Raoul Dufy (El Havre, 3 de Junio de 1877- Forcalquier,
23 de marzo de 1953) Toda su invención desemboca a la vez en un mundo
mágico y razonable, mucho más cerca de la poesía que de una imitación servil.
El concepto realista, fotográfico, incluso cuando se engalana con los encantos
del impresionismo, se ha tornado completamente extraño desde que Dufy
comenzó a tomar conciencia de lo que buscaba.
El Museo Thyssen-Bornemizsa
presenta la primera gran retrospectiva de Raoul Dufy en Madrid desde la muestra celebrada en la
Casa de las Alhajas en 1989. La exposición, que cuenta con la colaboración de
la Comunidad de Madrid, ofrece una visión
del conjunto de la trayectoria del artista francés a través de 93 piezas
procedentes de colecciones primadas y museos como el Musée d’Art Moderne de la
Ville de París, la National Gallery of Art de Washington, el Art Institute of
Chicago, la Tate de Londres, y el préstamo excepcional de 36 obras del Centro
Pompidou de París. Se trata de una selección de óleos principalmente, también
dibujos, acuarelas y grabados, así como diseños en tela y cerámica, realizados
a lo largo de toda su extensa y
prolífica carrera de algo más de medio siglo.
El
comisario de la exposición, Juan Ángel López-Manzanares, propone un recorrido
que se organiza cronológicamente, siguiendo la evolución de su pintura en
cuatro apartados: sus primeros pasos; la época en la que bajo la influencia de
Cézanne su pintura se acerca al cubismo; sus creaciones vinculadas a la
estampación de tejidos y ornamentación de cerámicas; y por último, su etapa de
madurez. Cada apartado va encabezado con textos del propio Dufy, lo que hace muy
especial el recorrido por las salas.
Del Impresionismo al Fauvismo: Los Impresionistas buscaban las relaciones
de las manchas del color entre sí, lo cual estaba bien; pero nosotros necesitábamos
algo más que únicamente esa satisfacción de la visión, hay que crear también el
mundo de las cosas que no se ven. Raoul
Dufy.
[…] Ante aquel cuadro [“Lujo calma y
voluptuosidad, de Henrry Matisse”], comprendí todas las nuevas razones que
justificaban la pintura, y el realismo impresionista perdió para mí su encanto
al contemplar el milagro de la imaginación introducido en el dibujo y el color.
Raoul Dufy.
Periodo
constructivo: Tenemos el árbol, el banco,
la casa. Pero lo que interesa, lo más difícil, es lo que hay a su alrededor ¿Cómo mantenerlo todo
junto? Nadie lo ha hecho como Cézanne; lo que hay entre sus manzanas es tan
bello o importante como las manzanas mismas. Raoul Dufy.
Decoraciones: En la composición existen dos maneras
igualmente útiles a la industria, de
dibujar modelos: la que consiste en componer a partir de las ideas y el
material propio aún no adaptado al
tejido; y la que consiste en acudir a
las composiciones ya realizadas, y mejorarlas, combinarlas o extraer parte de
ellas. Raoul Dufy.
Sus
trabajos de ilustración y grabado fueron la antesala de la nueva aventura
creativa que tomaría forma cuando en 1909 entra en contacto con el modista Paul
Poiret y, más tarde al firmar un contrato con la empresa de textiles Blanchini-Férier,
entre 1912 y 1928. Encuentra en el diseño de tejidos una prolongación de sus
experiencias con el grabado, así como un campo de libre experimentación con el
color. Sus primeras composiciones vinculadas a sus grabados, le suceden diseños
florales y de animales en los que se libera de su estética constructiva.
Desde 1924 DUFY
se interesa también por la cerámica, En colaboración con Llorens Artigas
(Barcelona 1892- Barcelona 1980), decora jarrones y azulejos. En jardines de salón –ideados junto a Artigas y
el arquitecto catalán Nicolau María Rubio.
La
luz de los colores: Seguir la luz solar
es perder el tiempo. La luz de la
pintura es otra cosa muy distinta: es luz de distribución, de
composición una luz-color. Raoul Dufy.
