Pierre Marie Louis Vidal (1849-1925), Cubierta para La Vie à
Montmartre, 1897, Litografía, 30 × 51,4 cm. Colección particular. © Colección
particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie
La
exposición que presenta CaixaForum
Madrid es una producción de “La Caixa” sin precedentes en nuestro
país, reúne una colección extraordinaria de 339 obras entre pinturas, dibujos,
grabados, esculturas, diarios, carteles, fotografías y distintos objetos de la
época, como el teatro de sombras itinerante original. Esta muestra ha sido
posible gracias a la colaboración de decenas de museos y coleccionistas
internacionales, así como a la labor curatorial del comisario Phillip Dennis Cate, quien, tal como el
mismo explica en el catálogo que acompaña la muestra, inició su investigación
sobre el arte de Toulouse-Lautrec y su círculo a principios de los años setenta
del siglo pasado.
El
resultado es un estudio a fondo de lo que él denomina “espíritu de Montmartre”:
un estado de ánimo, una mentalidad vanguardista. La exposición presenta aspectos
esenciales del radical arte francés de finales del siglo XIX y desvela los
grandes logros estéticos de Henri Toulouse-Lautrec, nombre
esencial de la escena, con algunas de sus litografías y dibujos más
reconocibles. La muestra exhibe hasta 60 obras suyas, incluidos seis óleos y un
dibujo.
Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), En el Moulin Rouge.
La unión franco-rusa, Ilustración en la revista L’Escarmouche, 07.01.1894. 33,5
× 25 cm. Colección particular.
La
exposición contextualiza su arte con el de sus colegas “conspiradores
anti-establishment” y muestra los intercambios fructíferos entre artistas de
mentalidades similares durante la breve vida de Toulouse-Lautrec y poco después
de su muerte.
En
la muestra encontramos representados a más de veinte artistas. Entre ellos,
Toulouse-Lautrec, Vicent van Gogh, Édouard Manet. Louis Anquetin, Pierre
Bonnard, Georges Bottini, Pablo Picasso, Maxime Dethomas, Hermann-Paul,
Henri-Gabriel Ibels, Charles Léandre, Louis Legrand, Charles Maurin, Henri
Rivière, Théophile Alexandre Steinlen, Louis Valtat y Adolphe Willette.
Édouard Manet (1832-1883), El encuentro de los gatos, 1869.
Litografía, 43,5 × 33 cm Colección David E. Weisman y Jacqueline E. Michel ©
Colección David E. Weisman y Jacqueline E. Michel / Stéphane Pons.
La
muestra también ahonda en la función tan importante que tuvieron las
producciones artísticas efímeras en las trayectorias de Toulouse-Lautrec y sus
colegas: la estampación, el cartelismo, la ilustración de libros y revistas, el
diseño de partituras y otras obras en papel, que eran los medios con los que
los artistas llegaban a una mayor audiencia y que les permitían ganarse la vida
fuera del restrictivo sistema académico.
La exposición se detiene
en un momento único en los últimos ciento cincuenta años de historia de Europa.
La eclosión del barrio parisino de Montmartre como centro literario y artístico radical
y “moderno” representa la conquista de la libertad frente a las convenciones,
el triunfo de la creación y la vocación contra las seguridades de la vida
burguesa, la belleza del momento frente a los valores intemporales, pero
muertos, de las academias.
Caminamos por los nueve ámbitos de
exposición:
París y Montmartre. Se presenta París, y
especialmente Montmartre, como la cuna de unos movimientos artísticos que
desafiaron al sistema y trataron de asimilar la complejidad de una sociedad que
ya no era fácilmente definible. La obra de naturalistas,
simbolistas, incoherentes, nabis y,
por encima de todas, la de Henri Toulouse-Lautrec, nos ofrece una visión
renovada de la vida y de la sociedad durante este importe período del arte
“moderno” francés.
Charles Lacoste (1870-1959). Vista de Montmartre, 1900. Óleo
sobre lienzo, 38,4 × 60 cm. Colección particular © Colección particular /
Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.
El primer Le Chat Noir. A finales de 1881,
Rodolphe Salis, un artista frustrado, fundó en Montmartre el cabaré Le Chat
Noir, en el número 84 del bulevar Rochechouart. Lo proclamó “cabaré artístico”
e invitó a jóvenes artistas y escritores, compositores y músicos a utilizarlo
como centro de actividades.
Georges Tiret-Bognet (1955-1935), Caricatura de Rodolphe
Salis en el Chat noir, c. 1890, 40 x 26 cm . Colección Phillip Dennis e
Isabelle Cate © Colección Phillip Dennis e Isabelle Cate.
El segundo Le Chat Noir. En junio de 1885, Salis
logró trasladar Le Chat Noir a un gran hôtellerie
de tres plantas cuidadosamente amueblada en la Rue Victor Massé, muy cerca del
antiguo le Chat Noir que el cantante Aristide Bruant adquirió y rebautizó como
Mirliton. Tal vez la aportación más importante e influyente del segundo le Chat
Noir fue el sofisticado teatro de sombras del cabaré, creado en 1886 por el
artista Henri Rivière. A finales de 1887, en La Tentation de saint Antoine, Rivière transformó la sencilla obra
de sombras tradicional que solía representarse como entretenimiento doméstico y
familiar en una producción teatral sumamente elaborada del cine: movimiento,
color y sonido (música y voz).
Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), Ambassadeurs:
Aristide Bruant, 1892.Litografía, 138 × 95,4 cm.
Colección particular, cortesía
Galerie Documents, París © Colección particular, cortesía de Galerie Documents,
París.
El arte periodístico y
la vanguardia. La estética moderna de artistas de vanguardia como Toulouse-Lautrec y los nabis enfatizaba la sencillez de los diseños lineales y planos,
restando importancia al realismo, con sus imprescindibles efectos de ilusión y
tonalidad. En esencia, la nueva tecnología fue una fuerza liberada que potenció
las tendencias modernas en el arte, al tiempo que permitió a los artistas
seguir ejerciendo el pleno control estético. Cuando Picasso, Duchamp, F. Kupka
y otros futuros pintores vanguardistas del siglo XX llegaron a París por
primera vez en torno a 1900, ya tenían conocimiento e influencias del estilo y
los temas del arte periodístico de artistas como Steinlen, Willette,
Toulouse-Lautrec e Ibels aparecido en periódicos como Le Chat Noir, Le Courrier Français, Le Rire, Gil Blas, etc. Las
bailarinas de cancán de Picasso para Le
Frou Frou se inspiran en la obra de Toulouse-Lautrec, mientras que la
ilustración de Kupka de 1902 para la portada de la Vie en Rose rinde homenaje a Steinlen y Willette.
Adolphe Léon Willette (1857-1926), Los cantantes de
Montmartre. Cubierta para Les Quat’z’Arts, 25.10.1906. Colección particular ©
Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.
Grabados y carteles
originales. Durante las décadas de 1880 y 1890, la combinación de un creciente
número de grabadores y de comerciantes, sociedades y exposiciones dedicados a
los grabados, además de publicaciones de arte como La Revue Blanche, posibilitó y estimuló la creación de un mercado
de grabados y carteles originales realizados por artistas. La publicación más
importante dedicada al grabado fue L’Estampe
Originale, que entre 1893 y 1895 publicó 97 grabados de 74 artistas,
ofreciendo una exhaustiva del arte de fin-de-siècle.
El cartel artístico había sido reconocido por primera vez como potencial
soporte del arte en la década de 1870, gracias principalmente a Jules Chéret,
padre del arte del cartelismo y figura que ejercería una gran influencia en la
siguiente generación de artistas, incluido Toulouse-Lautrec y sus coetáneos.
Pierre Bonnard (1867-1947), La Revue blanche, 1894.
Litografía, 80 × 62 cm.
Cafés, cafés concierto y
salas de baile. El origen del café parisino como lugar público para el consumo de
bebidas se remonta a principios del siglo XVII, mientras que durante el primer
cuarto del XIX los cafés fueron también centros de reunión de pequeños grupos
de poetas y artistas. Con la transformación de París por parte del barón Haussmann durante el reinado de Napoleón III,
en las décadas de 1850 y 1860, los cafés concierto irrumpieron plenamente como
estructuras elaboradas, con un escenario para los actores y una sala (o un
jardín en verano con un aforo de entre 500 y 1500 espectadores.
Adolphe Léon Wilette (1857 - 1926). Dos amigos (mujer y gato negro). c. 1881. Óleo sobre lienzo.
Teatro y espectáculos. El
eclecticismo de las actividades
vanguardistas del Théâtre Libre se
completaba con las obras simbolistas representadas por el Théâtre de l’Oeuvre
en los distintos locales alquilados con los que contaba en el propio Montmatre
y sus alrededores. Fundado en 1893 por Aurélien Lugné-Poe, Camille Mauclair y
Édouard Vuillard, el Théâtre de l’Oeuvre probablemente sea conocido sobre todo
por la producción Ubu Roí, de Alfred Jarry, que se estrenó en diciembre de 1896. A lo
largo de su existencia, el Théâtre Libre y el Théâtre de l’Oeuvre encargaron a
muchos de los artistas locales de Montmatre ilustraciones para las portadas de
sus programas, y también, como a Toulouse-Lautrec y Valtat, el diseño de
decorados. De hecho, el entorno colaborativo y experimental del cabaré Le Chat
Noir se potenció y reavivó con la existencia de ambos teatros.
Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), Programa de Un fallo
de Le Théâtre libre, 1893.Litografía, 31,3 × 23,6 cm. Colección particular ©
Colección particular / Fotógrafo: Elsevier Stokmans Fotografie.
El circo. En el último cuarto del
siglo XIX, el circo alcanzó un alto grado de aceptación social y profesional
entre las comunidades artística y literaria. En esa época, existían varias
pistas de circo permanentes en París. Las más populares para los artistas de
Montmartre eran el Nouveaux Cirque, en la orilla derecha, con los payasos
Foottit y Chocolat como estrellas principales, y el Cirque Fernando (que en
1897 se convirtió en el Cirque Medrano), situado en Montmartre, a tres manzanas
del segundo Le Chat Noir y con capacidad para 2.500 espectadores. Asimismo,
pequeños circos itinerantes, llamados fêtes
foraines, montaban sus carpas en las afueras de la ciudad. Fueron estas
cualidades las que impulsaron también a artistas como Toulouse-Lautrec,
Bonnard, Ibels y Joseph Faverot, entre otros, a incluir el circo en su
repertorio pictórico.
Joseph Faverot (1862-1915), Dos payasos, c. 1885. Óleo sobre
tabla, 41 × 31 cm. Colección Zuercher © Colección Zuercher.
EL “espíritu” al que remite el título de la exposición fue un
estado de ánimo, una mentalidad vanguardista que practicaron numerosos
artistas. Destaca entre todos ellos Henri de Toulouse-Lautrec, que juega
un papel clave en la escena con grandes logros estéticos.
© Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente:
Toulouse-Lautrec
y el espíritu de Montmartre. CaixaForum, Madrid. Del 20 de febrero al 19
de mayo de 2019. Concepción y producción: “la Caixa”. Dosier de prensa.
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