Es una
exposición organizada por el Museo Reina Sofía y el Stichtind
Kunstmuseum den Haag con la colaboración de la Comunidad de Madrid, aborda
la obra del artista holandés PIET MONDRIAN (Amersfoort, 1872 – 1944,
Nueva York) en el contexto De Stijl, un movimiento junto al que
marcó un rumbo del arte abstracto geométrico desde los Países Bajos e imprimió
un cambio drástico de la cultura visual después de la Primera Guerra Mundial.
PIET
MODRIAN, “Arte plástico y arte plástico puro en 1937” […] No basta explicar el
valor en sí de una obra de arte; sobre todo, mostrar el lugar que una obra de
arte ocupa en la escala de evolución del arte plástico. De modo que, al hablar
de arte, no está permitido decir “yo lo veo así” o “esta es mi idea”. El
verdadero arte, como la verdadera vida sigue un solo camino.
Las
leyes que más se han determinado en la cultura del arte son las grandes
leyes ocultas de la naturaleza, que el arte establece a su manera. Es necesario
subrayar el hecho de que esas leyes se encuentran más o menos ocultas bajo el
aspecto superficial de la naturaleza. El arte abstracto se opone, por lo tanto,
a una representación natural de las cosas. Pero no se opone a la naturaleza,
como suele creerse lo hace a la animalidad primitiva del hombre, pero se
identifica con la naturaleza humana en su esencia. Se opone a las leyes
convencionales creadas durante la cultura de la forma particular, pero se
identifica con las leyes de la cultura de las relaciones puras […]
La concepción de la belleza de Mondrian, basada en la superficie, en la estructura y la composición del color y las líneas, conformó un estilo novedoso e innovador que pretendía derribar las fronteras entre disciplinas y rebasar los límites tradicionales del espacio pictórico.
Mondrian y sus compañeros De Stijl operaban en un mundo en el que también se desarrollaban otras corrientes artísticas. De ahí que en cada una de las nueve salas de la exposición se ponga en diálogo la filosofía de este movimiento con otras iniciativas de la época que perseguían crear arte genuinamente contemporáneo. En nuestro paseo por la exposición hemos contemplado 95 obras, 35 de Mondrian y 60 de artistas De Stijl como Theo van Doesburg, Bart van der Leck, Georges Vantongerloo o Vilmos Huszár, entre otros, así como diversa documentación de la época (ejemplares De Stijl. Correspondencia, fotos, catálogos, etc.)
El
recorrido se inicia con la primera sala dedicada a los primeros pasos de
Mondrian como artista, quién comenzó su carrera en 1892 como pintor de
bodegones y paisajes holandeses, un género clásico que durante casi veinte años
le permitió adquirir una increíble pericia pictórica.
Obras tempranas como Naturaleza muerta con naranjas (1900) o Tarde en el Weesperzijde (1901-1902) que pueden verse aquí, son piezas de corte naturalista simbolista en las que Mondrian se muestra como pintor que poco a poco va incorporando influencias de corrientes artísticas emergentes, como el puntillismo, el fauvismo y el cubismo.
Para explicar el entorno en que se desenvolvía Mondrian y las influencias recibidas antes del desarrollo del movimiento De Stijl, en una segunda sala se aborda también la fuerte sensibilidad que existía en esta época en Holanda con relación a la función social del arte y, en particular, respecto a la disciplina de la arquitectura.
El ímpetu innovador De Stijl en 1916 surge en gran medida de esta peculiar devoción por el espacio arquitectónica y de proyectos colectivos como el emprendido entre 1886 y 1903 por el arquitecto Hendrik Petrus Berlage para el nuevo edificio de la Bolsa de valores de Ámsterdam, en el que consiguió implicar a pintores, escultores, poetas y escritores. Así, el espectador podrá observar aquí ejemplos de diversos diseños del propio Berlage y de otros autores como Karel Petrus Corneli Bazel o Johannes Jacobus van Nieukerken realizados a principios del siglo XX para interiores, edificios o planos urbanísticos de ciudades como La Haya, Leipzig o Ámsterdam.
La
tercera sala vuelve a retomar la obra de Mondrian mostrando trabajos
como Noche de verano (1906-07), Paisaje grande (1907-08) o Bosque cerca de
Oela (1908) ambientes sosegados, depurados y de gran expresividad que
señalan a un artista que cree en el progreso, en un mundo que puede ser
mejorado a través del arte. Se trata de obras que Mondrian tuvo la oportunidad
de exhibir a modo de retrospectiva en el prestigioso Stedelijk Museum en
Ámsterdam en 1909.
Para
concluir este apartado dedicado a las distintas etapas de Mondrian
previas a su vinculación con De Stijl, la muestra indaga en la búsqueda
de la “Belleza universal” que perseguía el holandés y que le motivó a viajar a
París en 1911.
