Nuestra vida cultural sigue
parada pero muy activa virtualmente, Museos, Galerías nacionales e
internacionales, Centros Culturales, Auditorios, Óperas, seguimos vivos,
creativos y con esperanzas de que no nos olviden. Sigo trasteando por los altos
de mi biblioteca rescatando esos libros abandonados siempre son pequeñas obras
que vuelves a leer sacas notas… La elegida: LA PALABRA PINTADA (el arte moderno
alcanza su punto de fuego) del escritor y periodista americano TOM WOLFE.
Editorial Anagrama 1976. Barcelona IBSN 84-339-0430-2. España. Pop Art como llega
[...]
“Andy Warhol. No
hay nada más burgués que tener miedo a parecer burgués”.
Podemos dejar establecido como
un principio, al llegar a este punto, que los coleccionistas de arte
contemporáneo no quieren comprar arte difícilmente abstracto, excepto cuando es
lo único que hay. Siempre preferirán arte realista con tal de que alguna
autoridad les garantice que es a) nuevo y b) no realista. Comprender esta
contradicción es comprender lo que pasó después: el Pop Art.
Un día, hacia 1963, estaba yo
con el editor de una revista, un enterado total, y se me ocurrió sacar el tema
del Expresionismo Abstracto, entonces me dejó, en un tono que me denunciaba
como la única persona en Nueva York ignorante de la noticia: “Oye, tu, que el
Expresionismo Abstracto ya está muerto. Ha terminado con él un profesor del
Hunter College, un tipo llamado Leo Steinberg”.
No es extraño que Leo
Steinberg, y con él William Rubin, otro teórico (y coleccionistas), definirá el
trabajo de Johns como la más nueva y alta síntesis. ¿El argumento central? Por
supuesto. Nuestra vieja amiga la falta de relieve.
La nueva teoría se puede
resumir de este modo: Johns había escogido objetos reales, tales como banderas,
cifras, letras y dianas de tiro al blanco, que eran planos por naturaleza, Como
si dijéramos, nacieron para ser planos. Y precisamente en ese contexto Johns
lograba algo increíble: incorporar objetos reales a la pintura moderna de
manera que ni violaba la ley de la falta de relieve ni aportaba implicaciones
literarias. Es más: convertiría esas piezas cotidianas (las banderas y la
cifras) en objetos de arte…con lo que les restaba contenido literario. ¿Eran
forma, eran contenido? No eran nada. Sólo una más alta síntesis. “Un producto
increíble” dijo Steinberg.
Pero algo más quedaba por
decir. Johns había cubierto sus signos a base de pinceladas breves y nerviosas
a lo Cézanne, continuaba Steinberg. Quizá por ello, parecían más planos que
nunca.
Tal falta de relieve
manifestaba de una vez por todas la falsa falta de relieve de los
expresionistas abstractos como de Kooning y Pollock. La faena estaba a punto de
terminar. Steinberg se aprestaba a darle a Clement Greenberg el golpe de
gracia.
[…] Bien, poca atención
merecían ya los expresionistas abstractos. Steinberg, con la ayuda de Rubin y
de otro teórico, Lawrence Alloway, de cataratas a todo el mundo de día para
otro. En 1960, sembró muchas de sus ideas en una serie de conferencias dadas en
el Museo de Arte Moderno. La sala contaba únicamente con 480 butacas, Par es un
pueblo tan pequeño como Culturburgo y el Museo ejerce sobre él tantos influjos,
la plataforma resultaba adecuada. Las ideas de Steinberg cundieron tan aprisa
como las de Steinberg resultaban perfectos para la nueva era. Greenberg era un teólogo
siempre en el filo de la indignación y la hostilidad, como Johnattan Ewards o
Savonarola, mientras Steinberg era frío, incluso un poco irónico. El prototipo
del joven erudito, del historiador: serio pero civilizado.
Tan pronto como me di cuenta
del mensaje de Johns, dijo Steinberg, “me pareció que los Kooning y Kline
eran puestos en el mismo cesto que Rembrandt y Giotto. Repentinamente todos
pasaban a ser pintores artificiosos” Mas tarde, Steinberg modificó la frase
dejándola en “Watteau y Giotto”; quizás por la demente rima
inter-idiomática, que sea dicho de paso, me parece bien… o quizás porque el
hecho de ser colocado en un mismo cesto con Rembrandt, aunque fuera por obra y
gracia de Steinberg, era algo que podía no resultar molesto para artista
alguno, de Kooning incluido.
Steinberg podía atacar el expresionismo abstracto precisamente porque daba a entender que había encontrado algo más nuevo y mejor. Pero hay que notar que sus ataques en ningún momento se dirigieron en contra de las premisas de la Teoría del Arte de Finales del Siglo XX tal y como las estableció Greenberg, Aceptaba todos los principios fundamentales que éste había fijado. El realismo y el tridimensionalismo quedaban vetados. La falta de relieve era todavía un dios. Steinberg, simplemente, añadía: “He encontrado un mundo nuevo más plano”.
EL Pop Art rejuveneció
por completo el mundo neoyorquino. Significó para las galerías, los
coleccionistas, los asiduos de las exposiciones, la prensa especializada y los
ingresos de los artistas los mismo que los Beatles significaban por aquel
entonces para el mundo del disco. ¡Era el deshielo! ¡La primavera! La prensa
abrazó al Pop Art con un deleite especial. Aquel maldito Expresionismo
Abstracto había sido tan solemne, tan severo…” Vestigios de sensibilidad
vulnerada se abren dubitativamente por un campo de azul cobalto no siempre
propicio” ¿Cómo se puede escribir sobre un asunto tan monstruoso? El Pop Art,
en cambio, es divertido…
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