La Galería Leandro Navarro ha inaugurado la temporada con una exposición muy brillante Millares – Padorno. A la sombra del mar. Obra de ambos pintores y un magnifico catálogo con textos de los comisarios: Juan Manuel Bonet y de Juan Cruz, reproducción de la obra expuesta, fotografías y obra sobre papel que ilustran los textos.
Manolo Millares (1926, las Palmas de Gran Canaria- Madrid, 1972), se inscribe casi desde niño en un tejido cultural, ya entre sus antepasados están el fundador del Museo Canario, y uno de los grandes historiadores del archipiélago y varios escritores y poetas, entre ellos su propio padre. Pasa por un proceso de asimilación de las enseñanzas del arte prehispánico del archipiélago con el cual se había familiarizado en sus visitas precisamente al Museo Canario, proceso en el cual le influyeron la obra de Miró y la de Klee, los planteamientos de Torres-García, y sobre todo los de la Escuela de Altamira, fundada por Mathias Goeritz, conocidos gracias a Eduardo Wasterdhl y a Ventura Doreste. De ahí saltaría luego al ruedo ibérico, como cultivador de un informalismo de veta brava en sus arpilleras y sus Homúnculos, y como uno de los fundadores de El Paso (1975), grupo que pronto sería conocido internacionalmente.
La
presencia del mar en la obra de Millares es menos central, menos
luminosa, y obviamente menos azul, que en la de Padorno, y sin embargo
no hay que olvidar, en su producción sixties, títulos como Ínsula,
Pez abisal, Despojo abisal, Humboldt en el Orinoco o Animal de fondo, tomado
este último del libro homónimo de Juan Ramón Jiménez. Creador el también
atlántico, nacido en la onubense Moguer, es decir, en “la orilla de las tres
Carabelas”, una de sus obras maestras es Diario de un poeta recién casado
(1917), rebautizado luego Diario de poeta y mar, inspirado en dos
travesías atlánticas, precisamente de ida y vuelta a Nueva York, en el inseguro
tiempo de la Gran Guerra.
Manolo
Padorno, (1933. Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias – Madrid, 2002.) un poeta que durante mucho tiempo publicó en
orden muy disperso, y que a medida que avanzó en su proceso creador, necesitó
más expresarse, además de mediante palabras, mediante la pintura, arte sobre el
cual escribió mucho. Canarios ambos, nacidos en islas distintas desde mediado
de la década del cincuenta del siglo pasado fueron amigos y en lo sucesivo
participarían en varias aventuras colectivas en su tierra natal, como Madrid.
Pese a
no haber sido miembro de El Paso, Padorno se movió toda la vida en aguas
muy El Paso, y no sólo por su relación tan estrecha, hasta final y más allá, en
que tanto se volcó con Millares. Hay que mencionar así la presencia de
Canogar, Chirino, Rivera, Saura y Viola, como portadistas de Poesía para
Todos una, lista a la que se suman Arcadio Blasco, el brasileño José Paulo
Moreira de Fonseca, el canario Pedro González, y Ricardo Zamorano, miembro de
Estampa Popular.
Especialmente
sugerente es, en 1964, el ciclo de gouaches Machangos y Monigotes,
también conocidos como Los signos amenazantes, inspirados por unos
entonces populares curritos castizos “los feos” creación de unos internos del
psiquiátrico de Ciempozuelos, que se vendían en el rastro, y que popularizaría
Luis Carandell, el Mesonero de Romanones de la segunda mitad del siglo XX,
alguno de esos “feos”, adquiridos entonces acompañaron toda su vida al poeta,
adquiridos entonces acompañaron toda su vida al poeta, aunque también se
aprecian rasgos a lo Dubuffet, a lo Wols
o a lo Michaux (faros para él, como lo eran por cierto, coetáneamente para
Gordillo) se considera a los Manchangos como pertenecientes a la fecunda cola de
la cometa de ese meteorito argentino que fue el fundador del arte “Vivo Dito”,
Alberto Greco. A Greco lo trató entonces Padorno, como lo trataron amigos
y coetáneos suyos como Juan Hidalgo y Walter Marchetti, Manrique, el matrimonio
Millares (que fueron quien se lo presentaron).
La noción
de nómada urbano atraviesa la obra de Padorno y
cimienta este proyecto expositivo. La condición de nómada indica su interés por
transmitir y pensar un doble espacio, la línea temporal de la historia de la
pintura por un lado y la vivencia de la arquitectura metropolitana por otro.
Ambos territorios constituyeron pilares de su reflexión. Así pues, sobre el
conjunto de planimetrías constructivistas expuestas se observarán variadas
repuestas a la influencia de la histórica de pintores como Monet – en Nómada
urbano: Giverny – Barnett Newman, Rothko, Giotto y Manolo
Millares. En su totalidad el grupo de pinturas
agrupadas bajo el título Nómada urbano comparten un formato vertical propio de
la arquitectura neoyorquina que tanto impactó a Padorno.
Homenaje que Padorno le dedica a su amigo en Nómada urbano 107: Manolo Millares, pintura de gran formato expuesto en la última sala junto al poema inédito El lienzo entrañable, 10 años después de su muerte.
Arpilleras, lienzos y papeles dan cuerpo a un diálogo plástico entre dos maestros de la pintura abstracta y de las letras, Manolo Millares y Manuel Padorno.
Fuentes: Millares – Padorno. A la sombra del mar. Galería Leandro Navarro, Madrid. 10 de septiembre al 30 de octubre de 2020. Catálogo, con textos de Juan Manuel Bonet y Juan Cruz. Documentación, fotografías y vídeo de la galería.
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