viernes, 1 de marzo de 2019

TOULOUSE-LAUTREC y el Espíritu de MONTMARTRE

Pierre Marie Louis Vidal (1849-1925), Cubierta para La Vie à Montmartre, 1897, Litografía, 30 × 51,4 cm. Colección particular. © Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie

La exposición que presenta CaixaForum Madrid es una producción de “La Caixa” sin precedentes en nuestro país, reúne una colección extraordinaria de 339 obras entre pinturas, dibujos, grabados, esculturas, diarios, carteles, fotografías y distintos objetos de la época, como el teatro de sombras itinerante original. Esta muestra ha sido posible gracias a la colaboración de decenas de museos y coleccionistas internacionales, así como a la labor curatorial del comisario Phillip Dennis Cate, quien, tal como el mismo explica en el catálogo que acompaña la muestra, inició su investigación sobre el arte de Toulouse-Lautrec y su círculo a principios de los años setenta del siglo pasado.

El resultado es un estudio a fondo de lo que él denomina “espíritu de Montmartre”: un estado de ánimo, una mentalidad vanguardista. La exposición presenta aspectos esenciales del radical arte francés de finales del siglo XIX y desvela los grandes logros estéticos de Henri Toulouse-Lautrec, nombre esencial de la escena, con algunas de sus litografías y dibujos más reconocibles. La muestra exhibe hasta 60 obras suyas, incluidos seis óleos y un dibujo.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), En el Moulin Rouge. La unión franco-rusa, Ilustración en la revista L’Escarmouche, 07.01.1894. 33,5 × 25 cm. Colección particular.

La exposición contextualiza su arte con el de sus colegas “conspiradores anti-establishment” y muestra los intercambios fructíferos entre artistas de mentalidades similares durante la breve vida de Toulouse-Lautrec y poco después de su muerte.

En la muestra encontramos representados a más de veinte artistas. Entre ellos, Toulouse-Lautrec, Vicent van Gogh, Édouard Manet. Louis Anquetin, Pierre Bonnard, Georges Bottini, Pablo Picasso, Maxime Dethomas, Hermann-Paul, Henri-Gabriel Ibels, Charles Léandre, Louis Legrand, Charles Maurin, Henri Rivière, Théophile Alexandre Steinlen, Louis Valtat y Adolphe Willette.

Édouard Manet (1832-1883), El encuentro de los gatos, 1869. Litografía, 43,5 × 33 cm Colección David E. Weisman y Jacqueline E. Michel © Colección David E. Weisman y Jacqueline E. Michel / Stéphane Pons.

La muestra también ahonda en la función tan importante que tuvieron las producciones artísticas efímeras en las trayectorias de Toulouse-Lautrec y sus colegas: la estampación, el cartelismo, la ilustración de libros y revistas, el diseño de partituras y otras obras en papel, que eran los medios con los que los artistas llegaban a una mayor audiencia y que les permitían ganarse la vida fuera del restrictivo sistema académico.

La exposición se detiene en un momento único en los últimos ciento cincuenta años de historia de Europa. La eclosión del barrio parisino de Montmartre como centro literario y artístico radical y “moderno” representa la conquista de la libertad frente a las convenciones, el triunfo de la creación y la vocación contra las seguridades de la vida burguesa, la belleza del momento frente a los valores intemporales, pero muertos, de las academias.


Caminamos por los nueve ámbitos de exposición:

París y Montmartre. Se presenta París, y especialmente Montmartre, como la cuna de unos movimientos artísticos que desafiaron al sistema y trataron de asimilar la complejidad de una sociedad que ya no era fácilmente definible. La obra de naturalistas, simbolistas, incoherentes, nabis y, por encima de todas, la de Henri Toulouse-Lautrec, nos ofrece una visión renovada de la vida y de la sociedad durante este importe período del arte “moderno” francés.

Charles Lacoste (1870-1959). Vista de Montmartre, 1900. Óleo sobre lienzo, 38,4 × 60 cm. Colección particular © Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.

El primer Le Chat Noir. A finales de 1881, Rodolphe Salis, un artista frustrado, fundó en Montmartre el cabaré Le Chat Noir, en el número 84 del bulevar Rochechouart. Lo proclamó “cabaré artístico” e invitó a jóvenes artistas y escritores, compositores y músicos a utilizarlo como centro de actividades.

Georges Tiret-Bognet (1955-1935), Caricatura de Rodolphe Salis en el Chat noir, c. 1890, 40 x 26 cm . Colección Phillip Dennis e Isabelle Cate © Colección Phillip Dennis e Isabelle Cate.

El segundo Le Chat Noir. En junio de 1885, Salis logró trasladar Le Chat Noir a un gran hôtellerie de tres plantas cuidadosamente amueblada en la Rue Victor Massé, muy cerca del antiguo le Chat Noir que el cantante Aristide Bruant adquirió y rebautizó como Mirliton. Tal vez la aportación más importante e influyente del segundo le Chat Noir fue el sofisticado teatro de sombras del cabaré, creado en 1886 por el artista Henri Rivière. A finales de 1887, en La Tentation de saint Antoine, Rivière transformó la sencilla obra de sombras tradicional que solía representarse como entretenimiento doméstico y familiar en una producción teatral sumamente elaborada del cine: movimiento, color y sonido (música y voz).

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), Ambassadeurs: Aristide Bruant, 1892.Litografía, 138 × 95,4 cm.
 Colección particular, cortesía Galerie Documents, París © Colección particular, cortesía de Galerie Documents, París.

El arte periodístico y la vanguardia. La estética moderna de artistas de vanguardia como Toulouse-Lautrec y los nabis enfatizaba la sencillez de los diseños lineales y planos, restando importancia al realismo, con sus imprescindibles efectos de ilusión y tonalidad. En esencia, la nueva tecnología fue una fuerza liberada que potenció las tendencias modernas en el arte, al tiempo que permitió a los artistas seguir ejerciendo el pleno control estético. Cuando Picasso, Duchamp, F. Kupka y otros futuros pintores vanguardistas del siglo XX llegaron a París por primera vez en torno a 1900, ya tenían conocimiento e influencias del estilo y los temas del arte periodístico de artistas como Steinlen, Willette, Toulouse-Lautrec e Ibels aparecido en periódicos como Le Chat Noir, Le Courrier Français, Le Rire, Gil Blas, etc. Las bailarinas de cancán de Picasso para Le Frou Frou se inspiran en la obra de Toulouse-Lautrec, mientras que la ilustración de Kupka de 1902 para la portada de la Vie en Rose rinde homenaje a Steinlen y Willette.

Adolphe Léon Willette (1857-1926), Los cantantes de Montmartre. Cubierta para Les Quat’z’Arts, 25.10.1906. Colección particular © Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.

Grabados y carteles originales. Durante las décadas de 1880 y 1890, la combinación de un creciente número de grabadores y de comerciantes, sociedades y exposiciones dedicados a los grabados, además de publicaciones de arte como La Revue Blanche, posibilitó y estimuló la creación de un mercado de grabados y carteles originales realizados por artistas. La publicación más importante dedicada al grabado fue L’Estampe Originale, que entre 1893 y 1895 publicó 97 grabados de 74 artistas, ofreciendo una exhaustiva del arte de fin-de-siècle. El cartel artístico había sido reconocido por primera vez como potencial soporte del arte en la década de 1870, gracias principalmente a Jules Chéret, padre del arte del cartelismo y figura que ejercería una gran influencia en la siguiente generación de artistas, incluido Toulouse-Lautrec y sus coetáneos.
Pierre Bonnard (1867-1947), La Revue blanche, 1894. Litografía, 80 × 62 cm.

Cafés, cafés concierto y salas de baile. El origen del café parisino como lugar público para el consumo de bebidas se remonta a principios del siglo XVII, mientras que durante el primer cuarto del XIX los cafés fueron también centros de reunión de pequeños grupos de poetas y artistas. Con la transformación de París por parte del barón  Haussmann durante el reinado de Napoleón III, en las décadas de 1850 y 1860, los cafés concierto irrumpieron plenamente como estructuras elaboradas, con un escenario para los actores y una sala (o un jardín en verano con un aforo de entre 500 y 1500 espectadores.

Adolphe Léon Wilette (1857 - 1926). Dos amigos (mujer y gato negro). c. 1881. Óleo sobre lienzo.

Teatro y espectáculos. El eclecticismo de las  actividades vanguardistas del  Théâtre Libre se completaba con las obras simbolistas representadas por el Théâtre de l’Oeuvre en los distintos locales alquilados con los que contaba en el propio Montmatre y sus alrededores. Fundado en 1893 por Aurélien Lugné-Poe, Camille Mauclair y Édouard Vuillard, el Théâtre de l’Oeuvre probablemente sea conocido sobre todo por la producción  Ubu Roí, de Alfred Jarry, que se estrenó en diciembre de 1896. A lo largo de su existencia, el Théâtre Libre y el Théâtre de l’Oeuvre encargaron a muchos de los artistas locales de Montmatre ilustraciones para las portadas de sus programas, y también, como a Toulouse-Lautrec y Valtat, el diseño de decorados. De hecho, el entorno colaborativo y experimental del cabaré Le Chat Noir se potenció y reavivó con la existencia de ambos teatros.

Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), Programa de Un fallo de Le Théâtre libre, 1893.Litografía, 31,3 × 23,6 cm. Colección particular © Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.

El circo. En el último cuarto del siglo XIX, el circo alcanzó un alto grado de aceptación social y profesional entre las comunidades artística y literaria. En esa época, existían varias pistas de circo permanentes en París. Las más populares para los artistas de Montmartre eran el Nouveaux Cirque, en la orilla derecha, con los payasos Foottit y Chocolat como estrellas principales, y el Cirque Fernando (que en 1897 se convirtió en el Cirque Medrano), situado en Montmartre, a tres manzanas del segundo Le Chat Noir y con capacidad para 2.500 espectadores. Asimismo, pequeños circos itinerantes, llamados fêtes foraines, montaban sus carpas en las afueras de la ciudad. Fueron estas cualidades las que impulsaron también a artistas como Toulouse-Lautrec, Bonnard, Ibels y Joseph Faverot, entre otros, a incluir el circo en su repertorio pictórico.

Joseph Faverot (1862-1915), Dos payasos, c. 1885. Óleo sobre tabla, 41 × 31 cm. Colección Zuercher © Colección Zuercher.

EL “espíritu” al que remite el título de la exposición fue un estado de ánimo, una mentalidad vanguardista que practicaron numerosos artistas. Destaca entre todos ellos Henri de Toulouse-Lautrec, que juega un papel clave en la escena con grandes logros estéticos.

© Mariví Otero. 2019.
Manuel Otero Rodríguez 

Fuente: Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre. CaixaForum, Madrid. Del 20 de febrero al 19 de mayo de 2019. Concepción y producción: “la Caixa”. Dosier de prensa.

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