El
Palacio de Velázquez, Parque del Retiro acoge la primera monográfica que se ha
organizado en Europa sobre Beatriz González (Bucaramanga, Colombia,
1938) pionera del arte pop y considerada como una de las artistas más
importantes e influyentes del arte colombiano.
Cerca de 160 obras,
pinturas, dibujos, láminas, esculturas e instalaciones, realizadas entre 1965 y
2017, y gran cantidad de archivos prestados por distintos museos y colecciones
particulares de todo el mundo, conforman la muestra. Beatriz González ha
sido pionera en su país en materia de educación y mediación especialmente con
la introducción del concepto de museo como “plataforma de conocimientos” en el
Museo de Arte de Moderno de Bogotá durante los años sesenta, donde fue
directora del departamento de educación. En paralelo a su larga carrera como
artista, Beatriz González ha desarrollado también una amplia labor como
crítico de arte y comisaria de exposiciones.
La
obra de Beatriz González ocupa un lugar único dentro de la historia del
arte latinoamericano, como un trabajo inspirado en los medios de masas en el
que inserta un dialogo entre las narrativas populares y la pintura formal. González
transforma obras de arte de
carácter universal teniendo en cuenta el gusto popular y se apropia del trabajo
fotográfico de las imágenes reproducidas en prensa a través del dibujo, la
pintura, la gráfica y la escultura. La muestra revela la naturaleza radical y
moderna de su obra: muebles, sus versiones multimedia de retratos sacados de
las noticias que conectan el arte pop y la política y, por último, sus
monumentales cortinas impresas con iconos universales, que son también una
subversión de la historiografía artística clásica.
González siempre ha permanecido
al margen de los gustos y modos de hacer el arte en las corrientes de las
grandes ciudades, un posicionamiento a la vez estético y político y vital que
queda sintetizado en su reivindicativa autodescripción de “pintura
de provincias”. Partiendo de la premisa de que el “arte cuenta lo que la historia no puede contar”, cita anónima que, como explica la propia artista en una
entrevista que se publico en el catálogo, suele utilizar muy a menudo, la obra
de González
se articula en torno a la cuestión de la memoria como una coartada nostálgica,
todo lo contrario, su trabajo está estrechamente ligado al presente. Hay en sus
series gráficas y pictóricas, especialmente desde finales de la década de los
70, un deseo de dar testimonio de su tiempo, de confrontarse y
confrontarnos a él. Y lo hace sin
eludir, aunque también sin subrayar, la posición que enfrente a esta realidad
ella –como historiadora, como comisaria, como ciudadana- ha decido recuperar.
Cuando
se analiza el trabajo de Beatriz
González hay un elemento de carácter metodológico que ilustra la
relación que la artista ha mantenido con ciertas manifestaciones expresivas
ligadas a la cultura popular y con nociones claves en la historia de las ideas
estéticas: a la hora de llevar a cabo sus series gráficas y pictóricas, González
siempre parte de imágenes preexistentes que ha ido recopilando en un
archivo que, además, ocupa un lugar destacado en la exposición.
Este ejercicio de
reformulación crítica de estrategias iconográficas ligadas a la cultura popular
se ensambla y complementa con su interés por lo doméstico, y aunque su
presencia será constante en toda su trayectoria, quizás donde resulta más
apreciable es en aquellas obras en las que, como soporte y/o marco de sus
representaciones pictórica, Beatriz González utiliza muebles y
otros objetos de uso cotidiano.
Una
interesante ramificación de esta vertiente de producción con las piezas que
lleva acabo con telones y cortinas de plástico, en los que a menudo imprimirá
sus variaciones y copias de obras maestras de la pintura universal. Copias
elaboradas no a partir de las obras originales, sino de reproducciones que González
encuentra durante sus interminables paseos por el centro y mercadillos
populares de Bogotá.
Un ejemplo paradigmático
de esto sería Telón de la móvil y
cambiante naturaleza (1973) en la que pinta sobre un telón de siete por doce
metros una copia del cuadro Le déjeuner
sur l’herbe (Almuerzo sobre la hierba, 1863) de Édouard Manet, que hizo a partir de una desvaída
reproducción del mismo que encontró en la portada de una revista. Esta obra,
con la que profundiza en su reflexión en torno a cómo las producciones
artísticas y culturales occidentales son transformadas y recodificadas cuando
llegan a un país del “tercer mundo”, fue la que Beatriz González presentó en la
XXVIII Bienal de Venecia de 1978, año en el que Julio César Turbay llegó al
poder en Colombia. Controvertido personaje, protagonizará una serie de dibujos
y pinturas que suponen otro importante punto de inflexión en su trayectoria,
pues a partir de ellos su trabajo comienza a tener una carga más política.
Beatriz
González ha expuesto en los principales museos del mundo, desde la Tate Modern
de Londres hasta el MoMA de Nueva York; pasando por el Museu de Arte Moderno de
Rio de Janeiro o el Museo de arte Moderno de Medellín; además de haber
participado en la reciente edición de la Documenta 14, (2017).
La muestra ha sido
organizada por el Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía junto con el CAPC Musée d’art Contemporain de Bordeaux,
donde se pudo ver del 23 de noviembre de 2017 al 25 de febrero de 2018, y KW Institute for Contemporary Art de
Berlín, donde viajará tras su estancia aquí en Madrid.
Comisaria de esta espléndida exposición: María Inés Rodríguez.
© Mariví Otero 2018
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuente: Beatriz González.
Palacio de Velázquez, Parque del Retiro. Museo Nacional Centro de Arte Reina
Sofía, Madrid. Del 22 de marzo de 2018 al 2 de septiembre de 2018. Gabinete de
Prensa. Museo Reina Sofía.