Caminamos
hoy por el Museo Nacional Reina Sofía, al encuentro por segunda vez de esta
espléndida exposición, concebida y comisariada por el filósofo e historiador
del arte, Georges Didi-Huberman (Sait-Étienne, 1953).
La
muestra parte de un verso del “Romance de la luna, luna”, el primer
poema del Romancero Gitano de Federico García Lorca, cuyo manuscrito
original lo encontramos expuesto en la primera sala, y que da título a la
exposición. La muestra explora a través de las reflexiones teóricas y gráficas
de diferentes artistas y filósofos, el poder evocativo de las imágenes y la
capacidad transformadora de la emoción que transciende lo individual y se
convierte en colectiva. Con Federico García Lorca omnipresente a través
de esa mirada de la infancia su noción de “duende”.
Didi-Huberman
con cerca de 300 obras de 140 artistas, articula un relato que es una
antropología política en clave poética de la emoción cuando se convierte en
conmoción entendida como “una concatenación de emociones, un acontecimiento
capaz de afectar a un conjunto, a un entorno, a una relación y no solo a un
sujeto psicológico aislado”.
En la
exposición el filósofo plantea un juego de libres asociaciones, que da lugar a
un recorrido articulado en siete capítulos o bloque temáticos: Infancias,
Pensamientos, Gestos, Sitios, Políticas y de nuevo infancia, inspirados y
encabezados por distintos versos del poeta granadino.
Se
escucha en la entrada de la muestra, la canción de Camarón de la Isla,
Nana del caballo grande, que toma su letra de un poema de Federico García
Lorca. A continuación, caminamos por 14 sales donde vamos a ver pinturas,
esculturas, instalaciones o documentación de hasta el siglo XVI, de artistas
tan diversos como Hans Bellmer, Esther Shalev-Gerz, Salvador Dalí, James
Ensor, Lucio Fontana, Federico García Lorca, Alberto Giacometti, Johann
Wolfgang von Goethe, Francisco de Goya (del que se exponen 3 dibujos originales
y 9 grabados), Victor Hugo, Käthe Kolwitz, Charles Le Brun, Corinne Mercadier,
Oscar Muñoz, Joan Miró, Pablo Picasso, Auguste Rodin, Tatiana Trouvé, Única o
Waad Al-Kateab, entre muchos.
La
sección inaugural se abre con los dos versos que preceden al que da título a la
exposición en el “Romance de la luna, luna”: “el niño la está mirando”.
Además de la mirada del niño, la luna es la otra protagonista de esta sección.
No solo constituye un motivo recurrente a lo largo de toda la obra de Lorca,
sino que también es el tema principal en los dibujos realizados por Goethe que
se muestran en esta sala, en cuya noción de lo “demoniaco” se inspiró Lorca
para “concebir la idea de duende que reflejaría en su conferencia “Juego y
teoría del duende”, 1933, cuyo texto mecanografiado original se expone también
en el centro de la sala.
Con su
lectura de la obra de Lorca, Didi-Huberman apuesta por situar la figura del
poeta granadino en el más alto nivel en la historia europea de ideas estéticas,
a la altura de poetas-filósofos como Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich
Schiller, Friedrich Nietzsche y Georges Bataille. Para ello, recupera su noción
de “duende” como categoría estética con la que referirse a esa experiencia de
la conmoción propia del cante jondo flamenco tan difícil no solo de
experimentar, sino también de explicar.
El
recorrido se cierra con Infancias. “Un aire con olor de saliva de niño… que
anuncia el constante bautizo de las cosas recién creadas”.
Al
final, hay que dedicarlo todo a los niños, dice Didi-Huberman, “No se trata ni
de culto a la ingenuidad, ni de creencia en la pura inocencia. Los niños están
en la encrucijada: buscan un lenguaje entre lo real y lo imaginario… Bajo las
bombas, los niños aún son capaces de utopías”. El
último capítulo de esta exposición vuelve al inicio: Infancias. Porque
precisamente la infancia, en clave lorquiana, es el eje de esta muestra, la
mirada que la atraviesa. Según Didi-Huberman, “los niños ven la muerte en
todas partes y le tienen miedo, por supuesto; pero esta no es, a sus ojos,
irremediable: aún se puede jugar con ella”. Por tanto, mirar el mundo con
ojos de niño “quiere decir a la vez tanto inquietarse por la presencia de
espectros- los “otros”, “los mayores”, el “mundo”, las “amenazas”, los
“muertos- como lanzar alrededor tantos duendes como sea posible [con los que
poder jugar con lo peor], […] juguetes mágicos o diablillos con los que
escaparse [y] continuar riendo”
En la
sala 13 vemos las inquietantes esculturas del artista francés Pascal Convert
tocones de árboles dañados en los campos de la batalla de Verdún bañados en
tinta china, remarcando las heridas y marcas que el tiempo y la violencia han
labrado sobre ellos que dialogan con los dibujos de los niños Guayaki
recopilados por el antropólogo francés Pierre Clastres.
Finalizamos
en las dos últimas salas, niños supervivientes de varios de los desastres del
último siglo (la bomba de Hiroshima y varios conflictos armados alrededor del
Mediterráneo) imaginan y expresan su dolor y sus recuerdos, así como sus
anhelos y proyecciones hacia un futuro esperanzador. “Cueste lo que cueste,
pese a todos estos desastres, hay que preservar la inocencia de una sola risa
infantil entre las tragedias de la historia”. Y por ello recuerda
Didi-Huberman, Federico García Lorca nos ha enseñado que debemos
comprometernos con “un arte de la memoria” poética, y “asumir una ética para el
presente del adulto en que se ha convertido [ese niño] que se enfrenta
irremediablemente a la dureza del mundo histórico”. Hay que asumir una ética
con un “mínimo de alegría”, porque, como escribe Lorca, “esta risa de hoy es mi
risa de ayer, mi risa de infancia y de campo, mi risa silvestre, que defenderé
siempre, siempre hasta que me muera”. Vemos obras de Al-Kateab,
Cartier-Bresson, García Lorca, Niños Migrantes del Mediterráneo, Archivo
Ringelblum y Vigo.
Espléndida
exposición, para disfrutarla hay que hacer dos o tres visitas. Esta organizada
por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Centre de Cultura
Contemporània de Barcelona (CCCB).
Mariví Otero
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente:
“En el aire conmovido…”. Museo Nacional Reina Sofía. Hasta el 17 de marzo de
2025. Documentación y fotografías: Gabinete de Prensa Museo Reina Sofía.
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