viernes, 25 de noviembre de 2016

EL COLOR, LA PASIÓN DE LOS FAUVES


El arte es dionisiaco, un himno a la alegría, una embriaguez del espíritu. Derain.

Los fauves de París, formados en los talleres de Gustave Moreau y de Eugène Carrière, se agruparon en torno a Henri Matisse a finales de la década de 1890 y realizaron sus primeros ejercicios con colores puros durante los años siguientes. Octubre de 1905 fue una fecha decisiva para estos artistas porque sus obras fueron expuestas en el Sala VII del Salon d’Automne. El resultado causó un auténtico revuelo entre los asistentes y el crítico de arte Loui Vauxcelles no dudó en calificarlos en su reseña de “fieras” –fauves, en francés- debido a la fortísima intensidad de las tonalidades utilizadas en contraste con dos bustos de mármol expuestos en la misma sala. En efecto, las obras que hoy resultan alegres y decorativas, en 1905 y a un público que estaba aún asimilando los avances de la pintura impresionista, parecieron salvajes y violentas. Aun comparadas con los postimpresionistas, el arte de los fauves posee una pureza y una inmediatez que todavía sigue sorprendiendo.

Los Fauves: La Pasión por el Color. La exposición está producida por Fundación Mapfre ha sido posible únicamente gracias al apoyo de los más de ochenta prestadores que han colaborado en ella. Entre ellos destacan importantes instituciones como la TATE, el Centre Pompidou, el Musée d’art Moderno de la Ville de París, la Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, el Milwaukee Art Museum o el Statens Museum de Dinamarca, que han prestado algunas de sus obras más emblemáticas. También ha sido imprescindible la generosidad de más de treinta coleccionistas particulares, que han accedido a prestar obras más desconocidas por el público pero de calidad extraordinaria. Por tanto, la muestra es una oportunidad inmejorable para apreciar el fauvismo porque reúne algunas obras clave del movimiento y otras que nunca habían sido expuestas en nuestro país hasta ahora. La comisaria de la exposición: María Teresa Ocaña.

Maurice de Vlaminck, Restaurant de la Machine
à Bougival, ca. 1905
Musée d'Orsay, donación de Max y Rosy
Kaganovitch, 1973

La muestra traza un recorrido por el fauvismo desde sus inicios en el taller de Gustave Moreau hasta la desintegración del grupo a finales de 1907. Incluye obras de todos los artistas que formaron el grupo: Henri Matisse, André Derain, Maurice de Vlaminck, Albert Marquet, Henri Manguin, Charles Camoin, Jean Puy, Taoul Dufy, Othon Friesz, Georges Braque, Georges Rouault y Kees van Dongen, y hace hincapié en las relaciones artísticas y personales entre ellos. Más de 160 obras, entre pinturas, dibujos, acuarelas y piezas de cerámica, son una explosión cromática en las salas de la Fundación Mapfre.

Henri Manguin, Devant la
fenêtre, 1904
Colección particular

La exposición consta de cinco secciones, el sentido de la misma es cronológico que permite ver la evolución estilística tan intensa, que los artistas desarrollan en apenas dos años.

El fauvisno antes del fauvismo

Dedicada a los primeros intentos pictóricos llevados a cabo por los artistas que formarían el grupo fauve durante sus años de formación. Se puede apreciar la influencia  que la pintura de Van Gogh, Gauguin y Cézanne ejerció sobre ellos.

Los fauves se retratan

El retrato para los fauves era algo más que reflejar la percepción que un artista tenia del otro, también consistía en construir la imagen del compañero a través de la combinación de estilos y de las personalidades del pintor y del retratado tal y como refleja la pareja de retratos realizados por Matisse y Derain durante el verano que pasaron juntos en Collioure.


Henri Matisse, André Derain, 1905 Tate, Londres    



André Derain, Henri Matisse, 1905 Tate, Londres
Acróbatas de la luz

En el verano de 1905, periodo decisivo para el fauvismo, Matisse y Derain se instalaron en el pueblecito pesquero de Collioure. Allí vivieron un período de cooperación artística asombrosamente productivo gracias al cual crearon obras que causaron sensación en el Salón d’ Automne de 1905.

La fiereza del color

El escándalo causado por estas pinturas en el Salón d’Automne de 1905 fortaleció la identidad de los fauves, que a partir de entonces expusieron con frecuencia en las galería de arte moderno de París y contaron con el apoyo de marchantes como Vollard.

A comienzos de 1906 se incorporaron al grupo tres pintores provenientes de Le Havre: Raoul Dufy, Othon Friesz y Georges Braque, que renovaron de forma brillante el movimiento, ya que el grupo inicial del atalier Moreau comenzaba a abandonar la intensidad de sus paletas.

Raoul Dufy, L'Estacade du Casino Marie-Christine à Sainte-Adresse, c.1906 Milwaukee Art Museum, regalo de Mrs. Harry Lynde Bradley, M1977.83
Senderos que se bifurcan

Se cierra la exposición con un grupo de pinturas que presentan los distintos caminos que tomaron los fauves a partir de 1907. Aunque desde el comienzo el fauvismo estuvo fundamentalmente centrado en el paisaje, muchos de ellos se vieron muy atraídos por la vida del París nocturno, tema por otro lado típico de la vanguardia. Vlaminck, Rouault y Van Dongen reflejan este mundo de prostitutas y personajes de circo con una gran crudeza  y vivacidad a través de colores exaltados y pinceladas enormemente expresivas y violentas, que enlazan en cierto modo con la pintura expresionista que estaba naciendo fuera de Francia.

Pese a la importancia que ha tenido en la Historia del Arte Moderno, el fauvismo ha sido un movimiento que ha pasado casi desapercibido en España, siendo esta la primera gran exposición que aborda en su conjunto y en profundidad en los últimos quince años.

La corriente fauve fue tan brillante como intensa tuvo una vida apenas de tres años entre 1905 y 1907, pero su importancia fue extraordinario y sentó las bases para otros movimientos posteriores como el expresionismo y el cubismo. Como  George Braque afirmó: duró lo que duran las cosas nuevas.

© Mariví Otero 2016
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Los fauves: La pasión por el color. Dossier de prensa: Alejandra Fernández y Nuria del Olmo. Fundación MAPFRE. Del 22 de octubre de 2016 al 29 de enero de 2017.

domingo, 13 de noviembre de 2016

LOS PILARES DE EUROPA. La Edad Media en el British Museum.



La Edad Media  en el British Museum, es la primera muestra surgida del acuerdo firmado entre la Obra Social “la Caixa” y el British Museum en 2015.

En el pasado, los historiadores habían tipificado la Edad Media como un incivilizado puente entre las antiguas culturas de Grecia y Roma y el Renacimiento italiano y la Reforma protestante de los siglos XV y XVI. No obstante, en realidad este período de más de mil años de historia conllevó inmensos cambios políticos, económicos  y culturales, dando como fruto grandes talentos artísticos  y progresos intelectuales.  Esta muestra comprende el periodo entre el 400 y el 1500 d.C. Su objetivo es abrir una ventana al mundo de la Edad Media a partir de los tesoros y la cultura material tanto de la élite dominante como otros grupos sociales.

Espectacular puesta en escena, la exposición incluye un total de 263 piezas, 244 de ellas, procedentes de las colecciones medievales del British Museum. Se completa con 19 obras que provienen del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Museu  Nacional d’Art de Catalunya y el Museu Frederic Marés. Estas piezas sirven de contrapunto al discurso expositivo desde la perspectiva de los reinos del Sur.


Capitel, 950-1000. España. Mármol. Museo Arqueológico Nacional, Madrid.

La muestra se presenta en 6 secciones:

La Edad Media, o período medieval

La formación de Europa

El poder real

Tesoros celestiales

La vida de la corte

La vida urbana




Más de mil años de cambios políticos, económicos, culturales e intelectuales. Aunque el historiador emplea los términos medieval y Edad Media con cierto grado de flexibilidad, en líneas generales este designa el período de la historia de Europa comprendido entre la decadencia del Imperio en el siglo V y la Reforma protestante del XVI.

En ese período, todos los niveles de la sociedad experimentaron grandes cambios. La Europa del siglo XVI era ya muy distinta del mundo del siglo V. A lo largo de todo el continente se edifican espléndidas catedrales y castillos –muchos  de los cuales siguen en pie hoy en día-, y la expansión urbana trasformó el paisaje. A medida que aumentaba el poder y el estatus de los gobernantes, las fronteras y las culturas iban quedando establecidas con más firmeza, poniendo cimientos de los Estados nación europeos modernos. La iglesia dominaba las vidas y las actitudes diarias, mientas que la expansión de las rutas comerciales, en el interior de Europa y más allá, incrementó los contactos interculturales. Artesanos cualificados creaban objetos preciosos con detalles extraordinarios, generando un mundo de luz y de color. A pesar de todo este esplendor y de una riqueza evidente, muchas personas vivían en la pobreza.

Sobresale del conjunto por su importancia una obra del British Museum:


Rey del juego de ajedrez de Lewis (1150-1200, posiblemente de Noruega, aunque hallado en Escocia). Las piezas de ajedrez de Lewis son un símbolo importante de la civilización europea y, también, testimonio tanto de las importantes relaciones culturales y políticas entre Gran Bretaña y los países escandinavos en la Edad Media, como de la creciente popularidad en Europa del juego del ajedrez, cuyos orígenes se remontan a la antigua India. De las 93 piezas que conocemos hoy en día, 82 se encuentran en el British Museum. Estas piezas están confeccionadas a partir de marfil de morsa. En el caso del rey, con su bigote y su espesa barba, simboliza la fortaleza masculina y representa al líder medieval ideal. El trono, la corona y sus ropajes indican su riqueza y su estatus.

Mi gran afición, el ajedrez ¡se nota!


Los Pilares de Europa. La Edad Media en el British Museum. Del 19 de octubre de 2016 al 5 de Febrero de 2017. Caixa-Forum Madrid. Concepto y producción: Obra Social “La Caixa”, en colaboración con el British Museum. Comisariado: Michael Lewis y Naomi Speakman. Área de Comunicación de la Obra Social “la Caixa”: Juan Antonio García Fermosel.

© Mariví Otero 2016
Asistente: Manuel Otero Rodríguez

sábado, 5 de noviembre de 2016

CLARA PEETERS. Una mujer artista en el siglo XVII.

Mesa con mantel, salero, taza dorada, pastel, jarra, plato de porcelana con aceitunas y aves asadas
Clara Peeters
Óleo sobre tabla, 55 x 73 cm
c. 1611
Madrid, Museo Nacional del Prado

Clara Peeters nació alrededor de 1588-90. Once de sus obras conocidas están fechadas y las más tempranas son de 1607 y 1608. Su momento de mayor actividad fue alrededor de 1611 y 1612, pero se desconoce si pintó después de 1621.Fue pionera en el campo de la naturaleza muerta y una de las pocas mujeres que se dedicaron a la pintura en Europa en la Edad Moderna. Diversos testimonios permiten suponer que desarrolló su trabajo en Amberes, aunque pudo realizar algún viaje a Holanda. Aunque no aparece inscrita en el gremio de pintores de la ciudad, es citada en un documento como pintora de Amberes y al menos seis de los soportes  que empleó para sus cuadros tienen marcas que indican que las tablas fueron preparadas en esa ciudad. Además, en la hoja de tres de los cuchillos de plata, que se incluyen en sus obras y en los que aparece escrito su nombre, se puede ver una marca de la ciudad de Amberes. Estos cuchillos, que los comensales llevaban a los banquetes, se empleaban como regalo de boda y al contener su firma, podría ser un recuerdo de su propio matrimonio que, en cualquier caso no está documentado.

Aunque la costumbre y la ley no favorecían la integración de la mujer en el mundo profesional, un reducido número de mujeres consiguieron salvar las limitaciones existentes y convertirse en pintoras. Pero condicionantes como la dificultad del aprendizaje del dibujo anatómico a partir de modelos vivos, normalmente masculinos que posaban desnudos, a los que las mujeres no tenían acceso, limitaba su producción al género del bodegón o el retrato.

Clara Peeters cultivó el generó del bodegón y un estilo que insiste en la apariencia real de las cosas, premisas que revelan un espíritu emprendedor y una mentalidad vanguardista, ya que cuando comenzó a trabajar en este género, en la primera década del siglo XVII, solo unas cuantas obras de este tipo formaban parte de las colecciones de los Países Bajos Meridionales y el realismo se ofrecía como una alternativa al idealismo de la tradición renacentista.

Bodegón con Gavilán, aves, porcelana y conchas
Clara Peeters
Óleo sobre tabla, 52 x 71 cm
c. 1611
Madrid, Museo nacional del Prado

Clara Peeters a menudo incluyó, en sus cuadros, autorretratos reflejados en las superficies de jarras y copas. Estos retratos, apenas visibles, aparecen en al menos ocho de sus obras, de las cuales se pueden contemplar en esta exposición. Estos autorretratos también descubren su calidad como artista ya que su diminuta escala es una demostración de su maestría.

Bodegón con flores, copa de plata dorada, almendras, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre los reflejos en la copa de plata y la jarra de peltre muestran a la artista con un tocado, un gran cuello y un vestido de hombros altos de 1611.

Bodegón con flores, copa de plata dorada, frutos secos, dulces, panecillos, vino y jarra de peltre.
Clara Peeters.
Óleos sobre tabla, 52 x 73 cm
Madrid, Museo Nacional del Prado.

Otros como  Bodegón con pescado, vela, alcachofas, cangrejos y gambas. Bodegón con arenque, cerezas, alcachofa, jarra y plato de porcelana con mantequilla. Bodegón con quesos, almendras y panecillos, y Bodegón con quesos, gambas y cangrejos de rio muestran  tan solo la cabeza de la artista reflejada en las tapas de las jarras.

Bodegón con flores, copas doradas, monedas y conchas refleja de 1612, en la superficie de la copa de la derecha, hasta seis autorretratos de Peeters en los que se muestra con pinceles y paleta reafirmando su condición de mujer pintora y animando al espectador a reconocer su existencia. Al pintarse a sí misma, también enfatizaba el ilusionismo de la obra: Tenemos la sensación de que la vemos mientras pinta.

La amplia distribución de su obra en colecciones de Róterdam, Ámsterdam o Madrid sugiere que aspiraba a obtener beneficios de su obra y que trabajaba de forma altamente profesional exportando su arte a través de marchantes.

Entre las primeras colecciones donde se documenta la presencia de cuadros de Clara Peeters en el siglo XVII está la Colección Real española. El Museo del Prado, heredero de esa colección, posee cuatro importantes naturalezas muertas de la artista, la mayor concentración  de su obra en una misma institución. Por esta razón el Museo del Prado ha organizado, en colaboración con el Koninklijk Museum voor Shone Kunsten de Ámberes y el Museum Rockoxhuis de Ámberes, la primera exposición monográfica dedicada a Clara Peeters. El comisario de la muestra es: Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuela del Norte.



La escasez de referencias documentales sobre Peeters convierte su obra en una fuente de información extraordinaria para descubrir a esta pintora, contemporánea de Jean Brueghel el Viejo, Rubens, Snyders, Van Dyck, formando parte de un período de apogeo en la historia del arte europeo.

© Mariví Otero 2016
Asistente: Manuel Otero Rodríguez


Fuentes: El arte de Clara Peeters. Exposición. Museo Nacional del Prado. Del 25 octubre 2016 al 19 febrero 2017.