viernes, 16 de febrero de 2018

PESSOA. Todo arte es una forma de literatura


Es una exposición organizada por el Museo Reina Sofía, que pretende descubrir al público la vigorosa, pero escasamente conocida, escena vanguardista portuguesa que se desarrolló la primera mitad del siglo XX y en la que el poeta Fernando Pessoa (Lisboa, Portugal, 1888-1935 Lisboa, Portugal) (del que se cumple este año el 130 aniversario de su nacimiento) –hilo argumental de la muestra- intervino activamente a través de sus escritos y de sus versátiles propuestas estéticas.

Se han reunido más de 160 obras de arte (pintura, dibujos y fotografías) de unos 20 artistas como José de Almada Negreiros, Amadeo de Souza- Cardoso, Eduardo Viana, Sarah Affonso, Júlio o Sonia y Robert Delaunay, son algunos de los que están representados, hay abundante documentación original (manifiestos, libros y revistas, correspondencia etc.), todo ello procedente de diversas colecciones privadas e instituciones como la Fundación Calouste Gulbenkian –que ha prestado 56 obras-, La Biblioteca Nacional de Portugal o el Centro Georges Pompidou, entre otras.

La muestra nos adentra con este amplio conjunto, cómo Pessoa y los artistas visuales coterráneos de aquella época, al contrario de lo que ocurrió en otros contextos periféricos, nunca fueron miméticos seguidores de las innovaciones surgidas en los centros neurálgicos como París, capital de los nuevos lenguajes artísticos desde el siglo XIX. 


Los movimientos por entonces de referencia en Europa como el futurismo, el cubismo o el orfismo fueron analizados con interés por Pessoa como por  los más destacados artistas del momento en Portugal, si bien todos ellos buscaron una senda propia sin adherirse de manera definitiva a ninguna de las corrientes predominantes.

Numerosas obras que  se pueden contemplarse en las salas reflejan el gusto por lo popular y por la idiosincrasia portuguesa que está presente tanto en el trabajo de aquellos artistas lusos que viajaron a París, introduciendo a su vuelta las nuevas corrientes, como los artistas extranjeros que decidieron pasar una temporada en el país (como el matrimonio Delaunay).

En el caso concreto de Pessoa, esta especialidad lusa le llevó incluso a crear y contraponer de forma sucesiva sus propias corrientes dentro de la teoría poética,  a las que denomino paulismo, interseccionismo, sensacionismo. Estos tres ismos, que vertebran el recorrido visual de la exposición, no solo aglutinaron su producción textual y la de otros poetas de vanguardia, sino también obras plásticas y escénicas que a menudo incorporó en sus iniciativas.

La muestra presenta especial atención a las revistas en la que escribió Pessoa, como A Águia, Orpheu, K4 O Quadrado Azul. Portugal Futurista o Presença, y que actuaron como caja de resonancia de estas ideas de vanguardia, ejerciendo una gran influencia en la intelectualidad portuguesa de la primera mitad del siglo XX.

Pessoa. Todo arte es una forma de literatura se centra en esta particular escena para analizar la riqueza y peculiaridad de una de las etapas más relevantes de la historia del arte reciente de Portugal y sus interacciones con el panorama internacional.


La exposición se divide en seis secciones:

Pessoa y los heterónimos

Presidida por un gran retrato de Fernando Pessoa realizado por José de Almeida Negreiros en 1964 la exposición arranca con un espacio dedicado al pensamiento y figura del poeta en su calidad de motor intelectual de la época.

Esta sección hace especial hincapié en la prolífica producción teórica que publicó y que atribuyó a sus más de cien heterónimos (autores ficticios creados por él como Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos, Bernardo Soares, etc.) a los que dotó de vida propia, incluyendo hasta cartas astrológicas  que pueden verse en la sala. La exposición toma el título de una cita de uno de los heterónimos más vanguardistas y famosos de Pessoa: Álvaro de Campos.

Los heterónimos encarnaron lo que Pessoa identificó como la enfermedad extrema de su época: una búsqueda de identidad en la alteridad. A través de ellos actuó como intérprete de excepción de  la crisis del sujeto moderno, trasladando a su obra una otredad múltiple que achacó a su desorientación existencial. Una multiplicidad y diversidad que está presente a lo largo de toda la muestra.

Para seguir contextualizando el ambiente cultural de la época, las dos próximas salas dan cuenta de la participación de Portugal en la I Guerra Mundial, con obras sobre el conflicto bélico de, por ejemplo, Cristiano Cruz y también de las caricaturas de aquel entonces, con trabajos de Américo Amarelhe, Amadeo de Souza-Cardoso, Manuel Laranjeira o Almada Negreiros.


