martes, 14 de enero de 2014

Insectos y Paisajes

Alejandrina García Faure

Feliz  2014. Comienza el año muy activo repleto de propuestas expositivas, conferencias, música, teatro en el ámbito de las galerías madrileñas, de la periferia o internacionales, la gente se arriesga en estos momentos, diría que difíciles. 

El pasado día siete estuve en la inauguración de esta exposición, Insectos y Paisajes, de la artista Alejandrina García Faure. ¡Sorprendente trabajo!, sí, digo sorprendente, porque he conocido el principio de este proyecto, pero no conocía el resultado final.

Disfruto de la exposición, de los mosaicos de plantas naturales invadidas por insectos como si de la “estufa” del Jardín Botánico se tratase, ¡naturaleza y arte bajo el mismo techo!


El género de paisaje es un invento, por excelencia, moderno. El que una perspectiva histórica, privilegiada en cuanto a información, nos permita adivinar paisajes en las huellas artísticas de un pasado más remoto, desde un relieve cinegético asirio a una escena de laboriosidad campesina de un libro de horas medieval, no significa sino que podemos proyectar y descubrir asuntos ajenos a la voluntad de sus creadores originales: las representaciones animalísticas están cargadas de intenciones mágicas para el hombre prehistórico y una idílica escena de recolección agrícola representa para el hombre del Medievo el arquetipo simbólico del paso de las estaciones.

El arte del siglo XX ha dejado de ser una copia naturalista, aún teniendo en cuenta las desviaciones interpretativas que se han producido en cualquier época y todos los ensayos que se hayan efectuado. Conceptos, filosofía y demás pruebas de fuego han impreso en el trabajo del artista una serie de actitudes nuevas entre las que no deben olvidarse los caracteres emanados de la idiosincrasia de cada momento.

Pero una cosa es el arte como campo de experimentación y otra la pintura en sí, con la magia de la atemporalidad. Ahí es precisamente donde hay que situar el trabajo de Alejandrina.

Escribe, Víctor Nieto Alcaide, en el tríptico dedicado a la exposición: […] Son siempre paisajes pictóricos, plásticos, sin referencias a la identidad de los componentes naturales que aparecen en ellos, aunque siempre palpiten las vivencias y el sentimiento de un entorno: la sierra de Madrid, concretamente la de Guadarrama. Sus cuadros aparecen  siempre como una caligrafía realizada con la tinta de los colores y las luces de la sierra, reduciendo el paisaje a una abstracción sintética […]


Buscar ideales ha sido durante mucho tiempo tarea a la que han dedicado sus fuerzas gran número de artistas. Para Alejandrina el ideal está marcado por la interpretación de las formas naturales y por la consideración poética de su advertencia. De su continua conversación con la realidad extrae la carga energética suficiente para conseguir la parte de misterio que ésta contiene, no en cuanto es imagen, sino discurso espiritual, místico y lírico.

                                          Alejandrina con Marta, Chiti y Paula..

Alejandrina, ha creado un dialogo entre  plantas e  insectos, ya lo había hecho anteriormente entre estatuas, jardines y fuentes.

Espléndida exposición, con un inmejorable trabajo técnico, en diferentes soportes.

Insectos y Paisajes. Alejandrina García Faure.

Víctor Nieto Alcaide: La vida en el paisaje. Texto tríptico de la exposición.

Galería de Arte Orfila, Madrid. Del 7 al 27 de enero 2014. 

© Mariví Otero 2014

Fotografía: Mariví Otero.

1 comentario:

  1. Tener una madre artista como Alejandrina Garcia, oler y ver sus pinturas desde la infancia, deja huellas profundas en el alma y en el linaje. Amar a la madre tierra y todas su expresiones hasta el punto de poder plasmarla y transmitirla de una manera sutil y al mismo tiempo elaborada, con un saber hacer de años de experiencia, conseguir que las desnudas telas y soportes se conviertan en un espacio etéreo y orgánico en el que podríamos perdernos si miramos en profundidad los miles de trazos de sus pinturas. Alejandrina única en su especie.

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