Esta
exposición se inscribe en uno de los ejes programáticos del Museo Reina Sofía,
la investigación decolonial. Constituye una primera tentativa de ampliar el
foco de estos análisis dirigiendo la mirada a la orilla sur del Mediterráneo,
cuna de la civilización occidental. Y, de manera más específica, a Marruecos,
un país milenario que dista apenas de 14 kilómetros de España.
La
muestra ha sido organizada en el marco del programa de cooperación cultural
entre España y Marruecos en el ámbito de los Museos, promovida por la Fundación
Nacional de Museos del Reino de Marruecos y el Ministerio de Cultura y Deporte
del Gobierno de España, en colaboración con Mathaf: Arab Museum of Modern Art-
Qatar Museums y Qatar Foundation. Trilogía marroquí 1950-2020 ofrece un
relato de las experiencias artística en Marruecos desde medianos del siglo XX
centrándose especialmente en tres centros urbanos, Tetuán, Casablanca y Tánger.
las 250 obras expuestas, producidas entre 1950 y 2020, junto con los documentos
de archivo, describen una trayectoria histórica de profusa efervescencia
cultural.
Comisarios
de la muestra: Manuel Borja Villel, director del Museo Reina Sofía y Abdellah
Karroum.
Tras
cuarenta años de protectorado francés y español, el primer periodo abarca una
fase extremadamente agitada, que se extiende desde los años de la independencia
hasta 1968, durante la cual el campo artístico se articula en torno a los
debates suscitados por la aparición de la corriente nacionalista y la imperiosa
construcción de un discurso identitario. Estos dos aspectos constituirán el
trasfondo conceptual de la modernidad artística marroquí durante las décadas de
1960 y 1970. El planteamiento de estos artistas consistía en cuestionar el
academicismo artístico tradicional transmitido a través de la enseñanza del
arte en Marruecos.
Tras
la independencia
La
exposición tiene tres secciones, comienza con la primera centrada en los años
1950-1969, en la etapa pre y postcolonial de Marruecos, un país que desde 1912
hasta 1956, estuvo dividido en un protectorado francés y otro español. Después
de cuarenta y cuatro años, cuando se declaró un estado independiente, se abrió
en la nación un periodo de esperanza. la generación de artistas marroquíes
nacidos entre 1930 y 1940 se empapó del espíritu de la lucha por la
independencia y, tras ella, se situó en la vanguardia de la apertura cultural.
Su
deseo de dar un salto hacia adelante implicaba el cuestionamiento del
academicismo, así como el replanteamiento de una innovación basada tanto en
elementos autóctonos como en referencias internacionales. Algunos artistas eran
autodidactas, pero las carreras de la mayoría de las figuras destacadas estaban
vinculadas a uno de los dos centros artísticos fundamentales del país (y en
algunos casos a ambos): Las escuelas nacionales de Bellas Artes de Tetuán y de
Casablanca.
En
concreto en la de Tetuán se formó a la primera generación de pintores
marroquíes, como Ahmed Amrani, Mohamed Ataallah, Mohamed Chabaa y Mohamed
Melehi, algunas de cuyas obras pueden verse en esta primera sección.
Algunos de ellos prosiguieron su preparación en instituciones españoles como la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid e incluso estudiaron
también en Italia, Francia y los Estados Unidos.
Amrani,
por ejemplo, durante sus estudios en España, pasaba horas en el Museo del Prado
donde estudió las obras de Goya y de Velázquez, acabo desarrollando una
expresividad que debe mucho a la influencia del pintor aragonés, como se
observa en Protesta (1969). Por su parte, Mohamed Melehi, gracias a una
beca que recibió de la Fundación Rockefeller en 1962, viajó a Estados Unidos y
estudió en la Universidad de Columbia, donde conoció artistas locales como
Jasper Johns y Frank Stella. Este fue el momento en que su práctica artística
dio un giro estético caracterizado por la introducción del color, en un
esfuerzo por equilibrar la expresión y el minimalismo. En IBM (1962), Alunizaje
(1963) y Nostalgia solar (1962) trata de entablar un diálogo entre el arte, la
ciencia y la tecnología.
Otro
de los autores importantes de aquel momento es Ahmed Cherkaoui, que aunó las
tradiciones iconográficas marroquíes y lo estético modernista, lo que lo
convirtió en un precursor clave del Grupo de Casablanca, que estuvo activo a
mediados de la década de 1960. En los lienzos de Cherkaoui, como Las tres
hermanas (1963) y Talismán nº3 (1966), están presentes los tatuajes amazigh que
adornan los rostros y cuerpos de las mujeres imazighen en Marruecos. también
pueden observarse en esta primera sección de la muestra la abstracción y la
caligrafía árabe características del arte islámico que predominan en la obra de
Jilali Gharbaoui o la neofiguración que se aleja de las representaciones
clásicas del cuerpo que refleja Torturas (1961) una pintura de Farid
Belkahia.
