He
visitado la exposición de un gran artista actual, con ese punto de madurez
donde todo está perfectamente organizado para ser contemplado, él es Carlos
Evangelista (Salamanca, España,
1942).
Sí,
digo bien, Carlos Evangelista participó y sigue participando dentro del
grupo Arte Madí. En 1997 (1 julio-20 octubre) se celebro en el Museo
Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, una gran exposición de Arte Madí, comisariada por María Lluïsa Borràs. La exposición mostraba la historia del movimiento Madí, plural y activo cincuenta años después de su fundación. María
Lluïsa Borràs, establece tres momentos diferenciados que estructuran las
secciones en la que se divide la exposición: Los orígenes de Madí; Madí en el Cono Sur y en el Caribe y Madí en
París y Actualidad internacional de Madí, siendo esta última sección donde
se reúnen obras de artistas Madí (o
próximos a su ideario) procedentes de Italia, Bélgica, Hungría, Estados
Unidos y España, además de Argentina y
Francia. Esta muestra se llevo al Museo
de Arte Extremeño e Iberoamericano, Badajoz (7 noviembre, 1997- 11 enero, 1999).
El origen del arte Madí se localiza en
la labor didáctica y divulgativa de defensa y práctica de un arte geométrico
puro, de valores constructivos y universales, que emprende Joaquín Torres García a su regreso a
Montevideo (1934). En Buenos Aires, hacia 1940, una primera agrupación de
artistas y poetas, entre los que se
cuentan: Carmelo Arden Quin, Rhod Rothfuss, Gyula Kosice, Edger Bayley. Tomás
Maldonado y Martin Blaszko; defiende un arte no figurativo de base geométrica y
sin referencia a la realidad fenoménica. Así, como afirma Rothfuss, “Una
pintura debe ser algo que empiece y termine con ella misma” […]
En esta ocasión no he
olvidado la vinculación de Carlos Evangelista con la estética Madí.
Forma
color y geometría. La trilogía conceptual a que obliga de inmediato una primera
reflexión sobre el trabajo de Carlos Evangelista. Mientras que sus
pinturas van mostrando esa disciplina de técnicas, tela, madera y óleo, sus
esculturas configuran un lenguaje que se
desplaza en otra dirección. Algunas son el resultado de pinturas donde ya su formato
nos indica la necesidad de salirse del cuadro, como los Madí querían. Al conquistar el espacio, sus formas en esta muestra
se conforman: Enrectángulo, Envertical y Enhorizontal, que denotan su
capacidad de jugar con la geometría
llevándola a otros planos. El placer de entregarse a todas las
variaciones formales posibles, se encuentra implícito en su proceso ir
escogiendo los materiales idóneos para sus pinturas o esculturas. Pero todo
artista experimenta ese placer como parte indispensable de su creatividad.
Paseando entre la veintena de obras expuestas, recordé a
Kandinsky: La obra de arte y el Artista.
La obra de arte nace misteriosamente del
artista por vía mística. Separada de él, adquiere vida propia, se convierte en
una personalidad, un sujeto independiente que respira individualmente y que
tiene una vida material real. No es pues un fenómeno indiferente y casual que
permanece indiferente en el mundo espiritual, sino que posee como todo ente
fuerzas activas y creativas. La obra de arte vive y actúa, colabora en la creación de la atmósfera espiritual.
Desde este punto de vista interior, únicamente puede discutirse si la obra es
buena o mala. Cuando su forma es “mala” o demasiado débil, es que la forma es
“mala” o débil para producir vibraciones
anímicas puras. Por otro lado un cuadro no es “bueno” porque sea exacto en sus
valores (los valeurs inevitables de los franceses) o porque esté casi
científicamente dividido en frío y calor, sino porque tiene una vida interior
total […] No debería
menospreciarse la obra sino a la persona que reacciona con vibraciones
“bajas” ante ella.
Carlos
Evangelista, como siempre, espléndido trabajo.
Galería
Kreisler, Madrid. 23 de enero al 28 de febrero 2015.
© Mariví Otero 2015
Fotos: Mariví Otero y Manuel Otero
Bibliografía:
Kandinsky. “De lo espiritual en el arte”. Barral Editores. Barcelona, 1973.
No hay comentarios:
Publicar un comentario