Paulismo

Esta sección aborda ya el paulismo. El principal espacio de difusión de los postulados estéticos del Pessoa vanguardista –y, por extensión, de la modernidad lusa- fue la revista Orpheu, publicación, publicación que lanzó en 1915 con el poeta Mário de Sa-Carneiro. Solo se editaron dos números, pero a pesar de ello, esta revista fue capaz de, en palabras de Fernando Cabral Martins, “asestar un duro golpe a la buena conciencia del arte portugués”.

En el primer número de Orpheu resultaba aún muy viable la herencia simbolista, destacando como máximo representante de las artes plásticas portuguesas el pintor Antonio Carneiro, autor del tríptico “A vida. Esperança. Amor. Saudade.” (1899-1901) una obra temprana que puede verse en la exposición.

Herencia que está también presente en A Renascença (El Renacimiento), una pequeña revista editada en 1914 en cuyo único número apareció el poema Pauis (Humedales), de Pessoa, que dio nombre al primero de sus ismos, el paulismo. En cierta medida, lo que proponía el paulismo era una reformulación del saudoismo, una especie de vertiente regeneracionista del simbolismo impulsada en Portugal por el escritor Teixeira de Pascoaes, en la exposición se pueden ver varias acuarelas.


El estilo paúlico hereda el tedio y el pesimismo del decadentismo y se define por la confusión entre lo subjetivo y lo objetivo, así como por la asociación inconexa de ideas, como las obras de Amadeo de Souza Cardoso, Guilherme de Santa Rita expuestas en esta sala. De este último se puede contemplar por primera vez fuera de Portugal Orfeo en los infiernos, una de las únicas dos pinturas que se conservan de él tras morir de tuberculosis a los 28 años y ordenar que todos sus trabajos fueran destruidos.


Interseccionismo

Reúne una serie de obras ligadas a los lenguajes de vanguardias que tienen en común la superposición de planos, guardando afinidad con el futurismo.

Esta corriente representa para Pessoa la simultaneidad mental de la imagen objetiva y subjetiva, surgiendo de la confluencia de sensaciones y percepciones. Pessoa distingue entre un interseccionismo cercano a lo público que aspira a la síntesis y a la exageración de la actitud estática, y otro de sensibilidad moderna más cercano al futurismo.

El segundo número de Orpheu contenía una serie de láminas de obras cercanas al futurismo del ya mencionado Santa Rita, integrante del efímero Comité Futurista de Lisboa que en la revista se consideraron bajo el prisma del interseccionismo  propuesto por Pessoa. La sección recoge obras de Eduardo Viana y, nuevamente de Amadeo de Souza Cardoso, artistas que reflejan en ellas la multiplicidad y diversidad de su obra.


Teatro

Para completar el contexto cultural del momento, esta sección se ocupa de las artes escénicas, incorporando información relevante sobre las producciones  más interesantes de la época en teatro y danza.

Los Ballets Rusos en Lisboa de 1917 y 1918, y por el deseo de hacer confluir las artes escénicas y plásticas, Almada Negreiros durante su estancia en Madrid, diseño la decoración del Cine San Carlos, del que vuelven a la capital española dos bajo relieves de yeso mientras dure la exposición.

Sobresalen también las ilustraciones que elaboró para La tragedia de Doña Ajada, espectáculo con linterna mágica estrenada en Madrid en 1929 en el que participaron, además, el compositor Salvador Bacarisse y el poeta Manuel Abril. Unos años antes, en 1927, Almada se había trasladado a Madrid, donde entró en contacto con el escritor Ramón Gómez de la Serna, con quien preparó la escenografía de Los medios seres, y otros creadores ligados a la efervescente escena vanguardista madrileña.


Sensacionismo

Es el proyecto más sobresaliente del cuerpo teórico estético-filosófico  de Pessoa, quien escribió “la base de todo arte es la sensación”.

No obstante, y a pesar del papel central que tuvo dentro de la vanguardia portuguesa, el proyecto sensacionista pessoano apenas contó con difusión pública. Sus postulados fueron solo parcialmente conocidos por el pequeño círculo de escritores y pintores que se había formado en torno a Orpheu.

