martes, 26 de octubre de 2021

TORNAVIAJE. Arte iberoamericano en España

Imagen de la sala de la exposición “Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”. Foto © Museo Nacional del Prado.

En el Museo Nacional del Prado, el tornaviaje o viaje de regreso que da título a esta exposición es el hilo conductor que nos permite valorar las aportaciones culturales del Nuevo Mundo que llegaron a España y, por extensión, a Europa.

El objetivo principal de la muestra es visibilizar el elevado número de obras de arte que, provenientes de América, se conservan en instituciones culturales, espacios religiosos o colecciones de nuestro país. Estas piezas, llegadas en distintos momentos de la historia, forman parte de nuestro patrimonio en la actualidad, a veces sin que identifiquemos las razones de su presencia.

Imagen de la sala de la exposición “Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”. Foto © Museo Nacional del Prado.

El relato que se propone da a conocer la cultura de los virreinatos americanos, teniendo en cuenta sus valores simbólicos e iconográficos, así como aquellos que las otorgaron las sociedades receptoras.

El recorrido por la exposición es a través de secciones y subsección:

Geografía, Conquistas y Sociedad

El conocimiento y ocupación de América fue un proceso lento, con episodios de conquista dramáticos, que dio lugar a una cultura híbrida en la que la naturaleza y las riquezas de las nuevas tierras, juntamente con su población autóctona, se sumaron los conquistadores y colonos procedentes de España, los esclavos y una mínima población de origen asiático. Todos ellos configuran un nuevo modelo cultural y de apreciación, visibles en documentos, pinturas y obras en distintas técnicas y con cualidades artísticas y simbólicas diversas.

Imagen de la sala de la exposición “Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Territorio y conquista.

Las antiguas cartografías que representan el territorio de América sirven de introducción a las razones que motivaron la conquista, que no fueron otras que la catequización de sus gentes y el aprovechamiento de los recursos de la tierra. Las obras expuestas remiten así a la primera religiosidad y a la explotación de las riquezas naturales. Un caso paradigmático sería la extracción de plata en grandes centros mineros como Potosí.

El abrazo ante la Puerta Dorada Anónimo 1676-1725 Técnica mixta sobre tabla con incrustaciones en concha, 85 x 110 cm Madrid, Museo de América, depósito del Museo Nacional del Prado.

Las gentes de América.

En cada territorio los naturales van a convivir con migrantes llegados de otras geografías, configurándose una sociedad mestiza que tiende a expresarse mediante representaciones de rasgos étnicos y oficios, que coexisten con retratos de personajes vinculados a los cargos que detentaban. La presencia de esas obras en España devine de la necesidad de dar a conocer como era el Nuevo Mundo o de compartir en espacios sociales de la península ibérica los rasgos allí adquiridos.

Los tres mulatos de Esmeraldas Andrés Sánchez Galque 1599 Óleo sobre lienzo. 92x175 cm. Madrid, Museo de América. Depósito del Museo Nacional del Prado.

Imágenes y Cultos de ida y vuelta

A partir de la segunda mitad del siglo XVII, se remitieron desde América las comunicaciones religiosas y casas de abolengo peninsulares “pinturas finas” (término que aparece recogido en los inventarios). Se trataba de presentes afectivos o de propaganda devocional, pero también de objetos de interés exclusivamente artístico. Los lienzos se atesoraron sobre todo en el norte de España y Andalucía, lugares de origen de cientos de indianos enriquecidos o ennoblecidos al otro lado del Atlántico, y procedían en su mayoría de Lima y México. De hecho, puede afirmarse que los talleres de la Ciudad de México exportaban casi un cuarto de su producción, abasteciendo un circuito comercial que iba desde Centroamérica y el Caribe hasta Canarias y España. Lo mismo sucedía respecto a los obradores de Quito o Cuzco, que satisficieron el consumo en todas las provincias del Cono Sur.

El Trasiego de estas telas se efectuaba con cuadros de distintos formatos y géneros, reveladores tanto del desarrollo técnicamente alcanzado como de la diversidad y especificidad de los temas de la pintura americana.

Imagen de la sala de la exposición “Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Las Travesías del Arte

La selección de mobiliario que presentamos pretende mostrar la hibridación que se produjo entre las tres concepciones culturales que convergieron en América: la occidental europea, la indígena americana y la procedente del mundo asiático.

Los indianos, inmigrantes enriquecidos en el Nuevo Mundo, son el hilo perdido que une las lejanas tierras de donde proceden esos enseres con el crisol de ciudades y exóticos muebles y suntuosos objetos que cumplían con dos propósitos fundamentales: mostrar las maravillas propias del continente americano y ratificar el perfil biográfico de sus mecenas.

