En el
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza exposición de Gabriele Münter (Berlín, 1877-
Murnau am Staffelsee, Alemania, 1962), artista apreciada en Alemania, pero solo
en los últimos años ha empezado a gozar de mayor relevancia en el resto de
Europa. Con cuatro de sus pinturas en sus colecciones, el Museo Nacional
Thyssen- Bornemisza ha organizado su primera retrospectiva en España y continúa
de esta manera con su labor de investigar y reivindicar la obra y el lugar que
merecen en la Historia muchas grandes mujeres artistas. Gabriele Münter fue una
de las fundadoras El Jinete Azul (Der Blaue Reiter), el legendario grupo de
artistas expresionistas con sede en Múnich surgido a finales de 1911, al que
también pertenecieron Wassily Kandinsky o Franz Marc, entre otros.
Comisarios
de la muestra: Marta Ruiz del Árbol, Isabelle Jasen y Mattias Mühling.
Nuestro
recorrido por la exposición a través de 10 apartados:
1
Reflejos y sombras. 2 Comienzos en blanco y negro. 3 Aire libre. 4- El
descubrimiento de Murnau. 5 Personas. 6 Interiores y objetos. 7 La amazona
azul. 8 Exilio en Escandinavia. 9 Vida nómada. 10 Regreso a Murnau.
La
primera sala está dedicada a los autorretratos que realizó a lo largo de toda
su carrera, pero particularmente 1908 y 1914, los años en los que fue una de
las protagonistas del desarrollo del expresionismo en Múnich. Se incluyen
también algunas fotografías en las que aparece la sombra de la artista
proyectada en la imagen, un recurso para incluir su figura en la composición
que Münter utilizará en ocasiones en sus cuadros.
Entre
1898 y 1900, Gabriele Münter realizó un viaje por Estados Unidas, país en el
que sus padres, emigrantes retornados a Alemania durante la Guerra Civil, se
habían conocido y casado y que ella visitaba por primera vez. En esos dos años
vivió con sus parientes maternos en diversos lugares, conociendo de primera
mano la realidad de la sociedad norteamericana.
Tras
recibir como regalo en 1899 una de las nuevas cámaras portátiles de la marca
Kodak, la fotografía se sumó de forma muy significativa a su actividad como
dibujante, experimentando con las posibilidades creativas de este nuevo medio.
Continuamos
por Aire libre: A su regreso a Alemania, en 1901, Münter comienza su
formación artística en Múnich, que le llevará al año siguiente a la escuela
Phalanx de la que Kandinsky rea fundador y profesor. Entre 1902 y 1903
participa en las campañas pictóricas organizadas por Kandinsky en zonas rurales
de Baviera en las que realiza sus primeros óleos. Y entre 1904 y 1908, juntos
recorren Europa y el norte de África y se instalan en París durante un año, donde
tienen la oportunidad de ver la obra de Gauguin, Van Gogh o los fauvistas, con
Matisse a la cabeza. En esos viajes continúa su interés por la fotografía y
pinta al aire libre, en muchos casos registrando la misma imagen con su cámara
y con los pinceles.
Tras
regresar a Múnich, en el verano de 1908, de nuevo con Kandinsky y con la pareja
formada por Alexej von Jawlensky y Marianne von Werefkin, el pueblo bávaro de
Murnau, en las estribaciones de los Alpes, donde los cuatro trabajarán en
estrecha colaboración en unas obras que se consideran fundacionales de la
vertiente expresionista del sur de Alemania. “Fue una época creativa
maravillosa, interesante y feliz en la que discutíamos mucho sobre arte”
Los cuadros de Münter muestran la transición desde su anterior pintura de
pinceladas cortas y empatadas hacia un nuevo estilo fluido. Al año siguiente
regresa con sus compañeros a esta localidad y adquiere una casa en las afueras
que acabará convirtiéndose en su refugio y en epicentro de la vanguardia
artística alemana de principios del siglo XX.
“Pintar
retratos en la tarea más audaz y difícil, la más espiritual, la más extrema
para una artista”. Tras el cambio de estilo que tuvo en Murnau,
sus retratos adquieren colores más intensos, formas simplificadas y contornos
oscuros. Münter pinta sobre todo a personas de su entorno.
El
ideal utópico compartido con Kandinsky de crear una comunidad artística ligada
a lo rural y conectada con la naturaleza, los llevo a renuncias a las
comodidades de la gran ciudad para llevar una vida sencilla, vistiéndose con
los trajes típicos de los campesinos o trabajando en la huerta. Münter descubre
la pintura sobre vidrio típica de la zona, una expresión artística popular de
formas simplificadas y colores, que le fascina al contener muchos elementos
ansiaba alcanzar en su pintura. Ella misma aprendió también la técnica y fue la
primera del grupo en realizar sus propias obras sobre cristal.
Llegamos
al apartado La Amazona azul, Gabriele Münter participó activamente desde
1909 en la Nueva Asociación de Artistas de Múnich y, a partir de finales de
1911, en las exposiciones de El Jinete Azul y en la edición del almanaque del
mismo nombre. Las fotografías que tomó en esa época evidencias su papel en el
grupo, así como avanzada comprensión sobre la importancia de registra
visualmente esos acontecimientos. Como el resto de sus compañeros, quiso
alcanzar una forma de expresión que respondiera a lo que Kandinsky definió como
la “necesidad interior”; una forma de expresión genuinamente individual que
hizo que cada uno de ellos desarrollara un estilo distinto, aun compartiendo
fuentes de inspiración comunes.
Tras
estallar la Primera Guerra Mundial, Münter se instala en julio de 1915 en la
neutral Suecia, donde permanecerá hasta 1920. Allí entra en contacto con la
escena artística local, que la recibió como una relevante representante de la
vanguardia internacional. Münter viajó por Suecia y Noruega en busca de nuevos
motivos pictóricos que remplazaran su añorado Murnau y realizó unos paisajes
con un mayor énfasis en lo narrativo, incluyendo pequeñas figuras. Abandona su
exilio en Escandinavia.
En
1920 regresa a Alemania, su círculo cercano de artistas se había desvanecido,
incluyendo a Kandinsky, que había regresado a Rusia durante la guerra e
iniciado allí una nueva relación. “Tarde años en tener un estudio. El
cuaderno de bocetos era mi amigo y los dibujos, el reflejo de lo que veían mis
ojos. (…) El resultado eran simples bosquejos, obras del momento, esbozos en un
par de trazos. (…) Contenían todo lo que tenía que decir”. En 1925 se
instala en Berlín, conde vuelve a entrar en contacto con el mundo artístico
germano y asiste a la escuela de Arthur Segal. Algunas pinturas de la década de
1920 se vinculan estilísticamente con la Nueva Objetividad.
En la
última sala encontramos su Regreso a Murnau. Después de una fértil
estancia parisina entre octubre de 1929 y junio de 1930, sus años de vida
itinerante terminan en 1931, trasladándose a vivir de forma definitiva en su
casa de Murnau.
Durante
los años del Tercer Reich continúa viviendo en Murnau redujo progresivamente su
exposición pública. El fin de la Segunda Guerra Mundial trajo consigo el
descubrimiento progresivo de su arte, comenzó a ser reivindicada con numerosas
exposiciones y adquisiciones de su obra por parte de museos y coleccionistas
En 1957, con motivo de su 80 cumpleaños, Gabriele Münter donó a la Lenbachhaus numerosas obras suyas y del resto de integrantes de El Jinete Azul que había mantenido escondidas en su casa durante el periodo nazi, convirtiendo a esta institución en el museo de referencia para este movimiento artístico.
La
exposición es un proyecto de colaboración del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
con The Gabriele Münter and Johannes Eichner Foundation y la Städtische Halerie
am Lenbachhaus und Kunstbau de Múnich y cuenta con apoyo de la Comunidad de
Madrid y la Art Foundation Mentor Lucerne. Tras su paso por Madrid, se
presentará en el Musée de d’Art Moderne de París.
Mariví
Otero
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente:
Gabriele Münter. La gran pintora expresionista. Museo Nacional
Thyssen-Bornemisza. Hasta el 9 de febrero 2025. Documentación y fotografías:
Departamento Prensa del Museo.
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