Cristino
de Vera. Al silencio ofrece la posibilidad de descubrir una
visión del pintor canario, siempre a partir de su lenguaje personal,
caracterizado por un marcado acento espiritual y místico. Nacido en 1931 en
Santa Cruz de Tenerife, el conjunto de su universo artístico le ha hecho
merecedor de notables reconocimientos, como el Premio Nacional de Bellas Artes,
la Medalla de Oro de Canarias, así como la medalla de Oro a las Bellas Artes,
reconocimientos que han permitido a Cristino de Vera presentar su
trabajo creativo en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1996), o en
la sala especial románica de la Abadía de Silos (2002).
Cristino de Vera, ausente por voluntad
del panorama expositivo en su última etapa creativa, no ha mostrado su obra en
público desde su última muestra, celebrada hace cerca ya de quince años. Para
su presentación en CaixaForum Madrid, ha decidido denominar esta
muestra Al silencio, como síntesis de toda una vida de trabajo, ajena a
influencias, forjada en el tiempo.
La selección se ha centrado en los trabajos de los últimos años, con 28
pinturas realizadas entre 1905 y 2013, así como 18 magníficos dibujos a tinta
china en los que ha trabajado hasta fechas más recientes, datándose en 2014 los
últimos trabajos incluidos en la selección final. Se puede ver una vitrina donde se muestran algunas de las
publicaciones (para mí no las más relevantes) en relación a la obra del
artista.
El
visitante puede contemplar a lo largo del recorrido de la exposición de Al
silencio, toda su producción
posee un sello de identidad tan propio y definido, cuya espiritualidad,
y visión en cierto modo mística, personaliza unas composiciones sencillas,
brillantes, luminosas, que nos muestran a un pintor puro, cuya esencia es, sin
duda, la luz.
Esa espiritualidad que
inunda su creación en toda su temática se aprecia en diferentes obras de esta
exposición, tanto en aquellas figuras femeninas que plasma de forma afligida y
solitaria, como los callados paisajes que se pueden ver a través de una ventana
en cruz, sus elementales naturaleza muertas, con cestos, copas, tazas de luz, o
sus grande velones; en todo ellos se percibe
la depuración en su obra y la permanencia en esas soledades, tan solo, de la
luz callada, Y, especialmente, es posible rastrear sus recuerdos en la imagen
del Teide que surge ahora más que nunca, en pinturas y dibujos, como una sombra
permanente que se alza en homenaje a su tierra de origen.
Ángel espantado. A Cristino de Vera /Fernando
G. Delgado 1983
Este leve aroma
irrenunciable
-muerte rosa, pétalo
olvidado-
no es pertenencia de
la vida,
su reino fue la
muerte originada.
este barrido aliento
como nube, ráfaga de ceniza,
hará montañas firmes.
O posado en ciprés
será un barniz del
aire, quién sabe si cristal,
brizna de hielo,
granizo inoportuno
sobre el mármol que
abriga, no hiela
mis amados despojos;
una osamenta límpida
de la cual fue arrasado todo revestimento
y en vaga luz refulge
como eterna.
Y en torno a sí
reclama objetos familiares:
Cálices donde apurar
vino celeste
o inocentes espinas
que rechazan la dureza del hueso,
esa recia materia que
proclama la insuficiente eternidad.
Mas otra rosa hay:
y es polen que dibuja todo el
silencio intenso que se aviva
con sugerente
aportación del aire;
florecilla que al
lienzo
conduce su rosa
incomprendido,
amarillo que llega
silbando con el viento,
borrado de las dunas
donde el sol se apagara,
y buscando una estrella
acaba en la retina
de un ángel
espantado.
Bello poema de Fernando
Delgado, que transmite el sentir del pintor en su silencio vivencial que puede resumirse en un reposo del espíritu.
Es esta una muestra íntima, acorde con su actual trabajo, pero sobre
todo con su estado anímico, sensible y exquisito, con resabios de una cierta
angustia existencial. Se trata de obras que ofrecen una nueva visión.
Cristino
de Vera. Al silencio se complementa con la proyección de un
documental, obra del cineasta Miguel G.
Morales, que muestra la obsesión del artista por la luz, el tiempo, la
invisibilidad, la belleza y la muerte, y que define magistralmente al artista a
partir de su título: Un ser de otro
tiempo. Un buscador del silencio.
En 1985, fui comisaria en mi Galería de Arte Bertaud-Otero, de la
exposición: “Vázquez Díaz y sus discípulos: Caneja, José
Caballero, Canogar y Cristino de Vera”.
Un espléndido trabajo, ya que conté con la colaboración de estos grandes
artistas, da fe de ello esta fotografía, que en 1989 incluyó también Cristino
de Vera en el catálogo de la exposición en el Centro Cultural Caja
Canarias (pg. 172).
Galería Bertaud-Otero. Vázquez Díaz y sus discípulos: Caneja, Caballero, Canogar y Cristino de Vera. 1985.
De derecha a izquierda: Mariví Otero, Caneja, Isabel de Caneja, Alberti, Teresa Alberti, Aurora Ciriza, Carola Torres, Rafael Canogar, Cristino de Vera,
José María Iglesias, Luis Caruncho, María Fernanda, José Caballero y Laura Vázquez Díaz.
El sonido musical tiene
acceso directo al alma. Inmediatamente encuentra en ella una resonancia porque
el hombre “lleva la música en sí mismo”
(Goethe).
© Mariví Otero 2018
Manuel
Otero Rodríguez
Fuente: Cristino
de Vera. Al silencio. Fundación Caja Canarias y Obra Social “La Caixa”.
Comisaria: María José Salazar. Departamento de Prensa CaixaForum Madrid. Del 2
de octubre de 2018 al 5 de Enero de 2019.
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