lunes, 13 de enero de 2020

CEIJA STOJKA. Esto ha pasado


El Museo Reina Sofía continúa con su labor de dar visibilidad a aquellos artistas que, por una razón u otra razón se han visto obligados a reprimir su voz o no han sido considerados a lo largo de la historia por cuestiones de discriminación racial o de género.

Ceija Stojka (Kraubath, 1933 - Viena, 2013). Esto ha pasado. Primera exposición monográfica que se le dedica en España a esta artista austriaca, cuya obra representa un testimonio excepcional, tanto por su rareza como por su calidad artística, sobre el porrajmos, la persecución y genocidio de la comunidad romani en la Alemania nazi de la que fue víctima y que hasta fechas recientes no se ha conocido suficiente. Durante la Segunda Guerra Mundial, sobrevivió a tres campos de concentración Auschwitz-Birkenau, Ravensbrück y Bergen-Belsen. Stojka tenía 10 años cuando fue deportada. Pero no fue hasta cuarenta años más tarde, que se embarcó en una gran obra testimonial y poética, primero a través de la escritura y luego, poco después, a través del dibujo y la pintura.

Su trabajo sirvió para desvelar la persecución racial a los gitanos en los años treinta y cuarenta, y está en el origen del reconocimiento oficial por parte del gobierno austríaco de su genocidio. Además, fue un impulso para el asociacionismo reivindicativo de ese colectivo. En Austria, el 90% de la población romaní y sinti fue asesinada según señala Gerhard Baumgartner en el catálogo de la exposición de la exposición. En el resto de Europa, debido a que las comunidades gitanas estaban menos organizadas que las judías, es más difícil evaluar el número total de asesinados, aunque los expertos creen que se sitúan entre 220.000 y el medio millón.

Las obras de Stojka revelan su paso por los campos mencionados pero también recogen la vida feliz de su familia antes y después del nazismo. Realizó entre 1990 y 2012 más de mil dibujos y pinturas sin seguir un riguroso orden cronológico de sus vivencias.

La exposición ofrece un recorrido por el conjunto del corpus artístico de esta prolífica y autodidacta creadora organizado a través  de una serie de secciones temáticas que permiten reconstruir las distintas situaciones que afrontó.  Reúne alrededor de 140 obras y material documental (fotos, vídeos y publicaciones), comienza con los trabajos en los que Stojka retrata su vida de niña antes que comenzara el terror. Descendiente de una larga estirpe de comerciantes de caballos romaníes originarios de Hungría, los Lovara, pero que vivían en Austria desde hacía siglos, su familia se vio obligada a hacerse sedentaria por las leyes nazis que llegaron después de la anexión de Austria a Alemania (Anschluss) (1938-1939). La caravana tirada por caballos en la que vivían se convirtió en una cabaña de madera. Paula Aisemberg, Noelig Le Roux, Xavier Marchand son los comisarios de la muestra.

Antes y durante la caza

En las pinturas de esta primera sección se observa parte de la cultura romaní y una vida idílica  en armonía con la naturaleza como ocurre en Landleben (Vida campestre, 1993) Ceija celebra esta existencia nómada, basada en el clan. Aquí, su toque rápido y ligero crea un estilo que podría describirse como ingenuo; a veces la artista ha espesado la pintura con arena enfatizando su materialidad expresionista.

Tras el arresto de su padre, Stojka, junto a su madre y hermanos, se ocultó durante muchos meses en Viena y, finalmente, el 3 de marzo de 1943, fueron encerrados en la prisión Rossauer Lände. Las obras referidas a esta época retratan no sólo esta detención, sino todas las detenciones sufridas por la población romaní, que Ceija imagina, por ejemplo, en Wo sind unsere Rom? Laaerberg 1938 (¿Dónde están nuestros gitanos? Laaerberg 1938, 1995).

Los campos de exterminio

Stojka fue deportada a Auschwitz, donde fue registrada el 31 de marzo de 1943 y retenida en la sección B-II-e, conocida como el “campo familiar gitano”. En una parte de la muestra dedicada a los campos de exterminio, vemos ejemplos de la tremenda fuerza evocativa de la artista: Auschwitz 1944 (2009) habla de una niña parada de puntillas, sólo para descubrir las chimeneas a través de las ventanas colocadas deliberadamente demasiado alto.

En Z 6399 [G (itana) 6399. Número de inscripción tatuado en el brazo de Ceija Stojka], 1994, una sombra y moderna composición aparece el número tatuado que se le hizo a ella y a todos los deportados al llegar a Auschwitz. La Z significa Zigeuner, la palabra alemana para gitano; contaminados por estas horribles connotaciones nazis, los germanoparlantes de hoy en día usan las palabras Roma o Sinti en su lugar.


Ceija, su madre Sidi y su hermana Kathi fueron deportadas en mayo o junio de 1944 al campo de concentración de mujeres de Revensbrück poco antes de la terrible liquidación del “campo gitano” de Auschwitz (2 de agosto). En Ravensbrück siempre hay alguien vigilándote. Las vistas pueden ser las de las torres de los guardias. Un enorme ojo inyectado de sangre patrulla Ravensbrück 1944 (1994).

Como en otras partes de la obra de Ceija, las tiras y los rectángulos estructuran la composición: algo marcial, algo muy inflexible ha dejado su huella, incluso en los paisajes. Sobre ellos reinan figuras siniestras. La pequeña Ceija estaba asombrada por este ambiente de crueldad y perversidad. Junto a esas figuras, los cuerpos de los deportados son pincelados sin rasgos distintivos.

En Enero de 1945 Ceija y su madre fueron llevadas en camión y luego a pie al campo de concentración de Bergen-Belsen. En cuanto a sus hermanas, Kathi fue deportada al campo de trabajos forzados de Rechlin-Retzow y Mitzi a Büchenwald. Ceija subsistió en condiciones infrahumanas. Pero aun así, en la obra Bergen- Belsen 1945 (1996) incluso en medio de una escena verdaderamente apocalíptica, Ceija pinta un árbol lleno de vida. En este campo, Stojka sobrevivió entre cadáveres comiendo la savia de las ramas y plantas que encontraba. La rama se convirtió desde entonces en símbolo de esperanza para la artista que elige este motivo para firmar todas sus obras.

Asimismo, se aprecian como elementos constantes en sus cuadros, por un lado, los cuervos, que son las almas de los muertos pero cuyo sentido resulta ambivalente, ya que Stojka admira su capacidad de volar sobre las alambradas de los campos, pero no deja de remitirnos al mal augurio con el que se le asocia en muchas culturas. Por otro, el perro, de significado más univoco, es el brazo despiadado de los guardianes.

Regreso a la vida

Tras la liberación de los campos, Ceija y su madre tardaron más de tres meses en llegar a Viena. En la última parte de la exposición, su agotamiento y su lucha contra los elementos emergen en algunos de los paisajes. La composición y el movimiento de los arboles en varias pinturas recuerda a Viena y Auschwitz. Cielos rosados, naranjas y violetas recuerdan los paisajes de antes de la guerra, enfatizando hasta qué punto el pasado, el presente y futuro se mezclan.

 “Los girasoles son la flor de los romaníes”, escribió Ceija y aquí están estas plantas, omnipresentes una vez más en su obra junto a frutas, verduras y estatuas de la Virgen María en unos trabajos a los que denominaba “pinturas de luz”.

Su obra se encuentra en colecciones privadas y museos, y ha sido expuesta en diversos países europeos, Estados Unidos y en Argentina. Es la autora de cuatro libros traducidos a diversas lenguas, y de entrevistas y otros documentos visuales, entre los que destacan los de Karin Berger. Convertida en portavoz de las reivindicaciones a favor del conocimiento de la existencia del genocidio gitano, y de los derechos de su pueblo ha recibido diversas condecoraciones en su país natal.

© Mariví Otero. 2020
Manuel Otero Rodríguez

Fuente: Ceija Stojka. Esto ha pasado. Museo Reina Sofía. 21 de noviembre 2019- 23 de marzo de 2020. Documentación e imágenes y material multimedia: Gabinete de Prensa del Museo Reina Sofía.

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