miércoles, 3 de marzo de 2021

JAWLENSKY. El paisaje del rostro. El color

Alexéi von Jawlensky. Mujer española, 1910
Óleo sobre cartón. 53,7 × 49,6 cm
Colección particular. Foto: Maurice Aeschimann

La Fundación MAPFRE Sala Recoletos de Madrid, ha inaugurado una muestra que recorre la trayectoria del pintor ruso Alexéi von Jawlensky (Torzhok, Rusia, 1864- Woesbaden, Alemania, 1941), desde sus orígenes y los inicios de su carrera en Múnich, pasando por la transformación que experimenta su pintura en Suiza, hasta sus últimos años en la ciudad alemana de Wiesbaden. Comisario de la exposición: Itzhak Goldberg.

A partir de 1903, el color invade su obra. En 1905 visita el Salón de Otoño parisino, donde se exponen los que serán conocidos como los fauves. Escribe ese mismo año en una carta: “Las manzanas, los árboles, los rostros humanos son para mí únicamente advertencias para ver en ellos algo distinto: la vida del color, captada por un apasionado, un enamorado”.

Alexéi von Jawlensky. Mesa negra, 1901
Óleo sobre lienzo. 90 × 65 cm
Zentrum Paul Klee, Berna. Depósito de colección particular. INV. 91380
Foto: Zentrum Paul Klee, Berna

La selección de obras que supera el centenar ofrece un amplio recorrido cronológico por la trayectoria del pintor a través de seis secciones, al tiempo que establece puntualmente un diálogo con piezas de distintos artistas que compartieron inquietudes e intereses con Jawlensky o tuvieron determinada influencia sobre él. Entre estos autores se cuentan los franceses Pierre Girieud, Henri- Edmond Cross, André Derain, Henri Matisse o Maurice de Vlaminck, compañeros de viaje durante el periodo postimpresionista y fovista; la pintora Marianne von Werefkin, compañera de Jawlensky hasta 1921; Gabriel Müntaner, una de las pocas mujeres asociadas al expresionismo alemán, o Sonia Delaunay, a quien le une el uso vibrante del color. 

Alexéi von Jawlensky. Niña, c. 1909
Óleo y témpera sobre cartón con textura de lienzo. 53,5 × 50 cm
Kunstmuseum Basel - Stiftung Im Obersteg. En depósito en el Kunstmuseum Basel, Basilea.
INV. Im 1244. Foto: Kunstmuseum Basel - Martin P. Bühler

Si París fue importante para Jawlensky, no lo fue menos Múnich, ciudad en la que vive desde 1896 y en el que conoce a algunos de los artistas más influyentes de la vanguardia durante la primera mitad del siglo XX. Con Kandinski, Münter y Werefkin, viaja a Murnau, en la Alta Baviera, durante varios veranos a partir de 1908. El año siguiente será crucial para el pintor; los trazos de sus obras se observan cada vez más seguros y la fuerza del color se torna casi demoledora. Una expresividad que acentuará hasta niveles, podríamos decir, insostenible en años venideros y con la que trata de llegar hasta las últimas consecuencias en esa búsqueda formal y cromática.

Alexéi von Jawlensky. La lámpara, 1908
Óleo sobre cartón adherido a madera. 53,5 × 49,5 cm
Colección particular. Foto: Alexej von Jawlensky-Archiv S.A., Muralto

Las seis secciones nos llevan a hacer un recorrido a partir de los primeros años, pasando a las Cabezas de preguerra plantean ya las bases de la futura técnica serial de Jawlensky, pues el artista se concentra en un solo tema, aunque todavía no podemos hablar de serie al no aparecer la repetición a partir de un vocabulario plástico delimitado. Se trata de bustos que presentan numerosas similitudes tanto por su estilización como la intensidad de sus colores, chillones y brillantes, aplicados densamente.

Pinta Bizantina (labios claros) en 1913 y en esta primera época realiza también algunas pinturas de mujeres españolas, quizá atraído -pues el artista nunca estuvo en España- por los trajes que pudo ver en alguna de las representaciones que los ballets rusos dedicaron a temática de raíz española, representaciones a las que asistió cuando Diáguilev visitó Múnich en 1912.

Alexéi von Jawlensky- Ojos oscuros, 1912
Óleo sobre cartón- 68 × 50 cm
Colección particular- Foto: Maurice Aeschimann

Variaciones sobre un tema paisajístico. Para algunos historiadores como James Demerion, especialista en la obra de Jawlensky, las Variaciones son una “serie de estructura relativamente fija donde lo único que cambia es el cromatismo”, y es que el paisaje puede ser un mero pretexto para el ejercicio de la pintura. La serie, que se prolonga hasta 1921, fecha en la que el artista vuelve definitivamente a Alemania, cuenta entre sus pinturas más importantes con las que fueron realizadas en Zúrich y más tarde en Ascona, donde permaneció una larga temporada tras abandonar Suiza.

Alexéi von Jawlensky- Variación: Final de verano, mediodía, c. 1917
Óleo sobre cartón adherido a lienzo. 36,3 × 27,8 cm
Kunstmuseum Liechtenstein, Vaduz. INV. LSK 1985.01
Foto: Kunstmuseum Liechtenstein, Vaduz / Studio Heinz Preute.

Cabezas místicas. El origen de esta nueva investigación se suele atribuir al encuentro de Jawlensky en 1915 con Emmy Scheyer, una estudiante de arte fascinada con la obra del pintor y que renunció a sus estudios para convertirse al mismo tiempo en musa y representante del artista.

Las Cabezas místicas conviven durante un tiempo en la obra de Jawlensky con las variaciones; ambas series comparten motivos como el óvalo, un elemento formal que estructura la composición en un caso y en otro, pero, en el caso de esta nueva serie, se trata casi siempre retratos femeninos. Realizados sobre cartón y en unas dimensiones sobre 40 x 30 cm. Estos estilizados rostros presentan una nariz ya definitivamente reducida a una forma de ele y la boca sugerida por una simple línea.

Tal y como señala Angelika Affentranger-Kirchrath, en estas obras, el pintor “subraya la frontalidad y la disposición simétrica, confiriendo a la obra una dignidad […] cercana al icono”. Tanto en las Cabezas místicas como en los Rostros del Salvador, el pintor introduce símbolos del mundo del más allá, en relación con las corrientes ocultistas y teosóficas del entorno de Rudolf Steiner, que impartió sus enseñanzas en Múnich entre 1905 y 1910, y con el que Jawlensky tuvo relación.

Alexéi von Jawlensky. Cabeza mística: Anika, c. 1917
Óleo y lápiz sobre cartón y contrachapado. 43 × 30 cm
Kunsthalle Emden. Foto: © Martinus Ekkenga

Cabezas geométricas o Cabezas abstractas. Cabezas geométricas -que inicia en Ascona en 1918 y que pinta ininterrumpidamente hasta 1935-, el aspecto geométrico resulta cada vez más acentuado. Son caras-ovalo atravesadas por líneas verticales y horizontales, con el pelo tan solo sugerido y con ojos que ahora ya aparecen sellados Es la primera vez que hace una serie de pinturas en las que no están presentes loa ojos abiertos, como si el artista -y también el propio rostro representado- estuviera mirando hacia dentro, a un mundo interior sin contacto real, sí espiritual, con el espectador. Y como el mismo señala; “A mi modo de ver, la cara no es solo la cara, sino el cosmos […] En la cara se manifiesta todo el universo.

Alexéi von Jawlensky. Cabeza abstracta: Karma, 1933
Óleo sobre cartón adherido a madera. 42,6 × 33 cm
Colección particular. Foto: Alexej von Jawlensky-Archiv S.A., Muralto

Meditaciones y naturaleza muertas. En 1921, y tratando de forzar su separación definitiva de Marianne von Werefkin, Jawlensky marcha a Wiesbaden, donde Emmy Scheyer le anima a exponer su obra de forma individual, en una muestra en la que vende veinte obras, y a participar en una exposición conjunta en 1924 con Kandinski, Paul Klee y Lyonel Feininger, en el contexto del grupo “Die blaue vier”. Fue la misma Scheyer quien movería la obra del artista en tanto en Alemania como en Estados Unidos, empezando por San Francisco, lo que supuso un alivio importante para la precaria economía del pintor, afectada también por su complicado estado de salud.

En 1929, el artista comienza a padecer artritis deformante e inicia un recorrido terapéutico por distintos hospitales y balnearios con intención de aliviar sus síntomas. Tal como escribe el autor en sus memorias:

Desde 1929 sufro una enfermedad muy dolorosa que empeora de año en año y poco a poco mis brazos y manos están cada vez más rígidas y torcidas, y padezco terribles dolores. Dado que estaba muy imposibilitado por esta rigidez en codos y manos. Tenía que buscar una técnica nueva. El último período de mis obras está realizado sobre formatos muy pequeños, pero los cuadros son todavía más hondos y espirituales, contados tan solo mediante los colores. Puesto que sentía que en el futuro ya no iba a poder trabajar, elaboro como un obseso estas Meditaciones mías. Y ahora dejo estas pequeñas obras, que para mí son muy significativas, para el futuro de las personas que aman el arte” [A.Jawlensky, “Memoir dictated to Lisa Kümmel, Wiesbaden, 1937”, en Alexej von Jawlensky. Catalogue Raisonné of the Oil Paintings, vol. I, 1890-1914, London, Sotheby’s Publications. 1991. P.33].

En esta serie el rostro, cuando no ha desaparecido, invade por completo la superficie pictórica y, al que le queda la barbilla recortada por el marco, lo que se observa de la cara es una parte muy reducida, en una composición que funde el icono y la cruz, tal como ocurre en Meditación (llamada Velázquez) o Gran Meditación, ambas de 1936.

Alexéi von Jawlensky. Gran meditación, 1936
Óleo sobre cartón. 25 × 17 cm. Muzeum Sztuki, Łódź
INV. MS/SN/M/199. Foto: Museum Sztuki

Con estas obras Jawlensky cierra el ciclo evolutivo de su arte, como si, a lo largo de toda su trayectoria hubiera ido despojándose poco a poco de cualquier anécdota narrativa y expresiva que distrajera de la esencia misma de la pintura y de la búsqueda espiritual y ascética que le acompañó.

Exposición organizada por Fundación MAPFRE, Madrid; Musée Cantini, Marsella y la Piscine, Musée d’Art et d’Industrie André Diligent, Roubaix, cuenta con generosos préstamos de importantes colecciones particulares y de destacadas instituciones internacionales como el San Francisco Museum of Modern Art, el Centre Pompidou (París), el Kunstmuseum Basel (Basilea), el Musée d’Art Moderne de París, Zentrum Paul Klee (Berna), entre otros.


© Mariví Otero. 2021.
Manuel Otero Rodríguez.

Fuente: Jawlensky. El paisaje del rostro. Fundación MAPFRE Sala Recoletos, Madrid. Del 11 de febrero al 9 de mayo 2021. Documentación y fotografías: Comunicación Fundación MAPFRE. Alejandra Fernández Martínez.


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