Sería por tanto interesante que hiciese un
cuadro lo bastante verdadero, lo bastante profundo, lo bastante “interior” para
provocar en el público el goce de la vista que acabo de experimentar, y las
ramificaciones del pensamiento de los que ese espectáculo ha sido para mí, el
punto de partida. Raoul Dufy.
Cabe
datar 1902 como año de la ruptura con el pasado tradicional y la iniciación de
su nueva senda, a pesar de que él mismo haya declarado que tal viraje lo
determinó su descubrimiento en 1905 de Lujo, calma y voluptuosidad de Matisse
(referenciado en una de sus citas en la exposición). De hecho, en noviembre de 1902,
el pintor Maurice Delcourt le presenta a Berthe Weil la cual posee una Galería
en la calle de Victor Massé y acoge con suma benevolencia las obras de los jóvenes artistas de las
que se escandalizan las esferas
sociales. Matisse y Marquet exponen en dicha galería en el curso de 1902. Dufy es invitado a
participar en las exposiciones colectivas de los grupos formados por Berth Weil.
Y fue también es esta galería donde tuvo
lugar en 1906 la primera exposición personal de Dufy.
Un viaje con Braque a l’Estanque en 1908 y otro con Friesz a
Munich en 1909, corresponden a las épocas en que las recientes experiencias
cubistas- tentación de la austeridad- atraen a Raoul Dufy, le incitan a
preocuparse de la forma y a contentarse con una paleta de colores menos vivos.
En
1910, se instala en Orgeville (Eure), en una vasta morada puesta a disposición de los artistas
por un magistrado, el Presidente
Beaugon, Raoul Dufy graba en
madera las ilustraciones para Le
Bestiaire de Guillaume Apollinaire. Una de las primeras obras maestras
dentro del género del libro de artista.
En
la exposición se muestran por primera vez los dibujos preparatorios,
además de varios de los grabados, que Dufy
realizó para ilustrar Le Bestiaire de
Guillaume Apollinaire. Dufy se inspiró en obras medievales y renacentistas para
crear una combinación de elementos
paganos y cristianos que contribuyeron a descifrar el significado profundo de la poética de
Apollinaire.
En Raoul
Dufy, poco importa el color real de este o del otro objeto; lo que
cuenta es el valor de un tono en su relación
con los otros que le rodean, la veracidad y la intensidad de un conjunto
y no la exactitud de un detalle. […] Jacques Lassaigne lo ha explicado
perfectamente en un importante estudio; para Dufy el color no es nada en sí y
no vale más que por su relación con la
luz. Y a este propósito cita un texto muy característico del propio Dufy:
“Cuando hay objetos semejantes en gran
número, por ejemplo árboles, no hay que dividir la sombra y la luz sobre cada
uno de ellos, sino hacer partes de conjunto con color de la sombra y otras con
el de la luz. Así, con tres naranjas, si se ven
en los mismos tres colores, la luz anaranjada, la sombra parda y el
reflejo amarillo, píntese una de ellas naranja, otra con tierra de sombra y la
tercera amarilla. Se obtendrá así el
mismo total de sombra y de la luz que con una reparto proporcionado sobre cada
naranja. Si se tiene en cuenta la proporción de la luz, de sombra y de reflejo
es: luz 3, sombra 2, y reflejo 1, habrá que restablecer esas proporciones en la
superficie del grosor de las naranjas” […] Esta libertad tan absoluta
permite a Dufy componer sin prestar atención al tono local.
Exposición
muy bien planteada.
Bibliografía:
Raoul Dufy. Museo Thyssen-Bormenisza. Oficina de Prensa. Exposición del 17 de
Febrero al 17 de mayo de 2015. Madrid.
Cogniat
R.: Raoul Dufy. Ediciones Daimon, Manuel Tamayo. Madrid-Barcelona-
México-Buenos Aires, sin fechar la edición.
© Mariví Otero 2015
Asistente: Manuel Otero Rodríguez.
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