El Museo Nacional del Prado expone Busto de mujer, obra realizada por Picasso y que ha sido depositada por Donación de Aramont American Friends of the Prado Museum, en el Prado por periodo de cinco años.
Busto de Mujer, realizado en 1943, es una muestra de gran calidad de la respuesta de Picasso a la violencia de la II Guerra Mundial. En muchas de las imágenes femeninas pintadas en ese periodo el artista deformó los rasgos de las figuras de un modo radical. En esta pintada en un solo día, el 7 de octubre de 1943, lo hizo con trazos rápidos y muy seguros. La resonancia de los tonos del fondo y la rotunda presencia del tipo femenino revelan los ecos de su gusto por lo español y su profundo conocimiento de nuestra tradición pictórica.
Se expone en la sala 9 B, dedicada a retratos de El Greco y junto a El bufón Calabacillas de Velázquez, trata de mostrar la fuerte influencia que la gran pintura española clásica tuvo en el pintor malagueño. Picasso participó activamente en la recuperación del maestro cretense, interpretado por los artistas de vanguardia como el padre del arte moderno y, cuando apenas había cumplido 15 años, plasmó una copia de El bufón calabacillas en lápiz de plomo en el cuaderno que le acompañó durante su primera visita al Prado.
Picasso
y el Museo del Prado
La
formación de Picasso sigue los cánones académicos tradicionales. Hijo de un
pintor dedicado a la enseñanza del oficio, tuvo una esmerada formación
artística que completó siguiendo todos los pasos académicos habituales en la
España del siglo XIX, incluyendo el estudio de los ejemplos históricos en el
Museo del Prado.
El 13
de octubre de 1897, según consta en el Archivo Documental del Museo del Prado,
Pablo Ruiz Picasso se registró en el libro de copistas para estudiar la obra de
Velázquez. Ese mismo año, volvió para copiar La Anunciación de Murillo y una
Venus de Tiziano.
Picasso
siempre se sintió atraído por los grandes maestros, con los que estableció un
diálogo artístico a lo largo de su carrera. En una carta dirigida a su amigo
Joaquín Bras le explicaba: “(…) El museo de pintura es hermoso: Velázquez,
de primera; de El Greco, unas cabezas magníficas; Murillo no me convence en
todos sus cuadros; Tiziano tiene una Dolorosa muy buena; (…)”.
Se conservan dibujos de El bufón calabacillas y Francisco Lezcano, El niño de Vallecas y ejemplos de su admiración por un pintor que, aunque poco conocido y valorado en su época, comenzaba a hacerse hueco en el imaginario vanguardista: El Greco.
En la
instalación de carácter permanente “Historia del Museo del Prado y sus
edificios” se expone el nombramiento, firmado por Manuel Azaña, de Pablo Ruiz
Picasso como director del Museo Nacional del Prado por Decreto del 19 de
septiembre de 1936 y, aunque acepta el nombramiento, no tomó posesión formal
del cargo.
Busto de mujer.
Picasso. 1943.
Donación de Aramont Art Collection a American Friends of the Prado Museum
Busto de mujer, realizado el 7 de
octubre de 1943, es una muestra de gran calidad de la respuesta de Picasso a la
violencia de la Segunda Guerra Mundial. En muchas de las imágenes femeninas
pintadas en este periodo el artista deformó las facciones de las figuras de un
modo radical, hasta convertirlas casi en máscaras. A menudo llegó a introducir
rasgos animales en los rostros, según se ve en esta obra en la disposición de
la nariz como si fuera un hocico, una trompa o apéndice fálico. Los pechos
aparecen distorsionados y cruzados. Conformó así un ser monstruoso y al mismo
tiempo vulnerable, en una imagen alucinado cuyo extrañamiento se explica en
buena medida por el horror que vivía Europa.
Picasso pintó el lienzo
en un solo día en el estudio de su casa en la calle parisina des
Grands-Augustine. Definió la figura con trazos rápidos y muy seguros que, más
gruesos en el torso, se afinan y adquieren una nitidez luminosa en el rostro.
En cuanto al color empleó con sutileza pigmentos muy diluidos que dejan ver la
preparación blanca: solo hay empastes marcados en el broche y en los ojos,
donde resalta la discordancia cubista de su doble colocación, de perfil y de
frente. La resonancia de los tonos grises en el fondo y la rotunda presencia de
la mujer, tocada con mantilla, revelan los ecos de gusto por lo español, más
patente aquí que en otras obras de motivo similar. Como la deformación
expresiva, son rasgos característicos de Picasso y también de algunos maestros
de la tradición pictórica española a la que el artista se sintió siempre
vinculado, como El Greco o Velázquez.
El bufón Calabacillas.
Velázquez, 1635-39. Museo Nacional del Prado
El bufón Calabacillas está
sentado en el suelo, junto a un rincón, en una postura que sería impropia para cualquier
otro tipo de retrato. Esa pose, y su rostro desenfocado dan lugar a una
distorsión expresiva que convierte esta obra en antecedente de las manipulaciones
a las que el arte del siglo XX sometería el género del retrato. Este fue uno de
los cuadros que Picasso copió durante su primera visita al Prado, en 1895.
Se abre así un diálogo cuyo objetivo es permitir al visitante observar y distinguir en su obra las hullas del pasado.
Fuente: El Museo Nacional del Prado expone Busto de mujer de Picasso. Área de Comunicación del Museo: Documentación y fotografías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario