viernes, 25 de enero de 2019

CINCO MUJERES FOTOGRAFAS / CINCO MIRADAS

Ana Palacios. Albino 43, 2012 | Fotografía, 70 x 105 cm.

La fotografía tiene una historia tan apasionante y variada como los temas que millones de cámaras han captado en película. Desde sus humildes principios, que ya está cerca de los doscientos años, la fotografía ha llegado a convertirse en una de las fuerzas creativas más influyentes de nuestro tiempo.

Los hombres y mujeres que han llevado a la fotografía al lugar que ahora ocupa han ido sumando sus aportaciones a una sólida serie de logros. Ahora disfrutan del producto de su esfuerzo incluso quienes se conforman con la más elemental de las cámaras.

La fotografía como arte, fue antes que ninguna otra cosa una forma de arte. En Europa, hacía 1839 los primeros fotógrafos tomaban imágenes de personas y paisajes que recordaban a los óleos y acuarelas artísticos. El nuevo medio era muy parecido a la pintura, pero mucho más rápido y, por tanto más barato. La popularidad de esta clase de fotografías continuó aumentando durante los primeros años del siglo XX. Europa había sido el centro de la fotografía en el XIX, pero el interés se desplazó a Estado Unidos cuando Alfred Stieglitz abrió en Nueva York la galería Photo Secession en 1902 con la intención de, según sus palabras, “lograr la recepción de la fotografía” como nuevo medio de expresión artística.

Cristina Ansorena.

La Galeria Ansorena, (Cristina Ansorena) presenta la exposición 5 miradas, 5 mujeres. Que reúne veintiséis obras de cinco fotógrafas: Isabel Muñoz, Ouke Leele, Rosa Muñoz, Ana Palacios y Concha Pérez. Caminamos por la exposición con un texto muy bien documentado, escrito por Ángela Sanz Coca, para el catálogo de la muestra.

Se quiere mostrar al público, los nuevos enfoques que han aportado con sus trabajos cinco fotógrafas españolas magníficas, dos de ellas Premio Nacional de fotografía (Ouka Leele en 2005 e Isabel Muñoz en 2016), que han nacido entre 1951 y 1972. Las artistas fotógrafas son: Isabel Muñoz, Ouke Leele, Rosa Muñoz, Ana Palacios, Concha Pérez, son cinco miradas transversales, cinco lenguajes creativos, cinco maneras de entender el hecho fotográfico, pero con puntos en común, como el afán de experimentación, el análisis de género del retrato y el interés por reflejar una subjetividad que transciende  lo individual e indaga en su dimensión colectiva. 
Concha Pérez, Carrera - Paso, 2009 | Fotografía, 80 x 126 cm.

Una de las veteranas, Bárbara Allende Gil de Biedma, más conocida como Ouka Leele (Madrid, 1957) protagonista y musa de la Movida madrileña, es una artista de amplio registro, pintora, poeta, escritora, cineasta. Sus obras fotográficas  aúnan  la tactalidad de la pintura –colorea en atractivos y vistosos tonos sus instantáneas-.

En esta muestra se exponen cinco obras, entre ellas el emblemático autorretrato “Herida como la niebla por el sol” de 1987.
Ouka Leele, Herida como la niebla por el sol, 1987 | fotografía, 87 x 120 cm.

Isabel Muñoz (Barcelona, 1951), es una de las mejores fotógrafas en el manejo de la platinotipia –un antiguo procedimiento de impresión sobre platino-, que aplica en sus magníficos retratos de tipo antropológico. En esta exposición se muestran dos series que condensan el amplio registro de la fotografía. “Etiopia (blanco y negro, 2005)”, En “Agua” (platinotipias a color, tomadas en 2016-17 bajo las aguas del Mediterráneo y Japón), la autora compone una metáfora del nacimiento del ciclo de la viada, que es también la del planeta.

Isabel Muñoz participó con una espléndida obra “San Hermenegildo” (2018),   en la exposición del Museo del Prado “Doce fotógrafos en el Museo del Prado” (que ha finalizado el 13.1.2019).

Isabel Muñoz, Agua, 2016 - 2017 | Fotografía, 120 x 120 cm.

El trabajo de Rosa Muñoz (Madrid, 1963) tiene un eje fundamental, el paso del tiempo y la memoria para reflexionar a su vez sobre  temas que nos atañen a todos, como la globalización y lo que esta conlleva de pérdida de la identidad histórica y cultural. En esta muestra se exhibe “Habitación con vistas, (1992)”, de la serie “Casas”, su primera incursión en la fotografía escenificada. El resultado son unas magnificas imágenes entre surrealistas y fantásticas.

Rosa Muñoz, serie casas, Haitación con vistas, 1992 | Fotografía 100 x 100 cm.

Concha Pérez (Valladolid, 1969) también gira en torno a la memoria de los lugares que fueron habitados en el pasado y que se han convertido en espacios vacios, desolados. Nos muestra algunos de sus frutos más devastadores en series como “Lo que nos queda”.

Además, Concha Pérez utiliza la manipulación informática para crear atmosferas ficticias, entre el límite de lo real y lo irreal, como en “Play Room”.

Concha Pérez, El Dorado, 2008 | Fotografía, 125 x 133 cm.

 Ana Palacios (Zaragoza, 1972) a primera vista podría parecer una fotógrafa  documental especializada en retratar problemáticas africanas, pero lo que la diferencia es que ella fotografía las soluciones y está empeñada en mostrarnos que no hay una única historia de África, pobre y sin futuro. Premio de Prensa de Manos Unidas, entre otros galardones nacionales e internacionales, es autora de tres libros: “Art in Movement” (Uganda), “Albino” (Kabanga, Tanzania) y “Niños esclavos”. “La puerta de atrás” (que consta además de un documental). Ana Palacios demuestra que ese tópico de que la fotografía apegada a la realidad social es un arte bienintencionado pero menor es totalmente falso.

Ana Palacios, Niños Esclavos, 61, 2016 | Fotografía, 110 x 165 cm.

Espléndida exposición, de cinco fotógrafas que han sabido asimilar las dificultades que el medio fotográfico les plantea para enriquecer al máximo  este ámbito hasta convertirlo en inabarcable, sorpresivo y bello.

Isabel Muñoz, Etiopía, 2005 | Fotografía, 136 x 110 cms. 

© Mariví Otero 2019
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: “5 miradas, 5 mujeres”. Galería Ansorena. Madrid. Prensa de la Galería Ansorena. Texto catálogo: Ángela Sanz Coca. Del 15 de enero al 15 de febrero 2019.

viernes, 18 de enero de 2019

MANOLO MILLARES. 1960, en la Gallery Pierre Matisse, Nueva York.

Manolo Millares.

La Galería Leandro Navarro, presenta una colección de 15 espléndidas pinturas sobre papel de los años sesenta, del artista Manolo Millares (Las Palmas de Gran Canaria, 1926 – Madrid, 1972). Importa, puesto que para su vida y para su obra no es indiferente, conocer el medio familiar. Nació y se educó Manolo Millares en el seno de una familia de corte liberal y con fuertes fermentos intelectuales. Por ejemplo, tío carnal de Manolo es el insigne paleógrafo e historiador Agustín Millares Carló. Vivió, pues, y educó su infancia, en ese clima de republicanismo histórico, de patriotismo civil, en cuyo seno con tanta frecuencia  se nutre un riguroso sentido ético. Reparamos ahora en ese dato porque la moral –sobre todo la moral de la justicia- es uno de los esenciales factores conformativos en la obra de Manolo Millares. Allí se educó, al lado de hermanos poetas y de padres que, por su estructura mental, eran más proclives a permitir ciertas veleidades. La suya, por ejemplo, la veleidad del arte. El joven Millares de los años cuarenta se mostraba ya pintor y –naturalmente- descubriría paisajes de su isla natal y mostraba esa precoz facilidad y facultad para el dibujo representativo que, con frecuencia, indica al futuro pintor.

Sin titulo. Manolo Millares. 1960. Gouache sobre papel. 50.8 x 35.56 cm.

Después de ésta breve memoria por la vida del Maestro, caminamos por la exposición: Manolo Millares, en la Mirada de Pierre Matisse. Texto de: Coro Millares (hija de Manolo Millares).

Catálogo de la exposición Manolo Millares. Recent paintings en la Pierre Matisse Gallery. Nueva York, 12 abril - 9 mayo, 1960.

Las pinturas sobre papel que se exhiben en la Galería Leandro Navarro, formaban parte de la colección de obras que Pierre Matisse seleccionó a lo largo de esos primeros años, entre 1960 y 1963.

La mañana del 25 de agosto de 1959, Manolo Millares recibía un telegrama en la vivienda que compartía con Elvireta Escobio en la calle López de Hoyos de Madrid:

“Tres desireux presenter vos tableaux en amerique stop reconnais sant reserver vos tableaux jusqua echenge lettre pour possibilite achat stop quand rentrez vous en espagne stop adresse villa la punto st Juan Cap Ferjat Frnace meilleures salutations Pierre Matisse”.

“Sería mi deseo presentar sus cuadros en América stop por favor deje reservados los cuadros hasta que lleguemos a un posible acuerdo de compra stop cuando vuelva a España? Stop mi dirección es Villa la punto st Juan Cap Ferjat Francia saludos Pierre Matisse”.

Esta curiosa primera toma de contacto tuvo como artífice en la sombra al propio Joan Miró que había quedado gratamente impresionado con la exposición inaugurada el 10 de enero de 1959 en la Sala Gaspar de Barcelona “Cuatro pintores del grupo “El Paso” (Rafael Canogar, Luis Feito, Manuel Millares y Antonio Saura). Es a raíz de esa exposición cuando Miró propone a Matisse incluir al artista canario entre los pintores que entonces estaba dando a conocer en los Estados Unidos.

Sin título. 1960. Gouache sobre papel. 49.53 x 69.85 cm.

Manolo Millares, había saboreado a sus treinta y tres años un cierto reconocimiento internacional a partir de 1957, tras su participación en la IV Bienal do Museu de Arte Moderno de São Paulo que le abrió las puertas de importantes colecciones privadas americanas – Philip Johnson, James Johnson Sweeney, Nelson Aldrich Rockefeller- y museos como el MoMa de Nueva York. Aun así, su presencia fuera de España seguía siendo discreta, por lo que no es de extrañar que ese telegrama estuviese a punto de terminar en el cubo de la basura ante la sospecha de que se tratase de una broma pesada de algún conocido. No parecía lógico que una primera comunicación, sin aviso previo, de uno de los galeristas más relevantes del momento se hiciese a través de tan breve mensaje, en el que, por otro lado, se resumía toda una declaración de intenciones. L a respuesta fue rápida y el mercado americano se abrió pronto al arte de Millares.

Sin título. 1959. Gouache sobre papel. 59.53 x 70.49 cm.

La serie que hoy vemos en la galería, son las obras más oscuras, las de los negros y grises que, extendidas en gruesas pinceladas, sumen el papel en la oscuridad. También las del protagonismo del monotipo con sus peculiares texturas y la pintura negra derramada o salpicada sobre los espacios libres del papel. Suponen, en fin, una oportunidad única de ver reunidas y expuestas de nuevo en España algunas de las pinturas que partieron hace ya casi sesenta años a Estados Unidos de la mano de Pierre Matisse y compartir su elegante mirada sobre la figura y obra de Manolo Millares.

Sin título. 1962. Gouache sobre papel. 50.17 x 69.85 cm.

Pierre Matisse, se había convertido en una primera figura del mercado del arte estadounidense desde su llegada a Nueva York el año 1924. A través de su galería homónima, abierta en 1931 en el edificio Fuller, introdujo las corrientes artísticas europeas de vanguardia en las colecciones y museos norteamericanos, y se encargó de representar obras de algunos de los artistas capitales del siglo XX, entre los que se encontraba Alexander Calder, Marc Chagall, Jean Dubuffet, Alberto Giacometti, Joan Miró o Yves Tanguy, y por supuesto su propio padre, Henri Matisse.

Manolo Milares, Salvador Victoria y Elvireta Escobio, en la galería EGAM de Madrid. 1971.

Hay cierta intimidad en la obra sobre papel. Esta muestra permite al observador acercarse a los papeles abstractos de Millares son a su vez representaciones de sus arpilleras: el sentido, la estética, el gesto son los mismos. “la elegancia de un rebelde” Manolo Millares. Qué buena selección hizo Henri Matisse.

© Mariví Otero 2019
Manuel Otero Rodríguez

Fuentes: Manolo Millares, en la mirada de Pierre Matisse”. Galería Leandro Navarro. Del 10 de enero al 15 de Febrero 2019. Departamento de Prensa. Texto de Coro Millares.
Moreno Galván, J.M. “Manolo Millares”. Colección nueva órbita”. Editorial Gustavo Gili. S.A. 1970 Barcelona.

viernes, 11 de enero de 2019

POÉTICAS DE LA DEMOCRACIA. Imágenes y contraimágenes de la Transición

Esta exposición pone el acento en arte, democracia y libertad, el Museo Reina Sofía da visibilidad a este proceso de investigación –que ha llevado a cabo durante una década- rememorando un periodo en el cual, junto a las demandas civiles a favor de las libertades democráticas, la justicia social y el autogobierno, surge una nueva estética vinculada a prácticas culturales innovadores que buscan subvertir el orden franquista y los diseños institucionales que tratan de heredarlo.

Poéticas de la democracia reúne más de 250 obras (pintura, vídeo, cine, fotografía, comic, documentos e instalaciones), pertenecientes en su mayor parte a la colección del Museo Reina Sofía, Eduardo Arroyo, Pilar Aymerich, Colita, Antonio Saura, Juan Genovés, Luis Gordillo, Mari Chordá o Anna Turbau, entre otros muchos.

Juan Genovés. El abrazo. 1976. Acrílico sobre lienzo. 151 x 201 cm. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. © Juan Genovés, VEGAP, Madrid, 2018.

La muestra se articula en torno a dos acontecimientos poco estudiados dentro de la historia del arte español reciente: la Bienal de Venecia de 1976 y el surgimiento de la subcultura urbana en España a mediados de los setenta.

En 1974 la Bienal había dedicado homenaje a la resistencia chilena contra Pinochet, los responsables de la misma decidieron convocar a la España del tardofranquismo para la siguiente edición, la de Venecia en 1976. Para materializar el proyecto, su director Carlo Ripi di Meana, encargó a un comité de expertos el comisariado y organización de una muestra. La que fue llamada “comisión de los 10” liderada por Tomás Llorens y Valeriano Bozal e integrada por Oriol Bohigas, Alberto Corazón, Manuel García, Agustín Ibarrola, Antonio Saura, Antonio Tàpies, Manuel Valdés y Rafael Solbes.

Que se conformó gracias al apoyo del pintor Eduardo Arroyo, residente en Italia y miembro de la Comisión de Artes Visuales de la Bienal de Venecia. Con Franco todavía vivo, la comisión de los diez solicitó que el Pabellón español permaneciese cerrado, firmando así una inédita declaración de intenciones por parte de los comisarios y la institucionalidad italiana, que enunciara esta bienal española como –no oficial- y antifranquista.

Las últimas ejecuciones del Régimen y la muerte de Franco cambiaron la naturaleza de la exposición. El periodo histórico que se abría impulsó la configuración de una relación entre arte y política diferente, así como la aparición de nuevos agentes implicados. El proyecto de Llorens y su equipo dejaba fuera de la muestra a numerosos artistas, muy conocidos en el momento, pero incluía a los propios artistas organizadores, lo que desató una tormenta de críticas tanto a nivel nacional como internacional.  

El comité de comisarios organizó muestra militante de izquierdas que bajo el lema “España. Vanguardia artística y realidad social (1936-1976)” con la que pretendían transformar el relato histórico oficial construido por 40 años de dictadura. Uno de los puntos fuertes de la tesis de la muestra, que cronológicamente se remontaba a la Segunda República, giró en torno a la redención de la memoria de los “vencidos” o “ausentes” y tuvo como símbolo el grupo de artistas vinculados al Pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937 (Picasso, Calder, Renau, etc.). Otro de sus principales objetivos fue significar una vanguardia de izquierdas que había sido desactivada durante el franquismo y manipulada por el Régimen, como hizo con el movimiento informalista, para exportar una imagen de modernidad en el exterior. Se trataba, en definitiva, de actualizar la noción de vanguardia en España, y de darle un sesgo sociológico y marxista vinculado a la lucha de clases y en total oposición al formalismo clásico.

Asociaciones de artistas, en especial aquellos que representaban los intereses de los diversos nacionalismos, provocaron algunas de las protestas más sonadas, con la consiguiente retirada de obras, entre otros, de Chillida y Oteiza quienes habían aceptado la invitación previamente. En Italia, artistas y críticos de enorme resonancia como Emilio Vedova, Lugi Nono o Giulio Carlo Argan, vinculados al Partido Comunista Italiano, exigieron a la institución que dirigía Ripa di Meana que diera voz en el proyecto a tres compañeros, defensores de la causa democrática y de sobrado reconocimiento critico internacional: Vicente Aguilera Cerni, José María Moreno Galván y Rafael Alberti, quienes fueron finalmente invitados a realizar una propuesta de exposición paralela. Esta segunda opción, de carácter interdisciplinar y generalista no llegó a materializarse.


Ya dentro de la exposición Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición,  la primera sala en el Museo Reina Sofía reconstruye, 42 años después, el espacio principal de la muestra veneciana recuperando obras de la época que allí estuvieron presentes, como Ronda de noche con porras, de Eduardo Arroyo; La mujer, de Alberto Corazón; Amnistía, de Agustín Ibarrola; Venecia, de Eusebio Sempere; El abrazo, de Juan Genovés; Dos pueblos dos miradas, de Andreu Alfaro; una serie de serigrafías, de Antonio Saura; o varios cuadros de la serie Paredón, de Equipo Crónica, entre otros.

Agustín Ibarrola y Antoni Tàpies.

Continuamos por una sala de carácter documental, intenta retratar la Bienal, desde su gestación a su instalación, a través de un conjunto de materiales: textos, carteles, manifiestos, fotografías, videos del archivo de la Bienal o el plano de Bohigas (arquitecto) del pabellón italiano. Se completa con obras de Picasso, Renau, Miró, o la escultura de Alberto, Reclamo de alondra.

También se pueden ver documentos relativos a otras manifestaciones artísticas de programas organizados en paralelo a la Bienal: música, cine, poesía y representaciones teatrales de varias compañías como Els Joglars, Tábano, o la de Nuria Espert, que sí fue tomado del proyecto Cerní-Galván-Alberti.


En las siguientes salas se recuperan otras obras presentes en Venecia como Sí, si entramos en el Mercado Común de Eduardo Arroyo, varias piezas de la Serie Mussolini de, Manolo Millares o serigrafías de Juan Genovés. Artistas que mostraron una línea antifranquista y de corte social y marxista, como Albert Ràfols-Casamada con Morir pel Vietnam, Antoni Tàpies con Paja prensada en X  y Cadira i roba o Luis Gordillo con Cabeza roja y Mano en ojo,  también representados en estas salas.

El espacio denominado Reducción Conceptual incluye la instalación de Grup de Treball, compuesta de documentos facsímiles y recortes de prensa relativos a la Bienal.


Contracultura frente a institucionalidad

Esta segunda parte de la muestra se centra en las corrientes culturales que emergen durante la llamada Transición española, cuando surge una contracultura juvenil y ciudadana que cuestiona el lugar y las funciones de las instituciones existentes y de los dispositivos ideológicos que las sostienen, de la familia a la cárcel, de la escuela al ejército, de la iglesia a la fábrica y del partido a la psiquiatría o a la sociedad de consumo.  Las nuevas formas de organización de la sociedad civil (asociaciones vecinales, agrupaciones de barrio, movimientos soberanistas, feministas, ecologistas, pacifistas etc.)

