domingo, 17 de diciembre de 2017
viernes, 15 de diciembre de 2017
Cubismo(s) y experiencias de la modernidad. Colección Telefónica, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Louis Mayer tomó el pseudónimo de
Vauxcells tras sus estudios en la escuela del Louvre y en la Sorbona, cuando se
lanzó al periodismo. Su pluma es acerada y no tarda en forjarse una reputación.
No porque su juicio sea particularmente penetrante, perspicaz o subversivo. Muy
al contrario, está cerrado al arte moderno. Pero es un hombre de desbordante
actividad, que multiplica las conferencias, los prefacios en los catálogos y,
sobre todo los artículos en periódicos y revistas. Es el crítico de arte más
activo de París, un auténtico gramófono, verdadera ganga para los jefes de
redacción escasos en originales.
Kahnweiler que en 1907 abrió su primera
galería en la rue Vignon. Ya ha tenido ocasión
de leer sus crónicas. Pero aquel 14 de noviembre de 1908 tiene una razón
muy especial para buscar su firma en las columnas del Gil Blas: critica la
exposición de Braque en la calle Vignon. En efecto. Al volver una página, el
marchante lee:
[…] construye sus monigotes metálicos y
deformados, que son de una terrible simplificación. Desprecia la forma, lo
reduce todo, parejas, figuras y casas, a esquemas geométricos y a cubos. No nos
burlaremos de él porque lo hace de buena fe. Y esperemos.
Cubos… Es la primera vez que se emplea la fórmula
para designar esta pintura. Aun cuando, por lo que cuenta el rumor, un miembro
del jurado del Salón de Otoño dijo: “Braque pinta pequeños cubos”, es la
primera vez que la palabra se imprime en este sentido. Buena o mala, adecuada o
inoportuna, está lanzada. Nadie podrá ya retirarla. El cubismo ha sido
bautizado por alguien a quien no le gustaba. La palabra quería ser, sencillamente,
maligna y burlona, de uso limitado y, en cualquier caso, puntual. Pero entrara
en la historia.
Decididamente,
Vauxcelles parece predispuesto a este tipo de situaciones paradójicas pues él
fue quien, apenas tres años atrás, y ya en un el artículo del Gil Blas, quiso
burlarse de los Matisse, Vlaminck, Derain y Rouault expuestos en el Salón de
Otoño. Advirtiendo entre sus telas una escultura muy “italiana” de aspecto,
había escrito: “el candor de ese busto sorprende la orgía de colores puros:
Donatello entre fieras (fauves, en francés)”.
Evolución y derivas de la experiencia
cubista
Las obras que se han
reunido en la exposición, bajo el titulo Cubismo (s) y experiencias de la modernidad
son una selección de unas setenta, datadas
en los años centrales de este movimiento como de experiencias de décadas posteriores (1912 - 1933). Procedentes de los
fondos cubistas de las colecciones de la Fundación
Telefónica y del Museo Reina Sofía. Que permiten profundizar en el
nacimiento y desarrollo de este movimiento desde sus estadios fundacionales,
cuando Pablo Ruiz Picasso y Georges Braque trabajaron de forma
conjunta desde el primitivismo y el posfauvismo cezaniano y cuando
desarrollaron el cubismo como “lenguaje” planteando invenciones iconográficas y
técnicas.
Se recuperan también a figuras como Albert
Gleizes, Jean Metzinger y el primer Auguste
Herbin, cuyas aportaciones entre los años 1909 y 1915, significaron el
tránsito de la herencia del simbolismo final a un nuevo sistema figurativo
basado en el predominio de la forma y en la articulación dinámica de facetas y
figuras. Con ello querían expresar la vivencia incesante de lo cotidiano y la
relación “unánime” entre sujeto y mundo.
Otros artistas presentes en la exposición dan cuenta de cómo el cubismo
supo dar origen a otros itmos que, aun dejando de ser cubismo, mantenían su
impronta. Conocidas son las evoluciones planteadas por Fernand Léger y por Robert y Sonia Delaunay.
Como espacio de reunión de estos cubismos diversos encontramos a Juan Gris, en su obra se pueden
observar dos momentos decisivos de los años fundacionales del cubismo. Uno es
el Gris de 1913 que trabaja mediante
la acumulación de materiales creando trampantojos de objetos y texturas. Y otro
es el Gris que redefine la noción de
collage mediante la introducción de elementos icónicos y recursos formales
destinados a favorecer las sensaciones de espacio y tiempo. Pero la
transcendencia de Gris, considerado
por muchos especialistas el refundador del cubismo y sin duda el representante
de una nueva definición del movimiento, puede verse en otras obras más tardías,
que llegaron a influir en figuras como Salvador
Dalí.
Están presentes creadores latinoamericanos que hicieron del cubismo un
referente imprescindible en sus respectivas trayectorias. Xul Soler lo incorporó pronto entendiéndolo como iniciación a lo
moderno. Diego Rivera extendió el
cubismo hacia lo heterogéneo y lo identitario, y Emilio Pettoruti, finalmente, lo situó como fundamento de su propia
identidad como artista, prolongando en el tiempo la herencia cubista en la
geografía americana.
Pasada la Primera Guerra Mundial, el primer medio artístico cubista se
disolvió. No obstante, poco después, como se refleja en las salas, la mayor
parte de los implicados en la experiencia cubista comenzaron un momento de
transición en sus obras. Algunos artistas, como Albert Gleizes, propiciaron un regreso a las fuentes del cubismo y creadores como Juan Gris y María Blanchard,
tras el uso del collage plantearon un retorno a la pintura pero asimilando el
cambio de paradigma que el collage había supuesto.
Jaques Lipchitz propuso una nueva
concepción constructiva y arquitectónica de la escultura cubista mientas Jean Metzinger fue determinante para
una renovada tentativa cubista en la que, desde diversos ángulos estuvieron
implicados otros artistas con André
Lhote. Es en esta época también cuando Vicente
Huidobro eligió la poética creacionista, cuya influencia en Juan Gris fue notoria.
La
muestra nos lleva a la más lejana transformación de la experiencia cubista con
el universalismo constructivo de Joaquín
Torres-García en el cruce de las décadas de 1920 y 1930, artista uruguayo
que reconoció su deuda con Juan Gris.
Según el comisario de la
exposición Eugenio Carmona, “la reunión de la Colección Cubista de
Telefónica con fondos cubistas del Museo Reina Sofía es una propuesta a favor
de la concepción plural de la experiencia cubista. Pero en el momento presente,
la reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de
Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues
contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.
© Mariví Otero 2017
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuentes:
Cubismo(s)
y experiencias de la modernidad. Colección Telefónica. Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. Gabinete de Prensa. Museo Reina Sofía.
Assouline, P. “En el
nombre del Arte”. Biografía de D.H.Kahnweiler. Éditions Balland, 1988.
Ediciones B, S.A. España 1990. Barcelona.
viernes, 8 de diciembre de 2017
GIORGIO DE CHIRICO. Sueño o realidad
Giorgio
de Chirico (Volos, Grecia, 1888- Roma, 1978) su
obra se caracteriza por una incesante investigación a diferentes niveles: el
técnico, el estético y el de la idea
artística y su constante búsqueda de descubrimientos iconográficos y simbólicos.
Para de
Chirico, la técnica pictórica tenía que demostrar el conocimiento del
oficio; el resultado estético -la suma
de técnica y estilo- tiene que ser siempre un objetivo. No obstante, es la idea
iconográfica y de composición lo que verdaderamente actúa como puente entre el
arte clásico y el contemporáneo.
Mediantes
sus meditaciones sobre la realidad, profundizadas con lecturas de Nietzsche y
de Schopenhauer, interpretó la ambigüedad y la inquietud del tiempo en el que
le tocó vivir.
En
un segundo momento de madurez, orientó su búsqueda en torno a la técnica de la
pintura hacia el descubrimiento de la “bella materia pictórica”, estrategia
técnica imprescindible y generadora del arte y la belleza.
El
mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad reúne un
total de 143 obras en la muestra, procedentes en su mayoría de la Fondazione Giorgio e Isa de Chirico, que se completan con
préstamos de más de una veintena de
museos y colecciones privadas. Destaca la decena de pinturas que ha aportado la
Galleria Nazionale d’ Arte Moderna de
Roma. Exposición monográfica
presentada en CaixaForum, Madrid.
La muestra reúne las
pocas esculturas de De Chirico realizadas a partir de 1940 en terracota y durante
los años 1968-1970 en bronce, con unas tiradas limitadas. Esas piezas junto con
una serie de acuarelas, dibujos y litografía que comprenden desde el período
metafísico hasta las últimas creaciones gráficas de la metafísica, amplían y
completan esta retrospectiva del mundo de De Chirico, que revive también gracias a unos cuantos dibujos hechos en
1972.
Héctor y Andrómaca, 1970. Fondazione Giorgio e Isa de
Chirico, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
La
exposición, está estructurada en seis ámbitos, se inicia con una colección de
retratos y autorretratos que introducen un interrogante en torno a la
identidad: el yo y los otros. A
continuación, los interiores metafísicos, ligados a su estancia en Ferrara,
cuando De Chirico hacía el servicio militar, y el descubrimiento de la
arquitectura del Renacimiento, junto a la ciudad industrial con sus fábricas.
El tercer apartado se centra en la plaza de Italia de Roma y en la presencia
del maniquí que culmina el enigma metafísico.
Las tres últimas
secciones –Baños misteriosos, Historia y
naturaleza, Mundo clásico y gladiadores- describen un viaje a las raíces de
la cultura europea: la búsqueda de la intimidad, el tiempo, la tensión entre
realidad, ficción y teatro.
La
muestra descubrirá a una nueva generación el que posiblemente sea uno de los
artistas italianos más destacados del
siglo XX, a partir 143 obras entre óleos, dibujos, litografías y esculturas,
datadas entre 1913 y 1976. El recorrido por los seis ámbitos está diseñado muy a lo Giorgio de Chirico.
Retratos y autorretratos
Para
De
Chirico el retrato es el género por excelencia, al cual se dedico a lo
largo de su vida artística.
Los autorretratos, de
los que De Chirico tiene múltiples ejemplos, evolucionan desde
tipología clásica del primer período,
pasando por la intimista de los años veinte y treinta, hasta llegar a ser
ambiguas y divertidas representaciones de él mismo en la década de 1940.
Retrato de Isa, vestido rosa y negro, c. 1934. Fondazione
Giorgio e Isa de Chirico, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
Interiores metafísicos
El tema nació durante la
guerra en Ferrara, donde De Chirico, vestido de soldado,
permaneció desde mediados de 1915 hasta finales de 1918. Los interiores
metafísicos son composiciones en las que una perspectiva acelerada implica los
elementos arquitectónicos de una estancia, en cuyo centro hay un conjunto de
instrumentos de dibujo y otros objetos incoherentes. Recursos como la abertura
de una ventana o el cuadro dentro del cuadro presentan escenas con paisajes
arqueológicos y naturales, fábricas y plazas. De Chirico contrapone el
plano de tablones de madera sobre el que surgen estas visiones nuevas al puente
de un paquebote de transporte marítimo, y especifica que el reclamo náutico “tiene aquí un significado profundo para
quien quiera penetrar la complicada mente de este nuevo pathos” 1919.
La sposa fedele, 1917. Galleria Nazionale d’Arte Moderna de
Roma, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
Plaza de Italia y maniquíes
La
plaza de Italia es el tema principal y más conocido del arte metafísico, que
nació en Florencia en 1910 como resultado de una revolución que Giorgio
de Chirico plasmó en el cuadro L’énigme
d’un aprés-medi d’automne (El enigma de una tarde de otoño). Lo desarrolló
en París entre 1911 y 1915 con imágenes que pierden la objetividad de la perspectiva
renacentista, con la que De Chirico quiso “expresar esa sensación tan fuerte y
misteriosa que había descubierto en los libros de Nietzsche”.
Simultáneamente nació el
maniquí, un ser con una cabeza ovoide y lisa, y el cuerpo hecho de elementos geométricos
y cartabones de dibujo, que se sostiene gracias a una estructura de tablones.
Sin cara y físicamente todo él sintetizado, y por lo tanto carente de cualquier
rasgo que lo personalice, el maniquí brilla con una expresión luminosa y el
pathos del ser. Esta figura ocupa un lugar central en el universo imaginario,
filosófico y figurativo del artista, desde los personajes míticos de Héctor y
Andrómaca, pasando por el trovador y las musas inquietantes, hasta el
desarrollo de la figura del arqueólogo en los años veinte.
Trobador, ca. 1972. Fondazione Giorgio e Isa de Chirico,
Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
Baños misteriosos
El
enigmático tema de los baños misteriosos nació en 1934 con dos litografías (y
otros tantos dibujos) que De Chirico realizó para acompañar
los diez textos de Mythologie, de Jean Cocteau. Rápidamente llevó el tema a la
pintura y después lo recuperó durante el período neometafísico (1968-1976).
En
1973, cuando ya tenía 80 años, De Chirico realizó la Fontana dei bagni mistoriosi (Fuente de los baños misteriosos) en el
parque Sempione de Milán, la única escultura monumental del artista, para el
espectáculo Contatto Arte/Città de la
XV Triennal de la ciudad. De Chirico explicó entonces el
origen del tema:
“La idea de los baños misteriosos se me ocurrió
una vez que estaba en una casa en la que habían encerado mucho el suelo. Vi a
un señor que caminaba delante de mí, cuyas piernas se reflejan en el suelo.