Imagen de la sala de la exposición “Tornaviaje. Arte Iberoamericano en España”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Impronta Indiana

La exploración de la materialidad de las obras aquí expuestas se suman las anteriores miradas. Los materiales empleados y las técnicas desarrolladas guían la selección de unas piezas que nos trasladan diversas intencionalidades. Con ello, además de destacar las señas de identidad indiana, se aportan otras lecturas para una historia del arte más plural.

Para ello proponen dos apartados guiados por las palabras escritas en el siglo XVIII por fray Matías de Escobar en su Amercana Thebaide, donde en relación con el arte local, apuntaba que “a un mismo tiempo lucía la española traza vestida del ropaje indiano”.

Traza española…

Las obras expuestas pueden pasar por españolas o europeas por su epidermis estética, por su “traza española”; sin embargo, al profundizar en su análisis y atender a su materialidad (a las materias y técnicas con que se manufacturaron), las propias piezas revelan su origen americano y dan lugar a sutiles reflexiones. Estos objetos hablan de coexistencia inicial, de adaptación de la cultura preexistente a la impuesta.

Patrocinio de la Inmaculada sobre los hijos del virrey Conde de Lemos Obrador de Francisco de Escobar h. 1672 Óleo sobre lienzo, 223 x 160 cm Monforte de Lemos (Lugo), Monasterio de Santa Clara.

La gran cruz procesional: opulencia indiana, materialidad cubana

 Esta Cruz Procesional fue remitida en 1756 por el deán de la catedral de La Habana, el canario Nicolás Estévez Borges, al convento franciscano que unos antepasados suyos habían fundado en su localidad natal. Además de ser un claro exponente de la misma “sincera devoción y afanes de vanagloria” que motivó la llegada de muchas de las obras expuestas, su materialidad proporciona algunas lecturas complementarias. Destacan así su peso (cuarenta y siete kilos) y su origen, pues fue ejecutada por un platero aragonés emigrado a la isla, pero también el particular trabajo de filigrana con el que se realizó, que combinaba la plancha calada con una ornamentación a base de diferentes hilos entrelazados, lo que la distinguía técnicamente de otras producciones americanas.

Cruz procesional Jerónimo de Espellosa 1663-65 Plata calada y filigrana, 250 x 139 x 103 cm Icod de los Vinos (isla de Tenerife), Parroquia matriz de San Marcos Evangelista. Diócesis de San Cristóbal de La Laguna.

En palabras de Javier Solana, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado: “Esta exposición marca un hito en el Museo del Prado, ya que en ella se pretende analizar toda una cultura artística, en este caso la americana de la Edad Moderna, como parte indisoluble de nuestro relato histórico nacional”.

Comisariada por Rafael López Guzmán, catedrático de la Universidad de Granda, con la asistencia de Jaime Cuadriello y Pablo F. Amador, miembros del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM en México. La exposición, también cuenta con la colaboración de la Comisión Arte Virreinal de la Fundación Amigos del Museo del Prado.

© Mariví Otero. 2021.
Manuel Otero Rodríguez.

Fuente: “Tornaviaje. Arte iberoamericano en España”. Hasta el 13 de febrero 2022. Museo Nacional del Prado. Área de Comunicación del Museo: Documentación y fotografía.

LEONARDO y la copia de la Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano.

Mona Lisa (después de la restauración) Taller de Leonardo da Vinci, autorizado y supervisado por él Óleo sobre tabla, 76,3 x 57 cm 1507/8-1513/16 Madrid, Museo Nacional del Prado.

El Museo del Prado ofrece al visitante la primera exposición monográfica organizada en España dirigida al examen de las copias y versiones hechas en el taller de Leonardo, a partir de sus prototipos, en vida del maestro y autorizadas por él.

La reunión de un selecto conjunto de obras pintadas por discípulos y seguidores de Leonardo da Vinci en esta exposición, es una oportunidad única para mostrar al público los resultados de los últimos estudios dedicados al círculo más cercano al artista y para reflexionar al mismo tiempo sobre los métodos de enseñanza y de producción de pinturas en el marco de los talleres italianos durante la transición del siglo XV al XVI.

Mona Lisa (antes de la restauración) Taller de Leonardo da Vinci, autorizado y supervisado por él Óleo sobre tabla, 76,3 x 57 cm 1507/8-1513/16 Madrid, Museo Nacional del Prado.

Desde que se presentara al público la investigación sobre la copia de Mona Lisa conservada en el Museo Nacional del Prado, la obra ha pasado a formar parte de la mayoría de los catálogos e investigaciones centradas en Leonardo da Vinci y sus colaboradores. Alentados por los estudios que acompañaron la exposición. “La Sainte Anne, l’ultime chef-d’oeuvre de Léonard de Vinci” (Musée du Louvre, 2012) y los presentados en algunos de los actos que acompañaron al año Leonardo en 2019, los análisis más recientes sobre los dibujos, los retratos y la técnica pictórica del maestro de su círculo más próximo, han ayudado a seguir avanzando en la comprensión del pensamiento pictórico de da Vinci y de las obras salidas de su ámbito.

El Salvador adolescente Atribuido a Giovanni Antonio Boltraffio (1466/67-1516) Óleo sobre tabla, 25,3 x 18,5 cm h. 1490-95 Madrid, Museo Lázaro Galdiano.

Teniendo como eje articulador de la copia de Mona Lisa y la información proporcionada por las imágenes científicas proporcionadas por nuevos dispositivos de análisis, el Prado profundiza sobre la figura poco convencional de Leonardo como maestro y otros temas del Renacimiento:  La importancia de la idea, el concepto de originalidad, la función y los tipos de copias y derivados de los prototipos creados por los grandes maestros. Las pinturas expuestas, que tienen su origen en dibujos y pinturas del artista, además, ayudan a comprender cómo el bagaje teórico de Leonardo fue asimilado por sus discípulos y contribuyen a dar sentido a muchas de las ideas y observaciones reflejadas en sus notas.

La exposición se asienta en la nueva orientación y el significado que han adquirido los estudios sobre Leonardo da Vinci a raíz de las exposiciones dedicadas al artista en el Louvre en 2012 y en 2019,  los análisis científicos llevados a cabo en Madrid y Los Ángeles sobre sus copias y la reflectografía infrarrojo de la versión Ganay del Salvator Mundi; en el avance, a la luz de los recientes resultados en la caracterización de las copias y obras realizadas en la bottgga vinciana en la vida del maestro y autorizadas por él, pues no todas responden a los mismos y propósitos ni están hechas con el mismo objetivo; y en el examen  científico  de la obra del Museo Nacional del Prado con la ayuda de tecnologías puestas a punto recientemente.

Salvator Mundi (versión Ganay) Taller de Leonardo da Vinci, autorizado y supervisado por él Óleo sobre tabla, 68,2 x 48,8 cm h. 1505-15 Colección particular

Uno de los objetivos de Leonardo fue simular el volumen y la sensación de difuminado de los cuerpos al interactuar con el entorno. El relieve escultórico que dio a sus figuras, ayudándose de una base terrosa para modelar las transiciones de la sombra a la luz, lo ejemplifican el cartón de Santa Ana y, de un modo más sumario, algunas obras de sus seguidores, como el Niño Jesús abrazado a un cordero o el Salvador adolescente. Solo un discípulo indirecto, Andrea del Sarto, supo llevar a la práctica sus complejas observaciones sobre estos asuntos.

El Niño Jesús abrazado a un cordero Pintor Lombardo (¿Taller de Leonardo da Vinci?) Óleo sobre tabla, 72 x 56 cm 1520-30 Madrid, Fundación Casa de Alba.

Los estudios técnicos han confirmado que las copias de las obras más apreciadas por Leonardo -Las de Mona Lisa, Santa Ana y Salvador Mundi- se hicieron junto a él y bajo su supervisión. La elaboración de todas ellas es muy cuidada, los materiales son costosos y conservan la personalidad de quien las hizo, un autor aún no identificado. Dos de ellas reproducen estados intermedios de la lenta ejecución de los originales, lo que las convierte en testimonios excepcionales de las reflexiones y correcciones del maestro durante su creación.

“Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano”, comisariada por Ana González Moro, Técnico Superior de Museos en el Gabinete de Documentación Técnica del Museo Nacional del Prado, es fruto de una ambiciosa investigación que el Museo del Prado desarrolla en paralelo y en colaboración con otras instituciones internacionales como el Musée du Louvre, el laboratorio de Arqueología Molecular de la Universidad de la Sorbona o la National Gallery de Londres.

Recomendamos un paseo por esta brillante exposición, es única.

© Mariví Otero. 2021.
Manuel Otero Rodríguez.

Fuente: “Leonardo y la copia de la Mona Lisa”. Museo Nacional del Prado. Hasta el 23 de enero 2022, en la Sala D del edificio Jerónimos. Área de comunicación del Museo: documentación y fotografías.

sábado, 16 de octubre de 2021

25 aniversario del Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván

El Museo de Arte Contemporáneo José María Moreno Galván se encuentra ubicado en un antiguo pósito del siglo XVI en la Puebla de Cazalla, Sevilla. El cual acoge este sábado 16 de octubre un ciclo de conferencias con motivo de la celebración del vigesimoquinto aniversario de su fundación en el año 1995, aunque cuatro años antes, en 1987, se inauguraría en ese mismo lugar el Centro Cultural José María Moreno Galván – Casa Panera.