Pese a lo reducido de esta escena local, sus protagonistas mantuvieron una activa interlocución con artistas de otros contextos, despertando el interés por los planteamientos y líneas de trabajo lusas y empapándose de otros lenguajes. Ejemplo de ello fue la intensa relación artística y afectiva que se estableció entre los creadores portugueses Eduardo Viana, Almada Negreiros y Amadeo de Souza-Cardoso –que ocupan la primera sala de esta sección- con los pintores Sonia y Robert Delaunay que, huyendo del clima bélico centroeuropeo, se establecieron en el norte de Portugal, entre 1915 y 1916, donde introdujeron sus ideas sobre el orfismo/simultaneísmo, una variante abstracta y colorista del cubismo de la que fueron sus principales abanderados.


Modernidad

La última sección de la exposición introduce el período  de la segunda modernidad portuguesa. Su ideario fue difundido en Revista Portuguesa (1923), así como en las publicaciones Athena (1924-1925) y, sobre todo, Presença (1927-1940).

La muerte prematura de las tres figuras más emblemáticas de la modernidad portuguesa –Mário de Sá-Carneiro, Amadeo de Souza-Cardoso y Santa Rita- entre 1916 y 1918, propició que la escena vanguardista del país quedara bastante diluida.

A ello se sumó la llegada al poder de António de Oliveira Salazar y la progresiva consolidación de un régimen militar dictatorial que dificultó que nuevas corrientes pudiesen prosperar.

Pese a ello, a mediados de la década  de 1920, Portugal vivió un segundo momento de modernidad, si bien mucho menos radical que el primero y caracterizado por otros lenguajes visuales más figurativos.


Un magnífico trabajo de los comisarios de la muestra, Ana Ara y João Fernandes, subdirector del Museo Reina Sofía.



© Mariví Otero 2018
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Pessoa. Todo arte es una forma de literatura. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. Edificio Sabatini. Planta 1. Gabinete de Prensa. Del 7 de febrero al 7 de Mayo 2018. Madrid.

viernes, 9 de febrero de 2018

WARHOL. El arte mecánico.

Brillo BOX. 964-68. Serigrafia yi acrílico sobre madera contrachapada. Museo Coleção Berardo, Lisboa © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

La gente solía decir que Andy Warhol (1928-1987) era un espejo de su época. ¿Por qué, entonces, cuando nos asomamos a la brillante superficie plateada que ofrecía vemos reflejos confusos, elusivos y contradictorios?

Sus admiradores lo veneran como un gran artista, la apoteosis de la sensibilidad pop, un árbitro del gusto que Nueva York, y un experto en todo lo elegante y en boga. Para ellos, Warhol era un genio cuyos insolentes y provocativos cuadros y películas eran la personificación del espíritu  cultural y moral de su tiempo. Sus detractores, en cambio, le ven como un flagrante promotor de sí mismo, un oportunista cínico, un manipulador despiadado que degradaba la seriedad del arte “elevado” mediante un implacable comercialismo. A lo largo de su vida, Warhol representó una extraña mezcla de astucia e ingenuidad. No era un intelectual, pero tenía una misteriosa capacidad para evaluar las tendencias estéticas y sociales. Cogía ideas que había en el aire y las convertía en obras de arte.

Silver Liz. 1963. Serigrafía, polímero sintético y acrílico sobre lienzo. 101,5 x 101,5 cm. Colección Froelich, Leinfelden-Echterdingen, Alemania © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

La exposición que presenta la Obra Social “La Caixa” junto al Museo Picasso Málaga, que comisaría el director del museo andaluz, José Lebrero. Treinta años después de su muerte, pretende abordar la compleja producción de Andy Warhol, poniendo especial énfasis en las transmutaciones que experimenta el conjunto de su legado durante su carrera. Además de dar a conocer al artista a una nueva generación de público en nuestro país, la muestra pone el acento en la naturaleza repetitiva, esquematizante y artificiosa de su trabajo visual durante más de tres décadas de febril actividad creadora. Warhol. El arte mecánico está formada por un total de 352 piezas entre pinturas, esculturas, dibujos, serigrafías, instalaciones, libros de artista, películas, portadas de discos, pósteres, revistas, objetos y material fotográfico. Procede de más de 30 prestadores –entre los que destaca el Museo Andy Warhol de Pittsburgh, que alberga la mayor colección de obras de arte y materiales de archivo de Warhol- y permiten a los espectadores sumergirse en el fascinante mundo de imágenes sofisticadas y universales de Warhol.


La muestra parte de los inicios profesionales de Warhol en la Nueva York de 1949, cuando empezaba una exitosa carrera como diseñador gráfico para revistas como Glamour, Vogue o Harper’s Bazaar, grandes sellos discográficos como Columbia Records o Prestige Records, e importantes marcas comerciales como Tiffany & Co.

