Arte que reúne, en fin,
lo más intuitivo y lo más culto, lo más cosmopolita y lo más local, el de este
catalán universal que es Joan Miró. Pero me temo que estoy
tratando, aunque mal, de presentarlo o de explicarlo, yo no soy más que el
acomodador que instala a los espectadores en sus localidades, para que asistan
al maravilloso espectáculo.
La
exposición parte de la inclinación constante del artista hacia los objetos, que
lo lleva a recolectar durante toda su vida los hallazgos más variados con la
intención original de ambientar su taller y crear una determinada atmósfera
creativa. Miró comparte con los dadaístas y surrealistas la
predisposición por la sorpresa, y con su característica sensibilidad poética
acaba encontrando una fuente de inspiración en estos descubrimientos
accidentales.
De
esta manera, muy pronto, este gusto que Miró siente por el objeto le lleva a
representarlo en sus pinturas y a incorporarlo luego en sus collages, cerámicas
y esculturas. Miró lo relataba con estas palabras en una carta de 1936 a Matisse: “Me siento atraído por una
fuerza magnética hacia un objeto, sin premeditación alguna, luego me siento
atraído por otro objeto que al verse ligado al primero produce un choque
poético, pasando antes por ese flechazo plástico, físico, que hace que la
poesía te conmueve realmente y sin el cual no sería eficaz”.
El equilibrista
Objetos utilizados
Miró
y el objeto evidencia cómo esta tendencia culmina tras
la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial, con la incursión de Miró
en la cerámica y la escultura. Una línea de trabajo esencial durante los
últimos años de su trayectoria, como lo fue también el denominado segundo
“asesinato de la pintura” o “antipintura”. Sobre este concepto, Jeffett apunta:
“Miró
exploró por primera vez la idea de la antipintura en 1930 en una serie
de telas que calculó con gran precisión la composición para luego eliminarla
tachando la imagen […] En 1974 Miró realizó una serie de telas
quemadas para su gran retrospectiva en el Grand Palais de París. (Alguna de
estas telas se puede ver en la exposición). Al mismo tiempo, propuso una serie
de esculturas en bronce, hechas también a partir de assemblages de objetos,
cerámicas y tapices, como expresiones poéticas más allá de la pintura”. Obra
nueva, radical desafiante que lo posicionaba como creador vital e innovador. El
artista tenía 81 años.
Comisariada
por William Jeffett, responsable de exposiciones del Salvador Dalí Museum de
Saint Petersburg (Florida, Estados Unidos) reconocido experto en la obra
mironiana, contando con el apoyo del Departamento de Conservación de la
Fundación Joan Miró, la impactante muestra guarda un orden cronológico y el
espectador aprecia los dos grandes momentos en los que Miró decidió acabar con
la pintura convencional. Un total de 109 obras, entre pinturas, cerámicas y
esculturas, que abarcan un extenso período que va desde 1916 hasta 1981 y que
proceden del fondo de la Fundación Joan Miró y de las principales colecciones
públicas y privadas de Europa y América. La exposición incluye, además, una
selección de objetos originales que el artista coleccionó a lo largo de su vida
como fuente de inspiración o material para sus composiciones.
La muestra se despliega en seis ámbitos:
1. “Un
mundo de objetos” Muestra la atracción
primigenia de Miró por los objetos y su primer relación creativa con ellos a
partir de su representación pictórica. Incluye una selección de naturalezas
muertas entre las que destacan dos obras de 1922-1923 procedentes del MoMA de
Nueva York: Naturaleza muerta I (La espiga de trigo) y Naturaleza muerta II (La
lámpara de carburo), así como el óleo sobre papel de 1916 El puchero. Miró manifestó explícitamente la
importancia de las dos primeras obras porque supusieron sus primeros intentos
conscientes de incorporar objetos humildes en su producción y reivindicar el
valor de los elementos populares como materia artística.
Joan Miró Nature morte II, 1922-1923. Naturaleza muerta II.
(La lámpara de carburo) .Óleo sobre tela. 38 x 46 cm .The Museum of Modern Art,
Nueva York. Adquisición, 1939 © Successió Miró, 2015
2. “El asesinato de la pintura” Cuando
Joan Miró conoce a André Breton,
comienza su relación con el movimiento surrealista, crea algunas de sus obras
más rompedoras, entre otras, su serie Bailarinas españolas (1928) y los
collages sin título (1929) compuestos con materiales no artísticos. En ellos el
collage y los elementos objetuales han sustituido ya a la representación
pictórica de la realidad. En 1930 realiza una serie de (anti) pinturas, donde
se representan imágenes canceladas o tachadas. En esta línea de experimentación,
un año después, Miró ya está inmerso
en la ejecución de una serie de pinturas- objeto, ensamblajes hechos con
objetos encontrados. En los límites de esta nueva lógica, Miró acabo proclamando su intención de “asesinar la pintura” tal
como ya recogía Maurice Raynal en su antología de 1927.
Joan Miró Objeto, 1931.Óleo, aislante, clavos, madera
quemada, arena y elementos de relojería sobre madera. 27 x 13,5 x 6,8 cm.
Colección particular, París © Successió Miró, 2015
3. “Del collage a la escultura” En la década de los cuarenta, Miró seguirá utilizando cada vez con más
frecuencia materiales inusuales y soportes no asociados a las técnicas
tradicionales de bellas artes: conglomerado de madera, fragmentos de metal,
fibrocemento, etc., todos ellos reflejados en la selección de obras de este
ámbito. Estas investigaciones le conducirán, posteriormente, al mundo de la
cerámica y de la escultura.
Joan Miró . Pintura-objeto, 1950. Óleo sobre madera, trapo,
cuerda y cartón . 30,8 x 26,4 cm. Colección particular © Successió Miró, 2015
4. “Cerámicas y primeras esculturas” De
nuevo, los objetos encontrados constituyen una fuente de inspiración, como
puede observarse en la notable presencia de cabezas o en una cabeza de piedra
engastada en cerámica o bronce. La obra de granito Tête (Cabeza, 1946-1949), un
objeto encontrado y, en cierta medida, una especie de autorretrato poético, es
el modelo para otras esculturas de bronce y cerámica, como Tête (Cabeza 1953) y
Gran personaje (1956).
Previa a esta actividad
escultórica, Miró realiza una
importante actividad cerámica. Como primera aproximación aprovecha fragmentos
residuales que encuentra en el taller del cera mista Josep Llorens Artigas. Con
él desarrolla entre 1953 y 1956 una colaboración tan intensa que Miró casi
abandona por completo la pintura para dedicarse enteramente a esta actividad.
La cerámica representa para él un retorno a la esencia, con materiales
primarios y una técnica que le resulta completamente nueva. Su visita a las
cuevas de Altamira mientras preparaba el enorme mural de cerámica para la
UNESCO afirmó en un ámbito más general su comprensión de la cerámica y del
objeto en términos de lo primordial.
5. “Escultura de bronce” Los objetos
modelo de las esculturas de Miró se quedaron a menudo en los diversos talleres de fundición. Durante
años, la Successió Miró ha
recuperado e identificado de forma sistemática la mayoría de estos modelos
relacionándolos con las esculturas en bronce en las que se acabaron
convirtiendo. Este importante trabajo demuestra hasta qué punto la escultura de
Miró representó una auténtica
poética del objeto. Esta exposición incluye varios ejemplos en los que se pueden contemplar los objetos originales y
escultura terminada.
6.
“Antipintura y Grand Palais, 1974” Este
apartado dedica una atención especial a la gran exposición retrospectiva del
artista celebrada en el Grand Palais de París en 1974. A diferencia de lo
esperado, Miró se empeño en que la
muestra no fuera una retrospectiva convencional. A pesar de contar con una
nutrida sección panorámica de su trabajo anterior, el artista aportó un gran
grueso de obras nuevas expresamente creadas para la exposición. De este modo a
los 81 años, Miró se presentaba como un artista vital, plenamente involucrado
en el proceso creativo, provocador e innovador. Por todo ello, la exposición
puso en un primer plano la obra más radical del artista: bronces, cerámicas,
tapices, antipinturas…
Joan Miró Tela quemada 1, 1973. Acrílico sobre tela,
posteriormente rasgada y quemada 130 x 195 cm Fundació Joan Miró, Barcelona ©
Successió Miró, 2015
Miró y el objeto muestra una veintena de
piezas expuestas en aquella muestra de 1974 en el Grand Palais, la mayor parte
de las cuales proceden de la colección de la Fundación Miró, referente mundial
en el conocimiento de la obra de la última época del artista. Se trata, por
ejemplo del Cuadro-objeto de 1972.
Creo
que en alguna ocasión conté aquí, en este blog, como conocí a Joan
Miro y a su esposa Pilar Juncosa, fue durante la
espléndida exposición presentada en Madrid en 1978, JOAN MIRÓ pintura, en el Museo Español de Arte Contemporáneo.
En colaboración con la Fundación Miró. Un amigo común me los presento, los
primeros días de la muestra estuvieron en Madrid y acudían al museo para
atender a la prensa. Un placer caminar con Miró por aquellas enormes salas
charlando y escuchándole era pura poesía, me dedicó el catálogo, que he consultado para hacer este
trabajo. Me confieso muy mironiana.
© Mariví Otero 2016
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fotos: Mariví Otero
Fuente:
Miró y el objeto. Departamento de
Comunicación de la Obra Social “La Caixa”. Juan A. García. Dosier de prensa. Exposición, del 10 de febrero al 22 de mayo de 2016.
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