Coincidiendo además con la celebración de este aniversario, se ha editado un catálogo del museo, en el que colaboran diferentes personas involucradas en el mundo del arte, han escrito un texto en recuerdo del maestro. Entre las que encontramos a María Arregui Montero, Regina Pérez Castillo, Valeriano Bozal, Mariví Otero y a Miguel Ángel Rivero Gómez, quien además es concejal de Cultura en el Ayuntamiento de la Puebla de Cazalla y coordinador del catálogo. Comienza de la siguiente forma el catálogo en su introducción explicando la razón de ser de este libro:

La misión del catálogo de un museo de arte contemporáneo está generalmente aparejada a las funciones del museo misma: ejercer como memoria viva del arte de su tiempo, del arte en cuanto a “huella” y “testimonio” de una “realidad”, acudiendo a la estética de José María Moreno Galván. Dicha tarea se complejiza al tratarse del arte contemporáneo, cuya relación con el público suele moverse entre la indiferencia, la perplejidad y el desafío a su comprensión, cuando no llega a la indignada “animadversión”, como señala Bourdieu. A este respecto, hablaba Moreno Galván de una “falta de identificación entre el público y el arte”, como algo propiciado con el arte contemporáneo e inédito en etapas anteriores. Quizás por esa misma razón, la publicación de este catálogo queda legitimada, desde su intención de quebrar esas barreras y de acompañar al público en su acercamiento a las manifestaciones artísticas de nuestro tiempo”.

Queda este catálogo, así como su museo para mantener la memoria del maestro que nos ha enseñado cómo mirar al arte.


© Manuel Otero Rodríguez. 2021.

miércoles, 13 de octubre de 2021

MORANDI. Resonancia infinita

Giorgio Morandi. Natura morta [Naturaleza muerta / Still life], 1928
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 34,5 × 46,5 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán. [V. 128]. Photo © Alvise Aspesi © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Esta exposición se puede visitar en la Fundación Mapfre Sala Recoletos, Madrid. Hace un recorrido retrospectivo por las obras de Giorgio Morandi (Bolonia. 1890-1964), uno de los artistas más significativos e inclasificables en la historia del siglo XX. El pintor italiano apenas viajó fuera de Italia y permaneció casi toda su vida en su casa-taller de la Via Fondazza en Bolonia. Allí abordó su trabajo en el que los objetos cotidianos, las flores y el paisaje se convirtieron en protagonistas.

En realidad, la pintura de Morandi será como una isla en el arte europeo del siglo XX; sin embargo, ello no surge como consecuencia de una relación provinciana que había justificado por el aislamiento artístico de Bolonia. Morandi, que viajó muy poco y nunca al extranjero, se orientó con todo aquello que veía en las escasas publicaciones de arte moderno, a través de lo poco que llegó a Bolonia del temporal futurista y del cubismo naciente.

Así pues, se mueve en lo mejor de la nueva tradición figurativa, que surge con el Futurismo y sobre todo con el Cubismo, gracias a lo poco que pudo ver reproducido, sobre todo de Picasso y del primer Derain, antes, por tanto, de que enmendase su trayectoria.

Giorgio Morandi. Natura morta [Naturaleza muerta / Still life], 1952. 
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 32 × 48 cm. Istituzione Bologna Musei | Museo Morandi. [V. 823]
© Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Hoy es compartido por críticos e historiadores que el legado de Morandi se ha convertido en piedra de toque del arte contemporáneo. Su influencia se extiende a un amplio abanico de artistas de distintas sensibilidades que ha sabido, cada uno desde su propia técnica y medio, interpretar su repertorio expresivo para encontrar en su lenguaje respuestas a las preguntas de nuestro tiempo. Son numeroso los artistas, escritores y cineastas dentro y fuera de nuestras fronteras que hoy continúan estableciendo un diálogo con “el alma” de la obra del maestro italiano. La exposición muestra esta relación a través de veintiséis obras de veinte artistas contemporáneos: Alfredo Alcaín, Juan José Aquerreta, Carlo Benvento, Dis Berlin, Berozzi & Casoni, Lawrence Carroll, Tony Cragg, Tacita Dean, Ada Duker, Andrea Facco, Alexandre Hollan, Joel Meyerowitz, Luigi Ontani, Gerardo Rueda, Alessandro Taiana, Riccardo Taiana, Franco Vimercati, Edmund del Waal, Catherine Wagner y Rachel Whiteread.

Alfredo Alcaín. Bodegón (Morandi V) [Still life (Morandi V)], junio de 1990
Objetos sobre madera / Objects on wood,. 38 × 79 × 43,5 cm
Colección particular. © Alfredo Alcaín, VEGAP, Madrid, 2021

Tony Cragg. Eroded Landscape [Paisaje erosionado], 1999
Vidrio mateado a la arena / Sandblasted glass,. 250 × 150 × 150 cm
Istituzione Bologna Musei | MAMbo - Museo d’Arte. Moderna di Bologna
© Tony Cragg, VEGAP, Madrid, 2021

La exposición muestra 109 obras de Giorgio Morandi, y realiza un amplio recorrido por la producción morandiana a través de siete secciones en las que se abordan todos los temas queridos por el artista, fundamentalmente naturalezas muertas, paisajes y jarrones con flores. Al inicio del discurso que desgrana la muestra destacan Autorretrato y Bañistas dos de los escasos ejemplos de la representación de la figura humana en su producción.

Autorretrato. Giorgi Morandi.

Estos son los títulos de las siete secciones: Los inicios, Encantamiento metafísico, Paisajes de duración infinita, El perfume negado, El timbre Autónoma del grabado, Los colores del blanco, Diálogos silenciosos.

Las dos primeras secciones muestran la primera época de Morandi. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, los intereses de Morandi se dirigieron a la llamada “Pintura metafísica” que conoce a través de la revista Valori Plastici (1918-1921), de Mario Broglio, Tras compartir unos meses en Revenna con Giorgio de Chirico y Carlo Carrá, su obra se pobló de maniquíes, esferas y elementos geométricos propios del nuevo estilo.

Giorgio Morandi. Natura morta metafisica [Naturaleza muerta metafísica / Metaphysical still life], 1918
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 54 × 38 cm. Fondazione Magnani-Rocca, Mamiano di Traversetolo, Parma.
[V. 36] © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

A lo largo de su carrera, Morandi reprodujo dos tipos de paisajes muy queridos por él. Por un lado, los alrededores de Grizzana, una aldea en los Apeninos, entre la Toscana y Emilia-Romaño, y por otro, el patio que se veía desde la ventana de su estudio de la Via Fondazza en Bolonia motivo que abordó a partir de 1944, tras haber dejado de lado casi por completo este género; muestra de ello es Patio de la Via Fondazza de 1954.

Giorgio Morandi. Cortile di via Fondazza [Patio de la Via Fondazza / Courtyard of Via Fondazza], 1954
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 48 × 53 cm. Fondazione Magnani-Rocca, Mamiano di Traversetolo, Parma. [V. 927]
© Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

En sus estudios de flores, Morandi dirige la mirada a Renoir en este tipo de composiciones de manera tradicional. Flores (Fiori), de 1952 presenta un jarrón que destaca por su verticalidad, en contraposición con el horizontal que marca el lugar en el que está apoyado, en lo que resulta un equilibrio algo inestable. A pesar de la simplicidad de las escenas, esos jarrones, que en su mayoría albergan rosas, zinnias o margaritas de capullos apretados, generan una suerte de inquietud en el espectador.

Giorgio Morandi. Fiori [Flores / Flowers], 1952
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 45,8 × 46 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán. [V. 796]. Photo © Alvise Aspesi
© Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

A lo largo de su carrera, Morandi realizó unos ciento treinta grabados, siempre utilizando exclusivamente el negro. Su primera estampa la realizó con veintidós años, en 1912. A partir de este momento, su actividad con esta técnica no cesará, aunque con algunas interrupciones, hasta tres años antes de su muerte. Las décadas de 1920 y 1930 son las más prolíficas en cuanto a estampación se refiere.  Su proceso de aprendizaje fue lento, seguramente a través de manuales, pero tras años de práctica consiguió transcribir las sensaciones de los colores de las gradaciones de los blancos y los negros del grabado. Sus estampas, aunque puedan parecer sencillas, son resultado de un complejo y meticuloso proceso, que a pesar de todo no hace que la imagen pierda espontaneidad.

Paesaggio con tre alberi. 1931  1933. Aguafuerte. 24.8 x 17.3  cm.

En este sentido, el color blanco es fundamental en su poética. Por paradójico que pueda parecer, este -no color- adquiere en sus composiciones un variadísimo valor cromático, con sus matices de ocre, marfil, rosado o grisácea. En las acuarelas, el blanco del papel actúa de manera evidente como un color más, en contraste con las zonas pintadas. Una práctica que también había llevado a cabo Cézanne y que Morandi aplica además a su obra grabada. Si comparamos la Naturaleza muerta de la Fondazione Magnani Rocca, de 1936 con Naturaleza muerta de 1946, veremos cómo la diferencia entre una y otra se establece a través de las gradaciones tonales de los blancos, interrumpidas por el amarillo de la mantequilla y el azul de los cuencos, así como por el modo de establecer la composición, una más cercana al espectador que la otra. En ocasiones, los objetos se disponen en línea, algo apretujados, formando una suerte de muro, como si estuvieran escondiendo algo, aunque detrás solo haya un espacio que se distingue gracias al cambio tonal que Morandi aplica al fondo.