Las obras que conforman el segundo bloque de la exposición y que comienza en la sala que se abre con la proyección de La Cabina de Antonio Mercero y que lleva por título La crisis de la masculinidad. Carteles de la época, fotografías de la serie de Alberto Schommer sobre los líderes de los partidos políticos o las fotografías de Lluís Casals, ilustran esta crisis del “personaje político”. La sala cierra con una instalación de Carlos Pazos, Ni se compra ni se vende, que pone en tela de juicio el modelo de familia tradicional que ha dominado hasta ese momento.


El espacio expositivo denominado La calle es nuestra, estética de la protesta reivindica la calle como un teatro de la democracia que pasa a ser un espacio de expresión público y centro de multitud de actividades, que se visualizan en las manifestaciones, las protestas callejeras, los activismos vecinales, los grafitis, las performances, etc. Se refleja en el trabajo de fotoperiodistas como Pilar Aymerich y Anna Turbau o en las fotografías de Manel Armengol.

Fotografía de Manel Armengol.

La expresión directa en la calle sobre estos acontecimientos.

Jóvenes artistas entre los que se encuentra Ceesepe, Raimundo Patiño o Salvador Costa i Valls representados en la sala La Juventud en transición. Es el momento también de los espacios alternativos de creación; la cultura se expande por bares, festivales disidentes, pisos francos o ateneos, ajenos a toda institucionalidad. Es el contexto de películas como Deprisa, deprisa de Carlos Saura o la obra de Ocaña.


La sala dedicada al vampirismo está relacionada con la autodestrucción, la droga, los excesos nocturnos y la proliferación de una gran multitud de tribus urbanas que ocupan los espacios de la ciudad. Se refleja en los oleos y litografías de Víctor Mira, dibujos y collages de Ceesepe, en las fotografías de Garcia-Alix y en la película Entre tinieblas, de Pedro Almodóvar, que se proyecta en la sala, y el cartel realizado por Iván Zulueta.

Cartel de Entre Tinieblas:  Iván Zulueta.

Esta exposición presta especial atención al Movimiento Feminista que en esos años de la Transición adquiere gran protagonismo. Se proyecta la pieza realizada por la Cooperativa Cinema Alternatiu sobre Les Jornades Catalanes de la Dona (1976) junto a un gran número de carteles a dichas jornadas. Obras de Mari Chordá, los foto-libros Antifémina y Obrera de Colita; la serie de fotografías sobre las cárceles de mujeres de Pilar Aymerich; comic de Elsa Plaza; libros y revistas como Vindicación feminista de Lidia Falcón o el Bar-Biblioteca La- Sal situada en el Raval, son ejemplo de la nueva iconografía que reclamaba el movimiento feminista para su difusión.


La anormalidad democrática es el título de una de las salas de la muestra, como denuncia de estas situaciones figura la serie de fotografías de Anna Turbau sobre Psiquiátrico de Conxo en Santiago de Compostela, los dibujos de Toto Estirado o el comic Esquizoide de Antón Patiño. Se acompañan estas obras de algunos ejemplares de revistas (que empiezan a publicar sobre la psiquiatría y la “despenalización” de la locura), y de la instalación El Mental, compuesta por dos proyecciones con 160 diapositivas de 35 mm. Y una grabación en audio.

Finaliza el recorrido expositivo con la sala 1978, que gira en torno al Referéndum sobre la Constitución, tanto en sus manifestaciones a favor como en contra. Hay fotografías, libros, carteles y pintadas pidiendo el Sí o el No en el Referéndum, junto con varias versiones de la Carta Magna.



© Mariví Otero 2019
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Poéticas de la democracia. Imágenes y contraimágenes de la Transición. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía ha organizado junto a las Cortes Generales y Acción Cultural Española (AC/E). Dirección del proyecto: Manuel Borja- Villel y Rosario Peiró. Comisariado: Rosario Peiró, Lola Hinojosa, Cristina Cámara y Germán Labrador. Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía. Del 5 de diciembre de 2018- 25 de Noviembre de 2019. Madrid.

Exposición relacionada con: El poder del arte. Obras de la colección Museo Reina Sofía. / Congreso de los diputados y Senado / Del 1 de diciembre de 2018 al 2 de marzo de 2019.