Seguramente,
elegido por Txomin Badiola (Bilbao, 1957) su exposición antológica ha
querido que fuese mostrada en este bellísimo Palacio de Velázquez, situado en el Parque del Retiro de Madrid. Fue
construido entre los años 1881 y 1883, con motivo de la celebración de la
Exposición Nacional de Minería. El arquitecto Ricardo Velázquez Bosco (Burgos,
1843-1923, Madrid) de quien toma el nombre el palacio, dirigió el proyecto
entre los que participaron Alberto del Palacio (Sara, Lapurdi, 1856-1939, Las
Arenas) arquitecto e ingeniero y Daniel Zuloaga, (Madrid, 1852-1921, Segovia)
ceramista. En la actualidad se encuentra dedicado a sala de exposiciones
temporales del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Sí,
ha sido elegido por Badiola, ya que la exposición –específicamente es concebida
para el espacio del Palacio de Velázquez- pone de manifiesto el binomio entre
construcción y deconstrucción crítica que caracteriza todo el trabajo del
artista vasco, además de la evocación a referencias históricas y culturales que
han marcado la trayectoria artística de Badiola.
Bajo
el título Otro Family Plot, la muestra es el resultado de un proceso
continuado de diálogo y colaboración de Badiola tanto, con artistas de su
entorno como el comisario de la exposición João Fernandes. Ana Laura Aláez,
Angel Bados, Joan Mikel Euba, Pello Irazu, Asier Mendizabal, Itziar Okariz y
Sergio Prego, han seleccionado diez obras de Badiola cada uno, y han realizado
grabaciones de los encuentros en que estos razonan su elección. Para ello, en
lugar de ser el propio Badiola el entrevistador, los interlocutores han sido
otros artistas más jóvenes, manteniendo así una posición descentralizada en
este proceso. El resultado de este singular sistema colectivo de discusión ha dado lugar a la estructura
que define el dispositivo expositivo en sus relaciones materiales, especiales,
temporales y textuales.
Desde
los años ochenta ha trabajado en diversos proyectos.
[…] Evidentemente, Badiola tiene un cierto
interés por la dirección minimal, pero
no es, de ningún modo, devoto del tipo de filosofía racionalista que es la
clave del trabajo de estos últimos. Toma de ellos el sentido de imagen vacía,
de la presencia fenomenológica, pero no le interesa su forma de interpretar el
mundo como “una cosa detrás de otra”.
Badiola
se inclina hacia “la discontinuidad, la
diferencia, el distanciamiento”, y advierte contra la retórica falsa,
contra “cualquier puesta en escena”, y
contra una neo-figuración que simplemente llegue a un cuando con el mundo en
vez de proponer un medio de acceso a él.
Tras su apasionada
defensa de Oteiza en el catálogo de La Caixa, Badiola podría aparecer
como un discípulo del escultor vasco, pero tal lectura es excesivamente simple.
El propio Badiola ha dejado perfectamente claro que probablemente esté
más interesado en el hombre que en la obra. Destaca que Oteiza trató de hacer
un balance de la vanguardia de hoy, como proyecto, tendría poca validez. Lo que
Oteiza le proporciona es una visión vitalista del arte, una fe que el arte
sigue teniendo la capacidad de renovar “la
naturaleza estancada que amenaza la cultura”. ¡Badiola está, en efecto
dispuesto a quemar etapas! Su obra se ha vuelto más compleja en la forma de abordar los aspectos temáticos, públicos y
simbólicos. El cuidado y la claridad son, a mi parecer, sus rasgos
metodológicos más comprometidos, y éste no es un logro insignificante, en una
época en que es obvio faltan en la sociedad misma. Sus propias palabras apuntan
a esta complejidad cada vez más fecunda: “Intento
debatir un estado hibrido en el cual la escultura no se justifica en la
belleza, en la manufactura o el estilo, pero tampoco en una demostración de un
enunciado conceptual, un subproducto metalingüístico, se trataría de un estado
en el cual la escultura se manifieste desde su funcionamiento íntimo, desde su
estructura, y lo que esto pueda significar o implicar en cuanto a
consideraciones más amplias, extra-artísticas incluso” […]
Uno y cuatro Rusos, 1988. Construcción en acero.
Asociación de Colección de arte Contemporáneo - Museo Patio Herreríano.
La
muestra, que se presenta ahora en el Palacio de Velázquez, está estructurada en
ocho grandes áreas que resumen las cuestiones fundamentales del devenir del
artista a lo largo de 35 años: “He
realizado diferentes tipos de retrospectivas, me pareció que este era el
momento adecuado para que todas las cuestiones vivenciales que de algún modo
dan sentido a mi propio trabajo se
pusieran en un primer plano” afirma el artista.
Alrededor de unas 60
obras entre fotográficas, dibujos, piezas escultóricas e instalaciones
multimedia, que abarcan desde los años ochenta hasta la actualidad. La
presentación no es estrictamente cronológica
ni exclusivamente temática –presenta obras de diferentes épocas- sino
que responde a problemáticas que han buscado respuestas de manera acumulativa a
lo largo del tiempo, como refleja su estructuración en distintas secciones. Si
bien, como apunta el propio artista “los
límites entre las secciones son muy permeables: hay piezas que dependiendo del
aspecto en el que te fijes podrían estar en varias secciones a la vez”
Coffee Table Piece, 1990. Construcción en acero pintado y mesa de Isarnu Noguchi.
Colección Carmen Riera del Centro de Arte Contemporáneo - Ayuntamiento de málaga.
A lo largo de la exposición se
advierte algún tipo de evolución, de progreso, no deja de estar permanentemente
contrapunteada por una especie de flashbacks y flashforwards, de manera que
avanzan cosas que se van a tratar luego o se vuelve sobre aspectos que ya se
habían tratado.
© Mariví Otero 2016
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fotos:
Mariví Otero
Bibliografía:
Power, K. Badiola: el perfil de una mirada.VIII Salón de los 16. 1988. Museo
Español de Arte Contemporáneo. Madrid.
Txomin Badiola. Otro
Family Plot. Palacio de Velázquez. Madrid. Del 22 de septiembre de 2016- 26 de
Febrero de 2017. Gabinete de Prensa. Museo Reina Sofía. Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario