viernes, 25 de marzo de 2022

ANNIBALE CARRACCI. Los frescos de la capilla Herrera

 
La refacción milagrosa ANNIBALE CARRACCI y FRANCESCO ALBANI Pintura mural trasladada a lienzo, 126 x 220 cm 1604-5 Madrid, Museo Nacional del Prado.

El Museo Nacional del Prado en colaboración con el Museu Nacional d’Art de Catalunya y El Palazzo Barberini de Roma, ha presentado el extraordinario montaje de la exposición que nos permite a los visitantes recorrer las diferentes alturas de la capilla y recrear su decoración. La exposición cuenta con el patrocinio de la Fundación Amigos del Museo del Prado y la colaboración del Ayuntamiento de Madrid.

Comisariada en el Prado por Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación del Museo Nacional del Prado, se ha inaugurado el pasado 8 de marzo, y llegará al MNAC, en julio, para finalizar su recorrido, en noviembre, en el Palazzo Barberini.

Plaza Navona GASPAR VAN WITTEL Óleo sobre lienzo, 96,5 x 216 cm 1699 Madrid, Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en depósito en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

La iglesia de Santiago de los Españoles fue desde mediados del siglo XVI hasta el siglo XVIII, cuando comenzó su decadencia, uno de los lugares de mayor importancia religiosa, simbólica y representativa de la monarquía española en Roma.

A comienzos del siglo XVII el banquero palentino Juan Enríquez de Herrera (h. 1539-1610) mandó construir en esa iglesia una capilla dedicada a San Diego de Alcalá, monje franciscano del siglo XV elevado a los altares en 1588 y a quien Herrera había rogado por la sanación de su hijo enfermo. La construcción de la capilla discurrió entre 1602 y 1606, momento en el que también se realiza su pintura al fresco. Esta le fue enfiada a Annibale Carrcci (Bolonia, 1560-1609, Roma), quien venía de decorar con gran éxito la galería del palacio Farnese.

Carracci contó desde el inicio con la ayuda de uno de los pintores de su círculo, Francisco Albani (1578-1660), colaboración que se vio alterada a finales de 1604 o principios de 1605 por una grave enfermedad del maestro, que le impidió continuar su trabajo. a partir de entonces, fue Albani quien, bajo la supervisión de Carracci, se encargó de la dirección de la pintura.

Como consecuencia del deterioro de la iglesia, en 1833, se recomendó a Pellegrino Succi el arranque de los frescos. El escultor Antonio Solá dirigió la operación y, finalmente, en 1850, consiguió embarcar dieciséis pinturas en el puerto de Civitavecchia con dirección a Barcelona, donde permanecieron nueve de ellas, mientras que otras siete viajaron a Madrid. El cuadro del altar fue depositado en la iglesia de Monserrat de Roma, donde permanece. Desde entonces, es la primera vez que este conjunto se reúne.

Reconstrucción de la disposición de los frescos de la capilla Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles en Roma. Foto ©Museo Nacional del Prado.

Recorrido por las cinco salas que acogen los frescos y dibujos preparatorios:

Estudio para el hombre que entrega la limosna en San Diego recibe limosna ANNIBALE CARRACCI Lápiz negro, 391 x 234 mm 1590-95 Reino Unido, Royal Collection Trust.

Evocación de la visita a la capilla Herrera y frescos en el exterior

En esta sala se muestran, los dos frescos que se ubicaban en el exterior de la capilla. Previamente, Carracci había empezado la decoración del interior, que quedo interrumpidas por razones que no resultan claras. Una vez concluidas estas dos escenas, regresó a los frescos del interior hasta su terminación. Se desconoce la razón de estos vaivenes, debidos quizás a las dificultades para desenvolverse en un recinto ocupado por andamios, o por la presencia de trabajadores de otros oficios que no dejaban sitio suficiente, además de ensuciar y humectar en exceso el reducido espacio interior.

Las pinturas al fresco se iniciaban habitualmente por la parte más alta, para evitar con ello que sucesivas intervenciones ensuciaran lo ya realizado. Es por ello por lo que, en el exterior de la capilla. Carracci y Albani comenzaron su trabajo por el fresco ubicado en el nivel superior. La Asunción de la Virgen, para continuar con los Apóstoles alrededor del sepulcro vacío de la Virgen.