Composición
No. II (1913), exhibida en la cuarta sala de la exposición, es una de
las primeras pinturas que le satisfizo en este sentido.
A este
respecto Mondrian escribió: “en el arte plástico, la realidad sólo puede
expresarse a través del equilibrio del movimiento dinámico de la forma y el
color, y los medios puros (limpios de funcionalidades de representación)
ofrecen la forma más eficaz de conseguirlo” Según el comisario de la muestra
Hans Janssen “nació entonces un nuevo lenguaje plástico que, cuatro años
después fue bautizado como Neo- Plasticismo, el arte De Stijl”.
Como
se puede apreciar en las tres siguientes salas de la exposición, centradas ya
de lleno en el movimiento De Stijl, en aquel momento otros creadores
como Gerrit Rietveld, Vilmos Huszár o Georges Vantongerloo coinciden con
Mondrian en esta búsqueda de un nuevo arte completamente abstracto que
apele directamente a las emociones.
Es entonces
cuando Theo van Doesburg consigue aunar estas fuerzas en la revista De
Stijl nacida en 1917. Los comienzos del movimiento muestran la enorme
diversidad en el afán experimental de los artistas del grupo, como el
espectador puede observar en Composición, nº 2 (Carro de perro) (1917), de
Bart van der Leck.
Para
todos ellos, las formas de expresión tienen como único objetivo la modernidad.
De esta manera, una maqueta de arquitectura, como las que se pueden contemplar
en esta parte de la exposición de Theo van Doesburg y Cornelis van
Eesteren, o incluso una silla, pueden convertirse en esculturas.
Este
aspecto experimental y la diversidad de un trabajo colectivo realizado como si
tratase de un taller virtual de debate, fue la fuerza del movimiento, pero
también, como se descubriría al poco tiempo, y como refleja la exposición, su
debilidad.
En la
década de 1920, lo que inicialmente se podía entender como un unánime
movimiento utópico hacia el proyecto común de un arte realmente abstracto, se
convirtió en un crisol de opiniones y concepciones del arte en continuo
combate. Lo que permaneció fue la imagen de un “estilo internacional” en el que
la abstracción, la fuerte reducción de recursos plásticos y la geometría eran
características comunes, pero los caminos se diversificaron.
En
1927, Van Doesburg, por ejemplo, lanzó su propio estilo nuevo, el
elementarismo, y en obras como Composición emanada de hipérbole de
equilibrio xy= con acuerdo de vert et rouge (1929), de Georges
Vantongerloo, se puede apreciar en esta parte de la exposición cómo, a
diferencia de Mondrian, que desarrolló sus pinturas de manera
completamente intuitiva, este otro artista De Stijl fue más sistemático
en su enfoque, partiendo de una fórmula matemática para crear este cuadro.
Tras
todos estos avatares, De Stijl entró en declive a mediados de los años
30. Solo Mondrian siguió destacando en el panorama artístico
internacional. Los demás creadores apenas tuvieron mayor reconocimiento, en
parte porque el optimismo en relación con la idea de un nuevo mundo se había
atenuado en la segunda mitad de los años veinte, y en parte porque las
tendencias figurativas se habían vuelto a imponer.
La
exposición se cierra con dos salas dedicadas a las últimas etapas de Mondrian
quien, aunque en 1922 pensaba que el experimento abstracto había acabado ya,
siguió trabajando con el reducido repertorio de recursos visuales que manejaba
(líneas horizontales y verticales que delimitan planos de color blanco, rojo,
amarillo o azul) para descubrir con asombro la infinitud de oportunidades
compositivas ocultas que eran posibles.
Su
gran habilidad consistió precisamente en el uso de estos recursos limitados.
Así, al final de los años 20 le fascinó cada vez más engarzar formas, pero en
la década de los 30 sustituyo el equilibrio más clásico de sus composiciones
por un equilibrio dinámico, como puede advertirse en Composición C (nº III)
con rojo, amarillo y azul (1935).
Finalmente, en 1940 Mondrian emigró a los Estados Unidos, donde se llevó diecisiete pinturas que había realizado durante su estancia en París en los años anteriores, en los que se superponían densas cuadrículas de líneas horizontales y verticales, como el espectador puede apreciar en Cuadro II, (1936-43). Mondrian comenzó a cambiar estas pinturas y su lenguaje visual una vez más, introduciendo bloques de pintura de color que se movían libremente para complicar la estructura rítmica de su arte, algo que persiguió hasta el final de su vida.
Una
trayectoria de experimentación continua, en Nueva York se une a la asociación
American Abstract Artists y sigue publicando textos sobre neoplasticismo. Su
obra en esta última etapa se ve muy influida por el dinamismo de la vida urbana
y los ritmos de la música estadounidense. En 1942 tiene lugar su primera
exposición individual en la Galería Valentine Dudensing de Nueva York. Mondrian
muere en esa ciudad en 1944.
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