Aquí
en esta sección también se recoge el momento en el que los actores culturales
marroquíes de diversos ámbitos trataron de utilizar las revistas como medio
para descolonizar la historia y convencionalismos del país. Gracias a
publicaciones señeras como Souffles (1966-1972), Lamalif (1966-1988) e Intégral
(1971-1978), se crearon espacios en los que era posible debatir la
modernidad, la construcción nacional y otras cuestiones fundamentales.
Desarrollo
multidisciplinar de las artes
La
segunda sección de la trilogía abarca un periodo complejo, conocido como los años
del plomo (1970-1999), marcado por los conflictos internos, la arabización
gradual de la vida cultural, la anexión del Sáhara occidental y el incremento
del control estatal. Se abre con la película Antes del ocaso (2019), de Ali
Essafi, un documental sobre la vida cultural de los años setenta que reúne una
importante selección de materiales de archivo -obras de arte, películas,
música, voces etc. -para recrear el ámbito de aquellos momentos de la historia
de Marruecos.
La
producción cultural marroquí de entonces experimentó un increíble desarrollo en
todos los campos (arte, literatura, teatro. cine música, etc.) que condujo a la
colaboración entre actores clave. Nuevos festivales, bienales, exposiciones,
colectivas temporales y una constelación de publicaciones independientes y
representaciones teatrales llenaron la región de efervescencia creativa.
De
aquella época se muestran aquí trabajos como La ceremonia del matrimonio
(1983), de Chaïbia Talal, artista que retrata a las mujeres en muchas de
sus obras. Con gruesas pinceladas de colores vivos, saca a la luz escenas de
compromiso social. A Chaïbia no le gusta la expresión naif, que a menudo se
utiliza para describir la obra de las artistas autodidactas, entre los que se
encuentran muchas mujeres no occidentales, como Fatíma Hassan, cuya obra Escena
(1992) se puede ver en este espacio, comparten esa petición.
En esta
sección dos, seguimos descubriendo el cine, la película Sobre algunos
sucesos sin importancia (1974), de Mostafa Derkaoui, otro documental, en
este caso de ficción, que solo llegó a proyectarse una vez, en París en 1975. En
ella, la ciudad de Casablanca es el plató en el que Derkaoui y otros jóvenes
cineastas entrevistan a poetas, artistas, actores y gente anónima por la calle.
El cuestionario sobre cómo podría ser un cine nacional marroquí emergente pasa
por muy diversos registros. Al tratar de encontrar la verdadera función del
cine, la película reflexiona sobre una sociedad en construcción.
En los
años ochenta, las artes marroquíes empezaron a respirar los aires renovados de
prácticas vanguardistas como la instalación artística y el uso de materiales
modestos y objetos encontrados. En este apartado se puede ver Mi vida
(1984-2021), una obra autobiográfica de Mohamed Larbi, pescador, artista y
ciudadano de Tetuán. Sus obras contienen mundos en miniatura que abordan
cuestiones relativas a su vida personal, la cosmología y diversas
preocupaciones sociales.
La
generación 00
La
tercera sección denominada Generación 00 -artistas en activo en la primera década
del siglo XXI- sería testigo del ascenso del populismo y de la aceleración de
la innovación tecnológica, y también de los ataques terroristas de Casablanca y
de la Primavera Árabe. Esta generación de artistas trabaja tanto en Marruecos
como en el extranjero, y se servía de internet y medios de alcance planetario
para centrar la atención en las realidades sociales locales y globales.
Así,
en esta tercera sección de la exposición figuran obras como Al Jazeera
(2007), de Mounir Fatmi quien trabaja con diversos medios, sobre todo la
cultura y la instalación, a fin de cuestionar la información que trasmiten las imágenes.
Junto a otras obras como la película Beau geste (2009) de la artista Yto
Barrada, que a través de fotografías, películas, esculturas e instalaciones
explora las circunstancias sociales y políticas, junto a algunos
acontecimientos históricos de su ciudad natal, Tánger, y otros lugares de
Marruecos, la exposición muestra propuestas artísticas como El espectáculo
ha terminado (2011) de Karim Rafi.
Acabamos el recorrido de Trilogía Marroquí con la película (Bab Sebta Puerta de Ceuta 2019), de Randa Maroufi, producida en un “garaje” que la artista convirtió en estudio para captar los movimientos coreográficos de las personas que cruzan la frontera de Ceuta.
En este recorrido se muestra la diversidad de las expresiones artísticas del Marruecos moderno poniendo de relieve las figuras destacadas de cada época, desde la transición a la independencia (1950-1969) y los denominados Años del plomo (1970-1999) hasta la actualidad (2000-2020).
Fuente: Trilogía Marroquí. 1950-2020. Museo Reina Sofía. Madrid. 30 de marzo al 27 de septiembre de 2021. Documentación y fotografías: Gabinete de Prensa del Museo Reina Sofía.
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