Ocupado en la Asunción, Annibale Carracci sufrió una violenta enfermedad que le impidió continuar, razón por la cual el fresco de los apóstoles corrió a cargo de Albani, quien asumió a partir de ese momento la dirección del proyecto. Ambas pinturas son dos de las más bellas de todo el conjunto, y los apóstoles alrededor del sepulcro es, además, la más colorista, quizás por su situación en el exterior de la capilla.

Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

Las pinturas situadas en la parte baja de los muros del interior de la capilla

En esta sala en los laterales se muestran dos de los milagros de San Diego: la Curación de un joven ciego y el Milagro de las rosas, ambos enteramente de Albani, una vez que la enfermedad de Carracci le hizo responsable del proyecto. En el altar colgaba el cuadro al óleo de San Diego de Alcalá intercede por Diego Enrique de Herrera, de atribución muy controvertida, y a ambos lados San Pedro y San Pablo, frescos adjudicados habitualmente a Albani o Giovanni Lanfranco.

Los problemas atributivos que plantea este conjunto tienen dos causas. La primera es su delicado estado de conservación, que ha impedido un satisfactorio análisis formal. Además, la propia concepción del trabajo en el taller de Carracci dificulta la identificación de las distintas manos, la inventio corresponde en exclusiva a Annibale, quien compartió la ejecución con pintores de confianza. Rafael fue el modelo a seguir, tanto en los aspectos formales como en el hecho de Carracci recurriese a los jóvenes más cualificados de su taller, destinados a satisfacer la creciente demanda de sus obras. Solo tenemos noticias de la decepción de uno de sus clientes, que fue, que fue precisamente, Juan Enrique de Herrera.

Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

Las pinturas de dos medios puntos de la capilla

Nos encontramos en esta sala con las pinturas de los dos medios puntos de la capilla, así como con óvalos que decoraban las pechinas. Las dos primeras, la predicación de San Diego y la aparición de San Diego en su sepulcro, son habitualmente atribuidas a dos pintores del ámbito de Carracci: Sisto Badalocchio y Giovanni Lanfranco, respectivamente. La asignación a este último aparece confirmada por las proporciones alargadas y esbeltas de las figuras del primer plano, sello característico del artista. La autoría de Badalocchio se recoge en fuentes escritas del siglo XVII, que narran su fracaso por su manifiesta falta de pericia en la pintura al fresco. Albani habría retocado el seco trabajo de Badalocchio para disimular sus defectos. Su delicado estado de conservación impide confirmar la veracidad de este relato.

En dos de los óvalos, San Francisco y San Lorenzo, se aprecia la mano de Carracci y se encuentran entre las pinturas más bellas de todo el conjunto el dedicado a Santiago es sin duda de Albani, como muestra su característico tipo físico. El cuarto San Juan Evangelista, desaparecido, se evoca a través de una estampa.

Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

Colaboración de Carracci y Albani

Se exponen en esta sala cuatro pinturas producto de la colaboración de Carracci y Albani. Sabemos que cada una fue realizada en dos jornadas, en sendas mitades que quedaron marcadas por una llaga vertical en el mortero detectada durante la restauración. Albani pudo iniciar las cuatro escenas. En las dos que tienen lugar al exterior, comenzó por el celaje y siguió, en planos sucesivos, por el paisaje, las arquitecturas y la vegetación más próxima a las figuras. En las de interior pintó los elementos necesarios para su desarrollo -el altar, el horno, la capilla, la hornacina la escalera, etc.- y los fondos arquitectónicos, para lo que se ayudó de líneas incisas de perfil afilado. Carracci pudo realizar las partes más comprometidas, como las cabezas y manos de los protagonistas, y concluir con un repaso general de la pintura.

El arranque de estos frescos, realizado a partir de 1833, debió comenzar por San Diego salva al muchacho dormido en el horno, que se llevó de su perfil cóncavo original a otro plano. Con ello se pretendía exhibir la obra colgada en una pared, como si de una pintura de caballete se tratara. Tras el mal resultado de ese ensayo, que fracturó los ángulos inferiores de la obra, se decidió respetar la curvatura del resto.

Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

Interior de la linterna

Cierra la exposición la figura del Padre Eterno que decoraba el interior de la linterna. Fue el fresco realizado en primer lugar y en él, al ser un espacio angosto, Carracci cedió su sitio a Albani. Conserva todavía la estructura de madera original ideada tras el arranque del fresco para sostener la pintura por su parte posterior, mantener la rigidez del lienzo de traspaso y evitar posibles deformaciones de la superficie pictórica.

Los frescos de la capilla Herrera debieron de pintarse en un plazo de tiempo muy breve. Los custodiados en el Museo del Prado precisaron de dos jornadas cada uno de ellos, para un total, si sumamos el óvalo perdido, de dieciséis días de trabajo, algo más si aceptamos que la colaboración entre Annibale y Albani tuvo necesariamente que ralentizar su tarea. La Asunción requirió cinco jornadas; los Apóstoles alrededor del sepulcro, ocho, y el Milagro de las rosas, seis.

Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

La capilla Herrera fue el trabajo más importante de la producción de Annibale Carracci.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Annibale Carracci. Los frescos de la capilla Herrera. Museo Nacional del Prado. Hasta el 12 de junio de 2022. Área de comunicación del Museo: documentación y fotografías.

viernes, 18 de marzo de 2022

En el Museo Nacional del Prado nuevas formas de mirar y comprender las diversas realidades de la pintura gótica

Sala 51A. Foto © Museo Nacional del Prado

Un paseo esta tarde por el Museo del Prado, he visitado la nueva propuesta de exhibición de la pintura gótica en las salas 51A y 51B del edificio Villanueva, es el resultado de una intensa actividad de investigación y recuperación de esta colección presentada con la amenidad necesaria para despertar la curiosidad del mayor número de visitantes, y ahí estaba.

Sala 51B. Foto © Museo Nacional del Prado

El luminoso azul, que decora los muros de estas salas renovadas, pretende potenciar el fuerte cromatismo inherente a la mayoría de las pinturas góticas y reforzar la idea de que las obras no fueron concebidas sólo como objetos en sí mismos sino también como sujetos dependientes de entornos dotados de una fuerte dimensión sensorial. La remodelación de estas salas, regida por criterios de coherencia estructural y temática, propone nuevas formas de mirar y comprender la pintura gótica a través de la explicación de ideas y conceptos y la narración de historias.

Sala 51B. Foto © Museo Nacional del Prado

Con motivo de esta instalación y gracias al apoyo de la Fundación Iberdrola España, se han completado varias restauraciones significativas como Santiago Peregrino de Juan de Flandes o la Virgen con el Niño atribuido a Pere Nicolau.

Sala 51A. Foto © Museo Nacional del Prado

Lejos de resultar gratuito, o meramente estético, el luminoso azul que decora los muros de las renovadas salas es fruto de la voluntad de provocar una serie de efectos y sensaciones en los visitantes. En primer lugar, la potenciación del fuerte cromatismo inherente a la mayoría de las pinturas góticas. Ello resulta especialmente evidente en la sala dedicada al gótico internacional, escenario de una auténtica explosión de colores con pocos paralelos en el resto del museo. Se recupera de este modo uno de los efectos más apreciados por los espectadores medievales, siempre deseosos de contemplar obras realizadas con colores vivos y suntuosos. Igualmente, se persigue ofrecer una experiencia inmersiva.

Sala 51A. Foto © Museo Nacional del Prado

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: En el Museo Nacional del Prado nuevas formas de mirar y comprender las diversas realidades de la pintura gótica. Museo Nacional del Prado. Área de comunicación del Museo: Documentación y fotografía.

BRUNO MUNARI: un “Leonardo de nuestro tiempo”

Ugo Mulas, Bruno Munari, 1967. Archivio Ugo Mulas, Milán. Foto: Ugo Mulas © Herederos Ugo Mulas, Milán – Galleria Lia Rumma, Milán/Nápoles. Todos los derechos reservados.

En la Fundación Juan March primera retrospectiva dedicada en España a Bruno Munari (Milán, 1907-1998) y muestra más completa hasta la fecha fuera de Italia sobre este artista multidisciplinar, especialmente conocido por ser una de las figuras más importantes del diseño y de la comunicación visual del siglo XX, un “Leonardo de nuestro tiempo”. Así describía Picasso a Munari. Buscaba la esencia del arte y del diseño en el equilibro entre el rigor y la levedad, sirviéndose siempre del juego, del humor y de la ironía. Esta especie de “muestra colectiva de Bruno Munari” (como él tituló una de sus exposiciones) incluye pinturas, dibujos y esculturas -obras de dos y tres dimensiones, como artista solía referirse a ellas- proyecciones y juegos de luz, piezas de diseño gráfico e industrial ejercicios tipográficos, escritos y libros infantiles en otras obras.


Bruno Munari, Sculture da viaggio [Esculturas de viaje], 1958. Cartulina. Fondazione Jacqueline Vodoz e Bruno Danese, Milán. Foto: © Roberto Marossi, cortesía Fondazione Jacqueline Vodoz e Bruno Danese.

Sus inicios artísticos coincidieron con la segunda generación de futuristas italianos, aunque después se alejaría de ellos, para dar en 1930 un giro hacia la abstracción, que culminaría con la realización de sus “máquinas inútiles”, toda una definición, y muy precisa, de lo que es la obra en la modernidad. Ese interés por el dinamismo de las formas le llevaría a investigar con tecnologías recién inventadas como la fotocopiadora, o a derrochar su ingenio poético en obras como los Fossili del 2000 (Fósiles del 2000), los Forchette parlanti (Tenedores parlantes) y los Libri illeggibili (Libros ilegibles). También a darse cuenta, con la simpleza que caracteriza sus invenciones, de los libros infantiles no debían tener protagonista, sino que en ellos el protagonista debía ser el propio niño.

Bruno Munari, Macchina inutile [Máquina inútil], 1945. Madera pintada e hilos de naylon. 185 x 62 cm. Fondazione Jacqueline Vodoz e Bruno Danese, Milán. Foto: © Roberto Marossi, cortesía Fondazione Jacqueline Vodoz e Bruno Danese.

En cuanto a su trabajo como diseñador gráfico y editorial, fue consultor de grandes empresas italianas como Mondadori, Einaudi y Olivetti, y el alma de la marca Danese, para la que diseñó piezas como el cenicero Cubo que forman parte de la historia del diseño mundial. Desde la década de 1960 perfeccionó un método -el “método Munari”- que hoy sigue gozando de gran éxito; propuso a la Olivetti una exposición itinerante basada en la muy moderna idea de “programación” a la que se adhirió toda una generación de artistas, la titulada Arte Programmata, pese a lo cual su obra no ha sido todavía objeto de grandes exposiciones internacionales.

Bruno Munari, Scultura da viaggio per Valigeria Angelo Valaguzza [Escultura de viaje para la fábrica de artículos de viaje Valigeria Angelo Valaguzza], 1958. Palitos de madera y papel tapiz. 27 x 49 cm. CSAC, Universidad de Parma.

Paseamos entre las, casi trescientas obras y materiales del artista, divididas en seis ámbitos cuyos títulos aluden a los procesos de pensamiento que dan lugar a las diversas tipologías la obra de Bruno Munari:

“Ser en el tiempo”, “De las dos a las cuatro dimensiones”, Método como método”, “Superar el límite” “Anular el tiempo” y por último “Descubrir el mundo”. Bajo estos procesos se encuentran siempre lo que él llamó “método”: “el secreto -escribió- consiste en que yo parto siempre de la técnica, no del arte […] Si partes de las técnicas sabes hasta dónde puedes llegar”.

El paseo por la muestra lleva tiempo, la selección como hemos indicado al principio incluye pinturas, dibujos y esculturas, revistas, productos y piezas de diseño. películas experimentales, acciones y ensayos lumínicos, proyecciones y juegos de luz, objetos y elementos de diseño gráfico e industrial, diseños publicitarios, ediciones, ejercicios tipográficos, escritos teóricos, libros de artista, libros infantiles y propuestas pedagógicas, además de documentación sobre obras efímeras, textos y fotografías.

