jueves, 7 de noviembre de 2019

MARIO MERZ. El tiempo es mudo

Mario Merz a Schaffhausen (CH) © Mario Merz, by SIAE 2018.

El Museo Reina Sofía presenta la retrospectiva más completa realizada en España hasta la fecha dedicada a Mario Merz (Milán, 1925 -2003 Milán). Organizada en colaboración con la Fundación Merz, El tiempo es mudo ofrece un recorrido por las distintas vertientes del trabajo de Merz a través de una selección de más de medio centenar de piezas que atraviesan toda su trayectoria: desde sus primeras obras abstractas de los años cincuenta, hasta las últimas de los años noventa. Procedentes de instituciones como la Tate Modern de Londres, el Centro Pompidou de París, el Kuntsmuseum Wolsburg y numerosas colecciones particulares, la muestra pretende revisar, tanto los motivos y artefactos artísticos que le dieron celebridad, como las propuestas menos conocidas que realizó en sus inicios y en los últimos años de su trayectoria.

Mario Merz es una figura clave para entender las derivas experimentadas por el arte europeo en la segunda mitad del siglo XX, y estuvo vinculado al arte povera, movimiento que abogaba por la utilización de materiales “pobres” provenientes de la naturaleza o de los desechos de la sociedad de consumo. Pintor, escultor artista de performances e instalaciones participó en este movimiento artístico junto a otros creadores como Giovanni Anselmo, Enrico Castellani, Luciano Fabro, Lucio Fontana, Jannis Koinellis, Giulio Paolini, Pino Pascali, Giiseppe Penone, Michelangelo Pistoletto y Marisa Merz, esposa de Mario y la única mujer del movimiento.

El grupo que utilizaba materiales y técnicas poco convencionales, hizo las veces de contramovimiento ante la sofisticación, la intelectualización, la abstracción y la estetización industrial y tecnológica emergente en el arte estadounidense de la época y la pujanza del Minimal. Merz, es igual que los otros artistas povera, recurre a materiales y objetos reciclados, tanto de origen orgánico (arena, cera, ramas, carbón…) como provenientes de la cultura industrial y del consumo (baldosas, cristales, neones, alambres, periódicos…) para llevar a cabo sus pinturas, esculturas o instalaciones.

El tiempo es mudo

Esta muestra del Palacio de Velázquez bascula sobre dos grandes ejes. Por un lado, la idea de Mario Merz de querer conectar de nuevo al individuo que ha estado alineado por el consumismo, la producción masiva en cadena y el capital, con la naturaleza. Su obra rechaza la deriva consumista de la sociedad contemporánea y tiene la necesidad de de conectar con experiencias humanas esenciales, como las de construir y habitar. Merz crea obras en las que prevalece la observación. Se apropia de un imaginario e iconografía prehistórica, que está fuera de la sociedad en la que vivimos, y que se desarrolla en un tiempo pasado que está fuera de nuestro contexto.


La otra idea que se vislumbra en la exposición presente contextualizar el trabajo de Merz dentro de su periodo histórico. Esa lectura se entronca con la corriente del povera de los años sesenta, que comienza siendo un discurso de protesta y denuncia con obras que critican la Guerra de Vietnam, reflejan las protestas francesas de mayo 68, los incidentes de la primavera de Praga o las grande huelgas  de los obrero y los estudiantes en Italia. Es un artista que, sin hacer un discurso de denuncia explicitó, se siente preocupado por lo que sucede a su alrededor. 

Las pinturas e instalaciones que realiza con mesas dispuestas o representadas en forma de espiral son una de las variaciones del prolífico trabajo de creación e investigación artística que Mario Merz llevó a cabo en torno a la llamada sucesión de Fibonacci (Per i Tavoli [Mesa en espiral, 1989]). Introducida por el matemático italiano Leonardo de París (1170-1241), es una serie infinita de números naturales en la que cada uno de ellos es la suma de los dos que le preceden: 0,1,2,3,5,8,13,21,34… Esta fórmula matemática  describe un modelo de crecimiento recurrente en el mundo biológico (conchas marinas, ramas y hojas de arboles, plantas, etc.), y desde su descubrimiento en el siglo XIII ha sido ampliamente utilizada en los ámbitos de la ciencia y el arte. La fascinación casi obsesiva que Merz sentía por ella radica en la posibilidad que esta brinda para explicar y representar fenómenos biológicos, físicos, políticos y sociales de gran complejidad. Esa progresión numérica desde un individuo a la colectividad en un contexto social se puede apreciar en Fibonacci Napoli (Fabbrica a San Giovanni a Teduccio) 1971. Obras como esta que el artista realizó con los trabajadores de una fábrica napolitana en el sur de Italia, contribuyen a situar la dimensión del discurso de Merz, que no era ajeno a las urgencias del contexto histórico que le tocó vivir en la industrializada Turín y el norte de Italia entre los años 1960 y 1970.

Las creaciones artísticas de Merz más característica y reconocibles son sus innumerables variaciones de la estructura de la cabaña arcaica y el iglú, con su forma abovedada. Son construcciones que evocan toda una serie de referencias y recuerdos de las cabañas primitivas de los inicios de la historia humana, además de habitáculos temporales y proyectos utópicos del mundo posindustrial. Algunos de los iglús más representativos de su trabajo se pueden ver en esta exposición: Igloo di Giap (Iglú de Giap, 1968), en cuya cúpula se inserta una frase del general y estratega militar norvietnamita Võ Nguyên Giáp: “se il nemico si concentra perde terreno se si disperde perde forza”; el Igloo Tenda di Ghenddafi, 1968-1981, o La goccia d’acqua, 1987 obra que concentra casi toda la esencia del arte povera en general y del suyo en particular: la luz, el agua, el metal, el vidrio.

El Igloo Tenda di Ghenddafi, 1968-1981.

Mario Merz recurre con frecuencia para sus trabajos a las luces de neón que, con su aspecto frio y tecnológico contrastan con la pobreza del resto de los materiales que usaba el artista. El neón es un recurso esencial de la publicidad y el progreso, en contraposición a esos otros elementos de un mundo arcaico y primitivo. Obras como: Che fare, 1968, o Sciopero generale azione política  relativa proclamata relativamente all’arte, 1970.

Merz construyó una obra conceptualmente rigurosa y de gran potencia poética e iconográfica, en la que planteaba una crítica a la modernidad industrial y consumista.

Comisarios de la muestra: Manuel Borja-Villel y Beatrice Merz. 

© Mariví Otero. 2019.
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Mario Merz. El tiempo es mudo. Museo Reina Sofía. Palacio de Velázquez, Parque del Retiro, Madrid. 10 de octubre 2019 - 29 de marzo 2.020. Gabinete de prensa, Concha Iglesias Otheo de Tejada.

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