Coleccionista empedernido, Warhol también demostró un marcado interés por el arte contemporáneo, que triunfaba por aquel entonces en la ciudad. No tardó en abordar como artista el mundo de las galerías de arte, consagrándose como el artista pop por excelencia en torno a 1960-1961. Lo hizo estetizando productos de consumo, como sus célebres series de las sopas Campbell’s, o transformando en grandes iconos del arte contemporáneo  a los mitos del cine de la época, como Marilyn Monroe, Liz Taylor o Elvis Presley.

Marilyn Print. 1967. Seríagrafía sobre papel. Collection of the Andy Warhol Museum, Pittsburgh © 2017, The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

El singular punto de encuentro que representó la Silver Factory se convirtió en un laboratorio cultural experimental, a la vez que sede de un nuevo tipo de empresa cultural. Fue el escenario para desarrollar sus radicales proyectos cinematográficos o sus trabajos multimedia como productor musical. Warhol fue, además de artista, un buen empresario.

Tras superar un intento de asesinato en 1968, Warhol cambió de táctica creativa y se convirtió a sí mismo en personaje. Trasladó la sede de sus operaciones comerciales y estéticas a The Office, un espacio más burgués y ordenado logísticamente. Superada la muerte, se convirtió en un artista empresario: dirigió la revista Interview, pintó retratos de famosos y respondió a todo tipo de encargos comerciales, hasta su inesperado fallecimiento.

Pistola. 1981. Acrílico y serigrafía sobre lino. Collection of the Andy Warhol Museum, Pittsburgh © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

El recorrido por la muestra es cronológico, desde los primeros dibujos de Andrew Warhol, embrión del futuro Andy Warhol, en la década de los cincuenta en los que trabajaba junto a su madre en sus primeros trabajos de impresión para revistas, pasando por sus creaciones en las que estetizó productos de consumo faltos hasta entonces de glamur, así en Three Coke Bottles (1962), obra en la que repite el envase de Coca-Cola, retrata “una bebida democrática que consumen reyes y pobres por igual” según Warhol, junto a las comentadas series Campbell’s Soups (1968). Aunque al igual que convierte en warhols simples objetos como latas, plátanos o cabezas de vacas, eleva a personajes de la política, el cine o la sociedad a iconos pop, Jackie Kennedy o Mao, a los que tuneó en colores. Se muestran también obras-protesta contra la violencia y la pena de muerte. Lo hace con sus series sobre calaveras, pistolas y sillas eléctricas. Como la enorme Big Electric Chair, pese a lo artístico esconde un alegato contra una práctica que todavía existe en Estados Unidos.

Tres botellas de Coca-Cola. 1962. Tinta serigráfica y lápiz de grafito sobre lino. Collection of the Andy Warhol Museum, Pittsburgh © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

MAO. 1972. Acrílico, óleo y serigrafía sobre lienzo. Colección Josep Suñol, Barcelona © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

La muestra finaliza con imágenes realizadas por grandes fotógrafos de todo el mundo como Philippe Halsman, Duane Michals, Robert Mapplethorpe o el español Alberto Sommer en el que Warhol aparece como objeto, el personaje en el que acabó convertido. La última obra es un enorme autorretrato de 1986, un año antes de fallecer, en el que el artista aparece con peluca.

Autorretrato. 1986. Acrílico y tinta serigráfica sobre lienzo. Collection of the Andy Warhol Museum, Pittsburgh © 2017 The Andy Warhol Foundation for the Visual Arts, Inc. / VEGAP

En 1983, Andy Warhol acompañado de Christopher Makos, su fotógrafo de cabecera visitó España, venía a inaugurar la exposición que el galerista Fernando Vijande le dedicaba y a pasar nueve días en Madrid. En aquellos días, la modernidad pudo codearse con el artista pop más famoso de todos los tiempos, pese  a que Warhol no sabía muy bien qué era España, ni muchos de los que pagaron 100 pesetas por entrar a la galería sabían la importancia del personaje.

      

© Mariví Otero 2018
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Warhol. El arte mecánico. Exposición organizada por la Obra Social “La Caixa” y el Museo Picasso Málaga. Comisario: José Lebrero Stals, director artístico del Museo Picasso Málaga. Del 1 de febrero al 6 de mayo de 2018. CaixaForum Madrid. Dosier de Prensa. 
Bourdon D. Warhol. Editorial Anagrama. Barcelona 1989.