El
arte de elegir un cuadro y de formar una colección de pinturas es siempre el resultado
de unas determinadas preferencias estéticas, de una manera particular y
personal de entender lo pictórico y lo que las obras de arte representan dentro
de un sistema figurativo o un orden plástico. Detrás de toda colección, escogida con tiento y
sensibilidad artística, hay siempre una o más personas que, con su decisión
selectiva, marcan una deliberada posición conceptual y perceptiva de la
pintura.
Una colección que, como la que se presenta en Centro Centro Cibeles, Colección Abelló, ha sido formada no como una selección de maestros o de tendencias diversas sino, por el contrario, buscando las analogías y las correspondencias que unen las obras dentro de sus diferencias de estilo y de época, es un ejemplo de una decidida voluntad artística. Los nexos se deben a las afinidades electivas, tan esenciales a la hora de valorar el arte y gozar con la buena pintura. Entonces la delectación que procura cada obra prima sobre el hecho mismo de la posesión del conjunto, que por sí se magnifica.
En
el año 1992, pude ver en el Museo de Bellas Artes de Santander, las veintitrés
pinturas, de Picasso a Bacon, Grandes
Maestros de las Vanguardias Históricas en la
Colección Juan Abelló.
Muchas de aquellas pinturas, como el desnudo sentado de Pablo Picasso que era
la portada del catálogo se encuentran en esta exposición, en los apartados Picasso y sus contemporáneos y de Miró a
Francis Bacon. Historia y modernidad.
Y en el año 1993, de
nuevo en el Museo de Bellas Artes de Santander disfrute de una segunda exposición Obras Maestras de Arte Antiguo en la Colección Juan Abelló S. XV- S. XIX. Pinturas, incluida “Niño sonriente c.1660” de Bartolomé Esteban
Murillo, portada del catálogo, se encuentran en los diferentes apartados de
esta muestra.
El
comisario de la exposición, es el catedrático Felipe Garín LLombart, que ha
diseñado un recorrido apasionante, por las 160 obras seleccionadas. Comienza
con un homenaje a El Greco, con la obra Estigmatización
de San Francisco.
Madrid,
Villa y Corte, incluye lienzos que
reflejan escenas de la capital desde el
siglo XVII hasta el siglo XIX, La Fuente de la Cibeles, de David Roberts entre
otros, escuela madrileña del siglo XVII.
Del
gótico al humanismo, recorre los siglos XV y XVI, obras de Bernardo Serra, Jaume Baço Jacomart, Juan de Flandes, el
Maestro de Artés, Pedro de Berruguete y Lucas Cranach (extraordinaria
obra), esta sala alberga, según el
comisario, -uno de los mayores placeres visuales de la exposición- el Salvator
entre san Pedro y san Juan, de Fernando Yáñez de la Almedina, considerada una
obra maestra.
Cuando el hombre
convierte la naturaleza en arte, obras
del siglo XVII, óleos y dibujos, de José de Ribera, Bartolomé Esteban Murillo,
Francisco Pacheco, Francisco de Zurbarán. Espacio que el comisario
califica -un espacio casi mágico-
presenta una serie bodegones y floreros
de artistas muy representativos y reconocidos del siglo XVII: Bernardo Polo,
Juan de Arellano, Pedro de Camprobín (pequeño exquisito) o Antonio Ponce.
Antonio Ponce "bodegón con jarrón de Talavera, flores, alcachofas y frutas" c. 1630 - 50
Las
vedute, Goya y su mundo, ya estamos en el
siglo XVIII, esta sala alberga obras magistrales de Canaletto y Guardi, además
de dos retratos particularmente importantes de Goya, de don Martín Miguel de
Goicoechea y doña Juana Galarza, sus consuegros, y un dibujo de la esposa del
pintor doña Josefa Bayeu, cuenta el
comisario citando a Carducho, refleja cómo –el dibujo es la perfección del
arte.
Canaletto
Naturalismo
europeo, esta sala se desarrolla desde mediados del siglo XIX,
hasta los años veinte del siglo pasado,
con obras de pintores españoles como Mariano Fortuny, Ramón Casas, Hermen
Anglada Camarasa, Aureliano de Beruete, Santiago Rusiñol, Joaquín Mir o Joaquín
Sorolla, compartiendo espacio con sus contemporáneos Pierre Bonard,
Toulouse-Lautrec, Van Gogh y un maravilloso Amadeo Modigliani.
Amadeo Modigliani el violonchelista 1909
Picasso
y sus contemporáneos, nos encontramos con
catorce obras del genio español, entre óleo, aguadas, tintas grafitos, presididos
por el “Desnudo sentado”. Dialogan con él obras de Braque, Léger, Juan Gris y
Matisse, juanto a dos obras de Dalí.
De
Miró a Francis Bacon. Historia de la Modernidad, obras del siglo XX de artistas norte-europeos, que ponen de
manifiesto el internacionalismo de la Colección: Edvard Munch, Gustav Klimt,
Vasily Kandinsky, Paul Klee, Kees van Dongen, Egon Schiele y George Grosz. En el
muro de enfrente, una síntesis de la muy extensa nómina de maestros españoles
de la abstracción de la segunda mitad del siglo XX, Antoni Tapiés, Manolo
Millares y Pablo Palazuelo. Finalmente en los muros restantes, las obras de
Joan Miró, frente a ellas Mark Rothko (Negro, rojo, negro).
Cierra la Colección Abelló, Francis Bacon (1909-1992), una temprana
composición de 1933, Tres estudios para un retrato de Peter Beard y el
espectacular Tríptico de 1983.
La
certera elección y el tino en la opción de las piezas son el parámetro y la
piedra de toque de toda colección. Cuando, como es el caso de la muestra que
comento, se produce la unidad y la conformidad de las partes, no queda más que
el elogio y la admiración por quien o quienes han acertado a reunir su admirable conjunto.
Colección Abelló. Centro Centro Cibeles.
2 de Octubre 2014 al 1 de Marzo de 2015. Madrid.
© Mariví Otero 2014
© Mariví Otero 2014
Bibliografía: Gabinete de prensa Centro Centro Cibeles de cultura y ciudadania. Madrid.
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