Fotografía atribuida a Émile Delétang, Olga Khokhlova con un
abanico sentada en un sillón, Montrouge, primavera de 1918. © Photo Béatrice
Hatala.
La exposición Olga Picasso que se presenta en
CaixaForum Madrid explora en profundidad y por primera vez los años que Picasso
y Olga Khokhlova compartieron como pareja, desde que se conocieron en
1917 hasta su separación en 1935. El origen del proyecto es un baúl de viaje de
Olga, presente en la exposición. Fue descubierto por Bernard Ruiz-Picasso,
nieto de Pablo y Olga y uno de los comisarios de la muestra. El baúl, marcado
con las iniciales O.P., se conservaba en una habitación vacía de la mansión de
Boisgeloup que el único hijo de la pareja, Paulo, heredó al morir Olga en 1955.
En él, se guardaban las cartas y fotografías de la bailarina que han permitido
reconstruir una historia personal y artística que transcurre paralela a otra
historia política y social. “En algunos
de sus cajones había. Entre otras cosas, fotografías conservadas dentro de sus sobre
Kodak. Unas fotografías que contaban la historia de la vida de mi abuela: Olga
con Picasso, Olga con mi padre, la infancia de mi padre, los viajes a Barcelona
y a Montecarlo, el estudio de escultura de Boisgeloup, etc. En otros cajones
había cartas en francés y en ruso, atadas con cintas finas de seda rosa y azul.
También había zapatillas de danza, tutús, un crucifijo, una Biblia ortodoxa en
ruso, efemérides y programas de ballet”, recuerda Bernard.
La muestra Olga Picasso surge de una intensa investigación a
partir de las cartas y fotografías encontradas en el baúl de viaje y el archivo
de Olga.
Olga
Khokhlova (Nezhin, Ucrania. 1891- Cannes, Francia, 1955) se incorporó en 1911 a
los Ballets Rusos, una prestigiosa e innovadora compañía de danza dirigida por
Serguéi Diáguilev. Picasso empezó a colaborar con la compañía realizando los
decorados y el vestuario del ballet
Parade, con música de Eril Satie. En 1917, en los camerinos de un teatro,
Jean Cocteau le presentó a Pablo Picasso durante una de las representaciones.
Parece ser que Picasso
se enamoró de forma inmediata de la bailarina ucraniana. Él tenía 36 años y
ella 27, Olga se convirtió en la figura femenina más representada por el pintor
desde finales de los años 1910, ocupando un lugar preeminente sobre todo a
principios de la década de los años veinte. La pareja se casó el 12 de Julio de
1918 en París, con Jean Cocteau, Max Jacob y Guillaume Apollinaire como
testigos.
Pablo Picasso (1881-1973), Olga Khokhlova con mantilla,
Barcelona, verano-otoño 1917. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el
Arte, Madrid. © Photo: Equipo Gasull. Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid, 2019.
En los primeros tiempos de su relación, la musa y modelo Olga aparece en
las pinturas de Picasso habitualmente con aspecto melancólico y frío, de línea
fina y elegante, que forman parte del retorno del pintor al clasicismo y la
figuración, marcado por la influencia de Ingres. Picasso representa a Olga
leyendo, escribiendo, en actitud melancólica, inmersa en sí misma, mientras que
en las fotografías aparece más alegre.
Pablo Picasso (1881-1973). Olga pensativa, 1923. Musée
national Picasso-Paris. © RMN-Grand Palais / Mathieu Rabeau © Sucesión Pablo
Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
A su
vez, las cartas del momento revelan el drama personal de Olga por la separación
de su familia, que estaba atravesando dificultades desde el estallido de la
Revolución Rusa.
En el primer ámbito de
la exposición puede observarse el proceso de trabajo de Picasso en pinturas
como Retrato de Olga en un sillón (1918),
una obra con un fondo inacabado que puede compararse con una fotografía
atribuida a Émile Delétang con la misma pose y el mismo ropaje espectacular.
Pablo Picasso (1881-1973). Retrato de Olga en un sillón,
primavera de 1918. Musée national Picasso-Paris. © RMN-Grand Palais / Mathieu
Rabeau. © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
Mientras Rusia atravesaba una grave crisis económica y alimentaria que
afectó gravemente a la familia de Olga, los jóvenes esposos conocían una
ascensión social fulgurante que respondía al creciente reconocimiento de la
obra de Pablo Picasso. El círculo de amigos de la pareja, así como sus distintos
lugares de residencia y vacaciones, como el piso de la Rue La Boétie en París a
partir de 1918, la villa de Juan-les-Pins o, más adelante, el castillo de
Boisgeloup, que adquirió en 1930, dan testimonio de este nuevo ambiente social.
La bohemia de Montmartre, encarnada principalmente por Max Jacob y Guillaume
Apollinaire, dejó paso a la intelligentsia
de la posguerra, élite intelectual de una modernidad inédita. Nuevas figuras
empezaron a gravitar en torno al círculo inédito de los Picassos: Eugenio Errázuriz,
rica chilena que preparó los primeros encuentros entre Picasso y Serguéi
Diáguilev, Igor Stravinski, Jean Cocteau e, incluso, el conde Étienne de
Beaumont, especialmente conocido por organizar regularmente las grandes
recepciones que tanto gustaban a Olga.
Pablo Picasso, Retrato de Olga en un sillón, primavera de 1918.
Musée national Picasso-Paris. ©RMN-Grand Palais / Mathieu Rabeau. Sucesión
Picasso, VEGAP, Madrid, 2019.
Tras
el nacimiento de de su primer hijo, Paulo, el 4 de febrero de 1921. Olga y el
niño serán la inspiración de numerosas escenas de maternidad en obras como Maternidad (1921) o Familia al borde del mar
(1922), Plasmadas con ternura y serenidad, que ponen de manifiesto el nuevo
interés de Picasso por la Antigüedad y el Renacimiento.
Pablo Picasso, Maternité (Maternidad), verano de 1921.
Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, Madrid. © FABA Photo:
Éric Baudouin © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
El pequeño Paulo es el orgullo de Picasso, y con sus dulces retratos del
niño disfrazado de Arlequín o de Pierrot, el artista retoma los personajes de
la Commedia dell’Arte con los que él mismo se identifica en su juventud, durante el período rosa. En otro retrato
decide representar a su hijo dibujando, quizás intentando recuperar las
sensaciones que él también sintió de niño como hijo de pintor.
Pablo Picasso (1881-1973), Retrato de Paulo con gorro
blanco, París, 14 abril 1923. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el
Arte, Madrid. © FABA Photo: Éric Baudouin. Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid,
2019.
Pablo Picasso (1881-1973). Paulo vestido de arlequín, 1924.
Musée national Picasso-Paris. ©RMN-Grand Palais / Adrien Didierjean. © Sucesión
Pablo Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
El año 1925 marcó probablemente la toma de conciencia de Pablo Picasso
del fin de su matrimonio con Olga. En abril viajó con ella a Montecarlo para
reunirse con Serguéi Diáguilev y realizo numerosos dibujos de bailarines
ejercitándose. Aquel viaje agravó sin duda la amargura de Olga, quien por
razones de salud había renunciado unos años antes a su carrera de bailarina.
Desde aquel momento, y hasta mediados de la década de 1930, la figura de la
esposa se metamorfoseó en la pintura de Picasso. En 1929, en el Gran desnudo en un sillón rojo, Olga no
era más que dolor, una forma blanda y monstruosa cuya violencia expresiva
refleja la naturaleza de la profunda crisis que atravesaba entonces la pareja.
En 1931 ya era claramente otra mujer la que ocupaba el sillón rojo. El rostro está aún sin definir, borrado en parte, pero
la redondez y la sensualidad de las formas del cuerpo no dejan lugar a dudas
sobre la existencia de una nueva musa en la obra del artista.
Pablo Picasso (1881-1973). Gran desnudo en un sillón rojo, 5
de mayo de 1929. Musée national Picasso-Paris. ©RMN-Grand Palais / Mathieu
Rabeau © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
A principios de los años treinta, Picasso se identifica en su obra como
un minotauro para simbolizar la complejidad de sus relaciones con las mujeres.
Como explica la Comisaria Emilia Philippot “el
minotauro picassiano es salvaje y cruel, y asume su destino trágico, pero
también se presenta ciego, víctima del embrujo de Marie-Thérèse Walter”. Su
turbulenta experiencia conyugal se expresa también mediante crucifixiones y
corridas de toros.
Pablo Picasso (1881-1973), Mujer en un sillón rojo, 25
diciembre 1931. Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, Madrid. ©
FABA Photo: Marc Domage. Sucesión Picasso, VEGAP, Madrid, 2019.
Una
de las obras más emblemáticas de este período, pero muy desconocida, es La crucifixión (1932).
Pablo Picasso (1881- 1973). La Crucifixión, 7 de febrero de
1930. Musée national Picasso-Paris. ©RMN-Grand Palais / Mathieu Rabeau ©
Sucesión Pablo Picasso, VEGAP: Madrid, 2019.
Los
cónyuges se separan en 1935, hecho que se precipitó debido al nacimiento de
Maya, la hija de Picasso con Marie- Thérèse. Las dos últimas representaciones
de Olga son de 1936, y en ellas Picasso pinta a su aún esposa como una mujer
que mira su imagen en un espejo negro. Legalmente, la pareja siguió casada hasta
la muerte de Olga en 1955. Ella sumida en la soledad y el dolor, no dejo de
escribirle casi diariamente.
La
exposición incluye 335 obras, procedentes del Musée national Picasso-París y de
la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte. Entre las obras, se
encuentran 41 pinturas, 47 dibujos, una escultura, 12 cuadernos, 12 piezas de
obra gráfica, 167 fotografías, 13 cartas y portales, 3 muebles y 12 películas
inéditas.
Todo este material fue
el germen de la investigación que fructificó en la primera parada de la
exposición en París, en 2017, cuando se cumplía el centenario de la fecha en
que se conoció la pareja, y después pasó por Moscú y Málaga. Olga
Picasso ha sido posible gracias a la colaboración de cuatro
instituciones artísticas internacionales, el Musée National Picasso-París y la
Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para Arte, con la colaboración de “La
Caixa”, el Museo Estatal de Artes Plásticas A.S. Pushkin de Moscú y el Museo
Picasso Málaga. Los comisarios de la
muestra son Emilia Philippot, conservadora de Pinturas y dibujos del Musée
national Picasso-París; Joachim Pissarro, profesor de Historia del Arte y
director del Hunter College Art Galleries de la City University of New York, y
Bernard Ruiz-Picasso, copresidente de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-
Picasso para Arte.
© Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: OLGA PICASSO.
CaixaForum Madrid. Del 19 de junio al 22 de septiembre de 2019. Dosier de
Prensa y documentación gráfica. CaixaForum Madrid.
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