lunes, 14 de noviembre de 2022

El “Otro Renacimiento”

Imagen de las salas de la exposición Otro Renacimiento. Foto © Museo Nacional del Prado

Visitamos el Museo Nacional del Prado para pasear por esta exposición donde el Museo nos descubre la experiencia napolitana de los artistas españoles en el Renacimiento. Organizada con el Museo e Real Bosco di Capodimonte de Nápoles, el Museo Nacional del Prado, plantea un recorrido por uno de los capítulos más fecundos y desconocidos de la cultura del Renacimiento europeo: la de España y de la Italia meridional hacia “la maniera moderna”, el gran arte basado en la revolución llevada a cabo por Leonardo, Rafael y Miguel Ángel. Compuesta por 44 pinturas, 25 esculturas, 5 libros y 1 retablo procedentes de colecciones públicas y privadas nacionales e internacionales, pretende llamar la atención sobre una cronología (los años iniciales del siglo XVI), una geografía (Nápoles) y unos actores (pintores y escultores italianos y españoles), que forman una panorama artístico a menudo considerado secundario respecto a los tradicionales focos del Renacimiento: Florencia y Roma, y que tuvo además una decisiva transcendencia dentro de una realidad política  más amplia, la de la Monarquía Hispánica, como demuestra la posterior actividad en España de artistas como Pedro Machuca, Bartolomé Ordoñez, Diego de Siloe, Pedro Fernández o Alonso Berruguete, entre otros.

San Juan Bautista Pedro Fernández Óleo sobre tabla, 189,2 x 87,6 cm Pasadena (California), The Norton Simon Foundation

OTRO RENACIMIENTO: ARTISTAS ESPAÑOLES EN NÁPOLES A COMIENZOS DEL CINQUECENTO

En 1503, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, tras derrotar al ejército francés que pretendía ocupar Nápoles, entra triunfante en la ciudad y se hace cargo del gobierno en nombre de los Reyes Católicos. Se trata de un paso importante en el proceso que llevó a España a consolidarse como potencia hegemónica europea. El resto de Italia, sumida en una profunda crisis política, asiste a la afirmación de su cultura humanista, con la Antigüedad como modelo de referencia admirado y respetado en el continente.

Comenzamos la visita a la exposición, dividida en cinco secciones y que pretende llamar nuestra atención sobre este breve periodo, pero extraordinario momento y destacar la gran calidad de las obras de arte producidas desde principios de siglo hasta 1530, cuando terminó la guerra entre el emperador Carlos y el papado.

Imagen de las salas de la exposición Otro Renacimiento. Foto © Museo Nacional del Prado

Sección I. En el umbral del siglo XVI Nápoles tenía más de cien mil habitantes y era la ciudad europea más poblada después de París. En las décadas anteriores al establecimiento de la corte de los reyes de Aragón se habían congregado allí muchos de los humanistas italianos más importantes, que desarrollaron una peculiar forma de “humanismo monárquico” -distinto del “humanismo cívico” propio de las ciudades del centro de la península Itálica- fundado sobre el prestigioso legado de los antiguos.

Las obras reunidas en esta sección sirven como preámbulo a la exposición y muestran algunos de los lugares y rostros que encarnaron la vida y la cultura de Nápoles españolizado: el palacio fortaleza de Castel Nuovo, el busto de bronce al estilo antiguo de Gioviano Pontano y el naturalista retrato de Jacopo Sannazaro, de gran humanidad y completamente desprovisto de grandilocuencia.

Castello novo de Nápoles Francisco de Holanda Pluma y tinta sobre papel, 270 x 395 mm (en una hoja de 465 x 355 mm) Patrimonio Nacional. Colecciones Reales. Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, 28-I-20, fol. 53v

Sección II. Nápoles pasa a ser español. La incorporación de Nápoles a la Corona hispana favoreció un desarrollo sustentado sobre nuevas bases: el sur de Italia se integraba en un complejo imperio mediterráneo y pasaba a convertirse, por un lado, en un puesto de avanzadilla para la propagación de las costumbres españolas en Italia, y, por otro, en cabeza de puente para la difusión del lenguaje renacentista italiano en la península Ibérica.

El viaje de Fernando el Católico a sus nuevas posesiones (1506-7) constituyó un acontecimiento clave en este proceso: El rey fue recibido con grandes esperanzas y homenajeado con arquitecturas efímeras y pinturas que celebraban su triunfo a la manera de los emperadores antiguos, con lo que se desarrolló un modelo ceremonial que se exportó de inmediato a la península Ibérica. En esos momentos aparecen activos en Nápoles un misterioso artista conocido como Maestro del Retablo de Bolea y el pintor Pedro Fernández, procedente de Lombardía, que, tras establecerse en la ciudad durante unos años, logró renovar profundamente la cultura figurativa local.

Breviario-Misal de Fernando el Católico Maestro del Retablo de Bolea h. 1506-7 Temple, tinta de oro y pan de oro sobre pergamino Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, Chigi C.VII 205

Sección III. Hacia la “maniera moderna”. Entre los siglos XV y XVI las artes vivieron en Italia un momento de transformación histórica. La obra de artistas como Leonardo y Giorgione, claramente asimilada por sus coetáneos, marcó una ruptura con el pasado: la representación de la naturaleza alcanzaba una nueva dimensión, y las figuras adquirían sentimientos, vitalidad, movimiento. Por su parte, Miguel Ángel y Rafael impusieron un modelo de belleza más complejo e idealizado. Este modelo aspiraba a emular la grandeza, la medida y el poder retórico del arte de los antiguos, considerado hasta entonces un modelo inasequible. Con él, se buscaba una perfección que iba más allá de la representación de lo natural, hasta el punto de revelar el don divino de la Gracia. Es el estilo al que Vasari se referirá como la “maniera moderna”, el de la conquista de la perfección. Florencia, Milán, Venecia y, más tarde, Roma fueron los lugares donde se incubó ese nuevo estilo.

San Juan Bautista Diego de Siloe h. 1520 Madera policromada, 96 x 45 x 40 cm Burgos, Catedral, capilla de los Condestables, Retablo de san Pedro

Sección IV. En torno a Rafael. Los de gobierno del virrey Ramón Folch de Cardona (1509-22) serán recordados entre los más felice de la historia del reino. Fueron también años de un extraordinario florecimiento artístico: la llegada desde Roma de la Virgen del pez de Rafael marcó un punto de inflexión en la actividad de los artistas locales, que la acogieron con gran entusiasmo.

Después de Fernández, los escultores más destacados fueron Diego de Siloe y Bartolomé Ordóñez. Ambos desarrollaron un original estilo al combinar la poética de los afectos de Leonardo con la gracia de Rafael y el poder expresivo de Miguel Ángel. A finales de la segunda década se extendió una versión más inquieta del estilo rafaelesco, estimulada, una vez más, por la presencia de un artista español llamado a desarrollar una brillante carrera, Pedro Machuca, futuro arquitecto del Palacio de Carlos V en Granada.

La cultura humanística napolitana apareció y favoreció esa interpretación libre del arte clásico, como lo demuestra la doble estancia en la ciudad de Polidoro de Caravaggio y la corta pero relevante carrera de Girolamo Santacroce, el más apreciado de los artistas locales.

Ese momento de fervor creativo se vio truncado por la guerra de 1527-28, tal como sucedió en Roma con el Saco de 1527.

Ángel anunciador Polidoro Caldara, llamado Polidoro da Caravaggio 1527-28 Óleo sobre tabla, 36 cm de diámetro Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte


Virgen anunciada Polidoro Caldara, llamado Polidoro da Caravaggio 1527-28 Óleo sobre tabla, 36 cm de diámetro Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte

Sección V. Las águilas de Renacimiento español. Los artistas ibéricos, ya activos en Nápoles a principios del siglo XVI, sientan las bases del Renacimiento español. Bartolomé Ordóñez trabajó sobre todo en Barcelona, aunque murió en Carrara a finales de 1520.

Lamentación sobre Cristo muerto Bartolomé Ordóñez h. 1517-18 Madera de nogal en su color, 55 x 40 x 3 cm Colección particular

 Diego de Siloe, que desarrolló su actividad entre Burgos y Granada, supo infundir en sus obras escultóricas y arquitectónicas un sentimiento de veracidad y grandeza novedoso hasta entonces en esos centros artísticos.

San Sebastián Diego de Siloe h. 1525 Mármol, 83 x 22 x 30 cm Barbadillo de Herreros (Burgos), iglesia parroquial de la Visitación de Nuestra Señora

Pedro Machuca trabajó entre Jaén, Granada y Toledo, y se consagró como el principal abanderado de su maestro Rafael, cuya capacidad inventiva supo captar tanto en sus creaciones pictóricas como arquitectónicas.

La Virgen y las ánimas del Purgatorio Pedro Machuca 1517 Óleo sobre tabla, 167 x 135 cm Madrid, Museo Nacional del Prado

Alonso Berruguete, activo entre Valladolid y Toledo, imprimió a sus obras una fuerte expresividad impulsada por su pasión por Miguel Ángel. Sus figuras adquieren un carácter visionario que las sitúa entre los principales logros del arte europeo del siglo XVI.

San Sebastián Alonso Berruguete 1526-32 Madera policromada Valladolid, Museo Nacional de Escultura

Por su parte, Gabriel Joly, un virtuoso tallista originario de Picardía (Francia), adquirió prestigio en Aragón. En su última fase de actividad el artista alcanzó niveles técnicos y estéticos cercanos a los de Siloe y Berruguete.

Retablo de la Visitación (Hipótesis de reconstrucción) Pedro Fernández h. 1508-10 Óleo sobre tabla Nápoles, Museo e Real Bosco di Capodimonte

La exposición, comisariada por Andrea Zezza, Professore associato, Dipartimento di Lettere e Beni Culturali, Università degli Studi della Campani,y Ricardo Naldi, Professore, Facoltà di Lettere e Filosofía, Universitá degli Studi Napoli “L’Orientale”.

Espléndido paseo por Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento.

© Mariví Otero 2022
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: El “Otro Renacimiento”. Museo Nacional del Prado. Del 17 de octubre 2022 al 29 de enero 2023. Documentación y fotografías: Área de comunicación del Museo.

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