Bruno Munari, Negativo-positivo, 1951. Óleo sobre tabla. 49 x 49 cm. Colección particular. Foto: © Bruno Bani.

La muestra finaliza con “laboratorio” basado en el método pedagógico de Munari especialmente ideado para esta muestra y dirigido por maestros formados en dicho método. Para su desarrollo se dedica un gran espacio taller, donde niños, jóvenes, centros escolares y familias convivirán con las piezas del gran Alfabeto Lucini, letras creadas por Munari a partir de materiales diversos.

Laboratorio. Bruno Munari.

El equipo curatorial: Marco Meneguzzo (comisario invitado), Manuel Fontán del Junco (Director de la Fundación Juan March), Aida Capa (Jefe de proyectos expositivo, de la Fundación).

El 8 de abril se estrenará el Filmin y Canal March Bruno Munari: la magia del arte, quinta entrega de la serie de videoensayos “La Cara B”, El documental, elaborado en coproducción con la productora 93 Metros se centrará en los aspectos más originales de la obra y personalidad del artista italiano Bruno Munari.

El mayor obstáculo para apreciar una obra de arte es tratar de entenderla. Bruno Munari

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Bruno Munari. Fundación Juan March. Madrid. del 18 de febrero al 22 de mayo de 2022. Prensa Fundación Juan March: Camila Fernández Gutiérrez.

miércoles, 9 de marzo de 2022

Tiziano se suma a la contemplación de las Majas de Goya

Sala 36. Foto © Museo Nacional del Prado.

La salida de una significativa selección de obras de Goya, con motivo de la colaboración del Museo Nacional del Prado en la exposición celebrada recientemente en la Fondation Beyeler en Basilea. ha favorecido la realización de varias intervenciones para la reinstalación de sus salas 34 a 38, dedicadas a Goya, con el propósito de ofrecernos a los visitantes un nuevo discurso expositivo y narrativo de una parte significativa de la colección de este maestro universal.

Se han abiertos los balcones de las salas 34 y 38, dos dirigidos hacia el paseo del Prado y el último al Jardín Botánico, permitiendo la entra de luz natural para crear una atmósfera más luminosa y se ha creado una nueva sala de mayores dimensiones al unir las salas 37 y 38 demoliendo el tabique que las separaba. En esta nueva sala destacan las pinturas de La Maja desnuda y la Maja vestida unidas al retrato de la Marquesa de Santa Cruz y, por primera vez, a una de las pinturas de Tiziano que representa a Venus.

Esta nueva ordenación se ve enriquecida, en la sala 34 dedicada a la pintura religiosa, con la exposición durante un año de los bocetos de Goya de la colección Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, propietarios de su cuadro de altar de San Bernardino de Siena en la Basílica de San Francisco el Grande en Madrid, que permite conocer el proceso creativo de esta obra y la manera precisa y eficaz del artista de concebir una composición de gran complejidad. El primero de los bocetos se expuso por primera vez hace más de cien años, mientras el segundo se presenta al público por primera vez. Ambos óleos han sido recientemente restaurados en el Taller de Restauración del Prado.

En esta misma sala, presidida por Cristo crucificado de 1780, que le valió al artista su ingreso a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, se reúnen, además, tres bocetos de cuadros de altar para importantes iglesias como las catedrales de Toledo y Sevilla, y pinturas destinadas a oratorios o pequeños altares de destacados clientes particulares. El conjunto revela el desarrollo estilístico de Goya durante cinco décadas. así como su concepción original y más realista de los hechos religiosos y de las acciones de los santos y seres divinos, y su novedosa utilización de la luz.

Sala 34. Foto © Museo Nacional del Prado.

Las salas 35 y 36 continuarán el recorrido por los retratos pintados por Goya a partir de la década de 1780 y hasta la de 1800 mostrando el panorama de clientes que buscaron a este artista convertido en el retratista más importante en la corte de su tiempo. En ellos desaparece ya algo del idealismo y la temporalidad que hasta entonces habían sido normas del género y se puede observar la excelencia del artista en analizar con profundidad el carácter de los modelos y de convertir cada uno de estos retratos en una obra única en cuanto a la composición y expresividad.

Sala 35. Foto © Museo Nacional del Prado.

Llegamos a las salas 37 y 38, el nuevo espacio que se abre con la unificación de las salas se exponen la Maja desnuda u la Maja vestida acompañadas. por primera vez, por el cuadro de Venus recreándose con el Amor y la Música pintado por Tiziano hacia 1555. La exposición de esta obra en estas salas, procedente de la Colección Real, es reflejo de la decoración de uno de los gabinetes en el palacio del valido Manuel Godoy, en el que se encontraban la Majas de Goya junto a representaciones de la diosa del amor, como la Venus del espejo de Velázquez (National Gallery, Londres) y una de Tiziano en una pequeña copia. Además, en este contexto se evidencia el carácter novedoso de las composiciones de las Majas despojadas de toda referencia mitológica y cuyas modelos no rehúyen la mirada del espectador.

Sala 37-38. Foto © Museo Nacional del Prado.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez


Fuente: “Tiziano se suma a la contemplación de las Majas de Goya”. Museo Nacional del Prado. Área de comunicación del Museo: Documentación y fotografías.

El gusto francés y su presencia en España, siglos XVII-XIX

Jean-Honoré Fragonard El sacrificio de Calírroe, 1765 Óleo sobre lienzo, 65 x 81 cm. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid. (nº inv. 0710) Foto © Pablo Linés

En la Fundación MAPFRE Sala Recoletos. El gusto francés, analiza la presencia del arte galo en nuestro país a lo largo de los siglos XVII y XIX, el período de mayor influencia recíproca e interrelación entre los dos países.

A través de 45 pinturas, 16 dibujos, 8 esculturas, 31 piezas de artes suntuarias y decorativas, y objetos de uso cotidiano, esta exposición se adentra en la evolución del gusto francés en nuestro país, hasta el momento estudiado de forma puntual.

Un proyecto trasversal, que abarca un período histórico tan extenso, no puede ser comprendido sin su contexto histórico tan extenso. En este sentido, la muestra aborda también aspectos que hacen visibles dicha evolución, como las relaciones diplomáticas, la historia del coleccionismo o la construcción de las identidades nacionales.

 Anicet-Charles-Gabriel Lemonnier Doña María de los Dolores Leopolda Cristina de Toledo y Salm-Salm, duquesa de BeaufortSpontin, con sus hijos, ca. 1789 Óleo sobre lienzo, 128 x 95 cm. Colección Duque del Infantado Foto © Pepe Morón

Amaya Alzaga Ruiz comisaria de la muestra comenta: “Los espacios iniciales se han dedicado a la llegada de las primeras piezas galas durante el reinado de Carlos II, último de los Habsburgo españoles, así como la edad de oro de la pintura de ese período. En las siguientes salas se trata la consolidación del gusto francés durante el gobierno de los Borbones -con especial incidencia en los reinados de Felipe V, Carlos IV e Isabel II- y en las últimas se examina la decadencia de su monopolio hacia 1870, cuando España ya se había convertido en un modelo romántico a seguir. Se ofrece así un recorrido desde la segunda mitad del siglo XVII -cuando Luis XIV arrebató a España el puesto de primera potencia europea e inició una progresiva e imparable conquista política y cultural del continente-, hasta el viraje que supuso, a mediados del siglo XIX, el descubrimiento de nuestro país como un Oriente cercano y un motivo de inspiración para viajeros y artistas”.

Jean Nocret Retrato ecuestre del Delfín de Francia a los tres años, 1665 Óleo sobre lienzo, 187 x 152 cm. Colección particular Foto © Joaquín Cortés

La muestra se divide en secciones y un epílogo. Las iniciales abordan la llegada de las primeras piezas galas durante el Reinado de Carlos II, último de los Habsburgo españoles, así como la edad de oro de la pintura de ese período, Se recorre a continuación la consolidación del gusto francés durante el gobierno de los Borbones – con especial incidencia en los reinados de Felipe V, Carlos IV e Isabel II- y concluye con la decadencia de su monopolio hacia 1870, cuando España ya se había convertido en un modelo romántico a seguir.

Siglo XVII. Las relaciones difíciles: Retratos, intercambios y regales. Coleccionismo e influencia francesa.

Charles y Henri Beaubrun María Teresa de Austria y el Gran Delfín de Francia, ca. 1664. Óleo sobre lienzo, 225 x 175 cm. Museo Nacional del Prado (nº inv. P002291) © Archivo Fotográfico. Museo Nacional del Prado. Madrid

Siglo XVIII. Llegada de artistas a la España de los Borbones: La eclosión del gusto francés.

Louis-Michel Van Loo María Antonia Fernanda de Borbón, infanta de España, ca. 1737 Óleo sobre lienzo, 88,3 x 71,3 cm. Museo de Bellas Artes de Asturias. Depósito de la colección del IX conde de Villagonzalo (nº inv. 11524) Foto © Marcos Morilla

François-Louis Godon y Joseph Coteau Reloj de La Fuerza y la Prudencia, ca. 1795-1800 Mármol, bronce, oro, porcelana, metal, 75 x 53 x 17 cm. Colecciones Reales. Patrimonio Nacional, Palacio Real de Madrid (nº inv. 10137846) © Patrimonio Nacional, Palacio Real de Madrid

Revolución francesa (1789-1799) e Imperio (1799-1815). Llegada de los artistas a la España de los Borbones.

Manufactura francesa Indumentaria femenina compuesta de vestido camisa y «spencer» [chaquetilla corta o jubón], ca. 1810 Plata, seda, tafetán y sarga. Museo del Traje, Madrid (nº inv. MTFCE001046) © Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico, Madrid. Munio Rodil Ares

Édouard Odier Eugenia de Montijo a caballo, 1849 Óleo sobre lienzo, 275 x 210 cm. Fundación Casa de Alba

Siglo XIX. La imagen romántica de España. Retratarse a la francesa. La corte paralela de Montpensier.

Alfred Dehodencq El duque de Montpensier con su familia en los jardines de San Telmo, 1853 Óleo sobre lienzo, 175 x 135 cm. Colección particular Foto © Pablo Linés

Epílogo: La vía moderna a través de España.

Gustave Doré Los vagabundos, ca. 1868-1869 Óleo sobre lienzo, 197 x 95 cm. Museo de Bellas Artes de Bilbao (nº inv. 20/217) © Bilboko Arte Ederren Museoa-Museo de Bellas Artes de Bilbao

Interiores al gusto. A modo de epílogo, la exposición presenta obras de Édouard Manel, Henri Fantin-Latour y Théodule-Augustin Ribot realizadas en las décadas de 1860 y 1870, en las que se hace evidente este cambio en la mirada artística, que centra ahora su interés en España, e inaugurar un episodio imprescindible del arte moderno.

Alfred Dehodencq Las hijas del duque de Montpensier, ca. 1861 Óleo sobre lienzo, 160 x 101 cm. Museo Nacional del Romanticismo (nº inv. CE7171) Foto © Pablo Linés

La exposición ha contado con el apoyo de importantes instituciones españolas como la Biblioteca Nacional de España, el Museo Nacional del Prado, El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, El Museo Nacional de Artes Decorativas, El Museo Nacional del Romanticismo, Patrimonio Nacional, la Fundación Casa de Alba, el Museo de Bellas Artes de Asturias, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, o el Museu Nacional d’Art de Catalunya, entre otras, así como de destacadas colecciones particulares, muchas de cuyas obras se presentan por primera vez en una muestra.

Jean-Baptiste Achille Zo Vendedor de fruta en Sevilla, ca. 1864 Óleo sobre lienzo, 116,3 x 89,6 cm. Colección BBVA (nº inv. P01666) Foto © David Mecha

Muy recomendable un recorrido por la exposición que es de una hora, cada sección da una lectura de fácil comprensión.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: El gusto francés y su presencia en España siglo XVII-XIX. Fundación MAPFRE Sala Recoletos hasta el 8 de mayo 2022. Comunicación Fundación MAPFRE. Alejandra Fernández Martínez.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Los mecánicos de MANUEL CALVO (1963). Ruptura o continuidad.

