Guillaumet. Oasis.
En la historia del exotismo, el Orientalismo no es más que un capítulo, donde interesa delimitar la materia en el tiempo y en el espacio […]
Podríamos
distinguir cuatro razones profundas del gusto por esta pintura. En principio,
el sentido romántico de lo pintoresco, el colorido local, después de terminar
el Neoclasicismo; el patriotismo exaltado por las guerras napoleónicas que
lanzaba a Inglaterra e incluso a la joven
Italia hacia conquistas coloniales; una sensualidad que parecía que iba
a ser asimilada más fácilmente, de una manera más variada, en Oriente que en
Europa, donde la moralidad victoriana se extendía más allá de Inglaterra; y por último, un
gusto por lo misterioso que no satisfacía ya al catolicismo y menos todavía al
protestantismo.
El
Orientalismo se desarrolla menos en los países germánicos, ya que el Romanticismo se manifiesta en la
representación de una mitología nacional. En un menor grado, podríamos decir lo
mismo de los ingleses, donde los pintores fueron tan a menudo inspirados por
las “leyendas arturianas”.
En
el reino de Carlos X se hicieron reconocer como género igual que los pintores
de marinas y los paisajistas. Entre 1840 y 1880 los más famosos pintores
pudieron en un momento de su carrera llamarse orientalistas. Citemos en Francia
a Delacroix o Ingres; en Austria, Makart; en Rusia, Brulow; en Inglaterra,
Holman Hunt y en España, Fortuny. A partir de 1880 el empuje de una cultura moderna contra el academicismo,
los impresionistas y después los simbolistas, apagaron el prestigio de los
orientalistas. El Orientalismo declinó cuando la facilidad de los transportes
multiplicó los enlaces entre Europa y Asia.
Fortuny
El
declive empezó treinta años después, por lo tanto los límites más o menos
exactos serían los del siglo XIX. Igualmente hace falta fijar los límites
geográficos del Orientalismo, la mayoría de los artistas no pasaron del Próximo
Oriente mediterráneo y su inspiración fue sobre todo islámica, era muy difícil
viajar a Persia y Arabia era inalcanzable. Ningún país aportó tanto como
Egipto, después fueron Turquía, Siria, Líbano y Tierra Santa. Con Argelia los
franceses tuvieron un Oriente primero heroico y después sensual. Delacroix
descubrió Marruecos y excelentes
pintores le siguieron vía España, como es el caso de Étienne Dinet, Gustave
Guillaumet…
Alrededor
de 1900 el Oriente islámico parecía que no tenía nada que ofrecer a los
artistas, éstos hubieran debido ir muy lejos tras las huellas de Gauguin, para
encontrar colores nuevos y una belleza más allá
de lo pintoresco. En veinte años el exotismo sustituyó al Orientalismo, los cubistas descubrirían el
Arte Negro, y si la pintura no hubiera tendido hacia un rechazo del Formalismo,
Méjico y Sudán deberían haber atraído a los artistas. Matisse, a su paso por la
casa de Gustave Moreau, aprendió a recoger del Oriente un gusto por lo
arabesco, pasó numerosas temporadas en Marruecos a partir de 1911, de donde
trajo lienzos dignos de sus modelos, como es la obra titulada “Las mujeres de
Argelia”.
Matisse. Marroquí de verde. 1913. Rifeño de a pie. Oleo sobre Tela. Museo Del Ermitage, Leningrado.
En
1914, Paul Klee pasó varios meses en Túnez aprendiendo la sensibilidad
inspirada en el desierto, encontramos siempre en sus ciudades imaginarias los cubos apilados de la
kasba, en los grafismos de la fantasía la caligrafía de la escritura árabe y en
sus formas fantasmagóricas las mujeres con velo.
Buscando
una actitud semejante hacia el Oriente islámico en la estética contemporánea la
encontraríamos no ya en la pintura sino más bien en el cine. Así Pasolini, en
“Las Mil y una Noche”, ha animado maravillosamente todos los temas queridos de
nuestros pintores –violencia, sensualidad, magia- en los mismos lugares donde
ellos colocaban sus caballetes hace más de un siglo. Hay que pensar también en
el admirable “Elephant Boy” con Sabu o “Tombeau Hindou” de Joe May,
película alemana de los años veinte,
“remake” de Fritz Lang. Y en el género orientalista ligero a lo Monticceli,
citaré “Le Voleur de Bagdad”, con Douglas Fairbanks en 1925…
Los
lienzos orientalistas tienen el mérito de conservar el recuerdo de un mundo que
se desmorona rápidamente desde que tuvo contacto con el progreso.
© Mariví Otero 2013
Bibliografía:
Philippe, J. “Les Orientalistes. Fribourg.
1977.
Brahime,D.
y Benchikou, K. “La vie et l’ ouvre de Etienne Dinet”. Catalogue raisonneé.
1984, ACR Édition Internationale. Courbevoie .París.
Otero,
M.V. Comisaria. “Pintores Orientalistas S.XIX y XX. Galería de Arte del Louvre,
Centro de Arte y Antiguedades, Serrano cinco. Oct., Nov., Dic. 1987. Madrid.
España.
Otero,
M.V. Art. “Orientalismo en Europa” Revista Calamo nº 15, Oct., Nov., Dic. 1987.
Instituto Hispano-Árabe. Madrid. España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario