viernes, 28 de septiembre de 2018

Doce fotógrafos en el Museo del Prado

Imagen de la exposición “Doce fotógrafos en el Museo del Prado”. Foto © Museo Nacional del Prado.

La Fundación Amigos del Museo del Prado, con motivo del Bicentenario del Museo, invita a doce fotógrafos contemporáneos a trabajar en torno a las obras que este atesora. Esta es la primera exposición de la celebración de su Bicentenario: Doce Fotógrafos en el Museo del Prado.

Perteneciente a tres generaciones distintas y con formas de entender y utilizar la fotografía muy diversas,  José Manuel Ballester, Bleda y Rosa, Javier Campano, Joan Fontcuberta, Alberto Garcia-Alix, Pierre Gonnord, Chema Madoz, Cristina de Middel, Isabel Muñoz, Aitor Ortiz, Pilar Pequeño, Javier Vallhonrat, se han inspirado en las obras que atesora el Museo, pero también en el aura que las envuelve, el edificio que las cobija y aquellos que las contemplan.

Imagen de ocho de los doce fotógrafos en la presentación, de izquierda a derecha: Isabel Muñoz, Javier Vallhonrat, Pierre Gonnord, Pilar Pequeño, José Manuel Ballester, Joan Fontcuberta, Alberto García-Alix y Aitor Ortiz. Foto © Museo Nacional del Prado.

Con el espectador cambia la mirada, y son muchos los espectadores que a lo largo de estos doscientos años que la institución conmemora han observado sus cuadros y contribuido a su trayectoria desde 1819. Una vez más, la mirada protagoniza el arte. El acto de representación que es la fotografía captura la historia del museo en un instante, desde la perspectiva de cada uno de los autores, que se materializa en las 24 obras que forman la colección dos fotografías  por cabeza.

Imagen de la exposición “Doce fotógrafos en el Museo del Prado”. Foto © Museo Nacional del Prado.

Esta iniciativa vincula con las anteriores El Museo del Prado visto por 12 artistas contemporáneos y Doce artistas en el Museo del Prado, en 1991 y 2007 respectivamente. El objetivo es reivindicar el diálogo que el arte actual mantiene con el de todas las épocas y estilos del pasado, dice Calvo Serrallera quien sólo le interesa el arte contemporáneo o el arte tradicional es que no le interesa el arte en absoluto”.

La Galería baja norte del edificio Villanueva del Museo del Prado acoge esta exposición, comisariada por Francisco Calvo Serraller y que cuenta con el apoyo de Japan Tobacco International (JTI) como entidad colaboradora de la Fundación Amigos del Museo del Prado.

Las veinticuatro fotografías que forman la exposición abren nuevos caminos por los que adentrarse en las colecciones del Museo y aportan puntos de vista y nuevas perspectivas para contemplarlas, además que mostrar que el Prado mantiene su capacidad inspiradora transcurridos dos siglos desde su inauguración. Doce miradas que dan testimonio tanto del poder evocador del Prado como la capacidad creadora de quienes han llevado a cabo esta colección.

Exposición

[…] En este haz de miradas sobre un presente pasado o un pasado presentado, las hay que “espacian el tiempo”; otras que “dinamizan el espacio”, y, en fin algunas que son “transgénicas”, pues van más allá de las limitaciones conspicuas de los géneros. Entre las primeras, incluiría  las que exploran el significativo constreñimiento del Museo del Prado como carcasa espacial o contenedor arquitectónico, un asunto con muchos matices. Por ejemplo Chema Madoz, desde un punto de vista irónico- conceptual, marca de la casa, al representar marcos triangulares  sobrepuestos y enmarcar en ángulo del suelo de una de las salas.

Sin título, 2018 Chema Madoz © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Aitor Ortiz, por su parte, de forma minimalista, nos muestra unas salas de exposiciones temporal por completo despejadas, que mediante sutiles golpes de luz o de contraluz, revelan el vacuo espacio diáfano.
Exposición temporal 001, 2018 Aitor Ortiz © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Entre la presencia y la ausencia, José Manuel Ballester juega también sus bazas visuales, en este caso llenando la sala de Las Meninas con la sola presencia de esta obra maestra velazqueña, que a su vez, queda por completo despoblada de personajes para mostrar el sutil espacio cerrado en el cuadro y su entrelazado de luces.

Sala principal, 2018 José Manuel Ballester © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Y nos queda por último y como remate, las miradas transhistóricas de Bleda y Rosa, pues nos entreabren la visión de los césares triunfantes, pintados por los, a su vez ilustres triunfadores del pincel, que mutuamente se exaltan en sus frenéticas victorias, dejándonos a nosotros, presentes entonces y ahora, derrotados por completo en nuestras sillas de ruedas de víctimas propiciatorias.

Ribera del Elba, 2018 Bleda y Rosa © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018 

Decolorado y fragmentado Alberto García-Alix logra el poderoso efecto de una Dolorosa que porta la palpitación  del sufrimiento con la calavera y el pie y la mano inertes, y lo multiplica con la simple emergencia de un ojo que vuelve a anillar el anular de una mano engastada, ella misma convertida así en todo un rostro estremecedor.

Sin título, 2018 Alberto García-Alix © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Cristina de Middel compone sus endogamias transgénero con las rosadas efigies de infantes rococó inflamados por sus vaporosos tules; en ellas los fragmentos vuelan con la gracia flotante de un ceremonioso baile de salón, donde pasa de todo sin que pase nada.

Endogamia 01, 2018 Cristina de Middel © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

La superposición de imágenes cobra con Javier Vallhonrar otro vuelo, pues contrapone los heráldicos paisajes pintados que exhiben el Prado a escenarios naturales, sin que este escalonamiento entre “lo cocido y lo crudo” rompa la línea de flotación visual, lo cual posee una enjundia de mucho calado y sinfín de vericuetos conceptuales.

Goya, 2018 Javier Vallhonrat © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Pierre Gonnord, que ha rebuscado entre el público, factor esencial en la coyunda artística, personajes que se identifiquen con lo representado en los cuadros, como el joven llamado Christopher, o el pájaro denominado Carlos, que no solo se corresponden –tienen el aire- de algunos de los insignes efigiados de los retratos de aparato.
Christopher, 2018 Pierre Gonnord © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Pilar Pequeño, Un analogía de recreación de un género, el del bodegón, de singular cuño español, es la que propician  Pilar Pequeño, con sus bandejas de estaño, muy sutil y sencillamente floreadas, al estilo de los realistas madrileños de la segunda mitad del XX, y

Copa de agua y un clavel, 2018 Pilar Pequeño © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Javier Campano, con sus bodegones de caza y pescados, más dramáticamente encarnados. Las fotografías de ambos nos dejan no solo el regusto de la admirable humildad española, sino respectivamente la sensación de lo anímico y lo sensual, del alma y el cuerpo de lo humano.

Salmonetes, 2018 Javier Campano © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

La idea de Isabel Muñoz es audaz y hermosa porque concibe la elevación extática, de estirpe grequista, como sumergirse en las profundidades marinas para representar el baile ascendente de los místicos que se van elevando danzarinamente desde el oscuro fondo abisal hasta la claridad de la superficie.

San Hermenegildo, 2018 Isabel Muñoz © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Joan Fontcuberta, por su parte, con sus grafoscopios, capta la oxidación del tiempo y su soterrado rebullir, pero es a través de esta elegía del desgaste, que amenaza ruina, como deja entrever la patina de la vanguardia.

Grafoscopio #2, 2018 Joan Fontcuberta © Fundación Amigos del Museo del Prado, Madrid, 2018

Todos los visitantes a la exposición  no solo disfrutaran de las magníficas creaciones de estos doce fotógrafos, sino que, gracias a ellas y ellos, descubrirán también nuevos aspectos y nuevas formas de acercarse a las colecciones del Museo del Prado.



© Mariví Otero 2018
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Doce fotógrafos en el Museo del Prado. Comisario: Francisco Calvo Serraller, texto: “Asombroso”, catálogo. Documentación Departamento de Prensa Museo del Prado, del 21 de septiembre 2018 al 13 de enero 2019. Madrid.

viernes, 21 de septiembre de 2018

CRISTINA IGLESIAS: ENTRƎSPACIOS


Cristina Iglesias (San Sebastián, noviembre 1956) reconocida artista plástica, galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999, su trabajo está influenciado por su estancia en Londres en los años 80, donde encontró procesos de materialización de escultura mucho más abiertos. Además fue en el Reino Unido donde comenzó a conectar no solo con la “nueva escultura británica”, sino también con la escuela de Düsseldorf. En ese período de descubrimiento se familiariza con el trabajo de Eva Hesse y Robert Smithson, entre otras artistas a los que considera importantes en ese período formativo, aunque su obra la encontramos totalmente aislada de cualquier corriente o tendencia.


A partir del 6 de octubre en el Centro Botín, se inaugura la exposición de CRISTINA IGLESIAS: ENTRƎSPACIOS, que reúne  veintitrés obras (creadas por la artista entre 1992 y 2018). La retrospectiva, comisariada por Vicente Todolí, es una mirada poética hacia el mundo y crea una nueva dimensión del paisaje por medio de materiales industriales.

Además, Cristina Iglesias dirige desde ayer día 17 al 28 de septiembre, el Taller de Artes Plásticas de la Fundación Botín, una iniciativa que se desarrolla anualmente en Santander desde 1994. A la artista le une una estrecha relación con la Fundación y con su nuevo centro de arte, al haber creado específicamente para el entorno del Centro Botín y los Jardines de Pereda una intervención escultórica compuesta por cuatro pozos y un estanque en piedra, acero y agua, llamada Desde lo subterráneo, una obra que también forma parte de la exposición.


A lo largo de su carrera, Iglesias ha definido un vocabulario escultórico único, creando ambientes inmersivos y experienciales que referencian y unen la arquitectura, la literatura e influencias culturales del especificas del lugar. A través de un lenguaje de formas naturales y construidas en varios materiales, redefine poéticamente el espacio al confundir interior y exterior, orgánico y artificial, combinando materiales industriales con elementos naturales para producir nuevos espacios sensoriales inesperados para el espectador.

Sus piezas siempre intentan crear un acceso a “otro lugar” imaginado, a un paisaje profundo que, en esencia, puede abordarse con la lectura de alguna de sus obras más significativas que alberga esta exposición, como Sin título, Venecia II (1993). Esta obra, que pertenece a la colección de la artista, sintetiza de una manera magistral parte de los códigos que podemos aplicar a otras de las piezas que veremos en el Centro Botín.


Giuliana Bruno, en su texto “La densidad de la superficie: proyecciones en un muro-pantalla” (MNCARS, catálogo 2013), escribe: “el mundo de Cristina Iglesias es un lugar de umbrales, suspendido en el límite de lugares imaginarios. En este universo, esculturas y texturas forman un dialogo imaginativo con la arquitectura y el entorno, exponiendo así su temporalidad. Elaboradas con una variedad de materiales que hace pensar en una metamorfosis de estados vitales, estas obras demandan formas fluidas de habitar. Incluso cuando se tratan de evitar que los visitantes del museo o de la galería se adentren físicamente en ellas, ofrecen una forma de acceso virtual, visual. Son puertas o, más bien, portales que invitan a atravesar fronteras, incluida la que separa el interior del exterior… Un viaje introspectivo se inicia en el momento en que nos encontramos con esta forma de escultura que no concibe el espacio como un mero contexto ni la arquitectura como corolario. El espacio es la obra, y uno debe tener presentes sus diferentes planos de existencia”.


Considerada una de las artistas españolas más reconocidas internacionalmente, en la exposición “CRISTINA IGLESIAS: ENTRƎSPACIOS” se presenta una gran selección de piezas, que ocupan la segunda planta del volumen oeste Centro Botín al completo y que conviven en total armonía con su obra en los Jardines de Pereda “Desde lo subterráneo”. Además, la última gran exposición de Cristina Iglesias en España tuvo lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en 2013, por lo que esta muestra es una oportunidad única de disfrutar de su trayectoria y su obra más reciente.



© Mariví Otero 2018
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: CRISTINA IGLESIAS: ETRƎSPACIOS. 6 de octubre de 2018- 24 de febrero de 2019. Comisario: Vicente Todolí de la Comisión Asesora de Artes Plásticas de la Fundación Botín. Centro Botín. Muelle de Albareda, s/n Santander. María Cagigas, Directora de Comunicación y Desarrollo. www.centrobotin.org

viernes, 14 de septiembre de 2018

Monika Buch 70’s: Abstracción geométrica

Sin título. 1977
Acrílico sobre tabla
80 x 80 cm
Ref.: MKB-279


Sin título. 1977
Acrílico sobre tabla
80 x 80 cm
Ref.: MKB-278

Monika Buch (Valencia 1936). Para el espacio RO Proyectos, el galerista Rafael Ortiz ha querido centrarse en la producción de Buch que realizó en la década de los setenta, época de trabajo intenso, cuando tras diez años sin pintar, la artista tenia inquietudes sobre nuevas investigaciones, siempre dentro de la abstracción geométrica  y contando con el poso que dejó su paso por la escuela de Ulm.

Sin título. 1979
Acrílico sobre papel
50 x 65 cm
Ref.: MKB-14

Sin título. 1979
Acrílico sobre cartulina
50 x 65 cm
Ref.: MKB-156

La obra más antigua que se presenta en esta muestra data de 1973 y se trata de una tabla donde Buch se centra en el estudio de la interrelación forma-color. La verdadera gran eclosión de su trabajo fue en 1975, con una amplia relación de tablas de 48 x 48 cm., algunas de ellas de carácter óptico-cinético. El papel es el segundo de los soportes sobre el que trabajó durante estos años, principalmente de 1976 a 1979, en composiciones realizadas con acrílicos muy diluidos donde consigue un trabajo exquisito de formas modulares, algunas de ellas cinéticas y otras dentro de las denominadas figuras imposibles. Monika Buch explica del siguiente modo la producción realizada en esos años: “En el trabajo que hago desde 1972 (desde que terminé mis estudios en la universidad de Utrecht) son sobre todo las gamas de colores las que predominan. Los colores pasan casi siempre de claro a oscuro o viceversa. La diferencia entre un color y el siguiente no se pueden percibir directamente, ya que la diferencia es mínima. Si hay algún salto este se puede ver solamente cuando has hecho los pasos siguientes. Para determinar la diferencia entre un color y el siguiente utilizo un elemento geométrico pequeño con el que construyo una estructura o diseño geométrico, para esto encuentro inspiración en la geometría dinámica de Hermann von Baravalle”.

Sin título. 1976
Acrílico sobre tabla
48 x 48 cm
Ref.: MKB-255


Sin título. 1975
Acrílico sobre tabla
48 x 48 cm
Ref.: MKB-256

La muestra se compone de una selección de veintiséis obras, soportes: tabla, cartulina y papel. Técnicas: acrílico y tinta, formatos de 48 x 48 cm. La obra de Monika Buch se fundamenta en lo que aprendió en el HfG. En palabras de la propia  artista: “Siempre parto de una idea o una pregunta que quiero resolver. Me interesa la percepción: qué es lo que veo y por qué, por eso me gusta trabajar en un tema con variaciones. La estética es importante pero muchas veces más en un segundo plano. Una obra puede ser bella o agradable de ver, pero para mí tiene que tener algo más, algo interesante que te llama la atención o que atrae tu mirada cada vez y quieres descubrir lo que te inquieta” La trayectoria de los trabajos de Buch no es lineal, pues toma y retoma ideas anteriores para seguir progresando en sus investigaciones y en los resultados plásticos que de ellas derivan. Por todo ello la obra la podemos agrupar en diferentes apartados independientes del año en que se han creado.

Sin título. 1976
Acrílico sobre cartulina
50 x 62 cm
Ref.: MKB-020

Sin título. 1977
Acrílico sobre cartulina
65 x 50 cm
Ref.: MKB-98

Monika Buch, lleva viviendo en Utrecht (Holanda) más de cincuenta años junto a su marido, el arquitecto holandés Bertus Mulder, Monika Buch afirma que haber nacido en Valencia y haber pasado su juventud en esta ciudad constituye una parte muy esencial de su persona y que ello le ha influido en su desarrollo como artista.

En 1956 ingresó en la famosa HfG (siendo director de la escuela Max Bill), escuela que fue concebida como la heredera del revolucionario Bauhaus, y que supuso una de las instituciones más progresistas de la enseñanza del diseño como disciplina sistemática, científica y de base teórica. Posteriormente, estudió pedagogía  y psicología infantil, en la Universidad de Utrecht, conocimientos que le facilitaron su trabajo diseñando juguetes con la fábrica holandesa ADO. Más tarde desarrolló materiales y juegos didácticos para un proyecto de educación especial para niños de familias desfavorecidas.

Sin título. 1975
Acrílico sobre papel
48,5 x 48,5 cm
Ref.: MKB-148

El visitante también se sorprenderá, con el minucioso trabajo de cada obra. Buch afirma: “Lo que más me gusta es trabajar con las manos y usar diferentes técnicas”.

Monika Buch, es tendencia y un descubrimiento para muchos.


 
© Mariví Otero 2018
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: MONIKA BUCH.70’s. R.O. Proyectos. Calle Huertas, 61, bajo izda. Madrid (España). Info@galeriarafaelortiz.com Del 13 de septiembre al 30 de noviembre 2018. Documentación Javier Martín. Julio 2018.

jueves, 6 de septiembre de 2018

MÚSICAS EN LA ANTIGÜEDAD


Volvemos de vacaciones y nuestra primera tarde la dedicamos a disfrutar de la espléndida muestra que en CaixaForum Madrid quedó pendiente, siendo este blog un gran amante de la música.

Figurilla ática: actor cómico tocando el "tympanon". Arcilla pintada.
C. 380 - 350 a.C. Hallada en Grecia. París, Musée du Louvre.

Desde Irán hasta la Galia, los vestigios milagrosamente conservados de instrumentos,  los fragmentos  de notaciones musicales y las múltiples representaciones de intérpretes que han llegado hasta nuestros días evocan los sonidos de tres mil años de historia (del 2900 a.C. al 395 d. C.). La exposición reúne un conjunto de piezas singulares, de sensible y delicada belleza: instrumentos y escenas reproducidas en tres dimensiones en vasos griegos, mosaicos y monedas. Tablillas mesopotámicas, estelas egipcias, cerámicas griegas, relieves históricos romanos y una colección de instrumentos de música cuyo estado de conservación a menudo sorprende, así como documentos. En total, se presentan 373 piezas, 278 de ellas pertenecientes al Museo del Louvre. Las obras proceden también de la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo Metropolitan de Nueva York, el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, el Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, el Museo Capitolini, el Museo Nazionale Romano y el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, entre otros.

Laudista extranjero (?), 2004-1763 a.C. Eshnunna (?) (Irak). Arcilla. Musée du Louvre.
 © RMN-Grand Palais, Musée du Louvre. Foto: Hervé Lewandowski.

El hecho musical en la exposición se aborda desde distintas perspectivas. Los trabajos llevados a cabo recientemente en el campo de la arqueología experimental han permitido recuperar sonidos que se creían perdidos.  También  se presenta el contexto eminentemente religioso de la música. Así como el sociocultural. La exposición recupera sobre el origen divino de sonidos e instrumentos: del demiurgo sumerio Enki el inventor de la lira, Hermes. 
La música interviene en todas las facetas de la vida: exalta el poder de los soberanos, acompaña en la guerra y es omnipresente en la escena cívica y en el vínculo con lo divino. Está ligada a todas las etapas de la vida: la infancia, la juventud, la madurez y la muerte. Alrededor del hecho musical se crean oficios, desde el de lutier hasta el de maestro de música, mientras que algunos intérpretes extraordinarios han alcanzado una gran fama en este campo.

El punto de partida de la exposición es el programa de las Escuelas Francesas en el Extranjero (EFE) Paisajes sonoros y espacios urbanos en el Mediterráneo antiguo, dirigido por el Institut Française d’Archéologie Orientale, la Ecole Française d’Athènes y la Ècole Française de Rome. Músicas en la antigüedad se hace eco de la investigación actual, diversa y abundante en este ámbito, gracias a la labor de conservadores, historiadores y arqueólogos, así como de etnomusicólogos, físicos acústicos y arqueometristas.


Los ámbitos de la muestra son seis, la visita a la exposición fluye de manera delicada, de vez en cuando se escuchan notas sonoras. Seleccionamos el ámbito cinco:

Los oficios de música

En la práctica musical se distingue claramente entre el músico amateur y el profesional, cuya actividad tiene las características de un verdadero oficio: el músico sigue un aprendizaje, asimila las técnicas y los gestos necesarios, trasmite sus conocimientos y recibe una gratificación. Entre los músicos profesionales, hay que distinguir entre “las estrellas”, que son recompensadas por soberanos y ciudades, y los simples ejecutantes, cuya función básica es participar en los ritmos o animar los banquetes. Las mujeres también pueden vivir de este arte, pero a menudo tan solo pueden tocar en los palacios de Oriente y en los templos de Egipto. Algunas consiguen  hacer de ello su profesión, en ocasiones a costa de forjarse una dudosa reputación. En lo que respecta al oficio de lutier, tan solo se documenta en el mundo grecorromano, pero la observación de los vestigios muestra la increíble destreza de los artesanos y la riqueza de los materiales empleados para la fabricación de los instrumentos.

