Mario
Merz a Schaffhausen (CH) © Mario Merz, by SIAE 2018.
El Museo Reina Sofía presenta la
retrospectiva más completa realizada en España hasta la fecha dedicada a Mario
Merz (Milán, 1925 -2003 Milán). Organizada en colaboración con la Fundación Merz, El tiempo es mudo ofrece un recorrido por las distintas vertientes
del trabajo de Merz a través de una selección de más de medio centenar de
piezas que atraviesan toda su trayectoria: desde sus primeras obras abstractas
de los años cincuenta, hasta las últimas de los años noventa. Procedentes de
instituciones como la Tate Modern de
Londres, el Centro Pompidou de París, el Kuntsmuseum Wolsburg y numerosas colecciones particulares, la
muestra pretende revisar, tanto los motivos y artefactos artísticos que le
dieron celebridad, como las propuestas menos conocidas que realizó en sus
inicios y en los últimos años de su trayectoria.
Mario Merz es una figura clave para entender las derivas experimentadas
por el arte europeo en la segunda mitad del siglo XX, y estuvo vinculado al arte povera, movimiento que abogaba por la utilización de materiales
“pobres” provenientes de la naturaleza o de los desechos de la sociedad de consumo.
Pintor, escultor artista de performances e instalaciones participó en este
movimiento artístico junto a otros creadores como Giovanni Anselmo, Enrico
Castellani, Luciano Fabro, Lucio Fontana, Jannis Koinellis, Giulio Paolini,
Pino Pascali, Giiseppe Penone, Michelangelo Pistoletto y Marisa Merz, esposa de
Mario y la única mujer del movimiento.
El grupo que utilizaba materiales y técnicas poco convencionales, hizo
las veces de contramovimiento ante la sofisticación, la intelectualización, la abstracción
y la estetización industrial y tecnológica emergente en el arte estadounidense
de la época y la pujanza del Minimal.
Merz, es igual que los otros artistas
povera, recurre a materiales y objetos reciclados, tanto de origen orgánico
(arena, cera, ramas, carbón…) como provenientes de la cultura industrial y del
consumo (baldosas, cristales, neones, alambres, periódicos…) para llevar a
cabo sus pinturas, esculturas o instalaciones.
El tiempo es mudo
Esta
muestra del Palacio de Velázquez bascula sobre dos grandes ejes. Por un lado,
la idea de Mario Merz de querer conectar de nuevo al individuo que ha estado
alineado por el consumismo, la producción masiva en cadena y el capital, con la
naturaleza. Su obra rechaza la deriva consumista de la sociedad contemporánea y
tiene la necesidad de de conectar con experiencias humanas esenciales, como las
de construir y habitar. Merz crea obras en las que prevalece la observación. Se
apropia de un imaginario e iconografía prehistórica, que está fuera de la
sociedad en la que vivimos, y que se desarrolla en un tiempo pasado que está
fuera de nuestro contexto.
La otra idea que se
vislumbra en la exposición presente contextualizar el trabajo de Merz dentro de
su periodo histórico. Esa lectura se entronca con la corriente del povera de
los años sesenta, que comienza siendo un discurso de protesta y denuncia con
obras que critican la Guerra de Vietnam, reflejan las protestas francesas de
mayo 68, los incidentes de la primavera de Praga o las grande huelgas de los obrero y los estudiantes en Italia. Es
un artista que, sin hacer un discurso de denuncia explicitó, se siente
preocupado por lo que sucede a su alrededor.
Las pinturas e instalaciones que realiza con mesas dispuestas o
representadas en forma de espiral son una de las variaciones del prolífico trabajo
de creación e investigación artística que Mario Merz llevó a cabo en torno a
la llamada sucesión de Fibonacci (Per i
Tavoli [Mesa en espiral, 1989]). Introducida por el matemático italiano
Leonardo de París (1170-1241), es una serie infinita de números naturales en la
que cada uno de ellos es la suma de los dos que le preceden:
0,1,2,3,5,8,13,21,34… Esta fórmula matemática
describe un modelo de crecimiento recurrente en el mundo biológico
(conchas marinas, ramas y hojas de arboles, plantas, etc.), y desde su
descubrimiento en el siglo XIII ha sido ampliamente utilizada en los ámbitos de
la ciencia y el arte. La fascinación casi obsesiva que Merz sentía por ella
radica en la posibilidad que esta brinda para explicar y representar fenómenos
biológicos, físicos, políticos y sociales de gran complejidad. Esa progresión
numérica desde un individuo a la colectividad en un contexto social se puede
apreciar en Fibonacci Napoli (Fabbrica a
San Giovanni a Teduccio) 1971. Obras como esta que el artista realizó con
los trabajadores de una fábrica napolitana en el sur de Italia, contribuyen a
situar la dimensión del discurso de Merz, que no era ajeno a las
urgencias del contexto histórico que le tocó vivir en la industrializada Turín
y el norte de Italia entre los años 1960 y 1970.
Las
creaciones artísticas de Merz más característica y reconocibles son sus innumerables variaciones de la estructura de
la cabaña arcaica y el iglú, con su forma abovedada. Son construcciones que
evocan toda una serie de referencias y recuerdos de las cabañas primitivas de
los inicios de la historia humana, además de habitáculos temporales y proyectos
utópicos del mundo posindustrial. Algunos de los iglús más representativos de
su trabajo se pueden ver en esta exposición: Igloo di Giap (Iglú de Giap, 1968), en cuya cúpula se inserta una
frase del general y estratega militar norvietnamita Võ Nguyên Giáp: “se il nemico si concentra perde terreno se si disperde
perde forza”; el Igloo Tenda di
Ghenddafi, 1968-1981, o La goccia
d’acqua, 1987 obra que concentra casi toda la esencia del arte povera en
general y del suyo en particular: la luz, el agua, el metal, el vidrio.
El Igloo Tenda di Ghenddafi, 1968-1981.
Mario Merz recurre con frecuencia para sus trabajos a las luces de neón que, con su aspecto frio
y tecnológico contrastan con la pobreza del resto de los materiales que usaba
el artista. El neón es un recurso esencial de la publicidad y el progreso, en
contraposición a esos otros elementos de un mundo arcaico y primitivo. Obras
como: Che fare, 1968, o Sciopero generale
azione política relativa proclamata
relativamente all’arte, 1970.
Merz
construyó una obra conceptualmente rigurosa y de gran potencia poética e
iconográfica, en la que planteaba una crítica a la modernidad industrial y
consumista.
Comisarios de la
muestra: Manuel Borja-Villel y Beatrice Merz.
©
Mariví Otero. 2019.
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Mario Merz. El tiempo es mudo. Museo
Reina Sofía. Palacio de Velázquez, Parque del Retiro, Madrid. 10 de octubre
2019 - 29 de marzo 2.020. Gabinete de prensa, Concha Iglesias Otheo de Tejada.
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