberdeen,
Estado de Washington, 1934). La exposición organizada de manera cronológica
realiza un recorrido extenso por las seis décadas del trabajo ininterrumpido de
FRIEDLANDER en la que vemos desplegadas sus principales series. También sus
libros, más de cincuenta contando solo sus monografías, acompañan esta muestra
de unas trescientas cincuenta fotografías, pero que busca más que la
exhaustividad, el “encuadre preciso” sobre el artista. La muestra
comisariada por Carlos Collonet.
Lee Friedlander. Albuquerque, 1972. Imagen de plata en gelatina. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Como
sus maestros, FRIEDLANDER se liberó de los cánones formales dominantes que
exigían la búsqueda de la perfección técnica y la belleza, y abordó una
fotografía natural, directa, sin manipulación técnica, eliminando así la
barrera entre lo bello y lo feo, lo importante y lo trivial. Al poner en
evidencia las arbitrariedades de las normas impuestas, su obra cuestiona
nuestra manera de ver el mundo a través de una cámara. Si el arte es una manera
de experimentar, el extrañamiento que experimentamos ante las fotografías de
FRIEDLANDER nos permite volver a contemplar el mundo con una mirada fresca,
liberar nuestra capacidad de percepción y descubrir lo que el encasillamiento
de la tradición había vuelto invisible; en definitiva, nos ofrece renovar
nuestra experiencia del mundo.
Lee Friedlander. Paul Tate, Lafayette, Luisiana, 1968. Galetin silver print. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Para
FRIEDLANDER, el mundo contemporáneo, con toda su riqueza, vitalidad e
incongruencias, encuentra su quintaesencia en el paisaje social norteamericano.
Con la cámara más popular en aquellos años sesenta, una Leica de 35 mm,
rápida ágil, como una extensión del ojo, el artista crea un paisaje cuya
originalidad radica en la libertad con que lo enmarca. Porque su intención es
mostrarnos como funcionan las imágenes: la magia no reside para él en el
“instante preciso” de Cartier-Bresson, sino en el “encuadre preciso”, en cómo
el mundo ofrecido a la cámara se convierte en fotografía.
Lee Friedlander. Nueva York, 2011. Imagen de plata en gelatina. 51 x 40,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
A
partir de los noventa, el fotógrafo se sirve de una Hasselblad para
seguir investigando las posibilidades del medio fotográfico. El desafío que se
plantea FRIEDLANDER para mantener viva su fotografía responde a lo que Willem
de Kooning: “Hay que cambiar para seguir siendo el mismo”. Mantener este
imperativo a lo largo de su carrera tan prolongada requiere afrontar riesgos y
mucho trabajo, energía y resistencia. Pero no es un problema para quien
disfruta del acto de ver y posee una extraordinaria habilidad de observación.
Lee Friedlander. Baton Rouge, Lousiana, 1998. Imagen de plata en gelatina. 51 x 40,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
La
exposición es un completo recorrido cronológico por su extensa obra, destacando
algunos de sus proyectos más significativos como American Monuments.
Abre la muestra con JAZZ, la relación de LEE FRIEDLANDER con el jazz va más allá de su afición por este tipo de música. Buena parte de estas fotografías están recogidas en las publicaciones que rinden tributo a su pasión por el jazz, a sus músicos y la ciudad de Nueva Orleans, donde viajó en numerosísimas ocasiones: The Jazz People of New Orleans, 1992; American Musicians, 1998, y Playims for the Benefit of the Band, 2013.
Lee Friedlander. Nueva York, 2002. Imagen de plata en gelatina. 51 x 40,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
En los
años sesenta, FRIEDLANDER irrumpía en el pequeño panorama de la fotografía
artística como un torbellino de ingenio y novedad. Había tomado nota de las
innovaciones formales y conceptuales aportadas por fotógrafos como Walker Evans
y Robert Frank, pero este joven artista culminaría el camino emprendido por la
generación anterior para romper moldes tradicionales de representación e
interpretación de la realidad, contribuyendo con ello a renovar nuestra visión
del mundo. Si en algunos de los primeros trabajos vemos una extraña densidad
marcada por la fuerza de los negros y el contraste tonal junto a un encuadre
más convencional que reafirma la presencia de los objetos en sobrios escenarios
-como en las ingeniosas Little Screens-, con su ambigüedad y
yuxtaposición de ideas que lo sitúa en la órbita de los dadaístas o los
surrealistas. Un paisaje vernáculo complejo, impersonal, a veces caótico, que
le aproxima más al movimiento pop.
Lee Friedlander. Nashville, 1963. Imagen de plata en gelatina. 35,5 x 28 cm. Colecciones Fundación MAPFRE. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
En
1963 tiene su primera exposición individual en la George Eastman House de Rochester,
Nueva York. A lo largo del año siguiente, y gracias a una beca Guggenheim,
viaja por Europa con su familia; algunas de las fotografías que tomó entonces
en España se presentan aquí por primera vez.
Los
años setenta. El fuerte contraste de las imágenes de la
década anterior se relaja en la época; lo que era más denso es ahora más
ligero. Todo es legible en la escala de grises; una descripción más fluida en
la que la presencia del fotógrafo pasa desapercibida. Sus obsesiones siguen
progresando, junto a otras nuevas que conviven con las anteriores; no dejamos
de encontrar efectos de collages, cortes y obstáculos, aunque percibimos mayor
flexibilidad y una nueva amplitud en la descripción de los motivos. Los vemos
en The American Monument, una de las series más importantes de su trabajo,
donde encontramos diversos e inesperados puntos de vista, encuadres
sorprendentes para abordar el tema, con más información de la que podríamos
imaginar relevante. El volumen nacido de esta serie, publicado en 1975, es, sin
suda, uno de los grandes libros de la fotografía del siglo XX.
Lee Friedlander. El padre Duffy, Times Square, Nueva York,. 1974. Imagen de plata en gelatina. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
María,
Las Vegas, 1970. Estamos ante uno de los retratos más bellos
que FRIEDLANDER hizo de María. En realidad, es también autorretrato, pues al
fotógrafo posa su sombra sobre el cuerpo de su mujer. Comparten con nosotros
una intimidad que no es tan habitual: la cama revuelta, María de pie apoyada en
la pared medio desnuda, la presencia de LEE confundiéndose con ella… LEE y
María DePaoli se conocieron en 1957 y se casaron al año siguiente, cuando
tenían veinticinco y veinticuatro años respectivamente. La extraordinaria
colección de retratos de su mujer realizados por FRIEDLANDER se inicia desde
ese momento y abarca toda su vida. El artista nos narra su historia en primera
persona y a la vez es capaz de difuminarse para transformar su autobiografía en
un retrato universal con el que podríamos identificarnos cada uno de nosotros.
Lee Friedlander. Maria, Las Vegas, Nevada, 1970. Imagen de plata en gelatina. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Tras
más de tres décadas de uso de la Leica de 35 mm., en los años noventa
FRIEDLANDER se reinventa con una nueva cámara que va a ser su leal compañera en
adelante, una Hasselblad Superwide, con un negativo cuatro veces mayor que el
de la anterior y una extraordinaria óptica de Zeiss que le cautivó. Encontramos
los mismos temas junto a uno nuevo que será el desencadenante de este cambio,
el paisaje natural. Comenzó a trabajar de manera intensa en el desierto de
Sonora, en Arizona, a principios de los noventa y, al intentar captar en
profundidad la complejidad de ese intrincado lugar bajo la luz cegadora,
comprobó las limitaciones de la Leica. Cuando completó el proyecto, The
Desert Seen (1996), decidió seguir empleando esa nueva cámara que traduce
de forma extraordinariamente fiel las cosas tanto en primer plano como en la
distancia.
Lee Friedlander. Parque Nacional de Grand Teton, Wyoming, 1999. Imagen de plata en gelatina. 51 x 40,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
El
paisaje social norteamericano ha siso el tema central de la fotografía de
FRIEDLANDER y lo sigue siendo en estas últimas décadas; incluso somos más
conscientes de ello ante las series que encontramos en este capítulo de la
exposición, como las conocidas America By Car o Sticks and Stones: una
actualización de ese paisaje que es también una recopilación de las obsesiones
que comparte con nosotros desde hace tantos años: espacio natural, monumentos,
reclamos publicitarios, vallas metálicas, retratos, autorretratos… Un entorno
siempre cambiante y cada vez más atractivo para la Superwide en manos de
FRIEDLANDER. Como comenta Nicholas Nixon en las paginas del catálogo de esta
muestra: “Cuando entornes los ojos para ver una de sus imágenes, las formas,
los espacios y la energía general parecen inevitables, equilibrados pero llenos
de fuerza, y a menudo de alegría. Todo en sus encuadres importa. La forma eleva
el tema hacia el significado”.
Lee Friedlander. Haverstraw, Nueva York,1966. Imagen de plata en gelatina. 28 x 35,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Las
fotografías en blanco y negro presentes en la exposición con imágenes de plata
en gelatina positivadas por LEE FRIEDLANDER. Las copias datan de varios
periodos a lo largo de las seis décadas de trabajo del artista. Las imágenes en
color han sido reproducidas digitalmente a partir de diapositivas originales.
Lee Friedlander. Oregón, 1997. Imagen de plata en gelatina. 51 x 40,5 cm. Cortesía del artista y de Fraenkel Gallery, San Francisco. © Lee Friedlander, cortesía de Fraenkel Gallery, San Francisco
Fuente: LEE FRIEDLANDER. Fundación Mapfre. Madrid. 1 de octubre 2020 al 10 de enero 2021. Departamento de prensa de la Fundación: documentación y fotografías: Alejandra Fernández Martínez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario