viernes, 25 de noviembre de 2022

PICASSO / CHANEL “Chanel es la moda lo que Picasso es a la pintura”, Jean Cocteau.

Se habían conocido en la primavera de 1917, seguramente a través del propio Cocteau o de Misia Sert. El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha vuelto a reunir arte y moda en un nuevo proyecto expositivo. Pablo Picasso y Gabrielle Chanel colaboraron profesionalmente en dos ocasiones, ambas con Jean Cocteau: en Antígona (1922) y el ballet de Sergueí Diághilev El Tren azul (Le Train Bleu. 1924). La diseñadora entabló con ambos una larga y duradera amistad que la introduciría en el círculo del pintor español. A partir de entonces, Chanel frecuentará al matrimonio de Olga y Pablo Picasso, coincidiendo con la actividad participación del artista en los Ballets Rusos de Diághilev. La creadora llegó a estar muy relacionada con el mundo artístico e intelectual de París de la época, hasta el punto de afirmar: “son los artistas los que me han enseñado el rigor”.

Atribuido a Maria Chabelska Olga Khokhlova con Pablo Picasso y Jean Cocteau en la azotea del Hotel Minerva, Roma, 1917 Gelatina de plata, 7 × 11,3 cm Musée national Picasso–Paris, donación. Sucesión Picasso, 1992, archivos personales Pablo Picasso.

La exposición Picasso/Chanel esta comisariada por Paula Luengo, conservadora y responsable del Área de Exposiciones del museo, y cuenta con el apoyo de la Comunidad de Madrid y de Chanel, así como Telefónica/ACE, patrocinadores de la Celebración Picasso 1973/2023. La muestra reúne una excepcional selección de vestidos, óleos, dibujos y otras piezas procedentes de museos y colecciones americanas y europeas, entre los que destacan por su generosa colaboración Almine y Berbard Ruiz-Picasso, Patrimonio de CHANEL y el Musée national Picasso de París.

Como ya hemos comentado Chanel y Picasso se conocieron en la primavera de 1917, cuando ambos se encontraban en la treintena y ya eran célebres en sus respectivas actividades profesionales. Picasso empezaba a ser uno de los pintores más cotizados de París, mientras que Chanel, tras comenzar su carrera como sombrerera, había triunfado como diseñadora de moda y abierto tiendas en París (1910), Deuville (1912) y Biarritz (1915). Su natural intuición y su insaciable afán de aprender la llevaron a rodearse de músicos, literatos y pintores, siempre atraída por sus creaciones artísticas, y se convirtió también en mecenas, ayudando económicamente a Stravinsky, al poeta Pierre Reverdy o a Jean Cocteau en diferentes ocasiones.

La comparación directa entre los diseños de Chanel y la obra de Picasso evidencia su parentesco formal y los profundos lazos que unen sus respectivas creaciones, fruto de aspiraciones e influencias compartidas, así como de una mutua admiración, contribuyendo ambos a la construcción del paradigma moderno. Chanel creó el “uniforme” de la mujer moderna y dinámica del siglo XX, e impuso el atractivo de lo repetitivo, igual que Picasso logró formular un nuevo canon de belleza plástica que se convierte en su estilo. Chanel entendió que el pintor había dado con las claves de un nuevo clasicismo. Un lenguaje que, aun siendo sinónimo de la modernidad, no iba a pasar de moda.

Pablo Picasso Mujer sentada con camisola, 1923 (Seated Woman in a Chemise) Óleo sobre lienzo, 92,1 x 73 cm / Oil on canvas Tate, legado de C. Frank Stoop, 1933 (Bequeathed by C. Frank Stoop, 1933)

Gabrielle Chanel Vestido, 1929-1930 (Dress) Seda y lentejuelas / Silk and sequins Patrimoine de CHANEL, París

Recorremos las salas, la muestra está organizada en cuatro grandes secciones que se suceden en orden cronológico y que abarcan, aproximadamente, las décadas de 1910 y 1920:

El Cubismo y el estilo Chanel

Presenta la influencia de este movimiento en las creaciones de Chanel ya desde sus primeros e innovadores diseños: el lenguaje formal geometrizado, la reducción cromática o la poética cubista del collage se traducen en trajes se líneas rectas y angulosas, en su predilección por las masas de color, por el blanco, el negro y el beige, y en la utilización de tejidos humildes.

“(Picasso) destruyó para luego construir. Llegó a París en 1900, cuando yo era una niña, y ya sabía dibujar como Ingres, diga lo que diga Sert. Soy casi vieja y Picasso todavía sigue trabajando; se ha convertido en el principio radioactivo de la pintura. Nuestro encuentro solo podía haber ocurrido en París” Gabrielle Chanel (L’Allaure de Chanel, Paul Morand).

Pablo Picasso Estudio para la cabeza de Desnudo con paños, 1907 (Study for the Head of "Nude with Drapery") Acuarela y gouache sobre papel, 31 x 24,5 cm / Watercolour and gouache on paper Museo Nacional ThyssenBornemisza, Madrid

Gabrielle Chanel Vestido de día, 1920 (Day dress) Crepé de China / Crepe de chine Modemuseum Hasselt

Olga Picasso

El segundo capítulo, está dedicado a los numerosos y bellos retratos que Picasso realizó de su primera mujer, la bailarina rusa Olga Khokhlove, devota clienta de Chanel; junto a ellos algunos vestidos de este periodo inicial de la diseñadora francesa, de los que se conservan escasos ejemplos.

Antígona

Adaptación moderna de la obra de Sófocles realizada por Cocteau y estrenada en París en 1922, con decorados y máscaras de Picasso y vestuario de Chanel que vuelvan a reunirse en este capítulo para mostrar su común inspiración en la Grecia Clásica.

Pablo Picasso Tres mujeres en la fuente, 1921 (Three Women by a Fountain) Pastel sobre papel adherido a lienzo, 66 × 51 cm / Pastel on paper affixed to canvas Colección privada, cortesía Tobias Mueller Modern Art, Zúrich (Private Collection, courtesy Tobias Mueller Modern Art, Zurich)

Gabrielle Chanel Vestido, 1928 (Dress) Crepé de seda y cuentas de cristal / Silk crepe and glass beads Patrimoine de CHANEL, París 

El tren azul

Es el título del cuarto apartado y del ballet producido por Diághilev en 1924, con libreto de Cocteau inspirado en el deporte y la moda de baño; Dos mujeres corriendo por la playa (L carrera), un pequeño gouache que Diàghilev descubrió en taller de Picasso, se convirtió en imagen para el talón de la obra, mientras que Chanel, entusiasta deportista, creó trajes para los bailarines inspirados en modelos deportivos diseñados para ella misma y para la clientela.

Pablo Picasso Las bañistas, 1918 (The Bathers) Óleo sobre lienzo, 27 x 22 cm / Oil on canvas Musée national Picasso-Paris donación en 1979 (Acceptance in lieu, 1979)

Sasha El tren azul: Léon Woizikovsky, Lydia Sokolova, Bronislava Nijinska y Anton Dolin, 1924 (Le Train Bleu: Léon Woizikovsky, Lydia Sokolova, Bronislava Nijinska and Anton Dolin) Copia de época, 25,4 × 33,3 cm / Vintage print Library of Congress, Washington, D. C., Music Division

“Simple”, “puro”, “preciso” son términos que se generalizan en las primeras décadas del siglo XX en el lenguaje de la prensa de moda y describen la vanguardia tanto en el vestir como en las artes plásticas y escénicas, la música o la arquitectura. Desde 1910 puede hablarse ya de una moda de influencia cubista en algunos diseñadores que precedieron a Chanel, como Callot Soeurs o Lucile, que trasladaban a los vestidos la nueva estética creada por Braque y Picasso.


© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: PICASSO/CHANEL. Museo Nacional Thyssen Bornemisza. Del 11 de octubre de 2022 al 15 de enero de 2023. Documentación y fotografías:  Gabinete de Prensa del Museo.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Xavier Franquesa y Salvador Saura. Espacializaciones artísticas a principios de 1970

Foto de sala. Galería José de la Mano.

Estos días se viene celebrando en Madrid una exposición verdaderamente interesante y fundamental, tanto por su calidad como por el momento vivido por estos artistas en 1970. Tiene lugar en la Galería José de la Mano y se denomina “Espacializaciones artísticas a principios de 1970”. Hay quien opina por ahí que esa referencia al origen, como toda referencia similar, es extemporánea porque -dicen- “las manifestaciones del arte y de la cultura son universales…”. Y lo son, ciertamente, pero toda manifestación de arte o de la cultura es universal -si lo es- bajo condiciones diferenciales. Pero hay más: la dialéctica entre la universalidad y el localismo diferencial es tanto más necesaria cuanto que sin ella -sin la antítesis diferencial- la tesis universal solo conseguiría un hueco y vacío esperantismo de la forma. Por lo demás, los dos artistas son catalanes:  

Xavier Franquesa (Barcelona, 1947) artista y escritor, ha cambiado la práctica artística con la teoría y la docencia como catedrático de Dibujo en la Facultat de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona. Formó parte del Grup Major de Gràcia y del Grup Treball, dos importantes colectivos de jóvenes de la década de 1970. Sus obras han sido objeto de numerosas exposiciones y forman parte de las colecciones de museos e instituciones como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid y la Fundación la Caixa de Barcelona, entre otras.

XAVIER FRANQUESA, Sin titulo, 1971 (pintura-lienzo)

Salvador Saura (Molins de Rei, Barcelona, 1950). Artista y diseñador, sus investigaciones en la década de 1970 se centraron en la especialización, juagando con la ordenación de formas geométricas y donde el vacío adquiere una gran importancia, lo que le llevó a la realización de propuestas muy radicales, como en el libro de artista Estudi para un dibuix de 1972. Compuesto por una secuencia de páginas en blanco que finaliza con una línea vertical en la última. En esa época, combinó el uso de la pintura, el dibujo y la escultura con la fotografía y el cine para realizar sus creaciones. En 1972 también publicó el libro Triedre-Angle Recte en el que presentó un conjunto de estudios tridimensionales.

Sus obras pertenecientes a este periodo forman parte del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, y del Museu Nacional d’Art Catalunya, de Barcelona.

SALVADOR SAURA, Sin titulo, 1971-73 (carpeta serigrafias)

Xavier Franquesa y Salvador terminaron sus estudios universitarios y se introdujeron en la esfera artística, en la que la abstracción geométrica, el minimalismo estaban muy presentes. Seducidos por estas nuevas ideas, empezaron a utilizar, frecuentemente, el dibujo como materia artística o como instrumento de conceptualización. Se interesaron por la abstracción, pero se alejaron de los aspectos gestuales y matéricos que habían estado presentes en el informalismo.

XAVIER FRANQUESA, Sin titulo, 1970 (tinta-papel) 

SALVADOR SAURA, Sin titulo, 1971 (acrilico-lienzo)

Sus obras, de principios de 1970, interesaron a creadores como Antoni Tàpies o Joan Brossa, introduciendo a Xavier Franquesa y Salvador Saura en los círculos artísticos. En 1972 hicieron una exposición junto a otros miembros del Grup Major de Grâcia en la Sala Gaspar y también fueron invitados a participar en los encuentros de Pamplona de ese mismo año. Su obra tuvo una buena acogida en la época, pero con el paso del tiempo fue cayendo en el olvido.

Foto de sala. Galería José de la Mano.

La exposición Xavier Franquesa y Salvador Saura, Espacializaciones artísticas a principios de 1970, recupera la interesante producción de la década de los años setenta por su radical y exquisito tratamiento del espacio, convirtiéndolos en unas de las figuras más destacadas del minimalismo en Cataluña. Siguiendo la definición que hizo Robert Morris “la sencillez de la forma no implica la simplicidad de su experiencia.

Foto de sala. Galería José de la Mano.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Xavier Franquesa y Salvador Saura. Espacializaciones artísticas a principios de 1970. Colaboración JuanNaranjo. Galería José de la Mano. Hasta el 10 de diciembre 2022. Documentación y Fotografías: galería, Alberto Manrique.

El “Otro Renacimiento”

Imagen de las salas de la exposición Otro Renacimiento. Foto © Museo Nacional del Prado

Visitamos el Museo Nacional del Prado para pasear por esta exposición donde el Museo nos descubre la experiencia napolitana de los artistas españoles en el Renacimiento. Organizada con el Museo e Real Bosco di Capodimonte de Nápoles, el Museo Nacional del Prado, plantea un recorrido por uno de los capítulos más fecundos y desconocidos de la cultura del Renacimiento europeo: la de España y de la Italia meridional hacia “la maniera moderna”, el gran arte basado en la revolución llevada a cabo por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Compuesta por 44 pinturas, 25 esculturas, 5 libros y 1 retablo procedentes de colecciones públicas y privadas nacionales e internacionales, pretende llamar la atención sobre una cronología (los años iniciales del siglo XVI), una geografía (Nápoles) y unos actores (pintores y escultores italianos y españoles), que forman una panorama artístico a menudo considerado secundario respecto a los tradicionales focos del Renacimiento: Florencia y Roma, y que tuvo además una decisiva transcendencia dentro de una realidad política  más amplia, la de la Monarquía Hispánica, como demuestra la posterior actividad en España de artistas como Pedro Machuca, Bartolomé Ordoñez, Diego de Siloe, Pedro Fernández o Alonso Berruguete, entre otros.

San Juan Bautista Pedro Fernández Óleo sobre tabla, 189,2 x 87,6 cm Pasadena (California), The Norton Simon Foundation

OTRO RENACIMIENTO: ARTISTAS ESPAÑOLES EN NÁPOLES A COMIENZOS DEL CINQUECENTO

En 1503, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, tras derrotar al ejército francés que pretendía ocupar Nápoles, entra triunfante en la ciudad y se hace cargo del gobierno en nombre de los Reyes Católicos. Se trata de un paso importante en el proceso que llevó a España a consolidarse como potencia hegemónica europea. El resto de Italia, sumida en una profunda crisis política, asiste a la afirmación de su cultura humanista, con la Antigüedad como modelo de referencia admirado y respetado en el continente.

Comenzamos la visita a la exposición, dividida en cinco secciones y que pretende llamar nuestra atención sobre este breve periodo, pero extraordinario momento y destacar la gran calidad de las obras de arte producidas desde principios de siglo hasta 1530, cuando terminó la guerra entre el emperador Carlos y el papado.

Imagen de las salas de la exposición Otro Renacimiento. Foto © Museo Nacional del Prado

Sección I. En el umbral del siglo XVI Nápoles tenía más de cien mil habitantes y era la ciudad europea más poblada después de París. En las décadas anteriores al establecimiento de la corte de los reyes de Aragón se habían congregado allí muchos de los humanistas italianos más importantes, que desarrollaron una peculiar forma de “humanismo monárquico” -distinto del “humanismo cívico” propio de las ciudades del centro de la península Itálica- fundado sobre el prestigioso legado de los antiguos.

Las obras reunidas en esta sección sirven como preámbulo a la exposición y muestran algunos de los lugares y rostros que encarnaron la vida y la cultura de Nápoles españolizado: el palacio fortaleza de Castel Nuovo, el busto de bronce al estilo antiguo de Gioviano Pontano y el naturalista retrato de Jacopo Sannazaro, de gran humanidad y completamente desprovisto de grandilocuencia.

Castello novo de Nápoles Francisco de Holanda Pluma y tinta sobre papel, 270 x 395 mm (en una hoja de 465 x 355 mm) Patrimonio Nacional. Colecciones Reales. Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 28-I-20, fol. 53v

Sección II. Nápoles pasa a ser español. La incorporación de Nápoles a la Corona hispana favoreció un desarrollo sustentado sobre nuevas bases: el sur de Italia se integraba en un complejo imperio mediterráneo y pasaba a convertirse, por un lado, en un puesto de avanzadilla para la propagación de las costumbres españolas en Italia, y, por otro, en cabeza de puente para la difusión del lenguaje renacentista italiano en la península Ibérica.

El viaje de Fernando el Católico a sus nuevas posesiones (1506-7) constituyó un acontecimiento clave en este proceso: El rey fue recibido con grandes esperanzas y homenajeado con arquitecturas efímeras y pinturas que celebraban su triunfo a la manera de los emperadores antiguos, con lo que se desarrolló un modelo ceremonial que se exportó de inmediato a la península Ibérica. En esos momentos aparecen activos en Nápoles un misterioso artista conocido como Maestro del Retablo de Bolea y el pintor Pedro Fernández, procedente de Lombardía, que, tras establecerse en la ciudad durante unos años, logró renovar profundamente la cultura figurativa local.

Breviario-Misal de Fernando el Católico Maestro del Retablo de Bolea h. 1506-7 Temple, tinta de oro y pan de oro sobre pergamino Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, Chigi C.VII 205

Sección III. Hacia la “maniera moderna”. Entre los siglos XV y XVI las artes vivieron en Italia un momento de transformación histórica. La obra de artistas como Leonardo y Giorgione, claramente asimilada por sus coetáneos, marcó una ruptura con el pasado: la representación de la naturaleza alcanzaba una nueva dimensión, y las figuras adquirían sentimientos, vitalidad, movimiento. Por su parte, Miguel Ángel y Rafael impusieron un modelo de belleza más complejo e idealizado. Este modelo aspiraba a emular la grandeza, la medida y el poder retórico del arte de los antiguos, considerado hasta entonces un modelo inasequible. Con él, se buscaba una perfección que iba más allá de la representación de lo natural, hasta el punto de revelar el don divino de la Gracia. Es el estilo al que Vasari se referirá como la “maniera moderna”, el de la conquista de la perfección. Florencia, Milán, Venecia y, más tarde, Roma fueron los lugares donde se incubó ese nuevo estilo.

San Juan Bautista Diego de Siloe h. 1520 Madera policromada, 96 x 45 x 40 cm Burgos, Catedral, capilla de los Condestables, Retablo de san Pedro

Sección IV. En torno a Rafael. Los de gobierno del virrey Ramón Folch de Cardona (1509-22) serán recordados entre los más felice de la historia del reino. Fueron también años de un extraordinario florecimiento artístico: la llegada desde Roma de la Virgen del pez de Rafael marcó un punto de inflexión en la actividad de los artistas locales, que la acogieron con gran entusiasmo.

Después de Fernández, los escultores más destacados fueron Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez. Ambos desarrollaron un original estilo al combinar la poética de los afectos de Leonardo con la gracia de Rafael y el poder expresivo de Miguel Ángel. A finales de la segunda década se extendió una versión más inquieta del estilo rafaelesco, estimulada, una vez más, por la presencia de un artista español llamado a desarrollar una brillante carrera, Pedro Machuca, futuro arquitecto del Palacio de Carlos V en Granada.

La cultura humanística napolitana apareció y favoreció esa interpretación libre del arte clásico, como lo demuestra la doble estancia en la ciudad de Polidoro de Caravaggio y la corta pero relevante carrera de Girolamo Santacroce, el más apreciado de los artistas locales.

Ese momento de fervor creativo se vio truncado por la guerra de 1527-28, tal como sucedió en Roma con el Saco de 1527.

Ángel anunciador Polidoro Caldara, llamado Polidoro da Caravaggio 1527-28 Óleo sobre tabla, 36 cm de diámetro Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte


Virgen anunciada Polidoro Caldara, llamado Polidoro da Caravaggio 1527-28 Óleo sobre tabla, 36 cm de diámetro Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte

Sección V. Las águilas de Renacimiento español. Los artistas ibéricos, ya activos en Nápoles a principios del siglo XVI, sientan las bases del Renacimiento español. Bartolomé Ordóñez trabajó sobre todo en Barcelona, aunque murió en Carrara a finales de 1520.

Lamentación sobre Cristo muerto Bartolomé Ordóñez h. 1517-18 Madera de nogal en su color, 55 x 40 x 3 cm Colección particular

 Diego de Siloe, que desarrolló su actividad entre Burgos y Granada, supo infundir en sus obras escultóricas y arquitectónicas un sentimiento de veracidad y grandeza novedoso hasta entonces en esos centros artísticos.

San Sebastián Diego de Siloe h. 1525 Mármol, 83 x 22 x 30 cm Barbadillo de Herreros (Burgos), iglesia parroquial de la Visitación de Nuestra Señora

Pedro Machuca trabajó entre Jaén, Granada y Toledo, y se consagró como el principal abanderado de su maestro Rafael, cuya capacidad inventiva supo captar tanto en sus creaciones pictóricas como arquitectónicas.

La Virgen y las ánimas del Purgatorio Pedro Machuca 1517 Óleo sobre tabla, 167 x 135 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Alonso Berruguete, activo entre Valladolid y Toledo, imprimió a sus obras una fuerte expresividad impulsada por su pasión por Miguel Ángel. Sus figuras adquieren un carácter visionario que las sitúa entre los principales logros del arte europeo del siglo XVI.

San Sebastián Alonso Berruguete 1526-32 Madera policromada Valladolid, Museo Nacional de Escultura

Por su parte, Gabriel Joly, un virtuoso tallista originario de Picardía (Francia), adquirió prestigio en Aragón. En su última fase de actividad el artista alcanzó niveles técnicos y estéticos cercanos a los de Siloe y Berruguete.

Retablo de la Visitación (Hipótesis de reconstrucción) Pedro Fernández h. 1508-10 Óleo sobre tabla Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte

La exposición, comisariada por Andrea Zezza, Professore associato, Dipartimento di Lettere e Beni Culturali, Università degli Studi della Campani,y Ricardo Naldi, Professore, Facoltà di Lettere e Filosofía, Universitá degli Studi Napoli “L’Orientale”.

Espléndido paseo por Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: El “Otro Renacimiento”. Museo Nacional del Prado. Del 17 de octubre 2022 al 29 de enero 2023. Documentación y fotografías: Área de comunicación del Museo.

viernes, 4 de noviembre de 2022

FRANCESC TOSQUELLES. Como una máquina de coser en un campo de trigo.

Vista de la exposición. Frascesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo.

En el Museo Reina Sofía nos hemos paseado por esta importante exposición que se centra en la figura de este revolucionario psiquiatra e intelectual catalán Francesc Tosquelles (Reus, 1912- 1994, Granjas-sur-Lot, Francia) promotor de la psicoterapia institucional y uno de los introductores del psicoanálisis en España. El legado de Tosquelles, que recibió gran reconocimiento en Francia -donde vivió y desarrollo su obra intelectual y terapéutica desde 1939 hasta su muerte en 1994- es prácticamente desconocido en España.  Este Museo es su lugar como doctor y sus relaciones con el arte.

Tras sus experiencias durante la República española y la Guerra Civil, se exilió en Francia, donde llegó a dirigir un centro experimental de cuidados en el Hospital Psiquiátrico de Saint-Alban, que se convirtió en lugar de acogida y refugio de resistentes y escritores franceses como Paul Eluard -perseguido por el nazismo- o Tristan Tzara, Entre 1952 y 1953, figuras tan relevantes como Frantz Fanon concluyeron su formación en psiquiatría junto a Tosquelles.

La exposición que el Museo Reina Sofía dedica a Tosquelles ocupa 11 salas de la tercera planta del edificio Sabatini y permite contemplar al visitante una amplia variedad de obras de arte de surrealistas como Dalí o Man Ray o de artistas como Joan Miró o Antonin Artaud; de impulsores del art Brut como Jean Dubuffet, Karel Appel. Henri Michaux, Léon Schwarz-Abrys o José García Tella; creaciones de pacientes como Marguerite Sirvins o Auguste Forestier; films y videos de Mario Ruspoli o Angela Melitopoulos; fotografías de Agustí Centelles, Alec Wainman o Jacques Matarasso, así como abundante material documental inédito procedente de instituciones psiquiátricas que puede verse por primera vez en un museo. Además, en diversas salas se proyectan breves extractos de una entrevista a Tosquelles realizada en 1986 conducida por Jean. Claude Polack y Danielle Sivadon y filmada por Fraçois Pain en la que se revela el carácter heterodoxo del psiquiatra catalán.

La exposición inicia el recorrido cronológico con una sala que nos sitúa a principio de los años 30 del siglo XX, Psicoanálisis y arte. La República acaba de instaurarse en España y muchos psiquiatras y psicoanalistas de la Europa que huían del antisemitismo se asentaron en una Barcelona convertida en una “pequeña Viena”. En ese contexto, del que dan testimonio unas fotografías de Agustí Centelles y Alec Wainman y los carteles políticos inéditos del Bloc Obrer i Camperol (BLOC) en el que militaba, Francesc Tosquelles recurrió al psicoanálisis y al marxismo para transformar los manicomios heredados del siglo XIX y curar unas instituciones que consideraba enfermas. Así, en 1932, Tosquelles hizo uso pionero de la tesis del psicoanalista Jacques Lacan en el Institut Pere Mata, un manicomio privado de la alta burguesía en Reus.

Si eran tiempos de vanguardia en los campos de lo político y de la psiquiatría, en el ámbito cultural surgían vanguardias como el surrealismo, deudor de la tesis de Lacan, que despatologizaba la paranoia y la convertía en mecanismo de construcción de toda personalidad y que fue retomada por artistas como Salvador Dalí. De él se muestra Homenaje a Lautreamont (1945), obra dedicada al poeta que inspiró también a otros surrealistas como Man Ray para defender el azar de la belleza y autor de una sentencia que Tosquelles parafraseó para resumir su propia experiencia y que sirve para dar título a la exposición “Bello como el encuentro fortuito de una máquina de coser con un paraguas sobre una mesa de dirección”.

Sin salir de esta sala podemos contemplar diverso material relacionado con el trabajo desarrollado por Tosquelles durante la Guerra Civil sentó las bases de la psicoterapia infantil y juvenil y cuando, en 1937, ejerció como director de la clínica de Almodóvar del Campo, en Ciudad Real, donde experimentó con un servició de urgencia cerca de la línea del frente a fin de no separar a los heridos de guerra de los lugares donde habían vivido el trauma.

En la siguiente sala se ubican otras obras de los artistas José Roa y Josep Ponti, republicanos que compartieron con Tosquelles el campo de refugiados de Septfonds, en su exilio a Francia en 1939 tras la Guerra Civil. Allí, el psiquiatra catalán organizó una unidad de psiquiatría con la ayuda de un único enfermero, un guitarrista y un pintor.

El núcleo central de la exposición ilustra la labor del psiquiatra catalán en el Hospital de Saint-Alban, donde Tosquelles trabajó entre 1940 y 1962 y cuya transformación ha servido de modelo para la psicoterapia institucional.