Tuve la impresión de que podría sumergirse en él, como si fuese una piscina, y
que allí podría moverse e incluso nadar. Y entonces me imaginé piscinas
extrañas con hombres inmersos en aquella especie de agua-parquet, hombres
callados, que se movían y a veces se detenían para hablar con otros hombres que
permanecían de pie fuera de la piscina-suelo”.
Sole sul cavalletto, 1972. Fondazione Giorgio e Isa de
Chirico, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
Historia y naturaleza
Son
muchas las obras en las que el artista copia temas de los grandes maestros para
poner a prueba su capacidad de imitación. En ese período las referencias
museísticas, que ya estaban en su producción de los años veinte, llegan a ser
angustiantes, y la repetición académica deviene el único camino para
profundizar en la profesión. Esa recuperación continuó a lo largo de los años
cincuenta con el tema que se inspira en los poemas caballerescos de Orlando furioso, de Ariosto, y Gerusalemme
loberata (Jerusalén liberada) de Tasso, que ocupa una parte primordial de
la búsqueda De Chirico en lo que se refiere a la actividad teatral y las
composiciones pictórica que evocan la historia como un pasado.
Las naturalezas muertas
de De
Chirico, recuerdos de la opulencia barroca del género, aparecen en el
marco de paisajes naturalistas pero irreales, a menudo acompañadas de un
elemento antiguo (una estatua, una coraza) que subraya la sensación de
desubicación y enmarcadas por telas que les confieren un aire de aparición.
El Contemplador, 1976. Fondazione Giorgio e Isa de Chirico,
Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
El mundo clásico y los gladiadores
El tema de los
gladiadores y los luchadores aparece por primera vez y con absoluta
originalidad en 1927. Al año siguiente el marchante Léonce Rosenberg encargó a De
Chirico la decoración completa de la gran sala de su piso parisino, un
pedido que permitió al artista desarrollar y enriquecer la temática de los
gladiadores, que llegó a ser uno de los grandes éxitos de su actividad
pictórica. De Chirico trabajó ese tema durante unos años y después volvió
a él en su último período metafísico.
Edipo y la esfinge, 1968. Fondazione Giorgio e Isa de
Chirico, Roma © Giorgio de Chirico, VEGAP, Barcelona, 2017
Su enigmática visión de
la realidad, con referencias al sueño y a la memoria con un regusto de tiempo
eterno, influyó en diversos movimientos artísticos, desde el surrealismo, del
cual su arte constituyó una de las primeras y más importantes fuentes de
inspiración, hasta el realismo mágico, pasando por el pop art o el arte
conceptual. La reflexión sobre el inconsciente y sobre las manifestaciones del
sueño que ha ocupado una parte significativa del arte del siglo XX tiene sus
raíces en el mundo visionario de Giorgio
de Chirico.
El
mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad ha
sido comisariada por: Mariastella Margozzi, historiadora del arte del del
MIBACT (Ministerio de Bienes y Actividades Culturales de Italia), y Katherine
Robinson, miembro del Consejo Directivo de la Fondazione Giorgio e Isa de
Chririco.
© Mariví Otero 2017
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuente: El
mundo de Giorgio de Chirico. Sueño o realidad. Exposición del 23 de
noviembre de 2017 al 18 de Febrero de 2018. Gabinete de Prensa CAIXAFORUM. MADRID.
viernes, 1 de diciembre de 2017
William Kentridge. Artista multidisciplinar de referencia.
El Museo Nacional Centro de Arte Reina
Sofía, con esta muestra Basta y sobra, repasa la producción
teatral y operística del creador sudafricano, galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes
2017.
William
Kentridge (Johannesburgo, 1955), licenciado en Ciencias Políticas,
Estudios Africanos en la Universidad de
Witwatersrand (Sudáfrica) y formado en Bellas Artes en Johannesburgo, y en
teatro y mimo en París.
Desde
1975, siendo todavía estudiante, Kentridge realizó sus primeras
intervenciones como actor, director y escenógrafo en la compañía universitaria
de teatro experimental Junction Avenue, abiertamente política y critica con el
Apartheid.
Tras
pasar un año en la Escuela Internacional de Teatro de Jacques Lecop de París, a
su regreso a Sudáfrica en 1982 continuó trabajando en teatro y en la industria
del cine y la televisión, pero es a principios de los años noventa cuando las artes plásticas le otorgan un
reconocimiento internacional tras su participación en la primera Bienal de
Johannesburgo (1995) y Documenta X (1997).
Las clases de mimo de
Jacques Lecop ya habían marcado para Kentridge un punto de inflexión en su información, un hecho determinante que
condicionó su carrera posterior como él mismo reconoció: “Estaba en una etapa de mi vida donde no sabía lo que quería hacer, y
donde tenía la elección entre tres cosas: continuar estudiando arte en una
escuela reconocida, como Slade School o Central School of Art en Londres; o
estudiar cine, en la Nueva York Film School; o seguir con el teatro, pero yo
quería en este caso una escuela que se interesase por la improvisación. Jacques
Lecop era pues una buena elección. Aquel año en París se reveló como la
enseñanza más productiva que jamás haya recibido”.
Este
dilema de Kentridge se plantea ya en su etapa de estudiante, parece
superarlo a lo largo de su carrera no tanto con la supuesta renuncia de alguna
de estas disciplinas artísticas sino, al contrario, logrando una fructífera
conciliación y convivencia entre ellas.
Así, se ha convertido en un artista multidisciplinar de referencia
que combina la práctica del dibujo, el collage, el grabado, la escultura, el
cine, la opera y el videoarte. Todas estas disciplinas, están incluidas en la
exposición.
Comisariada
por: Manuel Borja-Villel y Soledad Liaño.
La
exposición se articula entorno a siete piezas de teatro y ópera dirigidas por William Kentridge:
Obras de teatro: Woyzeck on the Highveld (1992). Faustus in Africa! (1995). Ubu and The Truth Commission (1997).
Óperas: Il ritmo d’Ulisse (1998).
The nose (2010). Lulu (2015). La más reciente, Wozzeck (2017), estrenada este verano
en el Festival de Salzburgo.
La
selección permite un recorrido transversal que evidencia ciertas constantes de
la trayectoria artística de William Kentridge. Todas ellas son
historias de un solo protagonista que sirven para entretejer diversas
situaciones y suscitar realidades más complejas.
Son dramas donde, con
frecuencia, lo absurdo se convierte en aliado para desnudar y desenmarañar
eficazmente circunstancias y contextos concretos. Los personajes de Woyzeck, Ubú, Lulú, Ulises, Fausto, e
incluso La nariz, son víctimas o verdugos de unas estructuras encorsetadas
que ponen de manifiesto, en el ámbito público y doméstico, las lacras de la
tiranía, al autoritarismo, la mezquindad y la corrupción.
Apoyado por un amplio equipo de colaboradores habituales (Handspring
Puppet Company, Jane Taylor, Philip Miller, Sabine Theunissen, entre otros)
Kentridge recurre a repertorios europeos existentes y los reinterpreta desde
una perspectiva personal. Extrapola con frecuencia las historias a Sudáfrica,
reescribiendo los guiones originales para hacerlos permeables a la realidad.
La importancia
otorgada al proceso creativo es otro de los aspectos claves de la producción de
Kentridge. Durante la concepción
de las piezas mencionadas, se intercalan dibujos, grabados y películas que
sirven de punto de partida, son resultado de las mismas o fueron producidas de
forma simultánea y complementaria. La exposición reúne una amplia selección de
materiales y medios que dan cuenta de estas sinergias entre la obra plástica y
escénica del artista, así como de los distintos enfoques y formalizaciones que
plantea para cada proyecto.
En la muestra se
encuentran los diferentes materiales surgidos tanto en el proceso de creación
como los que finalmente son empleados en las escenografías (dibujos, maquetas
de escenas, pósters, marionetas o vestuario), que se exhiben junto con las
grabaciones de sus óperas y obras de teatro, y de algunas de las películas que
las vertebran, como Right into her arms
(Directo entre sus brazos), el teatrillo en miniatura donde se proyectan
algunos dibujos utilizados en la ópera Lúlu;
Ubú cuenta la verdad , que completa Ubú y la Comisión para la Verdad; y Yo
no soy yo, el caballo no es mío, las ocho películas que ayudaron a definir
la gramática de la escenografía de La
nariz que se incorporan como proyecciones en los interludios musicales.
William Kentridge […] “Afortunadamente fracasé como pintor y quedé
reducido a hacer dibujos”.
La
propia evolución de la trayectoria intelectual y profesional de Kentridge,
artista poco frecuente en los museos de España, expuso en el MACBA de Barcelona
en 1999 (comisariada por Manuel Borja-Villel) y en el Centro de Arte
Contemporáneo de Málaga en 2012, testimonia perfectamente la simbiosis de ambos
“mundos”.
© Mariví Otero 2017
Asistente:
Manuel Otero Rodríguez
Fuentes: William
Kentridge “Basta y sobra”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Del 1 de Noviembre de 2017 al 19 de Marzo de 2018. Gabinete de Prensa Museo
Reina Sofía. Madrid.
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