jueves, 18 de julio de 2019

BALENCIAGA y la pintura española

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta esta muestra que vincula la creación de Cristóbal Balenciaga (Getaria, Guipúzcoa 1895 – 1972 Jávea, Alicante) el diseñador de moda más admirado e influyente de todos los tiempos, con la tradición de la pintura española de los siglos XVI al XX.

El recorrió por las salas sigue un itinerario cronológico de la pintura, a las que acompañan los vestidos vinculados a cada pintor. Conexiones basadas en elementos conceptuales, en formas y volúmenes, en complicidades cromáticas, que dan lugar a un fascinante diálogo entre moda y pintura, entre la creatividad del genial modisto y sus fuentes de inspiración. Esta presentación permite además revisar desde una mirada diferente, poniendo la atención sobre los pintores como creadores y trasmisores de moda, y como maestros en la representación de telas, texturas, pliegues y volúmenes. El espacio expositivo rinde homenaje al negro, uno de los colores fetiches del diseñador, y a sus figura como “arquitecto de la alta costura”, denominación que se ha perpetuado hasta nuestros días por la importancia de la línea  y de las formas puras en sus diseños, y por muchos de sus grandes hitos como la línea barril, el semientallado, las faldas balón, la túnica, el vestido saco o el baby doll, para concluir a finales de los 60 en  la  abstracción.

“Un buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor para los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida” (Cristóbal Balenciaga).

Cristóbal Balenciaga Museoa

La exposición  empieza con un apartado dedicado a la pintura que Balenciaga pudo admirar en su juventud, en el palacete de los marqueses de Casa Torres, y que se convirtió en motor de inspiración desde sus inicios. Tres de los cuadros reunidos en la sala, procedentes del Museo del Prado, formaron parte de esa colección: una cabeza de apóstol de Velázquez, un San Sebastián de El Greco y El cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga de Goya, este último en diálogo con un magnífico conjunto de chaqueta y vestido en color rojo del Museo del Traje de Madrid.


La siguiente sala está dedicada a la influencia  de El Greco y comienza con una abrigo de noche en terciopelo de seda negra, cuyo cuello fruncido nos remite a la forma de la gola, la que como luce a su lado el caballero retratado por el cretense hacia 1586. Le siguen varias obras de tema religioso a las que acompaña un conjunto de vestidos cuyo intenso colorido, en rosas, amarillos, verdes o azules, parece surgir de la misma paleta cromática, la luminosidad y los matices con los que El Greco pinto mantos y vestidos de vírgenes, ángeles y santos, al tiempo que sus formas y volúmenes, llenos de movimiento, se repiten igualmente en algunas de las más bellas creaciones del diseñador.

Pasamos a la siguiente sala, pintura española de corte. El negro. La corte de Felipe II puso de moda en toda Europa el uso del negro para su indumentaria, manteniéndose a lo largo del tiempo como símbolo de poder y elegancia, convirtiéndose en uno de los arquetipos de la identidad española. El negro ha fascinado siempre en el mundo de la moda por su poder visual y simbólico, y Balenciaga supo reinterpretarlo de forma muy personal. Lo doto de una luz especial, ampliando la línea abierta por Chanel en 1926 con su Little black dress, e incorporándolo definitivamente en la modernidad del diseño internacional de la primera mitad del siglo XX. Así fue reconocido por la crítica especializada, como la revista Harper’s Bazaar, en 1938, destacó: “[…] aquí el negro es tan negro que te golpea. Grueso negro español, casi aterciopelado, como una noche sin estrellas, que hace que el resto de los negros parezcan casi gris” […] Conjunto de vestidos de noche que acompañan en la sala a retratos de corte como el de La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II, de Juan Pantoja de la Cruz o el de doña Juana de Austria, princesa de Portugal, de Sánchez Coello.

Seguimos el recorrido, pintura española de corte. El bodegón. Las flores han sido uno de los temas más recurrentes de la historia de la pintura y fuente de inspiración para artistas de todas las épocas. Cuando llega a Parí, Balenciaga entra en contacto con destacados creadores de tejidos y artesanos de la estampación, así como los botones, flores o plumas que convirtió en remates de lujo para sus creaciones. Vestidos con diseños florales, o un vestido rosa tul bordado con hilos de Argel, lucen en este apartado en todo su esplendor acompañados de una selección de bodegones españoles como Juan de Arellano, Gabriel de la Corte o Benito Espinós.

Pasamos a El bordado. Pintura española de corte. Balenciaga poseía una colección de indumentaria histórica que incluía numerosas piezas de origen español caracterizadas por su riqueza ornamental confeccionadas en ricos encajes y guipures profusamente bordadas con abalorios. Piezas destacadas en este capítulo son el vestido de ceremonia de la colección de María de las Nievas Mora y Aragón, emparejado en la sala con un retrato de Ana de Austria, de Alonso Sánchez  Coello.

Sala dedicada a Francisco de Zurbarán. Considerado por muchos como uno de los primeros diseñadores de moda, Zurbarán destaca por su maestría en la representación de los tejidos y el movimiento de las telas en sus pinturas. Balenciaga se inspira en los volúmenes, pliegues y texturas de los escultóricos vestidos creados por el pintor extremeño para sus santas mártires se hace evidente al contemplar juntas las creaciones de ambos artistas. Lo mismo ocurre con el conjunto de vestidos de novia reunidos en esta sala –entre ellos el de Fabiola de Mora y Aragón para su boda con el rey Balduino de Bélgica-, en un duelo de blancos, formas y texturas con los hábitos de los frailes inmortalizados por Zurbarán.

Tules y encajes, Línea imperio, aire “goyesco”…Francisco de Goya. Otro de los pintores clave en el imaginario del diseñador español fu sin duda Goya, y no solo por la estética de los vestidos y complementos que lucen sus retratadas, sino también por el manejo del color y su manera de transformar las formas en manchas totales, que en las creaciones de Balenciaga se traduce en acertadas armonías. El vestido de noche blanco con muselina, perlas y lentejuelas y el retrato de La marquesa de Lazán, de la Fundación Casa de Alba o el vestido de noche en satén verde claro con perlas abalorios y el cuadro La reina Luisa con tontillo, son algunos de los emparejamientos destacados en esta sección.

Ya en la última sala de la exposición “Siglos XIX y XX”. La vida cotidiana de Getaria y de San Sebastián de Juventud y, en definitiva de la estética regional y la indumentaria popular de la España de finales del siglo XI y comienzos del XX, formaron parte del universo visual y conceptual que Balenciaga trasladaría más tarde a sus diseños. Una identidad de lo español que se encontraba en las pinturas de la escuela costumbrista del XIX, o en la obra de artistas contemporáneos como Ignacio de Zuloaga, a quién frecuento en sus años en San Sebastián. Los ejemplos reunidos en la sala son múltiples: un vestido de coctel, en tafetán de seda fucsia con tiras bordadas de algodón, cuyos volúmenes repiten modelos  como el de la Bailaora Josefa Vargas en un cuadro de Antonio María Esquivel; o el vestido de noche abullonado en tafetán rojo, cuya línea se asemeja al de María del Rosario de Silva y Guturbay, duquesa de Alba, en un retrato de Zuloaga.

La muestra está comisariada por Eloy Martínez de la Pera, quien ha seleccionado un total de 90 piezas de indumentaria procedentes del Cristóbal Balenciaga Museoa de Getaria, el Museo del Traje de Madrid y el Museu del Disseny de Barcelona, así como de colecciones particulares nacionales e internacionales. Con respecto a las pinturas, se ha logrado un excepcional conjunto de 55 cuadros prestados por museos de ámbito nacional como el Museo del Prado, El Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Lázaro Galdiano, por fundaciones como BBVA, Santander y Casa de Alba, y por colecciones privadas como las de Abelló o Alicia Koplowitz y entre los que destacan obras de El Greco, Velázquez, Murillo, Carreño de Miranda, Zurbarán, Goya, Madrazo o Zuloaga.

© Mariví Otero. 2019.
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: BALENCIA y la pintura española. Del 18 de junio al 22 de septiembre de 2019. Oficina de Prensa/ Museo Thyssen-Bornemisza, Documental y Gráfica.


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