Esta gran exposición centra su investigación en la evolución del arte gráfico y su papel como herramienta de reivindicación social durante la primera mitad del siglo XX en Alemania y México. La muestra organizada por el Museo Reina Sofía ocupa nueve salas divididas en cuatro grandes secciones. Se inicia con las dos grandes figuras del grabado de finales del siglo XIX y principios del XX que se convirtieron en referentes ineludibles en el desarrollo posterior del arte gráfico: el mexicano José Guadalupe Posada y la alemana Kätha Kollwitz.
Se
trata de una técnica que, sin haber gozado de una gran preeminencia en la
historiografía tradicional y contraviniendo su carácter anacrónico y antitecnológico,
sirvió en esa época como una potente herramienta política para un amplio número
de movimientos artísticos internacionales. Como indican los comisarios Benjamin
H.D. Buchloh y Michelle Herewood, una de las claves fue que “la imagen
gráfica se convirtió en un lenguaje universal” en diferentes contextos.
Posada
y Kollwitz, los grandes precursores
La
exposición comienza con una sala en la que confronta el trabajo de José
Guadalupe Posada (México, 1852-1913, México) y de Käthe Kollwitz
(Alemania, 1867-1945. Alemania), quienes ejercieron una enorme influencia en
las generaciones posteriores de artistas gráficos políticos de México, Estados
Unidos, la Unión Soviética y China. Situados en extremos artísticos, Posada realizaba
mordaces caricaturas políticas, anuncios y viñetas en el contexto de la
Revolución mexicana, mientras que la obra de Kollwitz adoptaba un cariz
socialista y feminista para denunciar los dramas de la Alemania de la época.
Posada, produjo miles de imágenes y en muchas de ellas partía de uno de los iconos más comunes de México, el esqueleto y la calavera, como puede observarse en sus obras expuestas, entre ellas los grabados Calavera las bicicletas (ca. 1900) o La Calavera Oaxaqueña (1903).
Las
infinitas variaciones de Posada sobre las luchas existenciales y
sociales de las calaveras hicieron que su imaginario fuera muy popular a nivel local
y que despertara a nivel internacional la atención de críticos expresionistas
como los alemanes Ernst Toller y Paul Westheim, y otras figuras como Sergei
Eisenstein y André Bretón. Además, se convirtió en la figura fundacional para
los artistas mexicanos que, como Diego Rivera, reclamaban una auténtica
genealogía del arte mexicano.
Por su
parte, Käthe Kollwitz, criada en una familia de fuertes convicciones
socialdemócratas, trató de continuar la tradición realista más depurada de las
artes gráficas para representar la vida social de las mujeres y la clase
trabajadora de Berlín de principios del siglo XX. Tras una serie de
autorretratos, la exposición muestra sus conjuntos de grabados La revuelta
de los tejedores (1893-1897) y La guerra de los campesinos (1908),
un porfolio que fue considerado como uno de los ciclos gráficos más destacados
del siglo XX por su reivindicación de la justicia social. La muerte de su hijo
menor a principios de la Primera Guerra Mundial motivó su tercera gran obra, Guerra
(1918-1923) donde remplazó la agitación política por la oposición feminista
y el duelo, convirtiéndose en una ardiente pacifista y en una gran crítica de
las condiciones de vida y las funciones sociales de las madres proletarias.
El
expresionismo alemán
La
segunda sala de la muestra está dedicada a la producción gráfica alemana
después de la Primera Guerra Mundial y, de forma específica. a la obra
realizada por artistas como Max Beckmann (1884-1950), Otto Dix
(1891-1969) y George Grosz (1893-1959), tres de los pintores postexpresionistas
más destacados de Alemania.
Entre
1919 y 1924 estos autores realizaron diferentes grabados donde reflejaron, cada
uno con su impronta particular, los traumas de la primera Guerra Mundial en
Alemania y su oposición al resurgimiento militarista y al revanchismo de la
derecha.
Así,
la carpeta de once litografías tradicionales Die Hölle (Infierno, 1919)
de Beckmann retrata de forma caustica la decadencia de la vida y el arte
del orden burgués, como puede apreciarse en las litografías Los ideólogos,
El hambre o La noche.
El
Taller de Gráfica Popular
La
tercera y más extensa sección de la exposición, desplegada en seis salas, se
centra en este TGP de México, un país que, tras el proceso
revolucionario iniciado en 1910, también participó en el debate acerca de las
ventajas del medio gráfico como herramienta de comunicación y educación de las
clases trabajadoras y rurales.
La
primera de estas salas muestra el trabajo de los fundadores de este colectivo
-uno de los gremios más representativos y exitosos de la historia universal del
arte gráfico-, creado en 1937: Raúl Anguiano (1913-2006), Luis Arenal
(1908-1985), Leopoldo Méndez (1902-1969), Pablo O’Higgins (1904- EE.
UU. -1983 México), Ángel Bracho (1910-2005) y Alfredo Zalce
(1908-2003).
La constitución del taller se llevó a cabo en el seno de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) y entre sus objetivos figuraba el fomento de la producción gráfica “en beneficio de los intereses del pueblo de México” a través de un sistema de trabajo colectivo. La producción de una gran cantidad de folletos, carteles, panfletos y grabados por parte de este gremio no solo contribuyó al fortalecimiento de formaciones políticas progresistas que respaldaban causas como la nacionalización de los recursos mineros y petroleros o los derechos a la tierra de las poblaciones indígenas, sino también la lucha contra el fascismo. En la siguiente sala se detiene con más detalle de la obra de Leopoldo Méndez miembro destacado del Taller.
El
siguiente espacio de esta sección se ocupa de la aportación realizada al TGP
por exiliados procedentes de Europa que huían del ascenso del fascismo. en
1938, Heinrich Gutman, que había ocupado cargos directivos en la LEAR
como redactor responsable de la revista Frente a Frente, funda la Liga
Pro Cultura Alemana que organizó en 1939 una serie de conferencias sobre el nazismo
y el fascismo que se anunciaron mediante carteles realizados por los artistas
más activos del TGP. Algunos ejemplos los podemos ver aquí son los
trabajos de Leopoldo Méndez y Luis Arenal, que representaron el aparato
propagandístico del fascismo alemán; o Isidoro Ocampo (1910-1983), que
contribuyó con sendas imágenes sobre el antisemitismo, el fascismo en Japón y
con un tercer cártel sobre el fascismo en España con un llamativo retrato de
Franco en compañía de una calavera monstruosa. Por su parte, los carteles de
Pablo O’Higgins y Guillermo Monroy versan sobre el papel de los
hombres o la juventud en la sociedad fascista.
En la
cuarta sala, debido a los a los vínculos del TGP con el movimiento
sindicalista de los Estados Unidos y de México, entre 1945 y 1947 varios
artistas estadounidenses, entre ellos Elizabeth Catlett (EE. UU.,1915-2012,
México), se sumaron al TGP. Catlett creo su primer porfolio de
quince linóleos, I am the Black Woman, una obra que puede verse
-en parte- en la quinta sala dedicada al TGP y que está basada en
grabados populares y fotografías de heroínas afroamericanas. Aunque Käthe
Kollwitz ya era una referencia para ella, la cultura gráfica del TGP
hizo que se replanteara sus concepciones iniciales y terminara fusionando la
mexicanidad con las versiones europea o estadounidense del realismo social.
Junto a ella, en este mismo espacio, se pueden ver obras de otros artistas
también afroamericanos como Margaret Taylos Burroughs (1915-2010), John
Woodrow Wilson (1922-2015) y Charles White (1918-1979), muy
comprometidos política y socialmente y que se refugiaron en México durante la
represión política y racial de la era McCarthy.
Acabamos el recorrido de la exposición con una sección que presenta extensa documentación gráfica del proyecto Isotype que empezó tras la primera Guerra Mundial y que supuso un giro en la aplicación de las técnicas de impresión para la acción política. Tras el realismo social de Kollwitz o la caricatura política del expresionismo alemán, las figuraciones de los alemanes Franz Wilhelm Seiwert (1894-1833) y Gerd Arntz (1900-1988), identificadas al principio como “constructivismo figurativo”, contribuyeron a la evolución del proyecto Isotype.
Concebido
por Otto Neurath (1882-1945), Marie Reidemeister-Neurath
(1898-1986) y el propio Gerd Arntz, este proyecto fue desarrollado en
diversas fases y sedes (Düsseldorf, Viena, Moscú, La Haya y Londres) y adquirió
reconocimiento internacional rápidamente como medio ideal para formular un
lenguaje de signos verdaderamente internacional, funcional y universalmente
legible.
Espléndida
exposición que necesita varias visitas reúne más de 450 obras realizadas con
distintas técnicas (xilografía, punta seca, linóleo, litografía, entre otras),
muchas de ellas procedentes de importantes colecciones privadas e instituciones
como The Metropolitan Museum of Art y el MoMA, de Nueva York; The Art Institute
de Chicago; La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, en Washington; el
Centro Pompidou, de París, o el Kunstmuseum de la Haya.
Fuente:
De Posada a Isotype, de Kollwitz a Catlett. Museo Nacional Reina Sofía. Del 22
de marzo – 29 de agosto 2022. Gabinete de Prensa del Museo: Documentación y fotografías.
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