Sarcófago de las Musas, 150-160 d.C. Roma (Italia). Mármol. Musée du Louvre.
 © RMN-Grand Palais, Musée du Louvre. Foto: Stéphane Maréchalle.
Interpretar
La iconografía antigua ilustra muy bien los múltiples y variado gestos y posturas de los músicos. Encontramos detalles sobre las técnicas  para tocar los instrumentos, sobre la manera de pulsar las cuerdas (con o sin plectro) o el entrechocar los címbalos, o sobre la utilización de accesorios, como por ejemplo la phorbeia, una banda que sujeta las mejillas del auleta. Las escenas de concierto muestran los instrumentos que se tocan a la vez. Hay que tener en cuenta que la interpretación de estas fuentes es a menudo delicada, ya que no se trata de fotografías tomadas al momento, sino de imágenes en las que se intenta resumir la actuación musical, por lo que en ocasiones se acomodan a tal fin. Existen relieves muy precisos en cuanto a la posición de los dedos en el instrumento; otros son mucho más aproximativos. Para descifrarlos hay que conocer tanto los códigos de la gestualidad musical como las convenciones iconográficas en las sociedades antiguas.

Estela de la música, 2140-2110 a.C. Tello, Irak. Piedra caliza. 
© RMN-Grand Palais, Musée du Louvre. Foto: Mathieu Rabeau.

Trasmitir
El mundo de los músicos es muy heterogéneo. En los textos se puede identificar diferencias en cuanto a talento, estatus y renombre. Los monumentos funerarios son una fuente muy importante para seguir las distintas trayectorias y trazar los vínculos de parentesco en una familia de músicos. En cuanto a las modalidades de aprendizaje, no se conocen lo suficiente, pero sí se sabe que había maestros de música. Aunque la transmisión de los conocimientos musicales se realiza de forma oral, gracias a un proceso de memorización, hay que tener en cuenta el desarrollo de teorías armónicas y rítmicas en Oriente y en Grecia, así como las primeras notaciones musicales. La música se escribe para recordar las melodías y también es objeto de tratados científicos. Cabe señalar, sin embargo, que en la iconografía del conjunto de estas civilizaciones antiguas no aparece ningún músico tocando ante una “partitura”.

Pintor de Berlin, ánfora: citarista, c. 480-470 a.C. Ática, Grecia. Arcilla. Musée du Louvre.
 © RMN-Grand Palais, Musée du Louvre. Foto: Hervé Lewandowski.
Fabricar
En el mundo antiguo, los instrumentos musicales no se fabrican en serie. Los mejores fabricantes de instrumentos de cuerda y de viento son los que combinan habilidades técnicas con el conocimiento de los materiales (bronce, hueso, marfil y distintos tipos de madera). Actualmente, el desarrollo de las investigaciones científicas permite reproducir el que pudo ser el gesto del artesano, y descubrir la naturaleza exacta de las materias primas y su procedencia (local o no). Hay estudios recientes sobre varios instrumentos: el análisis  de los materiales y de las técnicas de fabricación, la fotogrametría, la digitalización o la modelización acústica modifican profundamente el conocimiento de estos objetos desde un punto de vista técnico y estético.

Instrumentos de percusión.

Músicas en la antigüedad es el fruto del esfuerzo de colaboración de un equipo de expertos en las civilizaciones mesopotámica, egipcia, griega y romana. La exposición es el resultado del trabajo conjunto de las conservadoras del Musèe du Louvre, Hélène Guichard, Violaine Jeannmet y Ariane Thomas, junto con otros cinco especialistas de instituciones y universidades francesas: Nele Ziegler, directora de investigación del Centre National de lRecherche Scientifique (CNRS); Christphe Vendries, profesor de Historia Romana de la Université RennesII; Alexandre Vicent, profesor investigador de Historia Romana de la Université de Poitiers; Sylvain Perrot, de la Académie de Strasbourg, y Sibylle Emerit, Investigadora del CNRS. Estos ocho comisarios han trabajado de forma conjunta para presentar una gran selección de obras con un discurso inédito y novedoso.




© Mariví Otero 2018
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Músicas en la antigüedad. Musée du Louvre- Lens y la Obra Social “la Caixa”. CaixaForum Madrid. Del 9 de Junio al 16 de septiembre 2018.  Documentación: Departamento de Prensa CaixaForum Madrid.