Nos
encontramos en el Museo Nacional Reina Sofía, visitando la primera gran
retrospectiva en Europa de esta artista libanesa cuya vida y obra supuso un
constante desafío a las convenciones estéticas, sociales y sexuales de su
tiempo y de los diferentes lugares en los que trabajó. La muestra está
organizada en colaboración con Deichtorhallen, Hamburgoi, reúne aproximadamente
300 obras, muchas inéditas, entre dibujos, punturas, textiles y collages,
procedentes de Europa y Estados Unidos. La exposición está comisariada por la
historiadora del arte contemporáneo Hannah Feldman, de la Cátedra Keith L. y
Katherine Sachs de Historia del arte Contemporáneo de la Universidad de
Pensilvania. El objetivo, es según la comisaria proponer un nuevo relato de la
producción de la artista que supere las narrativas basadas exclusivamente en su
actitud transgresora, su desarraigo cosmopolita y lo que se malinterprete como
posturas manifiestamente apolíticas.
Huguette
Caland (Beirut, 1931-Beirut, 2019), hija única del primer presidente de la
República Libanesa independiente, Berchara El Khoury. Allí inició sus primeros
estudios de arte, aunque vivió gran parte de su vida adulta en París y los
Ángeles, retornando a su Beirut natal en sus últimos años.
Huguette
Caland: Una vida en pocas líneas está organizada de forma
cronológica y recursiva, de forma que avanza y vuelve, una y otra vez, a
tiempos pasados ocupando un total de 12 salas. En las que los visitantes
descubrimos progresivamente las diferentes fases artísticas y personales por
las que travesó la artista. Comienza y termina en Beirut, pasando desde sus
primeras obras de los años sesenta y setenta hasta la segunda década del siglo
XXI.
Las
obras que se muestran en relación con los lugares en los que Caland desarrolló
su prolífica obra:
Los
tumultuosos años de Beirut posterior a la independencia, pero anterior a la
Guerra Civil, el liberalismo utópico del París de los años setenta y ochenta y
la decadencia bohemia de la escena artística de Los Ángeles, concentrada en
Venice Beach, en los años noventa y primeros dos mil Huguette Caland vivió en
estrecho contacto con la política a gran escala, y aunque personalmente se
mantuvo al margen, siempre estuvo expuesta, y no necesariamente por el hecho de
que su padre fuera el primer presidente tras la independencia del país, y su
marido con quien tuvo tres hijos, era hijo de una figura, de la oposición que
favorecía el mandato francés.
En
1969 fue fundadora de Inaash, una ONG que hasta hoy continúa ayudando a las
mujeres palestinas de los campos de refugiados libaneses a sacar provecho de
las labores tradicionales del bordado palestino, llamado tetreez, que,
junto con otras formas de bordado, están presentes como motivo en muchas de sus
obras.
La
artista consideraba que su medio de expresión no residía en las herramientas
convencionales del artista, es decir, pintura o lápices, sino en sus encuentros
con amantes, amigos, familiares, culturas artistas y escritores, animales,
insectos e incluso paisajes inanimados.
Caland
trasmitió en su obra y en sus hábitos cotidianos los imperativos de la libertad
y liberación sexuales, el desprecio lúdico de las normas sociales y legalistas
conservadoras. Sus obras de arte, que abarcan múltiples géneros y formatos
-pintura, dibujo, escultura, collage, escritura y diseño-, trazan un cuidadoso
recorrido entre la comunicación y la sublimación provocadora. La artista, que
una vez quiso se escritora, dominaba el árabe, el francés y el inglés, así como
su propio lenguaje de formas y configuraciones pictográficas.
Caland
luchó por su libertad en cada momento de su vida, ya fuera la libertad de
vestirse como quisiera, de vivir como quisiera, de hacer arte como quisiera, de
amar a quien y como quisiera, o ser madre como quisiera. Sus actitudes no eran
convencionales, pero estaban motivadas por una búsqueda más amplia de la
libertad y una comprensión de la interacción social en la que todos tenían
derecho a un mismo espacio dentro del colectivo. Como otras muchas mujeres,
tardó en que se aceptada su lugar como artista, pero su obra se encuentra hoy
ampliamente reconocida y presente en las colecciones de los grandes museos de
arte contemporáneo del mundo:
Hammar
Museum y LACMA de Los Ángeles, el MoMA y el MET de Nueva York, la Tate Modern o
el British Museum de Londres, entre otros. De ellos proceden muchas de las
obras que componen esta exposición. Sin embargo, treinta y tres de ellas,
presentes en colecciones y museos de Beirut, las primeras de su época de
juventud en el Líbano, y las últimas de su trayectoria, no han podido formar
parte de esta exposición porque el conflicto que ha sufrido recientemente el
país, tras su invasión por parte de Israel, ponía en peligro el traslado de las
obras. Precisamente de las que se ha quedado allí. Una vida en pocas líneas es
la que da título a esta exposición.
Desde
sus más célebres series, como Bribes de corps, pasando por sus
particulares caftanes, hasta otras obras menos conocidas como su nutrida
producción de autorretratos, la exposición revela, más que una evolución
estilística de los diferentes momentos formales de la obra de Caland, una serie
de recursos y estrategias plásticas construidas sobre colores y formas, líneas,
y retículas, o repetición de figuras, pero también sobre las palabras y letras
que pueblan su obra.
El
recorrido lo hemos realizado a través de las 12 salas:
Devenires. Ser carne. Bribes de corps. Seducciones.
Interioridades. Criaturas de ensueño. Exterioridades. Espacios Blancos. Juego.
Retiros. Cuadriculas. Finales, regresos, nuevos comienzos: o, hacia el mar.
En los
últimos años de vida, su obra alcanzó un gran reconocimiento internacional,
como lo confirma su participación en la 57ª Bienal de Venecia en 2017.
Mariví
Otero
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Huguette Caland: Una vida en pocas líneas. Museo Nacional Reina Sofía. Se puede visitar hasta el 25 de agosto de 2025. Documentación y fotografía: Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía.