lunes, 22 de junio de 2020

REENCUENTRO

Reencuentro. Foto © Museo Nacional del Prado

Quien acuda al Museo del Prado hasta el 13 de septiembre no podrá recorrer todas sus salas, pero las que visite le procurarán una experiencia única. Para ello se ha concebido un espectacular montaje en la Galería Central y salas adyacentes, un espacio emblemático que, por sus características arquitectónicas, garantiza el cumplimiento de las recomendaciones de las autoridades sanitarias sobre la Covid19 y procura un modelo de visita segura para el público y los empleados.

El recorrido está compuesto por 249 obras, sigue una ordenación preferentemente cronológica, desde el siglo XV a los albores del siglo XX, pero dada su excepcionalidad, diluye la tradicional distribución por escuelas nacionales y plantea diálogos entre autores y pinturas separados por la geografía y el tiempo; asociaciones que nos hablan de influencias, admiraciones y rivalidades que señalan el carácter profundamente autorreferencial de las colecciones del Museo del Prado.

Comenzamos el recorrido (Sala I) con la bienvenida de Carlos V y el Furor de Leone y Pompeo Leoni, excepcionalmente desprovisto de su armadura y representado desnudo como un héroe clásico, conduciéndonos a la Galería Central, en cuya antesala (sala 24) nos esperan dos de las obras más importantes del museo: El descendimiento de Van der Weyden y La Anunciación de Fra Angelico y Adan y Eva de Durero. A continuación, se accede al primer tramo de la gran galería (salas 25 y 26) obras del Bosco, Patinier, Adán y Eva deTiziano y el Adan y Eva de Rubens según Tiziano, Correggio, Rafael, Juan de Flandes, Veronés, Tintoretto y Guido Reni, entre otros grandes artistas italianos y flamencos de los siglos XVI y XVII.

Sala 24. Foto © Museo Nacional del Prado

En el corazón de la Galería Central (sala 27) permanecen los retratos de Tiziano de los primeros Habsburgo presididos por Carlos V a caballo, en Mülhberg, frente a dos de las Furias, que flanquean el acceso a la Sala XII. Pocas veces este espacio emblemático del Prado ha merecido con tanta justicia el título de sancta sanctorum del museo. La reunión por primera vez, desde al menos 1929, de Las Meninas y las Hilanderas, junto a un emocionante “retablo integrado por los bufones de Velázquez y retratos, escenas religiosas y grandes filósofos procuran uno de los momentos más emocionantes de la visita, es una lección como se mira una obra de arte.

Sala 12. Foto © Museo Nacional del Prado

La parte final de la Galería (salas 28 y 29) acoge la pintura religiosa y mitológica de Rubens, esta última con un guiño a Tiziano a través de Dánae y un vibrante diálogo entre Saturno de Rubens y Goya y dota a Las Lanzas de Velázquez de un nuevo contexto mediante su inclusión entre los retratos ecuestres de El Conde Duque de Lerma y el cardenal infante don Fernando de Austria en la batalla de Nördlingen.

Sala 28. Foto © Museo Nacional del Prado

En las salas del norte que flanquean la Galería (salas 8B, 9B y 10B), Ribera y el naturalismo español -con Maino y Zurbarán- conviven con el europeo (Caravaggio y Latour), como lo hacen Clara Peters y los bodegonistas españoles coetáneos. El Greco, por su parte, lo hace con Artemisia Gentileschi y puede apreciarse reunida la labor de retratistas como Sánchez Coello, Sofonisba Anguissola y Antonio Moro.

La zona sur (sala 16B) acoge la obra de los maestros españoles de la segunda mitad del siglo XVII, con Murillo y Cono como principales protagonistas, junto a artistas contemporáneos de la escuela francesa como Claudio de Lorena y flamenca, como Van Dyck.

El punto de fuga de la Galería Central converge en la sala 32 con La Familia de Carlos IV y el 2 y el 3 de mayo de Goya, que se exponen en paredes enfrentadas. El maestro aragonés, tras mostrar su actividad como retratista (salas 32, 34, 35 y 36) abre sus brazos con El perro semihundido a artistas del siglo XIX, Sorolla, Fortuny, Rosales entre otros.


Sala 32. Foto © Museo Nacional del Prado

Es mucho lo que incluye el nuevo montaje del museo, pero es aún más lo que queda fuera. Algunas de las obras maestras pueden verse en salas adyacentes como las Bacanales de Tiziano, o la Inmaculada de Tiépolo que despide al espectador. Deberemos esperar a mediados de septiembre y a la definitiva vuelta, confiemos, a la normalidad.

Sala 8B. Foto © Museo Nacional del Prado

La verosimilitud. el prejuicio de que el arte consista en la verosimilitud, o sea en la imitación, exterior, de la naturaleza -del cual fue Giorgio Vasari (1511-1574) el divulgador en la Edad Moderna- es tan antiguo, si así puede decirse, como el mundo. (Decimos imitación exterior para distinguirla de la imitación que se inspira en la vida real, la cual es propia de los verdaderos artistas de cualquier tiempo o país).

Pero tal prejuicio no es constante en todos los tiempos y civilizaciones, sino que se puede decir -grosso modo- que se manifiesta en las de tendencia racional y científica, para desaparecer o disminuir en las de tendencia irracional y mística.

© Mariví Otero. 2020
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: REENCUENTRO. Museo Nacional del Prado. Del 6 de junio al 13 de septiembre de 2020. Área de Comunicación y documentación gráfica, del Museo del Prado.

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