Giorgio Morandi. Natura morta [Naturaleza muerta / Still life], 1953-1954
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 26,4 × 70,9 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán. [V. 896]. Photo © Alvise Aspesi
© Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Morandi era capaz de pintar un lienzo en un par de horas, pero dedicaba muchísimo tiempo previo a pensar y estudiar la composición de los objetos, la relación de estos en el espacio, la posible incidencia de la luz y la gradación tonal. Sus botellas, cajas, jarrones, ya sea que se coloquen formando una barrera compacta o en una composición más suelta, siempre siguen una disposición controlada en la que no hay nada casual.

Es como si para Morandi hubiera infinitas posibilidades en la orquestación de los objetos en el espacio; de hecho, algunos críticos han utilizado metáforas musicales para explicar su pintura. A modo de ejemplo, Cesare Brandi escribe sobre la “fuerza de una nota de color que se eleva con la pureza de un trino, sin alterar el orden armónico” y Francesco Arcangeli habla de una “paz sinfónica”.

Giorgio Morandi. Natura morta [Naturaleza muerta / Still life], 1941
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 37 × 50 cm. [V. 310]
Istituzione Bologna Musei | Museo Morandi © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021

Giorgio Morandi “Me dedico esencialmente a pintar un tipo de bodegones que comunican sensaciones de tranquilidad e intimidad, estados de ánimo que siempre he valorado por encima de todo”.

Giorgio Morandi. Natura morta [Naturaleza muerta / Still life], 1956
Óleo sobre lienzo / Oil on canvas, 40,7 × 36,2 cm. Collezione Augusto e Francesca Giovanardi, Milán
[V. 986]. Photo © Alvise Aspesi. © Giorgio Morandi, VEGAP, Madrid, 2021.

Comisarias: Daniela Ferrari y Beatrice Avanzi, conservadoras del Museo di Arte Moderna e Contemporánea di Trento e Revereto (MART). Exposición organizada por Fundación Mapfre y Fundación Catalunya La Pedrera.

© Mariví Otero. 2021.
Manuel Otero Rodríguez.

Fuente: Morandi. Resonancia infinita. Fundación Mapfre Sala Recoletos, Madrid del 24 de septiembre 2021 al 9 de enero de 2022. Fundación Catalunya La Pedrera, Barcelona del 3 de febrero de 2022 al 22 de mayo de 2022. Documentación y fotografías: Comunicación de Fundación Mapfre, Alejandra Fernández Martínez.

miércoles, 6 de octubre de 2021

LA MÁQUINA MAGRITTE/ Mis cuadros son pensamientos visibles

 Fotografía de la exposición: La Máquina Magritte.

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, presenta la segunda retrospectiva en Madrid dedicada al artista belga René Magritte (Lessins, Bélgica, 1898-1967, Bruselas, Bélgica), uno de los máximos representantes del surrealismo, la primera se celebró en 1989 en la Fundación Juan March.

En 1950, René Magritte firmó junto a algunos amigos surrealistas belgas el catálogo de productos de una supuesta sociedad cooperativa, La Manufacture de Poési, que incluía artefactos destinados a automatizar el pensamiento o la creación; entre ellos, una “máquina universal para hacer cuadros”, cuya descripción prometía “un manejo muy simple, al alcance de todos”, componer un número prácticamente ilimitado de cuadros pensantes”.

La máquina de pintar tenía precedentes en la literatura de vanguardia, como las de Alfred Jarry y Raymond Roussel, precursores del surrealismo, cuyos dispositivos ponían el énfasis en el proceso físico de la pintura, aunque con concepciones opuestas: en el primero la máquina gira y lanza sus chorros de color en todas direcciones, mientras que el segundo se asemeja a una impresora que produce imágenes fotorrealistas. El aparato descrito por los surrealistas belgas es diferente: está dedico a generar imágenes conscientes de sí mismas. La máquina Magritte es una máquina metapictórica, una máquina que produce cuadros pensantes, pinturas que reflexionan sobre la propia pintura.

René Magritte.El gran siglo, 1954 (Le Grand Siècle)
Óleo sobre lienzo, 50 x 60 cm. Kunstmuseum Gelsenkirchen, lb 65/27

“Desde mi primera exposición, en 1926 (…) he pintado un millar de cuadros. pero no he concebido más que un centenar de esas imágenes de las que hablamos. Este millar de cuadros es el resultado de que pintado con frecuencia variantes de mis imágenes: es mi manera de precisar mejor el misterio, poseerlo mejor”.

Toda obra es una reflexión sobre la pintura misma, reflexión que aborda con la paradoja como herramienta fundamental. Lo que se nos revela en el cuadro, por contrate o por contradicción, no solo es el objeto, sino también su representación, el cuadro mismo. Cuando la pintura se limita a reproducir la realidad, el cuadro desaparece y solo reaparece cuando el pintor saca las cosas de quicio: la pintura solo se hace visible mediante la paradoja mediante lo inesperado, lo increíble, lo singular.

René Magritte Panorama popular, 1926
(Panorama populaire) Óleo sobre lienzo, 120,5 x 80,2 cm
 Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen, Düsseldorf, 0393

Recorremos la exposición a través de siete espacios.

Los poderes del mago

Este espacio reúne tres de los cuatro autorretratos conocidos de Magritte, en los que explora las posibilidades del artista como mago al tiempo que sugiere una actitud irónica hacía los mitos relacionados con el genio creador.

En Tentativa de los imposibles (1928), Magritte esta pintando a una mujer desnuda; él es el real y ella solo un producto de su imaginación suspendida entre la existencia y la nada. Es una versión del mito de Pigmalión, de la creación artística identificada con el deseo, del poder de la imaginación para producir la realidad.

René Magritte Tentativa de lo imposible, 1928
(Tentative de l’impossible) Óleo sobre lienzo, 116 x 81,1 cm 
Toyota Municipal Museum of Art, Toyota,142

Imagen y palabra

Las palabras eran un recurso habitual en las pinturas y collages cubistas, futuristas, dadaístas y surrealistas. Magritte las incorpora a su obra durante su estancia en París, entre septiembre de 1927 y julio de 1930, en el que estuvo en estrecho contacto con el grupo surrealista parisiense. En esos años crea sus Tableau-mots, unos cuadros en los que las palabras se combinan con imágenes figurativas con formas semi abstractas, en un primer momento, o aparecen solas, encerradas en marcos y siluetas, entre 1928 y 1929, y casi siempre utilizando una caligrafía escolar.

René Magritte El museo de una noche, 1927
(Le Musée d’une nuit) Óleo sobre lienzo, 50 x 64,5 cm Colección privada
[Expuesta exclusivamente en Madrid]

Figura y fondo

Entre los años 1926 y 1931 la influencia del collage se intensifica. Sus cuadros se llenan de planos horadados o rasgados, de siluetas que simulan papel cortado y se erigen verticales como decorados de teatro, en 1927 empieza a evocar el juego infantil de doblar y recortar papeles para crear mantelitos con motivos geométricos y simétricos multiplicados; el resultado es una especie de celosía, uno de esos elementos tan característicos suyos que ocultan y revelan al mismo tiempo.

Otro recurso frecuente es el de la inversión de figura y fondo, convirtiendo los cuerpos sólidos en huecos, en agujeros a través de los cuales aparece un paisaje o una zoma se rellena con algo, como aire, agua o vegetación. El contorno pertenece al objeto, no al fondo, y conserva la presencia fantasmagórica del objeto.

René Magritte La perspectiva amorosa, 1935
(La Perspective amoureuse) Óleo sobre lienzo, 115,9 x 81 cm.
 Colección privada, cortesía de Guggenheim, Asher Associates [Expuesta exclusivamente en Madrid]

Cuadro y ventana

Describe Magritte “Coloqué ante una ventana visto desde el interior de una habitación un cuadro que representaba exactamente la parte del paisaje ocultada por ese cuadro. Así pues, el árbol representado en ese cuadro tapaba el árbol ubicado detrás de él fuera de la habitación. Para el espectador, el árbol estaba en el cuadro dentro de la habitación y a la vez, por el pensamiento, en el exterior, en el paisaje real, Así es como vemos el mundo; lo vemos fuera de nosotros y, sin embargo, solo tenemos una representación de él en nosotros”.

René Magritte. La llave de los campos, 1936 (La Clef des champs)
Óleo sobre lienzo, 80 x 60 cm.
 Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid, 657 (1976.3)

Rostro y máscara

La figura de espaldas se remonta la pintura tardomedieval pero solo adquiere su valor cuando Friedrich la convierte en protagonista de sus paisajes. A finales del siglo XX, Arnold Bocklin retomó este motivo romántico como expresión de anhelo y melancolía; de él lo heredó Giorgio de Chirico y de éste, a su vez, Magritte.

Los ataúdes de la serie Perspectivas pueden verse igualmente como una variante de la cabeza cubierta, En estas obras, el pintor elige algunos iconos del retrato burgués para boicotearlos con su humor negro. El titulo de “Perspectivas” encajaría con el don la clarividencia del pintor, capaz de ver a los retratos en su estado futuro.  Son vanitas paródicas, memento mori burlones que se mofan de la muerte y de la inmortalidad de los grandes iconos de la pintura.

La pareidolia -la lectura de los rasgos faciales en los objetos inanimados, como sustitutos más o menos aproximados del rostro humano- es el recurso utilizado por Magritte en Shéhérazade (1950) y en la serie de desnudos enmarcados por la cabellera.

René Magritte Sheherezade, 1950 (Shéhérazade)
 Óleo sobre lienzo, 40 x 30 cm 
Colección privada, cortesía de la Vedovi Gallery, Bruselas. [Expuesta exclusivamente en Madrid]

Mimetismo

“(…) he encontrado una posibilidad nueva que tienen las cosas, la de convertirse gradualmente en otra cosa, un objeto se funde en otro objeto distinto en si mismo (…) Por este medio obtengo cuadros en los que la mirada -debe pensar- de una manera completamente distinta de lo habitual (…)”

La disolución de un cuerpo en el aire es también el objeto de El futuro de las estatuas (1932), un vaciado de la máscara funeraria de Napoleón camuflada con cielo azul y nubes blancas. Igual que la muerte disuelve el ego, la pintura disuelve el volumen de la escayola en el azul del cielo. Estas obras anuncian una importante serie que comienza en 1934 con La magia negra, en las que el cuerpo desnudo de la mujer no se desvanece, conserva su forma, sus contornos, y solo cambia su color. entre la carne y el aire, entre la tierra y el cielo.

El mimetismo en Magritte se revela como una consecuencia de su trabajo con la inversión figura-fondo. El animal o el objeto mimético pasa de ser figura a ser fondo, o se entreteje de tal modo con el fondo que se vuelven inextricables, como en La firma en blanco (1965), donde la amazona y su caballo se enredan con los árboles como lo visible se entrevera con lo invisible.

Cuando alguien pasea a caballo en un bosque, primero lo ves (al jinete y al caballo), luego no lo ves, pero sabes que están ahí (…) nuestro pensamiento engloba lo visible tanto como lo visible.”

René Magritte El futuro de las estatuas, 1932 (L’Avenir des statues) 
Óleo sobre escayola, 33,5 x 16,5 x 19 cm Lehmbruck Museum, Duisburgo, 
1966/1976 Copy fotógrafo ©Bernd Kirtz

Megalomanía

En Magritte, la megalomanía se convierte en un cambio de escala mediante la que extrae un objeto o cuerpo de su contexto habitual y lo sitúo fuera de lugar. Si en el mimetismo el cuerpo era devorado por el espacio, en la megalomanía, en cambio, el cuerpo devora el espacio circundante.

El elemento agigantado en sus cuadros puede ser un objeto natural. una manzana, una roca, una rosa…-, y en forma redondeada, en contraste con el espacio cúbico y artificial en que está encerrado. Un experto en este recurso fue Lewis Carrol, muy admirado por Magritte y reconocido por André Breton entre los precursores del surrealismo. El caso más evidente de inspiración tomada de la Alicia de Carroll en la obra de Magritte es la serie de pinturas Delirios de grandeza, que tienen como motivo central un torso escultórico femenino dividido en tres partes huecas, cada una encaja en la siguiente, como en las muñecas rusas o a modo de telescopio.

René Magritte. Delirios de grandeza, 1962 (La folie des grandeurs)
Óleo sobre lienzo, 100,3 x 81,3 cm
The Menil Collection, Houston, 1978-145 E. Copy fotógrafo ©Paul Hester

La máquina Magritte se completa con una instalación, en la primera planta del museo, de una sección de fotografías y películas caseras realizadas por el pintor, prestadas por cortesía de Ludion Publishers. Magritte nunca se consideró fotógrafo, pero sintió una indudable atracción por el cine y la fotografía en su vida cotidiana.

Fotografía de Raoul Ubac. Las muejres surrealistas. Jacqueline Nonkels, Georgette Magritte, Sacha Goemans, Antonina Grégoire, Iréne Hamoir y Agui Ubac. Bruselas. 1940. Galeríe Ronny Van de Velde, Amberes.

Marcel Mariën, René Magritte, Louis Paul Nougé y Noël Arnaud en el Congreso de Escritores y Artistas Comunistas, Amberes. Noviembre de 1947.

Comisariada por Guillermo Solana, director artístico del museo, reúne más de 90 pinturas procedentes de instituciones, galerías y colecciones particulares de todo el mundo, gracias al apoyo de la Fundación Magritte y de su presidente Charly Herscovici. Tras su presentación en Madrid, La máquina Magritte viajará a CaixaForum Barcelona, donde podrá visitarse del 24 de febrero al 5 de junio de 2022.

© Mariví Otero. 2021.
Manuel Otero Rodríguez. 

Fuente: La Máquina Magritte. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Del 14 de septiembre de 2021 al 30 de enero de 2022. Documentación y fotografías, departamento de prensa del Museo.