A través de una serie de fotografías de Jacques Tatarasso, se da cuenta de la estancia en el Hospital de artistas como Paul Eluard, quien en 1946 publicó Souvenirs de la maison des fous (Recuerdo de la casa de locos) una recopilación de poemas inspirados por su estancia en el asilo. El libro presenta los poemas junto a ilustraciones de Gérard Vulliamy. Asimismo, en 1945, el poeta y teórico dadaísta Tristan Tzara pasó dos meses en Saint-Alban. Durante su estancia, Tzara escribió el poema Parler seul (Hablar solo) que el editor Maeght publicó en 1950 acompañado de setenta y dos litografías de Joan Miró. Los versos se dirigen a mujeres enfermas, figuras femeninas estigmatizadas por alienación mental.


Pasamos a la sala siguiente Influencia del arte psicopatológico, se muestran obras emblemáticas del art brut realizadas por Auguste Forestier (1887-1958), uno de los pacientes del hospital cuyo arte llamó la atención de Jean Dubuffet. Éste acudió a la institución en 1945 con el fin de adquirir sus primeras obras de art brut siguiendo las indicaciones de sus colegas en París. Para él, Forestier sería una de las figuras centrales en su definición de este tipo de arte. Mientras que Dubuffet oponía el art brut al “arte cultural de los museos, las galerías, los salones”, y lo definía como un arte anticultural, Tosquelles, hizo de las prácticas culturales una herramienta para despertar el vínculo social de los enfermos.

Seguimos por esta sala y nos encontramos trabajos de Antonin Artaud; los dibujos de Benjamin Arneval poblados de bestias y monstruos, vacas caballos y serpientes, con los que el artista creaba inventarios visuales; o las creaciones de Marguerite Sirvins, que vivió en el hospital desde 1932 a 1957, y de quien Dubuffet coleccionó sus bordados y acuarelas. 

Otros artistas presentes en la exposición y considerados como representantes destacados del art brut son españoles Joaquín Vicens Gironella, Miguel Hernández Sánchez y José García Tella. No eran pacientes psiquiátricos, pero por su condición de exiliados republicanos en Francia se les asoció a cierta marginalidad: La de los derrotados políticos.

En el último espacio El delirio del fin del mundo. Este espacio se ocupa de artistas que expresaron los horrores y ansiedades de este periodo de entreguerras. En el caso de Gérard Vulliamy. El tono brueghelesco de su pintura titulada Le Cheval de Troie (1936-1937) mantiene su fuerza como una de las pinturas más importantes del surrealismo tardío. Los dibujos preparatorios y las obras de dimensiones más reducidas en torno al mismo tema describen un mundo apocalíptico, muy cercano en forma y textura a los cuadros que pintó Salvador Dalí en 1935, de quien se puede ver su estudio premonitorio de la Guerra Civil Española, Este conflicto y la Segunda Guerra Mundial confirmarían los peores presagios.

Tras la proyección de Déconnage (Desbarrar), un nuevo montaje realizado en 2012 por la videoartista Angela Melitopoulos de la entrevista -originalmente filmada por François Pain- en la que Tosquelles rememora su biografía, la exposición finaliza con una sala dedicada al trabajo que desarrolló Tosquelles durante los últimos años de la dictadura y el primer posfranquismo en su retorno a Cataluña.

En ella se muestra la colección de casetes que el personal del Institut Pere Mata y Francesc Tosquelles grabaron a lo largo de los últimos 30 años de su vida, así como los mapas conceptuales o cuadros de pared de Tosquelles conservados en la biblioteca del Hospital Universitario Pere Mata.

Tosquelles murió en 1994, su muerte coincidió con la desaparición de la psiquiatría como disciplina independiente y su asimilación como rama de la medicina.

Una muestra que todos deberíamos visitar aprendiendo lo que es la psiquiatría a través del arte y que desconocemos.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: “Francesc Tosquelles. Como una máquina de coser en un campo de trigo”. Museo Reina Sofía (Madrid) Edificio Sabatini, 3ª planta. Comisarios: Joana Masó y Carles Guerra. 28 de septiembre de 2022 al 27 de marzo de 2023. Documentación y fotografías: Gabinete de prensa del Museo.