Manuel Calvo en su estudio.

La Galería José de la Mano, ha inaugurado esta exposición que es una producción a escala personal, ejemplificando respuesta en un artista Manuel Calvo (Oviedo, 1934- Madrid 2018), es de los que compartían la idea de que el arte normativo no es definición, sino proyecto. Lo cual excluye la necesidad de una huella íntima.

Caminamos por la muestra de la mano de Luis Magaz Robain, él ha investigado este periodo tan especial de obras sobre papel de 1963. Son imágenes que se encuentran desde un punto de vista conceptual, que confluyen elementos similares a los últimos “geométricos” en blanco y negro, a los “círculos de Calvo” y a una buena parte de la producción de estos llamados “mecánicos” que enlazan con la estampación de láminas, el entintado de planchas y la limpieza de los rodillos; parecen surgidos de una reflexión material sobre los procesos de estampado. Y no es casualidad que Manuel Calvo, dotado de un enorme talento e intuición, aproveche estos recursos plásticos que se basan en la experimentación y la búsqueda.

Manuel Calvo. Galería José de la Mano.

Otro tipo de indagaciones plásticas son los frottage que, como se puede ver en esta muestra, se convierten en elegantes texturas grises elaboradas en grafito sobre papel rugoso, en las cuales el caos aparente se ordena pacificando el espacio del dibujo. Estas obras remiten a la tradición de las primeras vanguardias y al automatismo del trazo compulsivo y expresivo en el que interviene el azar controlado por el artista.

Otros de los papeles que se exhiben la componen obras mediante la sucesión pintada de estrechas franjas monocromáticas o bicromáticas que se pueden presentar en distinta orientación según las propias indicaciones del artista; las indicaciones manuscritas se hallan presentes en el reverso y son su seña de identidad que se repite en varias obras, apelando a su vez a la complicidad del espectador (sí, sentí la necesidad de cambiarlas de sentido, que genial era el maestro).

Manuel Calvo. Galería José de la Mano.

Las franjas cromáticas resultan de una sucesión de motivos que se repiten con sutiles variaciones. Invitan a imaginar su recorrido en un espacio continuo que se podría prolongar más allá del marco, como si de un rollo de tejido se tratara, quizás porque su elaboración se ha realizado mediante la presión de un rodillo. La conexión con la apariencia textil de estas obras enlaza con su posterior incursión en la industria de la moda a partir de la creación de estampados de telas.

Manuel Calvo. Galería José de la Mano.

Manuel Calvo. Galería José de la Mano.

Manuel Calvo, en París formó parte del elenco de la Galería Denise René y desde allí conoció de primera mano diferentes corrientes y planteamientos artísticos. Desde los años sesenta expone en España y fuera de nuestro país con artistas como Franz Weissmann, Adolfo Estrada entre otros. Simultáneamente participa de un compromiso político antifranquista dictado por el clima de tensión que se acrecienta en el año sesenta y dos a partir de las huelgas de los mineros asturianos, que terminaron con el decreto gubernamental del estado de excepción, el recrudecimiento de la represión y los fusilamientos de tres activistas en el año sesenta y tres. La expresión plástica para la difusión de los ideales socializantes se plasma en esta época a través de los grabados que retornan hacia la figuración al servicio de la propaganda, con las xilografías de Estampa Popular. Manuel Calvo alterna diferentes registros, estos últimos están elaborados mediante una producción mecánica casera y clandestina caracterizada por la precariedad en los medios de estampación.

Manuel Calvo. Galería José de la Mano.

A finales de la década de los cincuenta del pasado siglo se aproxima a la corriente teórica del Arte geométrico, concreto, normativo o como el mismo decía “como se le quiera llamar”.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez 

Fuente: Los mecánicos de Manuel Calvo (1963) Ruptura o continuidad. Galería José de la Mano. Documentación y fotografías: Alberto Manrique. 17 de febrero al 19 de marzo 2022.