La
primera retrospectiva en España de Georgia O’Keeffe (Sun Prairie,
Wisconsin, 1887- 1986, Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos), una de las
máximas representantes del arte norteamericano del siglo XX. Se puede visitar en
el Museo Thyssen-Bornemisza, es la pinacoteca con más obra de la pintora
fuera de su país.
Con
una selección de unas 90 obras, la exposición ofrece un recorrido completo por
su trayectoria artística, comisariada en Madrid por Marta Ruiz del Árbol,
conservadora del área de Pintura Moderna del Museo, pretende reivindicar a Georgia
O’Keeffe como una artista viajera. Una pintora para la que el viaje es,
además de propiciador de nuevos temas, parte fundamental de su proceso creativo.
La
muestra se divide en 8 secciones:
Obra
Temprana.
El recorrido por las salas comienza con una selección de las obras con las que Georgia O’Keeffe sorprendió a la élite cultural y artística de Nueva York en el año 1916, cuando se mostraron por primera vez en la Galería 291. “Al final una mujer sobre papel”, exclamó el galerista y fotógrafo Alfred Stieglitz al ver estas obras en las que, a través de formas abstractas, la artista evocaba el crecimiento y movimiento de la naturaleza. Realizadas mientras trabajaba como profesora en Carolina del Sur y en Texas, eran su paso decidido para separarse definitivamente de sus maestros e iniciar un camino propio que deslumbró desde el principio por su modernidad y originalidad.
En
este periodo temprano, O’Keeffe destacó por dominio de la técnica de la acuarela.
Las montañas de Carolina del Sur y las planicies de Texas aparecen en unas
obras de intenso colorido en las que muestra ya su interés por la naturaleza y
la abstracción por las líneas del infinito. A ellas se suman en la sala algunos
desnudos, cuyos colores parecen dialogar con sus paisajes.
Nueva
York / Abstracción
“Descubrí que podía decir cosas con colores y formas que no podía decir de otra manera, cosas para las que no tenía palabras”.
La
segunda sección de la exposición presenta las pinturas que realizó a partir de
1918 cuando, tras abandonar su puesto de profesora en Texas, se instala en
Nueva York para dedicarse por completo a la pintura. Se trata de unas
abstracciones orgánicas en las que investiga las relaciones entre forma y
color, y que la alzaron como una pionera de la abstracción pictórica. Algunos
de estos lienzos muestran su interés por crear un equivalente visual a la
música. Otros hacen referencia a su intensa experiencia con el paisaje texano,
y también encontramos sus primeras abstracciones florales. Cuando se expusieron
en Manhattan, a comienzos de la década de 1920, estas obras provocaron lecturas
psicoanalíticas por parte de ciertos críticos y despertaron debates sobre la
importancia del género de la artista en su trabajo.
Nueva
York / Lago George
“Estoy
dividida entre mi marido y mi vida junto a él y algo relacionado con el aire y
la naturaleza (…) que está en mi sangre”.
Desde
finales de la década de 1910, O`Keeffe dividió su tiempo entre la ciudad
y el campo, un contraste, entre los inviernos y las primaveras en Nueva York y
los veranos y otoños en Lake George, que se refleja en su pintura.
Instalada
en un moderno rascacielos, la pintora comienza a interesarse por la gran
ciudad, que se erige en la década de 1920 como el tema moderno por antonomasia.
Las vistas que dedica a Manhattan son obras excepcionales en su trayectoria,
caracterizada básicamente por su interés en representar la naturaleza.
Flores
y mundo natural
“La
mayoría de la gente en la ciudad corre de un lado a otro y no tienen tiempo
para mirar una flor. Quiero que la vean, quieran o no”.
Esta
sección está dedicada a sus célebres pinturas de flores, uno de los temas sobre
los que investigó de forma recurrente desde mediamos de la década de 1920.
Lirios, amapolas, estramonios o aros comparten espacio con otros objetos
naturales, como hojas o conchas, que la artista recolectaba durante sus paseos
para después trasladarlos al lienzo. Con estas atrevidas composiciones, con las
que pretendía que los ajetreados habitantes de la ciudad se pararan a mirar los
pequeños detalles, O’Okeeffe se convirtió en una de las pintoras
estadounidenses más aclamada por la crítica y público. En 2014, en una subasta
en Sotheby’s “Estramonio. Flor blanca n.1” (1932), incluida en la exposición,
alcanzó el récord de convertirse en la obra más cotizada hasta la fecha de una
mujer artista.
Primeras
visitas a Nuevo México
“Cuando
llegué a Nuevo México supe que era mío. En cuanto lo vi supe que era mi tierra.
Nunca había visto nada así, pero encajaba conmigo exactamente”.
En el
verano de 1929, Georgia O’Keeffe viajó al norte de Nuevo México, una
experiencia que cambiaría su vida para siempre. El paisaje, la fuerte presencia
de la cultura nativa americana y el pasado como territorio hispano de la región
inspiraron una nueva dirección en su arte.
La
orografía del lugar, la arquitectura vernácula, las cruces perdidas en la naturaleza,
o los huesos de animales muertos que encontraba en sus caminatas, poblaron sus
pinturas durante los años siguientes. Estas obras suponen el regreso a un
paisaje que recuerda su experiencia temprana en Texas.
Explorando Nuevo México
Durante
las siguientes dos décadas, la artista pasó la mayoría de los veranos en Nuevo
México, el paisaje que rodeaba su casa de adobe en Ghost Ranch, una zona en
pleno desierto que había descubierto en 1934, se convirtió en protagonista de muchas
de sus obras, junto a otros dos enclaves que fueron también con frecuencia
objeto de sus pinceles: el que llamaba “White Place” y otro más alejado, dentro
de la nación Navajo, que denominaba “Black Place” y que fue objeto de
representaciones especialmente abstractas.
Viajes
por el mundo
En la
séptima sección nos encontramos una selección de obra final. Por un lado, se
presenta la serie que dedicó a pintar el patio de la hacienda que adquirió en
el pequeño pueblo de Abiquiú, en 1945, unos años antes de que Nuevo México se
convirtiera en su hogar permanente, en 1949.
Por
otro lado, y en contraposición, se muestran algunos lienzos relacionados con
los múltiples viajes que realizó en el último tercio de su vida. Desde que
visitara España en 1953 y 1954, la artista, que hasta entonces nunca había
abandonado el continente americano y pocas veces Estados Unidos, comenzó a
viajar por todos los continentes. Las largas horas de vuelo de estos viajes internacionales
inspiraron una serie de vistas desde la ventana del avión. Junto a los
horizontes de múltiples tonos, realizó unas abstracciones que recuerdan
imágenes aéreas de ríos serpenteantes.
El
taller
Al
regreso de sus viajes y paseos, Georgia O’Keeffe entraba en su estudio,
un lugar en el que le gustaba trabajar en soledad. Allí, alejada de otras
miradas, continuaba un cuidado y meticuloso proceso creativo que se desvela
gracias a la investigación de la técnica de los cinco lienzos de la colección
Thyssen-Bornemisza. Los resultados del equipo multidisciplinar, formado por
restauradores, conservadores y químicos tanto del Museo Nacional Thyssen-
Bornemisza como del Georgia O’Keeffe Museum, se exponen en la última sala de la
exposición junto a algunos de los objetos que se conservan de su taller,
prestados para la ocasión.
Esta gran muestra ha sido posible gracias al apoyo de más de 35 museos y colecciones internacionales, principalmente americanas, entre los que sobresale el Georgia O’Keeffe Museum de Santa Fe, por su generoso préstamo y apoyo incondicional. Tras su paso por Madrid, la muestra viajará al Centre Pompidou de París y, posteriormente, a la Fondation Beyeler de Basilea. Cuenta además con el patrocinio de la Terra Fondation for American Art y de JTI.
Llegamos al final de la muestra de esta brillante artista: Georgia O’Keeffe.
Fuentes:
GEORGIA O’KEEFFE. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Del 20 de abril a 8 de
agosto 2021. Departamento Prensa Museo: Documentación y fotografías.
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