Imagen de las salas de la exposicón Guido Reni. Foto © Museo Nacional del Prado.
En el Museo
Nacional del Prado podemos pasear por la exposición, dedicada a GUIDO
RENI (1575-1642) “el divino”. Muestra comisariada por David García
Cueto, Jefe del Departamento de pintura Italiana y Francesa hasta 1800 en el
Museo del Prado, que reúne casi un centenar de obras procedentes de 40
entidades culturales de todo el mundo para llamar la atención sobre la decisiva
contribución de este maestro boloñés en la configuración del universo estético
del barroco europeo. Lo hace atendiendo a las más recientes aportaciones
historiográficas y prestando especial atención a su vínculo con España,
perceptible tanto en el coleccionismo de la corona y la aristocracia como en la
influencia de sus exitosos modelos iconográficos en artistas fundamentales del
llamado Siglo de Oro.
En la
exposición se puede contemplar por primera vez la obra de Hipómenes y
Atalanta conservada en el Prado junto a la versión de Capodimonte; San
Sebastián, tal y como lo concibió el artista, despojado del gran repinte
que ampliaba el paño de pureza que cubría su cuerpo; La predicación de San
Juan Bautista perteneciente a las Madres Agustinas de Salamanca, recién
incorporado al catálogo del artista; o la inédita Baco y Ariadna, de una
colección particular suiza. La obra de Reni en la muestra dialoga con una
selección de pinturas y esculturas de otros autores que pretende poner de
manifiesto las influencias principales que el maestro recibió en la forja de su
personalidad y las que ejerció en otros creadores de su tiempo. Una notable
selección de dibujos de Reni que permite valorar la riqueza y belleza de su
proceso.
Comenzamos
a caminar por la exposición dividida en once secciones, de las que aquí
recogemos tres.
Yo
Guido Reni, Bolonia
La
próspera y culta ciudad de Bolonia, perteneciente desde 1506 a los Estados
Pontificios, se convirtió a finales del siglo XVI en uno de los centros
artísticos más importantes de Europa, destacando especialmente por la actividad
de su escuela pictórica, al tiempo que vivía un proceso profundamente renovador
de la mano de la familia Carracci. Estos artistas propusieron superar el
manierismo imperante por el estudio del natural y la reinterpretación de
grandes maestros como Rafael, Correggio, Tiziano y Veronese. Con ello forjaron
un lenguaje bello y novedoso capaz también de trasmitir los más profundos
sentimientos religiosos.
En
aquella atmósfera nació Guido Reni (1575-1642), quien llevaría el arte
pictórico de Bolonia a unas cotas de perfección nunca antes alcanzadas. Hijo de
un músico, de personalidad virtuosa y reservada, se encaminaba en su
adolescencia hacia la formación como pintor. Guiado por los mismos principios
que defendían los Carrocci, Reni recibirá el apelativo de “divino” por
su talento para representar lo sobrenatural. Desde su Bolonia natal, la fama de
Guido llegará a Roma, y de allí al resto de Italia y a buena parte de Europa.
España también fue partícipe de su gloria, recibiendo por la vía del
coleccionismo importantes obras suyas, al tiempo que se le consagraba como
modelo para los artistas hispanos.
En
Roma entre Rafael y Caravaggio
Tras
el año jubilar de 1600, y tal vez a causa de algunas desavenencias con su
maestro Ludovico Carracci, Guido Reni viajó por primera vez a la ciudad de
Roma, por entonces la indiscutible capital artística de Europa. Su biografía
quedará unida desde entonces a la Urbe, en la que descubrirá el gran legado de
la Antigüedad, al tiempo que conocerá las obras de su admirado Rafael de
Urbino. Pero el episodio más singular de aquellos años fue su empeño por emular
el arte de Caravaggio, el artista más radical y rompedor activo en Roma. Guido,
tras conocer su pintura, modificó su propio estilo, intentando superar a
Caravaggio mediante la imitación de su quehacer. En aquel interés coincidió con
quien llegaría a ser otro de los grandes protagonistas de la escena artística
del siglo, el español José de Ribera. Pero tal experimentación no fue más que
una fase transitoria en su arte, un peldaño más en la forja de su propia
identidad, como demuestra el excepcional lienzo de altar de la Matanza de
los inocentes.
La belleza del cuerpo divino
La
capacidad de Guido para acercar al espectador a la divinidad fue un valor
unánimemente reconocido a su arte ya en su época. Su biógrafo, Carlo Cesare
Malvasia, le comparó por ello con un “águila generosa” que tras su “vuelo a las
esferas” traía a la tierra las “ideas celestiales”. El escritor Francesco
Scannelli consideró que su pintura fue “más allá de lo humano” para conducir a
lo divino. El mismo Malvasia aludía a sus personajes sagrados como “divinidad
humanizada”, refiriéndose con ello a la fuerza de alguna de sus obras para
hacer partícipe al espectador de lo transcendente. Es por ello que Reni fue un
extraordinario intérprete de la vida y Pasión de Jesús, al presentar a Cristo
como poseedor de una gran belleza física, capaz de albergar un alma divina. Al
mismo tiempo, ciertos temas evangélicos como los protagonizados por la joven
figura del Bautista, le permitieron experimentar sobre un momento esencial de
la condición humana, el de la transición del cuerpo adolescente al adulto.
Los días 15 y 16 de junio de 2023 se celebrará un congreso internacional, dedicado a la memoria del profesor Charles Dempsey (1937-2022), autor de estudios fundamentales sobre la escuela boloñesa de pintura, que permitirá a los especialistas en este autor y a los jóvenes investigadores de su figura a presentar las novedades y descubrimientos que hayan logrado últimamente sobre el gran maestro boloñés.
Gran exposición, que el espectador tiene que ir descubriendo, hay momentos de Guido Reni no muy claros, seguro que en ese futuro congreso ya saldrán definidos. La obra realizada por Reni, fuera de influencias es muy bella.
Fuentes:
Guido Reni. Museo Nacional del Prado. Del 28 de marzo al 9 de julio 2023. Área
de comunicación del Museo: Documentación y fotografías.
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